Presentación

En 1972 la Editorial Costa Rica fue cuestionada por la presencia de autores comunistas en su catálogo y toma de decisiones. A 13 años de su creación, no era la primera vez. Había pasado también, por ejemplo, en 1960 y 19681. En esta ocasión, la Liga Cívica de Mujeres Costarricenses asumió la edición de A ras del suelo de Luisa González y la presencia del “dictaminador” de obras Carlos Luis Sáenz, como un gesto de protección al comunismo por parte de la Editorial. Para esta pequeña comunidad de lectoras, las autorías comunistas o socialistas eran a su juicio de “tendencia desmoralizadora” y la edición de obras como esta fortalecía a un partido (¿socialista o comunista?) “que tiende a destruir los fundamentos de la organización democrática”2.

Con este libro demostramos que la categoría de literatura costarricense ha sido una construcción a lo largo del tiempo. En estas visitas al pasado, la preocupación de la Liga ejemplifica preguntas que siempre están en esta discusión o construcción: ¿cómo se legitiman los autores en las instituciones literarias según la época?, ¿cuáles criterios (ideológicos, políticos o estéticos) pesan para evaluar su obra? y ¿quiénes asumen estos papeles “dictaminadores”? A lo que se agregan interrogantes contextuales como: ¿qué se espera de una “Editorial Nacional”? y ¿qué podía ser nacional o no en este momento y, por tanto, justificar su subvención o patrocinio?

La investigación se aproxima a estas preguntas, principalmente, desde el papel que jugaron la institucionalidad y la crítica literaria. Estas están representadas por la mencionada Editorial y por los críticos radicados en la prensa y otras publicaciones del período, tales como Abelardo Bonilla, Alberto Cañas, León Pacheco, Alfonso Chase, Gladis Miranda, Mario Fernández, Jorge Valldeperas, Manuel Picado, entre otros. El tema lo explicamos a la luz de dos acontecimientos: la Guerra Fría y el conflicto armado de 1948, cuyas polarizaciones cuestionaron, muchas veces, a quienes se colocaban al margen o al centro del canon literario, como lo vimos en el llamado de atención de la Liga3.

Iniciamos en 1950 por la aparición de acontecimientos claves en la literatura, tales como la primera publicación de una historia de la literatura (escrita por Abelardo Bonilla en 1957) y la fundación de una editorial del Estado (Editorial Costa Rica, ECR, creada en 1959, pero propuesta desde 1955), que reactivaron las discusiones sobre qué era literatura costarricense, quiénes eran sus representantes y cuáles caminos debía seguir la producción nacional. En estas discusiones también tomamos en cuenta la creación de los premios nacionales (1963), el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes (MCJD, 1971) y sus revistas culturales.

Concluimos en 1980 por la concatenación de la crisis económica y sus efectos en el modelo de Estado, los cuales repercutieron en las finanzas de la ECR en 1987. Paralelas a esta situación, surgieron otras instancias en el mercado literario como la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA, 1975) y las editoriales universitarias (EUCR, 1975; EUNA, 1976; ETEC, 1978 y EUNED, 1979) que ofrecieron circuitos de distribución más amplios a los de la ECR. Además, en la década de 1980 emergieron escritores con nuevas propuestas estéticas, que criticaron la llamada literatura nacionalista y sus mecanismos de reconocimiento. Por lo que al finalizar esta década las valoraciones sobre la literatura y sus canales de legitimación manifestaron otro comportamiento (posiblemente más “posnacional”) que amerita una investigación por aparte.

Es importante destacar que en nuestro país el tema ha sido desatendido en Historia y Literatura. En el primer campo de estudio, las publicaciones más cercanas se han enfocado en la historia intelectual, política y sociocultural de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. En ellas, los autores se han interesado por la creación de un campo intelectual para la circulación de ideas en coyunturas particulares4; por los espacios de poder para controlar normas y gustos5 y por las ambigüedades políticas y moderaciones en la supuesta criticidad de los intelectuales-escritores6. En el segundo campo de estudio, los trabajos se han enfocado en la historia general de la literatura costarricense7, los espacios de reunión o difusión literaria8 y, en menor medida, en las instancias de legitimación9.

Otras investigaciones han incursionado en el papel de las políticas culturales para promover y condicionar la producción artística. A modo de síntesis, sostienen la idea de que durante las décadas de 1960-1980, las políticas culturales del Estado Benefactor tendieron al mecenazgo, la difusión y la promoción; mientras que hacia la década de 1980 apuntaron a una disminución paulatina en el apoyo estatal debido al neoliberalismo10. En esta dinámica reconocen el apogeo de actividades artísticas durante este patrocinio estatal11, critican brevemente los valores oficiales promovidos en estas circunstancias12 y elaboran biografías institucionales o propuestas de gestión cultural ante los contextos contemporáneos de cambio13.

Desde el punto de vista teórico, el tema se ha abordado por la sociocrítica, los estudios culturales y la estética de la recepción. A través del concepto de institución literaria (grupos, salones, revistas, editoriales, librerías, publicaciones, premiaciones y más), Jacques Dubois ha señalado que esta otorga un estatuto al producto literario y codifica normas de aceptación o rechazo14. Mientras que Pierre Bourdieu con el concepto de campo ha cuestionado el grado de institucionalización atribuido al mundo artístico o literario por insinuar consenso en un universo conflictivo por definición15. Bourdieu, por su parte, entiende el campo como una sede de luchas que disputan las posiciones dominantes y los recursos que trae consigo, tales como el capital simbólico16. Con esta categoría estudiamos el papel de la ECR (con su consejo directivo), las publicaciones sobre literatura costarricense (de autores como Bonilla, Alfonso Chase, Jorge Valldeperas, Mario Fernández, Alberto Cañas, León Pacheco, entre muchos) y los posicionamientos de nuevos grupos (Oruga, Sin Nombre y Círculo de Poetas de San Ramón17) que postularon otras concepciones del quehacer literario.

En estos campos de poder, los repertorios literarios y sus códigos interpretativos, elegidos por “voces autorizadas”, forman parte de un proceso de “imaginación nacional”18. Siguiendo a Hommi Bhabha, estas textualidades (o sus lecturas en distintos períodos de la historia) construyen “significados y símbolos que se vinculan con la vida nacional”19. Es por ello que analizamos las propiedades canonizadas de los textos en la prensa y los libros sobre la historia de la literatura para comprender los personajes, las conductas y los mensajes oficializados por estas instancias sobre el “ser” costarricense.

En relación con todo ello, Hans Robert Jauss agrega una última instancia de legitimación. El lector, que a partir de las experiencias previas y las orientaciones recibidas, formula expectativas de lectura. Este agente intermediario asigna un “sentido potencial a la obra” y la introduce en “marcos de referencia”. Para los efectos de la investigación, entendemos los horizontes de expectativas como las argumentaciones utilizadas por los críticos para definir un conjunto de escritores, obras y géneros, los cuales partieron de dos referentes: la polémica nacionalista de finales del siglo XIX y principios del siglo XX; y la denominada “generación del 40”.

En vista de lo anterior, sostenemos que esta obra contribuye con un tema limítrofe en Historia y Literatura escasamente estudiado por ambos campos de estudio20. Nuestra propuesta aporta el análisis de las conflictividades y negociaciones en el campo literario costarricense durante 1950-1980, mediante la exploración de un tema y unas fuentes poco trabajadas en esta línea. Explica cómo el contexto posconflicto de 1948 y de Guerra Fría incidieron en la recepción y/o promoción de escritores en un círculo selecto de la cultura oficial, cuyas decisiones implicaron la legitimación de un corpus nacional y el “problemático” reconocimiento de la militancia (o el pasado político) de sus autores.

En este trabajo las fuentes corresponden a artículos de periódicos (La Nación, Excélsior, La Hora, La Prensa Libre, La República y Pueblo)21, artículos de revistas literarias y culturales (Surco, Brecha, Artes y Letras, Pórtico, Hipocampo, Tertulia, Letras Nuevas, Troquel, Revenar, Andrómeda, Boletín Literario y Letras), libros de texto en la enseñanza del español del Ministerio de Educación Pública (MEP)22, prólogos de novelas (Juan Varela, El sitio de las abras, Gentes y gentecillas y Mamita Yunai), leyes y decretos, memorias del Ministerio de Cultura, documentos del Archivo Nacional (fondo educación, cultura y Manuel Mora), actas institucionales (Editorial Costa Rica)23, publicaciones sobre historia de la literatura y entrevistas. Todas ellas se trabajan con el análisis de contenido que, para nuestros efectos, lo entendemos como “el conjunto de técnicas tendientes a explicar y sistematizar el contenido de los mensajes comunicativos”24. Por tanto, buscamos “el contenido manifiesto” o “latente” en el texto25 que, en relación con el contexto, nos permite la inferencia de sus significados.

La obra contiene cuatro capítulos. El primero se concentra en las definiciones de la literatura costarricense por parte de los críticos literarios durante las décadas de 1950-1970, principalmente. En esta sección sostenemos que la literatura y sus instituciones (como los premios nacionales y la ECR) funcionaron como un campo cultural para construir los imaginarios nacionales después del conflicto de 1948. Para definir qué era la literatura o cuáles rasgos literarios “nos” representaban en este nuevo proyecto político, los críticos distinguieron las letras costarricenses con base en cuatro características: sus puntos de origen, determinismo geográfico-intelectual, corriente estética y género.

El segundo retoma la idea del capítulo anterior en cuanto a que las obras realistas no se leyeron como ficciones literarias, sino como documentos fidedignos. Por eso, los textos se valoraron según relataran experiencias vividas por el autor, espacios locales, personajes humildes, lenguaje coloquial e historias trágicas; elementos que evidenciaban la relación con la vida cotidiana costarricense, específicamente, del mundo rural. En este apartado señalamos, también, que mientras esta crítica costarricense validaba el realismo-costumbrista, los escritores y críticos latinoamericanos valoraban otras cualidades estéticas como el lenguaje barroco, los paralelismos simbólicos y los temas universales que colocaban a las obras más allá del realismo tradicional y de las comunidades nacionales.

El tercero plantea que las discusiones del realismo se extendieron a otros campos artísticos, como el cine documental, las artes plásticas y el teatro, convirtiéndolo en una estética nacional.

Estas discusiones fueron cuestionamientos políticos que debatieron desde el arte si la obra debía o no portar un contenido ideológico en el contexto de las dictaduras centro y latinoamericanas, puesto que el realismo también era una categoría apropiada por las izquierdas para impulsar el arte comprometido. En esta sección, abordamos con detalle esos conflictos a través del caso de la ECR que, frecuentemente, era cuestionada por la prensa al publicar textos de escritores comunistas en un país que había declarado la inconstitucionalidad de dicho partido.

Finalmente, el cuarto propone que el realismo fue una estética oficializada en la novela, mientras que en la poesía se consagró el trascendentalismo. Es por ello que en la década de 1970, nuevos grupos de poetas como Oruga, Sin Nombre y Círculo de Poetas de San Ramón, vinculados con los partidos de izquierda, demandaron una poesía, en algunos casos, política, alternativa, más cercana con el “pueblo” y destinada a la “transformación social”. El contraste con estas “demandas literarias” lo encontraremos en la década siguiente, cuando los escritores emergentes de 1980 apostaron por una literatura intimista y metafísica, alejada de los debates de la agenda pública y del escritor comprometido con la causa revolucionaria. Esta nueva etapa de la literatura costarricense se circunscribió, asimismo, en el contexto de la crisis económica de 1980, de las pocas ofertas de publicación y del cuestionamiento a los premios nacionales, factores que contribuyeron a que los escritores buscaran otras formas de legitimación en el mercado literario internacional.


1 S.A., “Dirigentes comunistas en la Editorial del Estado”, La Nación, 2 de febrero de 1960, 6; S.A., “Penetración comunista en Editorial Nacional”, La Nación, 2 de febrero de 1960, 25; Claudia Cascante de Rojas, “Una sesión en la Editorial Costa Rica”, La Hora, 9 de noviembre de 1968, 10.

2 Liga Cívica de Mujeres Costarricenses, “La Editorial Costa Rica y protección al socialismo”, La Prensa Libre, 3 de octubre de 1972, 7.

3 Esta investigación es producto de mi tesis de Maestría en Historia Aplicada, con mención Summa Cum Laude, presentada en la Universidad Nacional en el 2016, tutelada por la Dra. Patricia Alvarenga Venutolo y con la lectura de la Dra. Ana Lorena Carrillo Padilla y el Dr. Albino Chacón Gutiérrez.

4 Gerardo Morales, Cultura oligárquica y nueva intelectualidad en Costa Rica: 1880-1914 (Heredia, Costa Rica: EUNA, 1995); Mario Oliva, España desde lejos: intelectuales y letras centroamericanas sobre la guerra civil española (1931-1953) (Heredia, Costa Rica: EUNA, 2011).

5 Patricia Fumero, Teatro, público y Estado en San José, 1880-1914: una aproximación desde la historia social (San José, Costa Rica: EUCR, 1996).

6 Iván Molina, La ciudad de los monos. Roberto Brenes Mesén, los católicos heredianos y el conflicto cultural de 1907 en Costa Rica (San José-Heredia, Costa Rica: EUCR y EUNA, 2008). Esta temática también se encuentra en Iván Molina, Costarricense por dicha. Identidad nacional y cambio cultural en Costa Rica durante los siglos XIX y XX (San José, Costa Rica: EUCR, 2010), 29-38. Además, el autor incursiona en el papel del intelectual orgánico desarrollado por Máximo Soto Hall y los convenientes giros ideológicos de Salomón de la Selva en Iván Molina, La estela de la pluma. Cultura impresa e intelectuales en Centroamérica durante los siglos XIX y XX (Heredia, Costa Rica: EUNA, 2004), 195-277. También consultar: Jussi Pakkasvirta, ¿Un continente, una nación? Intelectuales latinoamericanos, comunidad política y las revistas culturales en Costa Rica y el Perú (1919-1930) (Finlandia: Academia Scientiarum Fennica, 1997).

7 Aquí encontramos estudios con un cierto nivel de antigüedad, tales como: Abelardo Bonilla, Historia de la literatura costarricense (San José, Costa Rica: STVDIVM, 1957); Alfonso Chase, Narrativa contemporánea de Costa Rica (San José, Costa Rica: MCJD, 1975); Jorge Valldeperas, Para una nueva interpretación de la literatura costarricense (San José, Costa Rica: ECR, 1991). Publicaciones más recientes como: Álvaro Quesada, Breve historia de la literatura costarricense (San José, Costa Rica: ECR, 2008); Margarita Rojas y Flora Ovares, 100 años de literatura costarricense (San José, Costa Rica: Farben-Norma, 1995); Flora Ovares et al., La casa paterna: escritura y nación en Costa Rica (San José, Costa Rica: EUCR, 1993); Margarita Rojas y Flora Ovares, “Literatura”, Costa Rica en el siglo XX. Tomo I, (comp.) Eugenio Rodríguez (San José, Costa Rica: EUNED, 2004); Óscar Alvarado, Literatura e identidad costarricense (San José, Costa Rica: EUNED, 2008). A modo exclusivamente de antología: Quince Duncan, Historia crítica de la narrativa costarricense (San José, Costa Rica: ECR, 1995); Myriam Bustos, Nuestros escritores y nuestros libros. Treinta y dos años en la literatura costarricense (1974-2006) (San José, Costa Rica: Tecnociencia, 2008). Esta obra se compone de cuatro tomos: novela, cuento, poesía y no ficción. Otras historiografías son: Carlos Francisco Monge, La imagen separada: modelos ideológicos de la poesía costarricense 1950-1980 (San José, Costa Rica: MCJD, 1984); Amalia Chaverri, “Génesis y evolución de los títulos de la novelística costarricense”, Revue Canadienne des Études Latinoaméricaines et Caraïbes (Canadá) 17, n. 34 (1992); Carlos Cortés, La invención de Costa Rica y otras invenciones (San José, Costa Rica: ECR, 2003); Carlos Cortés, La gran novela perdida: historia personal de la narrativa costarrisible (San José, Costa Rica: Uruk Editores, 2010); Albino Chacón y Marjorie Gamboa, Voces y silencios de la crítica y la historiografía centroamericana (Heredia, Costa Rica: EUNA, 2010); Carlos Villalobos, De la invención al inventario: desarrollo de los estudios literarios en Centroamérica (1990-2002) (Tesis de Doctorado Interdisciplinario en Letras y Artes en América Central, UNA, 2010).

8 Flora Ovares, Crónicas de lo efímero. Revistas literarias de Costa Rica (San José, Costa Rica: EUNED, 2011); Cristián Sánchez, “El rumbo de la poesía joven de Costa Rica”, Tópicos del Humanismo, No. 74, 2000.

9 Bernardo Bolaños y Guillermo González, “La conformación del canon literario costarricense: observaciones a partir de la producción audiovisual”, Letras (Costa Rica) 50 (2011); Nory Molina, La conformación del Estado Nacional y el canon literario: el papel de las autobiografías campesinas en el discurso literario costarricense (Tesis de Doctorado en Filosofía, Universidad de Tulane, 1998); Minor Calderón, La legitimación en el campo cultural costarricense: el caso de Única Mirando al Mar (Tesis de Licenciatura en Estudios Latinoamericanos, UNA, 1997); Danièle Trottier, Juego textual y profanación: análisis sociocrítico de Lázaro de Betania de Roberto Brenes Mesén (San José, Costa Rica: Editorial Universidad de Costa Rica, 1993); Ligia Bolaños, “Literatura”: identidad y legitimación”, Káñina (Costa Rica) 14, n. 1-2 (1990).

10 Rafael Cuevas, El punto sobre la i. Políticas culturales en Costa Rica (1948-1990) (San José, Costa Rica: MCJD, 1996).

11 Andrea Gómez, La actividad teatral costarricense de los años setenta: factores que han sustentado la creencia en una “Época de Oro” (Tesis de Licenciatura en Artes Dramáticas, UCR, 2010); Irene Solera, Política cultural y actividad teatral en Costa Rica en la década de los 80 (Tesis de Licenciatura en Teatrología, UNA, 1993); Patricia Fumero, “Teatro y política cultural en Costa Rica (1950-2000)”, en: Memoria del IV Simposio Panamericano de Historia (México: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 2001); Salvador Solís, El movimiento teatral costarricense (1951-1971) (Tesis de Licenciatura en Artes Dramáticas, UCR, 1991); Mario Salazar, Los espectáculos de representación escénico-popular en Costa Rica: culturas populares y políticas culturales, durante 1960-1980 (Tesis de Maestría en Historia, UCR, 2013); Eugenia Zavaleta, El mercado del arte en Costa Rica: políticas culturales, acciones estatales y colecciones públicas (1950-2005), https://helda.helsinki.fi/bitstream/handle/10138/38649/zavaleta_ochoa_thesis.pdf?sequence=1 (Fecha de acceso: 6 de abril del 2014).

12 Zaida Ugalde, Premios Nacionales Aquileo J. Echeverría en el género cuento: Análisis crítico y antología (Tesis de Maestría en Literatura Latinoamericana, UCR, 1998); Carlos Cortés, “El fin del mito de la igualdad. Breve panfleto contra el “aprismo” literario. (Para una sociología de la literatura postsocialdemócrata)”, en: Literaturas centroamericanas hoy. Desde la dolorosa cintura de América, (ed.) Karl Kohut (Madrid, España y Frankfurt, Alemania: Iberoamericana-Vervuert Verlag, 2005); Magda Zavala, “Globalización y Literatura en América Central: Editores y Editoriales”, en: Interacciones y transgresiones: Propuestas para una historiografía literaria en Centroamérica. Tomo I, (ed.) Werner Mackenbach (Guatemala, Guatemala: F&G, 2008); Macarena Barahona, “De las editoriales y los arduos caminos del abandono y la terquedad”, Cambio de época y producción cultural desde Costa Rica, (coords.) Jesús Oyamburu y Miguel Ángel González; Jorge Carmona, Sonatas para piano de construcción serialista en Centroamérica (1980-1997) (Tesis de Doctorado Interdisciplinario en Letras y Artes en América Central, UNA, 2010); Gerardo Meza, Experimentación y renovación en la composición centroamericana: la incidencia del Centro de Altos Estudios Musicales del Instituto Torcuato di Tella (Tesis de Doctorado Interdisciplinario en Letras y Artes en América Central, UNA, 2010); Carmen Méndez, Gestos de ruptura en la música contemporánea centroamericana: Los casos de Joaquín Orellana en Guatemala, Mario Alfagüell en Costa Rica y Arturo Corrales en El Salvador (Tesis de Doctorado Interdisciplinario en Letras y Artes en América Central, UNA, 2009); Daniel Maranghello, Cine y censura en Costa Rica (San José, Costa Rica: GRAFITEC, 1989).

13 Osvaldo Valerín, Editorial Costa Rica, 40 aniversario (San José, Costa Rica: Fundación Cívica y su Historia, 2000). Audiovisual; Editorial Costa Rica, Memoria Conmemorativa 50 aniversario (San José, Costa Rica: ECR, 2009); Elías Zeledón, Los Magones (San José, Costa Rica: MCJD, 1988); Carlos Cortés y Martín Murillo, “Historia de los Premios Nacionales”, Revista Nacional de Cultura (Costa Rica) 15 (1992); Jesús Oyamburu y Miguel Ángel González (coords.), Cambio de época y producción cultural desde Costa Rica (San José, Costa Rica: Embajada de España, 1997); Helena Ospina (ed.), “Editores y escritores: dos protagonistas inseparables”, Actas del IV Encuentro Mesoamericano “Escritura-Cultura”. II Coloquio “Escritoras y Escritores Latinoamericanos” (San José, Costa Rica: Promesa, 2010); Flory Fernández, Las políticas culturales del Estado costarricense durante el último tercio del siglo XX: el premio nacional Joaquín García Monge (Tesis de Doctorado en Gobierno y Políticas Públicas, UCR, 2002)

14 Jacques Dubois, L´institution de la littérature. Introduction a une sociologie (Brussels: Editions LABOR, 1978), 82-102. También se respaldó con la lectura Juan Manuel Zapata, “Muerte y resurrección del autor. Nuevas aproximaciones al estudio sociológico del autor”, Lingüística y Literatura (Colombia) 60 (2011): 54-66.

15 Pierre Bourdieu, Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario (Barcelona, España: Editorial Anagrama, 1995), 335, 342-343, 433. Al igual que Bourdieu, Even Zohar desarrollaba un concepto alternativo denominado sistema literario. Para él funciona como una red de relaciones que involucra instituciones (literarias, culturales y educativas), mercado, consumidores y productores. De manera que entre cada uno de ellos se pueden desarrollar “microsistemas”, que no necesariamente son compartidos (o legitimados) en todas las instancias por igual. Sin embargo, Zohar no profundiza en estos conflictos porque su propuesta, inspirada en el sistema de comunicación de Jakobson, prioriza en el fenómeno de la lingüística y la traducción de las literaturas europeas y del Medio Oriente. Even Zohar, Polisistemas de cultura Libro electrónico provisorio, http://www.tau.ac.il/~itamarez/ works/papers/trabajos/polisistemas_de_cultura2007.pdf (Fecha de acceso: 10 de enero del 2014), 7.

16 El capital simbólico, motor de lucha, se asocia con la notoriedad, el prestigio, la reputación, la honorabilidad y las influencias que trae consigo. No obstante, Bourdieu aclara que en estos campos existe una economía inversa. Es decir, el éxito comercial y el triunfo temporal otorgan un principio de jerarquización externa, un reconocimiento alcanzado por el gran público. Mientras que la aceptación y el reconocimiento de sus pares funciona como un principio de jerarquización interna, un prestigio obtenido por los productores culturales, no por las demandas del público, pp. 322-323 y 327.

17 Dejamos a un lado otros grupos porque la escasa información disponible implicaba su reconstrucción por completo. Entre ellos el Círculo de Poetas Costarricenses, Contrapunto, Alguien Más. Posterior a ellos, el Café Cultural Francisco Zúñiga, Eunice Odio, Alfil Octubre Cuatro, Café del Sur, Taller Rafael Estrada y Círculo de Poetas Costarricenses. Consultar: Cuevas, El punto sobre la i…, 179; y Sánchez, “El rumbo de la poesía joven de Costa Rica”…

18 Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo (D.F., México: Fondo de Cultura Económica, 1993), 46-53.

19 Hommi Bhabha, Nación y narración. Entre la ilusión de una identidad y las diferencias culturales (Buenos Aires, Argentina: Siglo Veintiuno Editores, 2010), 13-14. En esta última referencia, Bhabha cita las reflexiones de Edward Said.

20 Nos interesamos en la dimensión “historizable” de la literatura. Roland Barthes plantea una reflexión sobre las limitaciones de la historia de la literatura, una psicológica y otra histórica. La primera alude a los intentos de explicar las creaciones literarias en función de la vida personal del escritor. La segunda, al estudio del medio del escritor, la formación intelectual del público, las mentalidades de la época y para nuestros intereses, el orden de valores y las instituciones reguladoras de la literatura. Un estudio que rebase a los individuos y las relaciones mecánicas con la historia. Roland Barthes, Sobre Racine (D.F., México: Siglo XXI Editores, 1992), 176.

21 La información se recabó en los ficheros de la Biblioteca Nacional con las siguientes categorías de búsqueda: literatura costarricense, escritor costarricense, novela costarricense, crítica literaria, premios nacionales, Editorial Costa Rica, Asociación de Autores, editoriales, Ministerio de Cultura y Dirección General de Artes y Letras. La limitación de esta fuente es la concentración de referencias en la década de 1970, dejando vacíos en la cobertura de los otros años de estudio.

22 En el Departamento de Documentación e Información Electrónica del MEP (Antiguo CENADI) solo encontramos los programas de I, II y III ciclos de 1974 y de 1979, elaborados para la enseñanza de la escritura y la ortografía. Por lo que el acercamiento a esta institución se reduce a breves correspondencias con la Editorial Costa Rica en las que se solicitaba la publicación de los libros de texto y las lecturas obligatorias: Archivo Nacional, Fondo: Educación, Signatura: 5096. Correspondencia de Carlos Alberto Arce (Administrador de la Editorial Costa Rica) con Fernando Volio (Ministro de Educación), 24 de mayo de 1974. Asimismo, localizamos algunos libros de texto de Mario Fernández Lobo de la Imprenta Hermanos Trejos en la Biblioteca Carlos Monge de la Universidad de Costa Rica, los cuales fueron avalados por el Ministerio de Educación como textos oficiales para la enseñanza de Español. También consultamos las actas del Consejo Consultivo de la Dirección General de Artes y Letras (una instancia vinculada con el MEP) ubicadas en el Museo de Arte Costarricense. La información de esta institución corresponde a los años 1966, 1969, 1970, 1973, 1975, 1976 y 1977, y contiene la aprobación de presupuesto, planillas, solicitud de becas-taller y nombramientos.

23 Revisamos 23 actas correspondientes al período 1960-1987, las cuales trascienden las 500 páginas cada una. La limitación de este material es la ausencia de los informes de los comités de lectura, empleados para aprobar o rechazar la publicación. Esta situación se puede explicar porque los informes eran confidenciales y hacia 1986, como parte de una serie de reformas institucionales por la crisis económica, descubrimos que no se entregaron por escrito la mayor parte del tiempo. Sin embargo, de la información disponible recabamos las discusiones del Consejo, las listas de publicaciones (que reconstruimos año por año) y los miembros participantes (en las juntas directivas, comités de lectura y comisiones especiales). Por otro lado, no localizamos los archivos de la Asociación de Autores, entidad adscrita a la Editorial y a través de la cual se nombraban integrantes de esta. Tampoco las actas de los premios nacionales, de las que sabemos su existencia mediante la prensa.

24 Jaime Andréu, “Las técnicas de Análisis de Contenido: una revisión actualizada”, Fundación Centro de Estudios Andaluces, http://metodosdos.blogspot.com/2011/10/ las-tecnicas-de-analisis-de.html (Fecha de acceso: 10 de abril del 2014), 2.

25 Ibíd., 3.