geografica

Revista Geográfica

ISSN: 1011-484X

Número Especial I Semestre 2017

Doi: dx.doi.org/10.15359/rgac.58-2.1

Páginas de la 15 a la 40 del documento impreso

Recibido: 1/8/2016 • Aceptado: 7/11/2016

URL: www.revistas.una.ac.cr/index.php/geografica/



TURISMO Y TERRITORIO EN LAS MÁRGENES DEL LAGO ATITLÁN, GUATEMALA

TOURISM AND TERRITORY IN THE BANKS OF LAKE ATITLAN, GUATEMALA

Álvaro Sánchez-Crispín1

Enrique Propin-Frejomil2

Universidad Nacional Autónoma de México

RESUMEN

Este trabajo tiene como objetivo explicar el arreglo territorial suscitado por el crecimiento reciente de la actividad turística en uno de los lugares emblemáticos de Guatemala, el lago Atitlán. Alrededor de éste, y en un marco geográfico-físico imponente, se encuentran diez poblados, de origen maya y de lenguas kaqchiqel y tz’utujil, de pequeño tamaño demográfico, con una cultura viva diversa y que tratan de hallar su nicho en un mercado turístico altamente competitivo. Para lograr esto, en primera instancia, se hace alusión al escenario de acogida del turismo a partir de una explicación geográfica general del país y en particular del lago, de las áreas naturales protegidas, ya que el lago se encuentra inserto en una de ellas, la Reserva de Usos Múltiples de la Cuenca del lago Atitlán, y de la propia actividad turística. Enseguida se procede a explicar los principales centros de la economía del turismo en el lago y se reflexiona acerca de la relación inexistente entre la promoción de estos lugares y la presencia del área protegida.

Palabras clave: Geografía del turismo, territorio, lago Atitlán, Guatemala.

ABSTRACT

The aim of this paper is to explain the territorial syntaxes of tourism in one of the most emblematic places of Guatemala: Atitlan Lake. Around this body of water, and having a spectacular natural background, ten small settlements are located. All of them are of Mayan origin and their population speaks either kaqchiqel or tz’utujil languages, and have a diverse living culture. These communities are trying to gain access to a niche in a highly competitive tourism market. To reach our research objective, we first examine the geographical setting of tourism at both national and local levels. We also pinpoint some of the relevant features of the natural protected areas in Guatemala, since Atitlan Lake is inserted in the Reserve of Multiple Use of the Atitlan Lake Basin, and we relate all this to the tourist activity. Finally, we reveal the major centers of the tourism economy in the lake, and end up with a remark on the apparent non-existent relation between tourism and the presence of the natural protected area.

Keywords: Geography of tourism, territory, lake Atitlan, Guatemala.

Introducción

El turismo en América Central es una actividad que ha recibido, en los últimos dos decenios, un impulso a partir tanto de propuestas hechas por los propios gobiernos nacionales como por esfuerzos realizados, en forma conjunta, por los siete países que conforman el istmo centroamericano, para promover la región como un destino preferencial en el contexto de un mercado mundial cada vez más competido. Diversos son los recursos con los que cuentan estas naciones para fundamentar la expansión del sector turístico, tanto de orden natural como cultural. Algunos estudios proponen tipologías de lugares donde el turismo es una actividad económica importante, en particular para el caso de América Central (cf. Sánchez-Crispín y Propin, 2010). En ciertos países, los recursos naturales son la base del crecimiento del sector, por ejemplo, sitios próximos a volcanes activos, como La Fortuna, en Costa Rica, vecina del Volcán Arenal; el puerto de Bocas del Toro, en Panamá, cercano a las playas de naturaleza prístina de la isla Colón; y Moyogalpa, en la isla de Ometepe, Nicaragua. El país con mayor cantidad de recursos culturales en América Central para la promoción del turismo es Guatemala (Ibid.). Diversos elementos, tangibles e intangibles, que conforman el paisaje geográfico guatemalteco, como la cultura maya viva o las zonas arqueológicas, están en la base del fomento al turismo en ese país. Sin embargo, en Guatemala existe otro tipo de recursos, de carácter natural, que han sido incorporados a la dinámica turística que se registra en el país desde finales de los años noventas. En este caso, se encuentran las áreas naturales protegidas que, en consonancia con la tendencia mundial que indica que éstas deben ser lugares preferenciales para la implantación del turismo sostenible, son ya escenario del arribo de turistas y de la consecuente reestructuración de la economía local. Esta investigación tiene por finalidad revelar el acomodo territorial actual, generado por la implantación de la actividad turística en el lago Atitlán, inserto en una de las zonas protegidas más antiguas del país, la reserva de usos múltiples de la cuenca del lago Atitlán (RUMCLA); y, al mismo tiempo, se interesa en revelar si existe un vínculo entre ésta y la actividad turística promovida en la zona.

La base geográfica del turismo en Guatemala

En Guatemala, existe una variedad de paisajes susceptibles de ser incorporados a la actividad turística: volcanes, zonas de selva, cuevas y cavernas, ríos y playas. En términos generales, el país puede ser dividido en dos grandes porciones en cuanto al relieve predominante: el sector norte que pertenece a las grandes planicies asociadas con la plataforma caliza de Yucatán, llamado el Petén, y el sector centro-sur donde predominan los paisajes montañosos y volcánicos, que tienen contacto con el Océano Pacífico a través de una estrecha faja litoral (Sánchez-Crispín et al., 2012). Aunque la ubicación geográfica de Guatemala indica una prevalencia de climas tropicales, en realidad éstos se alternan con ambientes templados y fríos en las partes más altas de los sistemas montañosos del centro del país (Luján, 2011). Los recursos de agua superficial son abundantes como resultado de la presencia de las variantes más húmedas de los climas tropicales y templados que cubren la mayor parte del territorio nacional; en particular, el río Motagua y los que conforman la parte alta del sistema Usumacinta son potenciales escenarios para la implantación de la actividad turística, que podría producirse en los siguientes años. Finalmente, la biodiversidad del país es un elemento básico para la expansión del turismo gracias a la existencia de plantas y aves endémicas, que habitan tanto en escenarios cálidos como atemperados.

Las culturas y modos de vida en Guatemala son variados; existen 23 lenguas oficialmente reconocidas, la mayoría de las cuales pertenece a la familia lingüística maya (Ibid.). En este contexto, asentamientos emblemáticos de las zonas montañosas del centro del país como Chichicastenango (mercado indígena tradicional) y Antigua (cuyo patrimonio arquitectónico es muy valioso) han sido promovidos para la actividad turística. Asimismo, hay que indicar que una proporción importante de la población guatemalteca habita en condiciones de ruralidad, lo que puede ser considerado como una situación favorable para la práctica de nuevas formas de la economía turística, llevadas ya a cabo en diversos sitios en el mundo e incluidas en el término genérico de ecoturismo.

La ciudad más poblada del país, la capital nacional, sirve como punto de llegada y salida de turistas internacionales que arriban a Guatemala por vía aérea. Según Teer et al. (1999), el país cuenta con recursos naturales y culturales para el turismo, de clase mundial, ubicados en Antigua, Tikal y el lago Atitlán. Aunque no constituyen la mayor cantidad de visitantes que arriban al país (27% del total; INGUAT, 2014), quienes ingresan por el aeropuerto de la Ciudad de Guatemala, entre ellos los estadounidenses y canadienses (25% del total de turistas extranjeros registrados en 2014; Ibid.) se dirigen a diversos lugares caracterizados por su singularidad, entre ellos la zona arqueológica de Tikal y la ciudad colonial de Antigua, amén de hacer caminatas (hiking, trekking) sobre volcanes como los de Agua y Pacaya (Domínguez, 2012). El país recibió, en 2014, poco más de 2 millones de turistas, por encima del doble de lo registrado en 2003, casi la mitad de los cuales son originarios de la propia región centroamericana y que arriba, vía terrestre, preferentemente desde El Salvador y Honduras (INGUAT, op. cit.).

El país adolece de infraestructura adecuada de alojamiento, en particular la referida a la existencia de hoteles de categoría superior. Las cadenas hoteleras internacionales administran pocos inmuebles en Guatemala, en su mayoría bajo el sistema de renta a largo plazo, y sólo se ubican en la capital nacional y algunos lugares sobresalientes para el turismo, como la ciudad de Antigua (Sánchez-Crispín et al., op. cit.). La mayor cantidad de cuartos e inmuebles que atienden las necesidades de alojamiento de turistas, nacionales y extranjeros, pertenece a inversionistas guatemaltecos o salvadoreños, con instalaciones cuyos estándares son de menor calidad que los de las grandes cadenas hoteleras mundiales.

La infraestructura de comunicación terrestre con la que cuenta el país es aún deficiente para impulsar al turismo en distintas zonas. Sólo existe un eje de primer orden (la carretera Panamericana) que enlaza la porción sur del territorio guatemalteco con México y El Salvador. Las carreteras que unen poblaciones de las partes altas del centro de Guatemala, la zona más poblada, con las ubicadas en el Petén son complicadas y siguen rutas sesgadas para evitar el cruce por las partes montañosas. Respecto al transporte aéreo, sólo hay dos aeropuertos en Guatemala expresamente habilitados para atender el arribo y salida de turistas extranjeros: el de la Aurora, en la capital nacional, y el del Mundo Maya, en las cercanías de Flores, asentamiento vecino de la zona arqueológica de Tikal (aunque este aeropuerto sólo captó el 0.5% del total de turistas extranjeros que llegaron por avión al país; INGUAT, 2014). Los vínculos marítimos para el turismo están limitados a un par de instalaciones de arribo de cruceros, uno en el Pacífico (Puerto Quetzal) y el otro, Santo Tomás de Castilla, sobre el Mar de las Antillas (Sánchez-Crispín et al., op. cit.). En términos generales, las conexiones terrestres de Guatemala con México y El Salvador son adecuadas, pero con Belize y Honduras son deficientes. Por vía aérea, el país queda conectado con todos los países del istmo centroamericano, con México y Estados Unidos. No hay comunicación directa con Europa o Asia, mercados emisores de alta jerarquía en el escenario internacional.

La promoción que se hace del turismo, por parte de organismos nacionales en Guatemala, revisados a partir de la información que se encuentra disponible en internet, (www.inguat.gob.gt), indica que el gobierno hace énfasis en la existencia de recursos (naturales y culturales) y no en la infraestructura para la promoción del turismo; así, los tres temas más promocionados en este ambiente cibernético son: el patrimonio maya, la cultura guatemalteca y la posibilidad de hacer kayak en el lago Atitlán (Pitt et al., 2008). Esta arista del impulso al turismo en Guatemala tiene un impacto considerable en su administración y marketing, en términos de aprovechamiento del potencial de recursos del país, en especial para fomentar las nuevas formas que se aquilatan en el mercado internacional: observación de aves, de plantas, caminatas, ascensos a volcanes, kayaking y agroturismo. Aún así, son pocos los sitios preferenciales del turismo en el contexto de América Central, ubicados en territorio guatemalteco; Antigua (vecina de distintos recursos naturales y culturales), Tikal (la zona arqueológica más visitada del país) y los pueblos del lago Atitlán, por su cultura viva y el escenario singular donde se asientan, constituido éste por un cuerpo de agua dulce y un grupo de edificios volcánicos alrededor del mismo (Rascón, 2010; Sánchez-Crispín et al., op. cit. y Sánchez-Crispín y Propin, 2010).

Áreas naturales protegidas y turismo en Guatemala

La historia de las áreas, actualmente catalogadas como protegidas, en Guatemala es antigua y está asociada con el conocimiento y manejo que los mayas han tenido siempre con respecto a su entorno natural. La designación oficial de áreas naturales protegidas en Guatemala tiene antecedentes que se remontan a mediados del siglo XX; la implantación formal del turismo en las mismas, como actividad económica notoria, es más reciente. Las categorías asignadas a estos espacios no tenía, originalmente, la intención de fomentar su visitación; sin embargo, con el transcurso de los años, y los cambios en la manera en que actualmente se hace el turismo en diferentes lugares del mundo, en apariencia guiada por una directriz de respeto hacia el medio natural de acogida, diversas áreas naturales protegidas de Guatemala se han beneficiado al convertirse en sitios preferenciales de fomento al turismo.

Entre las primeras declaratorias de protección hechas por el gobierno guatemalteco, se tienen las correspondientes a Tikal, las Grutas de Lanquín, Río Dulce y la cuenca del Lago Atitlán, en 1955, además de las zonas de veda definitiva que protegen diversos volcanes, como el San Pedro, localizado en el borde suroccidental del lago Atitlán (CONAP, 2000, 2015; Elbers, 2011). La ley de áreas protegidas de Guatemala se expide en 1989 y, en ese mismo año, se establece el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP), que ahora también incorpora y registra reservas municipales y privadas. En la actualidad, hay 334 áreas protegidas (varias de ellas privadas), que ocupan una extensión de más de 3 millones de hectáreas, lo que representa 31% de la superficie nacional (CONAP, 2016); sin embargo, sólo 51 de los espacios protegidas cuentan con infraestructura y servicios para el turismo, entre ellas el originalmente llamado Parque Nacional Atitlán, cuya declaratoria oficial se produjo el 26 de mayo de 1955 como parte del Sistema Guatemalteco de Áreas Protegidas.

En 1993, el lago Atitlán fue recategorizado y clasificado como Reserva de Usos Múltiples de la Cuenca de Atitlán (RUMCLA), de tipo terrestre. Hacia el año 2000, y por iniciativa privada, se concreta el Plan Maestro del Área Protegida de Usos Múltiples “Cuenca del Lago de Atitlán” (USAID, 2004). Esta área protegida contiene segmentos que están ocupados por asentamientos humanos antiguos, la mayoría de pequeño monto demográfico, pero que en su conjunto suman más de 440 mil personas; asimismo, por zonas de agricultura tradicional y comercial, además de reservas privadas. En su totalidad, la RUMCLA cubre una superficie de 122 000 ha., su perímetro conforma un rectángulo alargado de norte a sur, cuyo centro de proyección es el mismo lago Atitlán, que no es coincidente con su cuenca, extendida por los departamentos de Chimaltenango, Quiché, Suchitepequez y Totonicapan, aunque la mayor parte de su superficie se encuentra en el departamento de Sololá (CONAP, 2016). La orla del lago contiene humedales tipo RAMSAR que cubren una superficie de 12 600 ha. (Ibid.). No obstante, la riqueza de recursos contenidos en el perímetro oficial de la RUMCLA, es hasta 2015 que el gobierno de Guatemala, a través del Programa Impulsa, incentiva, ex profeso, la actividad turística en el lago a partir del apoyo a pequeños emprendimientos propuestos por la población local.

El turismo en Guatemala se centra en el fomento de las aristas étnica y cultural de su territorio. Los mayas, grupo originario con mayor población en el país, no son un núcleo humano homogéneo; sin embargo, así se les concibe y se les promueve. En el caso del lago Atitlán, los turistas pueden interactuar con los indígenas, lo que conduce a pensar entre los primeros que han tenido una experiencia auténtica, aunque los habitantes de los pueblos del lago se vistan con sus trajes típicos sólo para impresionar más a los turistas, cuando en realidad los han dejado de usar, como atuendo diario, hace un buen tiempo, sobre todo en el caso de los varones. El Estado guatemalteco ha promovido la cultura maya como la ventaja principal en el mercado turístico internacional (Corazón del Mundo Maya); empero, existen otras culturas nacionales no promovidas tan intensamente, como las del Caribe. Se privilegia la promoción de la imagen femenina maya para este fin; los varones pocas veces aparecen en la propaganda oficial para el turismo. El atraso económico y social de estos pueblos es considerado como auténtico y; por lo tanto, deseable para poder atraer a los turistas, sobre todo extranjeros y de alto poder adquisitivo.

La organización Mundo Maya fue fundada en 1992 (en ella participan los gobiernos de México, Belize, Guatemala, Honduras y El Salvador) con el ánimo de apoyar al turismo cultural y ambiental de la región maya. Sus acciones de fomento se basan en la representación atractiva de los mayas ante los ojos del viajero occidental, con trajes típicos, en viviendas tradicionales o como hacedores de artesanías; esta estrategia es la que promueve el Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT, 2007). Mundo Maya se centra en hacer propaganda sobre lugares con recursos específicos para atraer a los turistas y, en este sentido, aquellos son más importantes que la población maya misma (Ibid.). En contraste, algunos de los sitios significativos para los mayas son pasados por alto en ese ejercicio de propaganda turística; son excluidos de los mapas turísticos.

Factores geográficos del lago Atitlán y su asociación con el turismo

El lago Atitlán se extiende sobre una superficie de 125 km2, delimitada por las áreas tributarias de los ríos Motagua al norte, Madre Vieja al este y Nahualate hacia el sur y el suroeste (UVG, 2002. Figura 1). Su perfil es ovoideo cuyos ejes tienen una longitud de 18.9 kilómetros en su porción noroeste-sureste, y 17.6 kilómetros en su sección sur-nor-noroeste (Instituto Geográfico Nacional, 2004). En el perímetro sur, se encuentran las bahías de Santiago Atitlán y San Lucas Tolimán, lugar de asentamiento de los poblados homónimos (Castañeda, 2011).

Conforma una cuenca endorreica cuya superficie abarca 540 km2 y ocupa un gran complejo caldérico, con escarpes pronunciados en sus bordes septentrional y oriental, delimitado al sur y suroeste por cuatro edificios volcánicos sobresalientes, que pertenecen a la cadena volcánica de la Sierra Madre (Hernández et al., 2010; UNEP-CATHALAC, 2011). Tres de estos volcanes alcanzan una altitud superior a 3 mil metros: Atitlán o Xkanuul (3535 msnm), Tolimán o Pra’l (3158 msnm) y San Pedro o Chuchuk (3020 msnm) (Ochoa, 1998); el otro edificio es menor, geológicamente más joven (1650 msnm) y recibe el nombre de Cerro de Oro (Cattelan, 2008; Viñals, 2008). La presencia de estas estructuras geomorfológicas proporciona al lago una singularidad reconocida por múltiples viajeros, referida a un paisaje lacustre enmarcado entre volcanes, de estética singular. Por el relativo aislamiento de los volcanes de la cuenca, éstos se han categorizado como islas de evolución, que funcionan como áreas de endemismo tanto vegetal como animal (Jones, 2012). Estas estructuras geomorfológicas sirven de refugio a especies animales y vegetales de alto valor científico, entre ellas el pavo cacho, los trogones y los monos arañas (Mancilla, 2008).

Figura 1. Lago Atitlán: población y densidad de población, 2013

Elaborado con base en: INE, 2013 y trabajo de campo 2013-2015

En los edificios volcánicos, predominan los flujos de lava, material lahárico y tobas del cuaternario (Barillas, 2012). En el borde del lago Atitlán, debido a la constitución geológica de la cuenca, la sismicidad regional y los regímenes de precipitación, asociados con la llegada de ciclones y lluvias extraordinarias, hay una historia de deslizamientos de tierra importante, en particular en lo que se refiere a su porción noreste y en las estribaciones del Volcán Tolimán; algunas de ellas han afectado notoriamente a la localidad de Panajachel asentada sobre la margen derecha del río del mismo nombre (Ibid.). Esta diversidad geográfico-física confiere al área protegida una cantidad significativa de recursos naturales para el turismo. Sin embargo, esta actividad económica poco tiene que ver, en cuanto a su evolución reciente, con la designación de protección hecha para la cuenca del lago hace más de 60 años.

El carácter endorreico de la cuenca facilita la concentración de sedimentos, material de arrastre y contaminantes al interior del lago. En particular, el tema de la contaminación de las aguas se ha hecho público, en los últimos años, por los niveles que ésta alcanzó a partir de afloramientos masivos de fitoplancton (UNEP-CATHALAC, 2011). La llegada de aguas servidas, procedentes tanto del uso doméstico como agrícola en sitios ubicados pendiente arriba, es un problema central para el mantenimiento del lago en condiciones limpias lo que, a su vez, es vertebral para la actividad turística que se ha expandido en los últimos años, en todas las localidades y municipios ribereños, conjunto de asentamientos donde habitan unas 200 mil personas. También, las paredes pronunciadas de la caldera están sujetas a procesos de remoción en masa, derivados de lluvias extraordinarias, como las que generó el huracán Stan en 2005, y cuya consecuencia evidente fueron los deslizamientos de tierra que arrastraron tanto cultivos como habitaciones e infraestructura. En 2011, el nivel de las aguas del lago aumentó en más de un metro, lo que provocó la inundación de casas cercanas a la ribera en distintos puntos, y cuyos efectos aún eran visibles a inicios de 2015. La variada cobertura vegetal que ocupa los bordes y pendientes de la caldera es objeto de diversos usos: para construcción de residencias, hoteles, muelles; para promover la actividad turística, que se describe como natural, fresca, templada, y para la producción artesanal en madera.

El lago Atitlán sufre un severo estrés ambiental. Con base en imágenes de satélite de los últimos años, se ha detectado que cerca de un 40% de la superficie del lago tiene algas y hay una presencia innegable de cianobacterias, resultado de la descarga de aguas servidas en los ámbito doméstico y agrícola (Ibid.); además, se han introducido especies acuáticas invasivas en el lago desde hace varios años, con su consecuente acción sobre las condiciones de vida de las especies nativas. Más aún, la presencia de fosfatos y nitratos es mayor que en decenios anteriores. En un área protegida, esta situación no debería producirse o debería haber planes de acción para contrarrestarlas.

El tipo de clima de la cuenca es Cwb en la ribera del lago y Awb en el lago propiamente dicho (McBryde, 1969). Esto significa tener lugares, próximos entre sí, que presentan características climáticas atemperadas, como en Sololá, y subtropicales en sitios como Panajachel, por efecto en la diferencia de altitud, lo que a su vez significa escenarios distintos para el turismo, separados por distancias relativamente cortas, que favorecen una diversidad de actividades recreativas. La cantidad de lluvia anual alrededor del lago es de cerca de 1000 mm.; Panajachel registra, por ejemplo, un poco más de 1400 mm al año. Sin embargo, las porciones sur y suroeste, ocupadas por los edificios volcánicos principales reciben anualmente entre 2000 y 3500 mm (Barillas, op. cit.); los regímenes pluviométricos son de verano (localmente llamado invierno, como en otros sitios de América Central), lo que permite que, entre octubre y abril, las lluvias sean escasas y esto atraiga una cantidad importante de turistas procedentes del hemisferio norte que, precisamente en esas fechas, está sumido en inviernos crudos.

Como ya se indicó, la mayor parte de la RUMCLA se ubica en el departamento de Sololá, que es parte de la región suroccidental de Guatemala (UVG, 2003). Ésta es una de las zonas más pobres y marginadas del territorio nacional, y forma parte del cinturón de pobreza del país (que incluye las regiones guatemaltecas del norte, noroeste y suroeste (Alwang et al., 2005); alrededor del lago existen once municipios, de los veinte que constituyen ese departamento, y once pueblos (Castañeda, 2011; Morán, 1969). La localidad más importante es Sololá, cabecera departamental, con cerca de 30 mil habitantes, ubicada en lo alto de la caldera, a más de 600 metros de altitud con respecto a los otros asentamientos humanos del lago Atitlán. Las funciones urbanas de Sololá dibujan un área de influencia que incluye todas las localidades alrededor de éste. Sin embargo, la vida cotidiana de Sololá no se encuentra estrechamente vinculada con lo que acontece en el lago o las otras diez localidades que se ubican en el borde caldérico bajo.

En el sentido del giro de las manecillas del reloj, y en consideración de que el punto de partida es la ciudad de Sololá, las otras diez poblaciones del lago son: Panajachel, Santa Catarina Palopó, San Antonio Palopó, San Lucas Tolimán, Santiago Atitlán, San Pedro la Laguna, San Juan la Laguna, San Pablo la Laguna, San Marcos la Laguna y Santa Cruz la Laguna (figura 1). Hay otras localidades próximas al cuerpo de agua, pero que se encuentran en la parte alta, como San Jorge la Laguna, que tienen una interrelación menos intensa con las mencionadas anteriormente. En todos estos pueblos existen embarcaderos, de distinto tamaño, que permiten la llegada y salida de medios de transporte lacustre cuyos servicios están dirigidos tanto a los turistas (nacionales y extranjeros) como a la población local. El hub del transporte local, terrestre y lacustre, es Panajachel desde donde se establecen rutas de cabotaje y de recorrido directo hacia las otras poblaciones del lago; en particular, destacan las que lo conectan con Santiago Atitlán y San Pedro la Laguna, razón por la cual se ha convertido en punto obligado de tránsito para los turistas que desean visitar el lago o que van a pernoctar a las diferentes poblaciones ubicadas en el mismo.

Desde la ciudad de Sololá, las distancias hacia las cabeceras municipales, por vía terrestre, son disímiles. Hay una comunicación intensa con Panajachel (a sólo nueve kilómetros de distancia, aunque con desniveles de altitud cercanos a 600 metros, a través de una carretera de dos vías, que se deslava constantemente en la época lluviosa). En dirección al sureste, desde Panajachel, los pueblos de Santa Catarina Palopó y San Antonio Palopó están comunicados por medio de una carretera angosta, y se ubican a trece y diecisiete kilómetros de distancia de Sololá, respectivamente; en esta misma dirección, y a 27 kilómetros desde la cabecera departamental, se encuentra San Lucas Tolimán, pero cuya comunicación terrestre no bordea el lago. Las distancias mayores desde la ciudad de Sololá la separan de San Pedro la Laguna (85 kilómetros) y de Santiago Atitlán (62 kilómetros) esto porque las condiciones del relieve no permiten el trazado de vías de comunicación directas (figura 1). San Marcos la Laguna, San Pablo la Laguna y San Juan la Laguna se encuentran sobre el flanco noroccidental del lago, a 23, 25 y 26 kilómetros de distancia de Sololá pero comunicadas por caminos de terracería. La comunidad más cercana a la cabecera departamental es Santa Cruz la Laguna, a sólo siete kilómetros.

El tamaño demográfico de las localidades es pequeño. Sin embargo, la densidad de la población rural es considerable, asentada en localidades llamadas parajes, aldeas, fincas y caseríos, que se ubican, en su mayoría, sobre serranías bajas y terrazas, por encima de la orilla del agua, tanto del lago como de las corrientes (Barillas, 2012); los principales centros de población: Panajachel (10 mil habitantes), San Lucas Tolimán (13 mil) y Santiago Atitlán (casi 30 mil), están asentados directamente sobre el lago. La dispersión de la población se aquilata mejor si se considera el caso del municipio de Santiago Atitlán, con cerca de 45 mil habitantes, donde hay 92 asentamientos, que representan casi el 45% del total de las que se encuentran en el lago, y cuya población, al sustraer el caso de la cabecera municipal, no llega a 125 personas, como promedio, en cada caso (Instituto Geográfico Nacional, op. cit.). La casi totalidad de los municipios circundantes al lago Atitlán tienen una población mayoritariamente indígena; en Santa Catarina Palopó, San Pedro la Laguna, San Pablo la Laguna, San Marcos la Laguna y Santa Cruz la Laguna más del 98% de la población es indígena, de habla kaqchikel o tz’utujil (INE, 2013). El único municipio sobre el lago con menor población indígena es Panajachel, con 65% (Cuadro 1).

Respecto a los recursos culturales existentes en los pueblos que habitan la orla del lago Atitlán, es pertinente indicar la idea de exotismo, como ingrediente fundamental para la promoción del turismo étnico, una versión nueva de la actividad que se presenta en distintos países del mundo, a partir de las expectativas y estereotipos que los turistas tienen sobre un determinado lugar, y que viajan con el propósito expreso de ver algo auténtico (Gloster, 2012). La autenticidad puede asociarse con el ámbito rural, lo primitivo (por ejemplo, pinturas rupestres), lo puro, lo original, lo que no está contaminado; también, la autenticidad se refiere a cómo el turista percibe la experiencia de estar en un lugar. Lo exclusivo, como conducente a lo auténtico, es ahora promocionado en diferentes lugares del planeta para atraer viajeros internacionales (Ibid.). Como la mayoría de los turistas en el mundo pertenecen a la cultura occidental, sus conceptos, expectativas y valores están anclados en ella y éstos conforman el contexto que los viajeros internacionales usarán como referencia para valorar un paisaje cultural, sobre el que vertirán sus creencias, preferencias y expectativas. A esto hay que agregar que existe una relación asimétrica entre los moradores de un lugar en un país pobre (como Guatemala) y quienes los visitan, procedentes de naciones ricas (Estados Unidos, Canadá, países europeo-occidentales), que se basa en la superioridad (por ingresos económicos, por capacidad de adquisición, por acumulación de satisfactores materiales) y la marginalización (geográfica, social y económica), de unos y de otros. En esta circunstancia es que se concibe a la población local como museos vivientes para promover el turismo, y que perpetúa el estereotipo de los pobladores indígenas de sitios como los que se encuentran alrededor del lago Atitlán.

Cuadro 1. Municipios del Departamento de Sololá adyacentes al lago Atitlán: superficie, número de habitantes, número de comunidades y lengua indígena predominante, 2012

Municipio

Superficie (km2)

Población

Número de comunidades

Población indígena (%)

Lengua predominante

Sololá (municipal capital)

94

64 000

26

90

Kaqchikel

Panajachel

22

17 361

17

65

Kaqchikel

Santa Catarina Palopó

8

5 675

6

98

Kaqchikel

San Antonio Palopó

34

13 274

29

92

Kaqchikel

San Lucas Tolimán

116

30 189

18

85

Kaqchikel y tz’utujil

Santiago Atitlán

136

45 767

92

95

Tz’utujil

San Pedro la Laguna

24

11 358

4

98

Tz’utujil

San Juan la Laguna

36

11 047

7

90

Tz’utujil

San Pablo la Laguna

12

7 464

1

99

Tz’utujil

San Marcos la Laguna

12

4 320

2

98

Kaqchikel

Santa Cruz la Laguna

12

7 330

7

99

Kaqchikel

506

217 785

209

Fuente: INE, 2013. Nota: el Departamento de Sololá tiene otros municipios pero no se encuentran adyacentes al lago

El lago Atitlán es uno de los lugares turísticos más importantes de Guatemala; desde mediados del siglo pasado, ya era identificado como uno de los centros fácilmente accesibles de prestigio turístico mundial, junto con Antigua, Chichicastenango, Río Dulce, la zona arqueológica de Quiriguá y el canal de Chiquimulilla (Del Valle, 1956). Asimismo, se mencionaban ya las playas del lago, en las porciones correspondientes a Panajachel, San Lucas Tolimán, Santa Cruz la Laguna, San Pablo la Laguna, San Marcos la Laguna y San Juan la Laguna como sitios de interés para el turismo (Ibid.). Más aún, se identificaba a San Antonio Palopó, San Pedro la Laguna, Santa Cruz la Laguna y Santiago Atitlán como centros indígenas que podrían suscitar interés para el turismo; asimismo, están referidos los volcanes Atitlán, San Lucas (o Tolimán), Cerro de Oro y San Pedro como recursos importantes para el turismo. En la actualidad, todos estos sitios han entrado a la dinámica turística, sobre todo la asociada con visitantes extranjeros, que se ha desarrollado en los últimos años.

Según Del Valle (Ibid.), hacia mediados del siglo pasado, el proyecto Jacobsthal estaba dirigido a acondicionar la localidad de Panajachel como centro turístico de primer orden sobre el lago Atitlán. En ese contexto, se proponía mejorar las comunicaciones terrestres y abrir la comunicación aérea. Asimismo, se argumentaban las razones para ampliar la oferta de alojamiento, retrazar la red urbana, y atenuar las consecuencias de las frecuentes avenidas del río Panajachel. Otros lugares también tenían cabida en este proyecto: Santa Catarina Palopó, San Juan la Laguna y San Pedro la Laguna eran considerados como sitios de producción textil de primer orden; San Pablo la Laguna estaba reconocido por sus playas lacustres y la producción de jarcia; San Marcos la Laguna, con las playas de Cuicujil y Chuicomebal; y Santiago Atitlán, el más poblado y antiguo de los pueblos del lago, por la fabricación de telas y la posibilidad de realizar paseos alrededor del lago, en áreas próximas a volcanes como el San Pedro y el Cerro de Oro (Ibid.). En realidad, 50 años después, estos lugares han encontrado cabida en nichos de oportunidad, como el turismo rural, el agroturismo y el turismo de aventura.

Un aspecto que interesa a la actividad turística contemporánea que se realiza en los pueblos que circundan al lago, son los mercados tradicionales. En este sentido, el más importante, y en particular el que se establece los viernes, es el de Santiago Atitlán, con una variedad de productos cotidianos pero también con una oferta artesanal considerable (textiles, tallas de madera, pintura naif). La existencia del pueblo de Santiago Atitlán está referida en las Relaciones Geográficas de Guatemala del siglo XVI, desde el año 1585, cuyo autor es Francisco de Villacastín, a las que acompaña un mapa del lago en el que aparecen los rasgos geomorfológicos relevantes y algunas de las localidades actuales que circundan al lago, como Santa Cruz, San Pablo y San Pedro la Laguna (Acuña, 1982); Santiago Atitlán también aparece en el mapa de Cortés y Larraz, del siglo XVIII, junto a Sololá, San Pedro la Laguna y Panahachel, como curatos del siglo XVIII (Bornholt, 2007). Esto indica la antigüedad de algunos de los asentamientos del lago y la probable existencia de mercados indígenas desde hace más de tres siglos. Además de Santiago Atitlán, sólo Sololá (los martes y jueves), Panajachel (domingo; además de los comercios de artesanías ubicados en la principal calle de la localidad, la calle Santander, abiertos todos los días) y San Lucas Tolimán (martes y domingo) tienen mercados de cierto interés para la actividad turística.

Sitios turísticos preferenciales en las márgenes del lago Atitlán

Con base en diversos recorridos de campo, efectuados entre 2013 y 2015, se realizó un mapa en el que se muestran los atributos de cada una de las localidades asentadas en el lago que tienen importancia para la actividad turística (figura 2). Se eligieron nueve atributos que directamente influencian la capacidad de cada uno de estos lugares para participar en la actividad turística, cada vez más creciente y competitiva, que se registra en el lago Atitlán. En razón de esta manera de organizar la información sobre el turismo en esta parte de Guatemala, se explican los asentamientos relevantes para esta actividad económica.

Figura 2. Lago Atitlán: elementos que intervienen en la actividad turística de las poblaciones ribereñas

Elaborado con base en: Segeplan, 2015 y trabajo de campo 2013-2015


Panajachel. Es el punto de entrada al lago aunque el tamaño demográfico del asentamiento es de poco más de 10 mil personas. La carretera procedente de la ciudad de Sololá tiene a Panajachel como primer punto de contacto sobre el lago y principal puerto lacustre. Se ubica, en forma vulnerable, sobre la ribera derecha del río del mismo nombre, y directamente sobre el lago, lo que le facilita la comunicación con todos los demás asentamientos de la cuenca, inclusive a los que se puede viajar por tierra. En esta localidad hay infraestructura de alojamiento de primer orden y de distintas clases; existen bancos y cajeros automáticos, así como una cantidad considerable de restaurantes, bares y centros de diversión nocturna. La fama de Panajachel, como destino turístico, se remonta al decenio de los setenta, cuando los estadounidenses se refugiaron en esta parte de Guatemala para evitar ser enviados a la Guerra de Viet-Nam, lo mismo que ocurrió en San Pedro la Laguna. En Panajachel hay una separación espacial marcada entre el núcleo original del poblado (donde se ubica el mercado, la plaza principal y la iglesia de San Francisco de Asis) con respecto a las calles Principal y Santander, dedicadas a atender el turismo, preferentemente internacional, donde existe una especialización de uso del suelo comercial y de servicios. Desde este punto, se ofrecen excursiones y viajes a los distintos pueblos del lago, a diversas partes de Guatemala (como Chichicastenango y Antigua), de América Central (a Honduras, Belize, Costa Rica) y de México (Chiapas, Oaxaca, península de Yucatán). Panajachel es el hub para la actividad turística del lago Atitlán. Aunque en esta localidad se encuentra la sede de los Amigos del Lago Atitlán y hay reservas privadas, como la Reserva Atitlán, en la que se encuentra un mariposario, durante las visitas de campo no se detectó que la actividad turística esté asociada con la promoción de la existencia de la RUMCLA.


Santiago Atitlán. Es la localidad más poblada del lago y también la más antigua. La iglesia de Santiago Apóstol, construida sobre un basamento piramidal maya (Szybist, 2004), es uno de los recursos locales más importantes para el turismo, al que se adosa la existencia de la plaza principal y el sitio de mercado adyacente a ésta. El embarcadero es vital para la comunicación con el resto de los asentamientos lacustres, en particular con Panajachel hacia donde se ofrecen servicios tanto de cabotaje como directos o express. La calle que conecta al embarcadero con el centro de Santiago Atitlán acoge una gran cantidad de pequeños negocios orientados a los turistas extranjeros. De particular interés son los comercios que expenden artesanías localmente producidas, hechas de madera, tejidas o pintadas, y de pinturas naif que ilustran la vida cotidiana del lago. La existencia del centro de adoración a Maximón confiere a Santiago Atitlán un lugar particular en Guatemala. Maximón es resultado del sincretismo entre las culturas maya y española, y tiene la peculiaridad de ser una deidad mala. Algunos de los visitantes a esta localidad se dirigen específicamente a visitar su santuario. Santiago Atitlán es un centro de producción artesanal reconocido a nivel nacional e internacional, y la oferta hecha a los turistas extranjeros se hace más variada durante el día de mercado, el viernes. En este sitio hay hoteles de distintas categorías, así como bancos, servicios de restauración y de transportación hacia otros lugares dentro del mismo municipio y a otros lugares cercanos. Por las características indicadas, Santiago Atitlán destaca como lugar preferencial en el lago y cuya actividad turística no se encuentra vinculada, en forma explícita, con la existencia del área protegida.


San Pedro la Laguna. Es una localidad cuya población no rebasa los diez mil habitantes. Se encuentra en la porción occidental del lago y, desde hace más de cuarenta años, es un destino preferencial en la cuenca por haber sido elegido como un lugar de exilio para jóvenes hippies procedentes de Estados Unidos durante la Guerra de Viet Nam; es el poblado del lago con mayor vida nocturna y mayor cantidad de bares y discotecas. Sus recursos naturales se refieren a las playas del poblado, miradores y la posibilidad de ascenso al Volcán San Pedro. Se puede hacer pesca deportiva, velerismo, esquí y otros deportes acuáticos, en las inmediaciones de la localidad. En cuanto a los recursos de orden cultural destaca una cierta producción artesanal, aunque no en la escala y detalle de la que se realiza en otros pueblos del lago, la plaza central y la iglesia dedicada a San Pedro, cuya construcción es reciente, en reemplazo de la original que fue destruida (Ibid.). En los últimos años han arribado iglesias, de distinta denominación cristiana, con templos dispersos sobre la trama del pueblo, como una respuesta al ambiente permisivo de San Pedro; asimismo, se efectúan ceremonias de bautizo (para locales y extranjeros) en las aguas del lago por parte de estas iglesias que se manejan como parte de la oferta turística local. Se cuenta con hoteles y distintos servicios de atención al turista, entre ellos la organización de viajes en los alrededores del lago y allende éste. Es un destino primario de las rutas que cruzan el lago Atitlán y, aunque se ubica en el área natural ya referida, no hay evidencia de que la existencia de ésta regule o promueva el turismo en la localidad.


Santa Catarina y San Antonio Palopó. Estos dos lugares están enlazados con Panajachel por vía terrestre y acuática, ambas son utilizadas por los turistas para visitarlos. El patrimonio turístico de estos dos asentamientos se refiere a la presencia de la población de habla predominante kaqchikel. Las iglesias de Santa Catarina y de San Antonio, dedicadas a Santa Catarina y a San Antonio de Padua, respectivamente, son peculiares por reunir elementos de la cultura originaria y de la española; en sí mismas, son recursos culturales para el turismo de primer orden. Hay una producción artesanal, en particular de textiles, que se distingue por los colores azules utilizados en la producción de huipiles y otras prendas de vestir. En San Antonio Palopó, se encuentran talleres de cerámica y se ofrecen recorridos agroturísticos a las zonas de sembradío de cebollas en las terrazas que circundan al pueblo. La corta distancia que las separa de Panajachel permite que estos pueblos sean visitados, por unas cuantas horas, durante el día, sin necesidad de pernocta en ellos; sin embargo, hacia el sur de Santa Catarina Palopó existe uno de los hoteles más exclusivos del país, Casa Palopó, “un pequeño gran hotel del mundo” que funciona como un enclave económico en esta parte de la ribera lacustre, dirigido a atender las necesidades del mercado internacional de alto poder adquisitivo. En San Antonio Palopó, termina el tramo sureste de la carretera trazada a lo largo del lago.


San Juan la Laguna. Vecina de San Pedro la Laguna, es una pequeña localidad al oeste del lago. Dispone de algunas playas, miradores sobre el cuerpo de agua, y de senderos explicativos en los caminos que la unen con otros asentamientos. De especial mención son las artesanías locales que se hacen con materiales naturales, diseñados con patrones reconocibles por sus colores en tonos pastel. Hay emprendimientos de turismo comunitario, sostenible y de agroturismo. Sin embargo, el tamaño de la localidad y la distancia que la separa de Panajachel, el punto de ingreso al lago, explican en parte por qué no ha crecido notoriamente el turismo en San Juan. Este poblado se distingue por la existencia de empresas a cargo de mujeres que promueven la visitación a huertos y talleres textiles, y cuyo origen se remonta a los años setentas (Rascón, 2011).


Otros poblados. El resto de los asentamientos del lago tiene una incipiente actividad turística. Hay intentos por colocarlos en una situación de ventaja, al interior de un mercado muy competido. Por ejemplo, San Marcos la Laguna se ha enfocado a ofrecer un turismo asociado con la práctica del yoga, la meditación y los spa, que aprovechan las aguas termales circundantes, asimismo, se practica la observación de aves; esto significa que se aprovecha al lago como un lugar de relajamiento. Santa Cruz la Laguna posee una iglesia (dedicada a Santa Elena de la Cruz) y una plaza central de interés para el visitante extranjero. Sin embargo, en ambos casos, la distancia, en vertical, que media entre los embarcaderos correspondientes y la parte central de cada asentamiento es un obstáculo para la llegada de los turistas, que se compensa con vistas extraordinarias sobre el lago y hacia los volcanes referidos líneas arriba. San Lucas Tolimán es el poblado menos relacionado con el turismo, de los que se encuentran alrededor del lago, si se considera su tamaño demográfico. Aunque es un punto de partida para el ascenso a los volcanes, en realidad, sus recursos culturales son menores en comparación con los existentes en las otras localidades ribereñas. Asimismo, respecto a los otros pueblos del lago, San Lucas Tolimán sólo tiene vinculación terrestre, rudimentaria, con Panajachel y con Santiago Atitlán.

Conclusiones

El lago Atitlán y las comunidades asociadas con éste constituyen un núcleo de interés primario para la actividad turística en Guatemala, tanto porque hay una demanda notoria de turistas extranjeros como porque los connacionales desean llegar al lago, por distintos motivos de recreación. Hay una diversidad considerable de recursos naturales y culturales en esta parte del territorio guatemalteco, en particular los edificios volcánicos, el clima atemperado, la cobertura vegetal subtropical y la flora y fauna nativas; sin embargo, el elemento geográfico-físico primordial, que sostiene la actividad turística es el propio cuerpo de agua, el lago Atitlán, independientemente de su estado ambiental, contaminado en algunas zonas, menos afectado en otras. Las etnias emplazadas a la orilla del lago son un basamento sólido para la promoción del turismo en esta parte de Guatemala, en particular las personas de habla kaqchikel y tz’utujil. La cultura de estas personas, evidenciada en su producción artesanal (de diferente factura), en la culinaria local, en la forma cotidiana de vestir, en la existencia de mercados semanales y las fiestas patronales, es un poderoso atractivo que se busca en los distintos pueblos de lago, pero en particular en Santiago Atitlán, Santa Catarina y San Antonio Palopó, y San Juan la Laguna.

El turismo en el lago tiene como nodo pivotal a la localidad de Panajachel. Es aquí donde se realiza el tránsito y la transbordo de personas hacia las diferentes poblaciones de la orla lacustre. Es el lugar central del lago Atitlán en razón de su función bancaria, de servicios y de transporte. Su hinterland se extiende más allá de la propia cuenca del lago, al proveer de bienes y servicios a localidades relativamente alejadas como Chichicastenango y Antigua, de intensa actividad turística. Bien por vía terrestre o por vía lacustre, Panajachel es el origen y destino de las principales rutas que surcan el lago, usadas por embarcaciones colectivas o privadas en viajes directos o de cabotaje. Si bien Santiago Atitlán es la localidad más poblada y la más antigua del lago, su ubicación, sobre una bahía abrigada pero alejada del resto del perímetro lacustre no permite la competencia con Panajachel en cuanto a la provisión de bienes y servicios al turismo, sobre todo el de origen internacional. Sololá, la capital departamental, queda al margen de la dinámica territorial del turismo ya explicada, en parte por su ubicación 600 metros por encima del nivel del lago y porque la carretera que la une con éste es de muy difícil tránsito, en especial en época lluviosa; así, sólo funciona como lugar de paso para llegar al espejo de agua, en cuya primera escala se encuentra Panajachel.

En general, los turistas extranjeros llegan el lago, en un tour de sólo un día, y permanecen poco tiempo en pueblos incluidos en el itinerario que rige su tránsito, como Santiago Atitlán o San Antonio Palopó a los que se accede, fácilmente, vía lacustre, desde Panajachel. El viaje en lancha, en sí mismo, es algo agregado a la experiencia de apreciar las diferentes vistas de la fosa caldérica que alberga al lago, desde los pueblos visitados, amén de la posibilidad de apreciar la cultura viva en cada uno de los asentamientos involucrados en el recorrido que, muchas veces, inicia en Antigua Guatemala o la propia capital nacional. El lago Atitlán, para la mayor parte de los visitantes, es un sitio de admiración, de observación, de meditación, más que de práctica de actividades extenuantes.

El origen del turismo en el lago es predominantemente regional, de países cercanos a Guatemala como El Salvador, Honduras y Costa Rica, aunque también es importante el aflujo de visitantes desde Estados Unidos, Canadá y México. Esto significa que los mercados donde se debiera hacer promoción del turismo hacia el lago están en la propia región centroamericana y de América del Norte. Hasta ahora, esa promoción se ha enfocado a resaltar elementos particulares del paisaje geográfico, por ejemplo, la imagen del lago Atitlán que se exhibe en los andenes de llegada del aeropuerto internacional La Aurora, en la capital nacional, como una invitación a viajar hacia éste; o el fomento que se hace, entre turistas de cruceros que llegan a Puerto Quetzal, en la costa pacífica de Guatemala, para viajar hasta el lago, en un solo día, y cuyo tiempo de traslado significa más de tres horas de traslado, en una sola dirección.

No obstante lo anterior, no se detectó un vínculo entre la existencia de la actual RUMCLA y el turismo que se quiere impulsar en esta parte del territorio guatemalteco, ni siquiera en las acciones que recientemente ha emprendido el Instituto Guatemalteco de Turismo, que promueven la visita al lago y sus pueblos dentro del programa Altiplano Viviente (INGUAT, 2012).

Agradecimientos

Los autores manifiestan aquí su agradecimiento a José Alberto Garibay Gómez, Álvaro Moisés Sánchez Mier (qepd), Rodrigo Pérez Toledo y Mario Ortega, en su momento alumnos del Colegio de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, por su participación en distintos trabajos de campo efectuados en el lago, entre 2013 y 2015. En forma especial, reconocemos la labor cartográfica automatizada del licenciado Juan de Dios Páramo Gómez quien elaboró la versión final de los mapas de esta investigación.

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1 Investigador titular. Instituto de Geografía, UNAM. Ciudad de México, México. Correo electrónico: asc@igg.unam.mx

2 Investigador titular. Instituto de Geografía, UNAM. Ciudad de México, México. Correo electrónico: ropinfrejomil@yahoo.com


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