Revista de
Historia

ISSN 1012-9790

Número 74 Julio-Diciembre 2016

Páginas de la 59 a la 67 del documento impreso.

Fecha de recepción: 11/05/2015 – Fecha de aceptación: 12/11/20156

URL: www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia




LA FORMACIÓN PROFESIONAL DEL CLERO ANTE UN PROYECTO ECLESIÁSTICO EN GESTACIÓN: EL CASO DE BENJAMIN NÚÑEZ Y FRANCISCO HERRERA (1940-1947)

Milton Ariel Brenes Rodríguez*

Resumen: El siguiente artículo entablará una reflexión sobre el papel de la Iglesia Católica durante la coyuntura política costarricense de la década de 1940. Al respecto, particularizará en la reconstrucción del proceso de formación universitaria de dos sacerdotes allegados a la estructura eclesiástica, Benjamín Núñez y Francisco Herrera. Dicho análisis evidenciará cómo los estudios cursados por estos clérigos formaron parte de las intenciones de la jerarquía de la Iglesia Católica por incursionar en el plano social e institucional, producto de las condiciones políticas de la época en estudio.

Palabras clave: historia, Iglesia Católica, clero, formación profesional superior, Estado, Costa Rica, Benjamín Núñez, Francisco Herrera.

Abstract: The following article will initiate a reflection on the role of the Catholic Church during the Costa Rican political situation of the 1940s. In this regard, a particular emphasis is placed in the reconstruction process of university education of two priests who were close to the ecclesiastical structure Benjamin Núñez and Francisco Herrera. This analysis will show how the studies done by these clergy were part of the intentions of the Catholic Churchs hierarchy to venture into the social and institutional areas, as a result of the political conditions of the time.

Keywords: History, Catholic Church, clergy, professional training, State, Costa Rica, Benjamín Núñez, Francisco Herrera.

Introducción

El 28 de abril de 1940 tomó posesión en la Catedral Metropolitana de San José el nuevo arzobispo de la diócesis costarricense Víctor Manuel Sanabria. En este acto, como parte de su programa eclesiástico, el recién nombrado prelado mencionó:

“Y no obstante hay muchas otras actividades especialmente las sociales, que habrían de merecer la atención esmerada del sacerdote. En más de una ocasión se ha producido, ya en privado, ya también en público, y a veces con acerbidad notoria, la crítica de que nuestros sacerdotes poco o nada hacen por las clases humildes”.1

Las palabras del sacerdote no eran para menos, sus pretensiones por incursionar en el ámbito social eran latentes, pero al parecer era consciente de que había heredado una estructura eclesiástica poco involucrada en la llamada “cuestión social”. Es decir, para la fecha existía un considerable camino por recorrer para que los eclesiásticos lograran una relativa incursión en lo social.

En esa línea, con el propósito de reflexionar sobre un fragmento de las acciones emprendidas por la Iglesia Católica durante la compleja década de 1940, el siguiente escrito aspirará a reconstruir el proceso de formación universitaria de Benjamín Núñez y Francisco Herrera, dos sacerdotes allegados a la jerarquía eclesiástica costarricense que llevaron a cabo sus estudios universitarios mediados por dicha coyuntura política de la época. La puesta en perspectiva de tal proceso evidenciará las implicaciones políticas institucionales subyacentes en la formación profesional de ambos sacerdotes.

Al respecto, tres son los apartados que conforman el presente artículo. En el primero se plantean algunas premisas contextuales, en el segundo se analiza el proceso de formación universitaria de Núñez y Herrera, y en el tercero se exponen algunas breves reflexiones a manera de cierre. Ahora bien, tal y como se indicó, el apartado relacionado a la base contextual es el encargado de abrir el presente artículo.

Los desfases de la estructura clerical ante las pretensiones del arzobispo Víctor Manuel Sanabria

Las causas iniciales del interés del prelado por involucrarse en lo social residieron en dos posibles motivos no excluyentes entre ellos: uno relacionado al afán por constituir una base social que restara preponderancia organizativa a la cada vez mayor fuerza comunista y el otro, vinculado a la posibilidad de que Víctor Manuel Sanabria, al alinearse desde previo a 1940 con el proyecto del presidente Calderón Guardia, a través del Partido Republicano Nacional, valoraba los réditos que podría tener la Iglesia Católica al contar con sacerdotes formados en áreas institucionales que potencialmente estarían en expansión.2

En relación con el segundo punto respecto a la alianza, cabe mencionar que durante la administración presidencial de Calderón Guardia (1940-1944) se aprobaron una serie de reformas sociales mediante el apoyo de la Iglesia Católica y los grupos comunistas.3

No obstante, en cuanto a las relaciones entre el Poder Ejecutivo y la Iglesia Católica, se plantea que para el periodo en mención existió entre ambos una especie de correlación de acciones que les permitió a los eclesiásticos ascender al plano institucional mediante la derogación de buena parte de la legislación anticlerical que había sido promulgada por los liberales a finales del siglo XIX.4 En lo que respecta a la derogación de la normativa anticlerical, cabe señalar que para noviembre de 1940 se reinstauró la enseñanza de la educación religiosa en las escuelas públicas y en mayo de 1942 se permitió el restablecimiento de órdenes monásticas en el país.5

Tales alianzas, que inciden en el ascenso institucional de la Iglesia Católica mediante las acciones descritas durante la administración de Calderón Guardia (1940-1944), contrastan con la anterior dinámica de la jerarquía eclesiástica. Es planteado de esta manera, ya que durante la conducción arzobispal de Juan Gaspar Stork Werth (1904-1920) y Rafael Castro Jiménez (1921-1939) no se evidenciaron articulados intentos del clero por incursionar en el plano social.6

Por ello, a partir de las anteriores premisas contextuales, se denota el escaso interés de la jerarquía eclesiástica (1904-1939) por involucrarse en el plano social, contrario a las acciones que se desarrollaron durante los primeros años del arzobispado de Víctor Manuel. De esta forma, es comprensible afirmar que para 1940 el prelado había heredado una estructura sacerdotal relativamente incapaz de interesarse y mucho menos de intervenir en el plano social.7

De esta forma, ya sea que Víctor Manuel Sanabria pensara inicialmente en constituir un cuerpo clerical para efectos de reducir la preponderancia organizativa de los comunistas, o bien, que visualizara los réditos del clero ante la creciente institucionalidad, resulta evidente que la estructura eclesiástica no estaba del todo preparada para tales incursiones.

Es así como, en el siguiente apartado se procede a retratar el proceso de formación de los sacerdotes Benjamín Núñez y Francisco Herrera, enmarcados en ese cuadrante contextual en el cual la Iglesia Católica asciende y se interesa por diferentes razones en la órbita institucional.

El proceso de formación profesional de los sacerdotes Benjamín Núñez y Francisco Herrera

Una vez que Víctor Manuel Sanabria asumió la conducción arzobispal en 1940, varios de los contactos del prelado en sus primeros años de gestión confluyeron en su interés por intensificar la estancada Acción Católica.

Al respecto, cabe indicar que dicha organización Acción Católica contó con extensiones internacionales, pero a nivel costarricense data sin mayores resultados desde el Congreso Eucarístico de 1913; posterior a esta fecha, durante la celebración del tricentenario de la aparición de la Virgen de los Ángeles el 2 de agosto de 1935, el arzobispo Rafael Ottón Castro es presionado para fundar esta organización, la cual no evidenció mayores resultados a su muerte en 1939.8 De acuerdo con ello, parece ser que Víctor Manuel Sanabria pensó esta organización como una de las vías por las cuales iniciar involucrando al clero en el plano social.

De esta forma, a cuatro meses de asumir Víctor Manuel Sanabria la conducción eclesiástica, Benjamín Núñez, un joven sacerdote allegado al prelado, parte hacia los Estados Unidos para cursar estudios universitarios en Ciencias Sociales.9 Al parecer, su proceso de formación estuvo estrechamente vinculado con el accionar político de la jerarquía de la Iglesia Católica, pensado inicialmente a través de las vías de la Acción Católica.

En ese cuadrante, la formación del joven sacerdote transcurrió entre 1940 a 1943, periodo en el cual el arzobispo costarricense intervino en sus estudios a través de directas indicaciones respecto a las asignaciones que debía cursar. En esta línea, las fuentes consultadas permiten evidenciar conversaciones entre Núñez y Sanabria desde febrero de 1941; lo cual desembocó posterior a esta fecha, en diálogos donde el sacerdote le escribió al prelado sobre su malla curricular,10 y este le respondió haciendo mención sobre la necesidad de llevar cursos de sociología relacionados con materias estatales.11

De entrada, dichos planteamientos ponen en evidencia esa latente intención del prelado por contar con personas estratégicamente formadas en temas relacionados con las ciencias sociales; premisa que se torna aún más explícita cuando en agosto de 1941, ante el intercambio de correspondencia, Sanabria le mencionó a Núñez que “[…] cada vez siento más la necesidad de tener unos cuantos sacerdotes bien preparados para muchas cosas: sin ellos no se puede proyectar muchas cosas”.12

La dinámica en mención, respecto a las intenciones de Sanabria, se torna aún más consistente cuando en febrero de 1943, Núñez le informa sobre los cursos que llevará en el correspondiente ciclo lectivo. En cuanto a ello, dicha misiva permite entrever asignaciones relacionadas con organizaciones sociales y dinámicas económicas,13 las cuales, si bien no son la síntesis de la formación de Núñez, al menos se suman a un perfil de estudios adecuado a los cargos que ejerció posterior a su regreso al país.

En cuanto al cierre de la formación de Núñez, los planteamientos de Molina14 indican que, para enero de 1943, Sanabria le ordenó al joven estudiante suspender su labor académica y regresar al país cuanto antes. Las razones de tal indicación, continuando con los planteamientos de Molina,15 posiblemente se encuentran en el acercamiento del calderonismo y el comunismo y, en especial, porque en las elecciones de diputados de 1942, estos últimos habían acumulado una amplia base de sectores trabajadores.

Para efectos de contextualizar este planteamiento, se debe mencionar que en 1931 fue fundado el Partido Comunista Costarricense, y durante lo que restó de la década existieron una serie de tensiones entre la Iglesia Católica y el comunismo. De acuerdo con ello, una vez que Benjamín Núñez regresó al país, en un intento por desplazar al Partido Comunista de la organización obrera, Víctor Manuel Sanabria le designó al joven sacerdote la tarea de organizar sindicatos de corte católico. Por lo cual, el 2 de agosto de 1943, la estructura eclesiástica anunció la fundación de la Central Sindical Rerum Novarum.16

Ante este panorama respecto a las acciones que se empezaron a perfilar por parte de la organización católica costarricense, en junio de 1942, el jefe del Departamento de Prensa de la National Catholic Welfare Conference, el costarricense Jimmy Fonseca, le escribió al arzobispo Sanabria invitándole para que participara en representación de América Central en el Congreso Inter-Americano de Acción Católica. En cuanto a ello, Fonseca le menciona a Víctor Manuel Sanabria que:

“[…] si viniera, podríamos conseguir con mayor facilidad algunas becas, que he tratado de gestionar; El señor Beeche parece que ha fundado una Escuela de Servicio Social. Aquí la National sostiene la mejor quizá de los EE. UU. con dotación especial en becas; ya sabe, Monseñor, lo beneficioso que sería para nosotros titular aquí a algunas de nuestras señoritas de Acción Católica”.17

De esta manera se retrata el interés por profesionalizar a personas en áreas del conocimiento vinculadas al campo de trabajo de la Acción Católica. Para 1944 se tornaron explícitas las reiteradas intenciones del arzobispo por gestionar a nivel internacional becas para los sacerdotes de su grey; en cuanto a ello, le extendió la solicitud al Inter-American Institute para conseguir financiamiento en estudios de ciencias sociales, pero este Instituto le respondió que, debido al poco presupuesto con que contaba, preliminarmente se dificultaba atender la solicitud.18

Para julio de ese año, se volvió a valorar la posibilidad de una beca en ciencias sociales que no se logró concretar; pero, finalmente, cuatro meses después, el Inter-American Institute otorgó la beca, y el arzobispo designó a Francisco Herrera para tales estudios.19 En cuanto a ello, vale señalar que el proceso de formación de Herrera había sido planificado desde los primeros meses de la llegada de Sanabria a la conducción arzobispal, pero debido a diferentes motivos este proceso debió esperar.20

Se plantea de esta manera, ya que en una entrevista efectuada por Valverde y publicada en 1992, el sacerdote mencionó que la intención de Sanabria era enviarlo en 1940 a estudiar a Europa, pero debido al conflicto bélico de la II Guerra Mundial dicha pretensión tuvo que replantearse.21

Con base en las afirmaciones de Herrera, se podría considerar que 1940 fue un año medular en tanto Sanabria asumió las riendas de la estructura eclesiástica y en pocos meses de ese año intentó enlistar a un par de jóvenes sacerdotes para prepararlos en estudios universitarios. De esta manera, se torna un tanto más consistente la afirmación sobre su intención de contar con personas próximas a la estructura eclesiástica preparada en temas de índole social.

En cuanto a Francisco Herrera, las fuentes consultadas permiten afirmar que su proceso de formación logró llevarse a cabo a partir del segundo semestre de 1945;22 pero durante los años previos, el sacerdote le pidió al prelado que le permitiera ingresar a la licencia religiosa23 ante lo cual Sanabria le instó a desistir de la idea con base en el supuesto de la poca cantidad de sacerdotes que para entonces existía en el país.24

Ante ello, las palabras de Sanabria parecen ser unísonas con las sostenidas para el mismo año con Benjamín Núñez, cuando le mencionaba el impedimento de proyectar a la Iglesia Católica debido a los pocos sacerdotes preparados para desplegar tal objetivo.

Dichas pretensiones por reencausar la labor religiosa de Herrera, se mantuvieron desde 1943 hasta 1944, pero a partir de octubre del último año, el tema de los estudios en el extranjero se vuelve un asunto recurrente. Para esta fecha, Sanabria lamentó que las gestiones para su beca en el extranjero no hubieran fructificado,25 ante lo cual Francisco Herrera le insistió sobre lo oportuno de formarse en el exterior, ya que decía sentir que su ejercicio en las parroquias le resultaba estrecho, sumado a que el cristianismo popular le desesperaba.26

De acuerdo con ello, dos meses después de las conversaciones entre ambos, en noviembre de 1944, el Inter-American Institute le comunicó al prelado sobre la beca de estudios en ciencias sociales en Washington,27 ante lo cual Sanabria realizó las gestiones necesarias para que el designado fuera el joven sacerdote Francisco Herrera.

Si bien dicha beca estaba planificada para iniciar en enero de 1945, debido a los impedimentos del idioma, Herrera tuvo que esperar un ciclo para ingresar a la universidad y prepararse durante ese periodo en el idioma inglés. De esta manera, el joven sacerdote inició sus estudios en los Estados Unidos durante el segundo semestre de 1945.28

Es así como en el segundo semestre de 1945 arrancó el ciclo lectivo, y con ello la formación de Francisco Herrera en ciencias sociales y trabajo social. Al respecto, el sacerdote mencionaba que su programa de estudios en “Social Work” tenía una duración de dos años, en los cuales consideraba que los conocimientos teóricos y técnicos resultarían de importancia para resolver los problemas sociales de Costa Rica.29

Sobre la formación del sacerdote, es oportuno señalar que se desarrolló en un contexto mediado por las estructuras eclesiásticas estadounidenses, quienes le otorgaron condiciones para llevar a cabo su formación, y reconocían la importancia de sus estudios ante las acciones que la Iglesia Católica había desarrollado en materia social en Costa Rica.30

De esta manera, conforme avanzaron los estudios de Francisco Herrera en 1947 y se aproximó su graduación, el arzobispo reconoció la importancia de su formación para enfrentar la llamada “cuestión social” creciente en el escenario costarricense31 pero a la vez, le indicaba que serían muchas las cosas en las que deberá trabajar a su regreso al país;32 lo cual, sin lugar a dudas, así fue. Una vez que el sacerdote obtiene su “Master of Science in Social Work” el 11 de junio de 1947, regresó durante el segundo semestre de ese año al país a ocupar diferentes cargos eclesiásticos e institucionales. Dentro de las labores que a su regreso asumió destacan la conducción de la Acción Católica,33 la dirección de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Costa Rica,34 así como la participación en la junta directiva del Patronato Nacional de la Infancia durante el periodo en que la conducción del Estado costarricense estuvo a cargo de la llamada Junta de Gobierno (1948-1949).35

En cuanto a ello, resulta oportuno evidenciar cómo el proceso de formación del sacerdote se encontró enmarcado en un escenario de ascenso político de la Iglesia Católica costarricense y el requerimiento de la institución por extender sus espacios de acción. De esta forma, la negativa para que Herrera asumiera la licencia religiosa en 1943 pone en manifiesto cómo la estructura eclesiástica mantenía un desfase cuantitativo y cualitativo respecto a las mencionadas pretensiones políticas de Víctor Manuel Sanabria y el escaso personal religioso preparado para alcanzarlo.

Sobre este aspecto, se podría plantear que la formación del joven sacerdote, al igual que sucedió con Benjamín Núñez, se inscribió en el mencionado proceso en el cual la jerarquía eclesiástica expandió su campo de acción, y desplegó una serie de acciones para alcanzar preponderancia en el escenario institucional; dentro de las cuales, contar con sacerdotes formados en temas de relevancia social era uno de ellos.

Reflexiones de cierre

En el artículo se evidenciaron, mediante los dos casos expuestos, las pretensiones del arzobispo costarricense Víctor Manuel Sanabria por impulsar la formación profesional del clero en un periodo de ascenso institucional tanto para la Iglesia Católica como para el Estado costarricense.

En esa línea, la reconstrucción planteada del proceso de formación de ambos clérigos da pie para profundizar en el anticipado interés del prelado por contar con sacerdotes, cercanos a la jerarquía eclesiástica, formados en áreas de interés para la creciente institucionalidad de la época; sobresale que el interés de Sanabria, al margen de modernizar su clerecía, radicó en poseer personal capacitado en la pastoral social que pudiera incidir en la estructura del país.

De igual forma, tal y como se evidenció, la directa intervención del arzobispo en los cursos matriculados por estos sacerdotes, así como sus constantes inquietudes por no contar con el suficiente personal para ocuparse de las acciones de la estructura clerical, de alguna forma muestra el mencionado interés por dinamizar la estructura eclesiástica.

Asimismo, a partir de lo expuesto y en términos generales, es válido plantear que Víctor Manuel Sanabria intentó dinamizar la estructura clerical, donde la acción de la profesionalización de los sacerdotes analizados en este artículo fue uno de los importantes ángulos.


1 James Backer, La Iglesia Católica y el sindicalismo (San José, Costa Rica: Editorial de Costa Rica, 1978), 88.

2 Iván Molina Jiménez, Anticomunismo reformista, competencia electoral y cuestión social en Costa Rica (1931-1948) (San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica, 2008).

3 Molina.

4 Claudio Vargas Arias, El liberalismo y la consolidación del Estado en Costa Rica, el encuentro entre el Estado Liberal y la Iglesia Católica (Tesis de Maestría en Historia, Universidad de Costa Rica, 1989).

5 Molina.

6 Backer.

7 Ibid.

8 Molina.

9 Ibid.

10 Archivo Arquidiocesano Bernardo Augusto Thiel –en adelante, ABAT–, caja 42, folder B II, oficio 6 (San José, Costa Rica: 1941).

11 ABAT, caja 42, folder B II, oficio 6 (San José, Costa Rica: 1941).

12 ABAT, caja 42, folder D II, oficio 6 (San José, Costa Rica: 1941).

13 ABAT, caja 45, folder A, oficio A (San José, Costa Rica: 1943).

14 Molina.

15 Ibid.

16 Ibid.

17 ABAT, caja 45, folder E, oficio 70 (San José, Costa Rica: 1942).

18 ABAT, caja 46, oficio 47 (San José, Costa Rica: 1944).

19 ABAT, caja 38, folder 3, oficio 1 (San José, Costa Rica: 1944).

20 Luis Alberto Valverde Obando, “Los inicios del Trabajo Social en Costa Rica: el padre Herrera”, Revista de Ciencias Sociales (Costa Rica) 56 (1992): 43-50. URL: <http://www.revistacienciassociales.ucr.ac.cr/los-inicios-del-trabajo-social-en-costa-rica-el-padre-herrera/>.

21 Valverde.

22 ABAT, caja 41, folder 2, oficio 3 (San José, Costa Rica: 1945).

23 ABAT, caja 38, oficio sin numeración (San José, Costa Rica: 1943).

24 ABAT, cajá 46, oficio 20 (San José, Costa Rica: 1944).

25 ABAT, caja 38, oficio sin numeración (San José, Costa Rica: 1943).

26 ABAT, caja 38, folder 3, oficio 79 (San José, Costa Rica: 1944).

27 ABAT, caja 46, folder j, oficio 27(San José, Costa Rica: 1944).

28 ABAT, caja 47, folder c, oficio 48 (San José, Costa Rica: 1945).

29 ABAT, caja 47, folder e, oficio 2 (San José, Costa Rica: 1945).

30 ABAT, caja 49, folder 3, oficio 31 (San José, Costa Rica: 1945).

31 ABAT, caja 55, folder A, oficio 44 (San José, Costa Rica: s.f.).

32 ABAT, caja 55, folder c, oficio 19 (San José, Costa Rica: 1947).

33 ABAT, caja 46, folder 12, oficio 63 (San José, Costa Rica: s.f.).

34 Valverde.

35 ABAT, caja 57, folder D, oficio 42 (San José, Costa Rica: 1948).


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