Revista de
Historia
ISSN 1012-9790
Número 74 Julio-Diciembre 2016
Páginas de la 7 a la 10 del documento impreso.
URL: www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia
Nota de la editora invitada
MSc. Silvia Meléndez Dobles
Escuela de Geografía
Universidad de Costa Rica
Las más de las veces, la historia y la geografía han transitado juntas un mismo camino. Los orígenes de la humanidad en el África, su expansión por toda la superficie terrestre y la conversión de una simple especie de primates en civilización son procesos inequívocamente históricos y geográficos. Estas y otras muchas razones hacen entendible que ambas disciplinas hayan interactuado en un espacio/tiempo aparentemente inseparable.
La historia de la geografía es también la historia del ser humano, de su medio y de los cambios que en él ocurren. Esto lo intuyó la sabiduría de la antigua Grecia en los albores del saber y del registro de ese saber. Heródoto, Aristóteles, Eratóstenes y Ptolomeo entre otros, no solo lo supieron, sino que también registraron los hechos y dimensionaron el espacio en que estos ocurrieron.
Así, historias de territorios conquistados y mapas de la ecúmene de su tiempo, nos llegan del pasado como legados del saber, legados de personas que no se concebían, ni mucho menos se designaban como geógrafos o historiadoras. Conocer el espacio/tiempo no es suficiente. La historia y la geografía lo saben, no basta con saber algo: hay que registrarlo, documentarlo, describirlo, interpretarlo, representarlo, escribirlo. Esto es la esencia de la ciencia. No sirve simplemente saber sin trascendencia.
Geografía e historia, génesis del saber, síntesis del conocimiento, textos y grafías de la humanidad, análisis del espacio y del tiempo en los que los seres humanos han existido conscientes de su ser y de su evolución.
Entonces, ambas disciplinas, que llamamos ciencias porque aplican métodos de investigación como sucede en otros campos del saber humano, ¿son inseparables?, ¿son una sola?, ¿puede existir una sin la otra?, ¿dónde termina una y empieza la otra? ¿Cuál es su rango de traslape?
Para muchas investigaciones modernas, la historia y la geografía son inseparables, a pesar de que, con la atomización, desarrollo y especialización de las ciencias sociales, en los últimos ciento cincuenta años, sus vínculos se han debilitado y, más bien, han tendido a evolucionar como saberes relativamente separados. No obstante lo anterior, sus campos de estudio son indivisibles ya que espacio y tiempo no se pueden separar y, por ello, siempre existirá un cierto grado de interdependencia y cooperación entre ambos.
Ocurre con mucha frecuencia, en el quehacer historiográfico, que errores e inconsistencias en la comprensión del pasado acaecen por desconocimiento relativo o falta de consideración de las variables espaciales o, simplemente, por pensar el espacio de forma estática. Algo similar sucede con la geografía, ya que a menudo se tiende a analizar el espacio geográfico, olvidando que este es un producto social y, por lo tanto, histórico.
Los historiadores han nutrido una considerable tradición de estudio de los problemas y cambios económicos, sociopolíticos, demográficos y culturales, pero usualmente no han pasado por un proceso de formación en geografía, lo que deviene en una especie de prejuicio y, a veces, hasta subvaloración del espacio geográfico. Las nuevas generaciones de historiadores e historiadoras, sin embargo, han hecho un importante esfuerzo por superar estas limitaciones, mediante la revisión de herramientas y escalas de trabajo, y la inclusión de nuevas temáticas como la historia ambiental, subdisciplina que conlleva intrínsecamente la ubicación espacial de los cambios, a veces causa y a veces efecto, de la evolución de civilizaciones y sociedades, es decir, de su historia. Algunos estudios de geografía han considerado la dimensión diacrónico-dinámica, en tanto la geografía histórica ha constituido uno de los ejes transversales, auspiciando una suerte de combinatoria de los intereses espaciales de la geografía con las dimensiones temporales de la historia, creando, así, un campo del saber relacionado con patrones espaciales que cambian e incorporan las mutaciones del paisaje.
Las tendencias más recientes han sustentado, entonces, un acercamiento de la historia al espacio geográfico, y de la geografía a los contextos históricos, de suerte que temas históricos se han ligado con las dinámicas del medio y han relacionado temáticas posmodernistas como el estudio de las percepciones del espacio o del ambiente y de los cambios sociales generados por las nuevas tecnologías de información.
Es dentro de esta tendencia e impronta de relativa geografización de la historia y emergente temporalización de la geografía, que presentamos un dossier cuyo propósito es favorecer la comunicación –a veces entrecortada– entre la producción intelectual de profesionales en geografía e historia.
Pese a la revaloración de los vínculos y complementariedades de los últimos tiempos, el esfuerzo de aproximación e integración sigue siendo insuficiente y persiste también una cierta tendencia a desestimar o pasar por alto los nexos entre estas disciplinas hermanas, en claro detrimento de una visión de síntesis. Resulta, por lo anterior, necesario retomar estas líneas de investigación, considerar la conectividad y articulación de los enfoques y, en general, promover la reflexión teórico-metodológica con el fin de favorecer el reencuentro y enriquecimiento de ambas disciplinas.
Dentro de esta perspectiva, este número de la Revista de Historia que ofrecemos a consideración del lector, está conformado por tres artículos y un dossier que justamente se ocupa de las relaciones entre historia y geografía. En la sección Historia de Costa Rica, se incluye el artículo “La formación profesional del clero ante un proyecto eclesiástico en gestación: El caso de Benjamín Núñez y Francisco Herrera (1940-1947)”, de Milton Brenes, que reflexiona sobre el rol de la Iglesia Católica y, más concretamente, el papel de monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez durante la coyuntura política costarricense de los años 1940, considerando la participación del obispo Sanabria en la promoción de los estudios en el extranjero de dos sacerdotes allegados a la estructura eclesiástica, con la intensión de fortalecer la acción e incidencia social de la iglesia frente a la coalición de los “caldero-comunistas”.
El segundo artículo de la sección, “Hurgando en las antípodas de la intimidad. Una reflexión sobre la construcción del indio desde la subjetividad ladina en Guatemala: Las líneas de su mano de Luis Cardoza y Aragón”, es de Patricia Alvarenga, quien realizó una nueva contribución al análisis del intrincado y complejo mundo de las subjetividades y, más específicamente, al estudio de los sentidos del discurso literario, explorando las diferentes perspectivas desde las que los ladinos han construido el mundo indígena guatemalteco. La argumentación contenida en este trabajo se fundamenta en la interpelación de diferentes tradiciones intelectuales, las cuales se constituyeron en herramientas para ingresar en el análisis hermenéutico de un texto, de suyo complejo y polisémico.
El tercer artículo de Wilfredo Chávez, “Salir del desierto. El relevo misional del primer grupo de dominicos en la Península de Baja California (1788-1795)”, corresponde a la sección Historia de América Latina, y se refiere al relevo del primer grupo de dominicos de la península de Baja California, en el período 1788-1795. Este cambio aconteció en el momento en que la Orden de Predicadores en Nueva España pasaba por una crisis, cuyos efectos se hicieron notorios en cuestiones tales como la disminución del número de frailes y la pérdida de sus casas vicarias. El contexto resultó no solo adverso para el relevo de los misioneros, sino que permitió, además, que las autoridades no respetaran los diez años de servicio necesarios para permitirles salir de Baja California.
Por último, los tres artículos contenidos en el Dossier sobre las relaciones entre geografía e historia promueven la lógica del trabajo interdisciplinario e, incluso, muestran ejemplos de colaboración o cruce de ópticas, entre historiadores y geógrafos. El primero de ellos, “Los puentes del río Virilla entre San José y Heredia: Una perspectiva de largo plazo”, escrito por Jorge León y Luis Guillermo Artavia, realiza una exploración histórico-geográfica de la trascendencia de los puentes sobre el río Virilla, en un sitio considerado estratégico para las comunicaciones del área central de Costa Rica con el litoral y puerto del Pacífico.
En términos históricos se realiza una reconstrucción que muestra la evolución en las técnicas de edificación de puentes, y su alta trascendencia para dar movilidad tanto a personas como a mercancías; se hacen, adicionalmente, sugerentes anotaciones acerca de la importancia del paso, en coyunturas como la Guerra de la Liga de 1835.
En el segundo artículo, “Transformación agroecológica en el cantón de Mora Costa Rica y emigración indígena huetar (1900-1955)”, Orlando Amaris explica las causas socio-ambientales que en la primera mitad del siglo XX presionaron la emigración de familias indígenas, tanto a lo interno del actual cantón de Mora, como hacia afuera de este, dentro de un contexto de colonización agrícola regional. En este estudio se establecen los factores agroecológicos y las relaciones entre las causas de dichos desplazamientos y la participación periférica de Costa Rica en la economía-mundo, entre los años de 1900 y 1955.
Finalmente, Lidia Orias, en su contribución “Cambios en el uso de la tierra, urbanización y recurso hídrico. Transformaciones del espacio costero de El Coco, Guanacaste, Costa Rica”, estudia un espacio costero del Pacifico Norte, evidenciando cambios de largo plazo en los usos de la tierra, y destacando el acelerado crecimiento urbano asociado con el sector turismo, así como sus consecuencias, manifiestas en un evidente aumento de la presión sobre dicho recurso. El artículo muestra la necesidad de una interpretación que, desde la perspectiva geográfica, considere todo el conjunto de transformaciones sociohistóricas experimentadas en la provincia, para entender los condicionantes y factores de causalidad asociados con la problemática de uso intensivo y descontrolado del agua.
Presentamos, aquí, a los lectores, aparte de los artículos correspondientes a las secciones habituales de la Revista, este dossier que reúne distintos enfoques en los que geografía e historia se aproximan, coinciden, se complementan y desarrollan nuevos vínculos.
Tal y como antes se ha dicho, el propósito es el de renovar diálogos, incitar colaboraciones e intercambios y, en general, propiciar el reencuentro, dada la imperiosa necesidad de integrar los análisis espacio-temporales dentro de la perspectiva que planteamos desde los primeros párrafos de esta nota editorial. Queda, pues, la inquietud de que, como resultado de la lectura de los artículos que aquí se presentan, se tiendan puentes, se cierren brechas y se motive la discusión seria y sin recelos, sobre el papel integrador que corresponde a geógrafos e historiadores en este compartimentado entorno social y científico.
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