Revista N.° 74
Julio-Diciembre 2023
ISSN 1409-424X; EISSN 2215-4094
Doi: https://dx.doi.org/10.15359/rl.2-74.7
URL: www.revistas.una.ac.cr/index.php/letras
La Editorial Universidad Nacional ante la pandemia de Covid-191
(Editorial Universidad Nacional and the Covid-19 Pandemic)
Gabriel Baltodano Román2
Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica
Grethel Ramírez Villalobos3
Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica
Resumen
Se analizan las acciones de la Editorial Universidad Nacional durante la pandemia. Para ello, se definen y explican seis estrategias desarrolladas por esta editorial universitaria para contrarrestar los efectos de la crisis, a saber: la acelerada incorporación del paradigma digital, el fomento de la escritura creativa, el diseño de nuevos modelos de difusión y comercialización, el empleo de nuevos formatos de publicación, el reencuentro paulatino con el público lector y el debate en torno a las políticas culturales y la reactivación del sector. En las conclusiones, se discuten las oportunidades de mejora y algunos desafíos.
Abstract
The actions of the Editorial Universidad Nacional during the pandemic are analyzed. Thus, six strategies developed by this university press to counteract the effects of the crisis are defined and explained; namely, the accelerated incorporation of the digital paradigm, the promotion of creative writing, the design of new dissemination and marketing models, the use of new publication formats, the renewed contact with their readership and the debate around cultural policies and the reactivation of the sector. Opportunities for improvement and other challenges are discussed in the conclusion.
Palabras clave: industrias culturales, sector editorial, Editorial Universidad Nacional (EUNA), Covid-19
Keywords: cultural industries, publishing sector, Editorial Universidad Nacional (EUNA), Covid-19
Costa Rica registró el primer caso confirmado de COVID-19 a inicios de marzo de 2020. Al término de esa semana, la Comisión Nacional de Emergencia declaró el estado de alerta, estableció el Centro de Operaciones y dirigió recursos financieros, humanos y técnicos a la vigilancia del avance de la enfermedad entre la población. Mediante Decreto Ejecutivo 42227, fechado a 16 de marzo de 2020, la Presidencia de la República y el Ministerio de Salud declararon el estado de emergencia nacional en todo el territorio. Como parte de ello, se impidió el ingreso de extranjeros al país, se cerraron los centros educativos, se estimuló el teletrabajo y se recomendó el confinamiento a la ciudadanía.
Con el cierre comercial, la readecuación de las estructuras productivas y el consecuente deterioro económico, la pobreza por ingresos aumentó, durante el primer semestre de 2020, en 5,2 puntos porcentuales y alcanzó el valor más alto observado en los últimos 28 años. Disgregada por zona de residencia, la estadística nos demuestra que el crecimiento de la pobreza fue tanto más significativo en la zona urbana que en la rural, dato contrario a la tendencia histórica4. Conviene señalar este hecho, pues en un país centralista como Costa Rica, la oferta y el consumo culturales se concentran en la Gran Área Metropolitana, cuya población ronda los tres millones de habitantes, más de la mitad de la población total.
A finales de abril de 2020, tras seis semanas en estado de emergencia sanitaria, el Centro de Investigación en Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica señalaba que 46 % de los costarricenses afirmaba que algún miembro de su familia había perdido su trabajo, en tanto que 52 % de los encuestados indicaba que alguno de los integrantes de su núcleo familiar fue objeto de disminución de la jornada laboral. Poco menos de 60 % reportaba dificultades para atender sus necesidades básicas y dos tercios de la muestra percibían con pesimismo la situación económica5. Mientras los trabajadores informales, un sector en crecimiento exponencial desde 2010 —como consecuencia de décadas de políticas neoliberales y precarización del trabajo—, asumían con miedo al hambre las medidas del gobierno para enfrentar la pandemia, las capas medias, los profesionales y los estudiantes redirigían sus ingresos a los gastos esenciales y evitaban el consumo superfluo, incluida la adquisición de libros.
La Editorial Universidad Nacional (en adelante, EUNA), sello académico fundado en 1976 y financiado con recursos institucionales e ingresos obtenidos mediante la comercialización de sus productos, experimentó una reducción en las ventas de 60 % en 20206. Esta grave disminución debe ser puesta en contexto para una sociedad en la que 54,4 % de las personas alfabetizadas, con asiento en la zona urbana, no lee del todo y solo 14 % practica diariamente la lectura7. Por lo demás, habría que considerar la especificidad del público de la EUNA y la índole de su catálogo, compuesto principalmente por estudios científicos y tratados en los ámbitos de las ciencias exactas y naturales, las ciencias de la salud y el movimiento, las ciencias sociales, la educación, el humanismo, la filosofía, la lingüística, los estudios literarios, regionales y latinoamericanos, la cultura y el arte.
Más grave resulta este panorama si se considera que el cierre total del campus se prolongó durante meses en un país donde el confinamiento fue riguroso desde el comienzo y extenso —como en casi toda América Latina— en comparación con los cierres aplicados en otras regiones del mundo. La ausencia de estudiantes y profesores, reunidos ahora mediante clases no presenciales, tuvo repercusiones directas en el consumo general de libros y, en especial, en el movimiento comercial de las colecciones redituables, a saber: los manuales universitarios dirigidos a la formación profesional y académica, las obras de creación literaria y artística, las traducciones a lenguas modernas, los textos educativos y las obras de referencia acerca de la historia cultural y natural de Costa Rica y Centroamérica.
Pese a que el curso universitario 2020 siguió su desarrollo en el marco de la nueva normalidad y según la modalidad de la educación virtual, la adquisición de libros por parte de los distintos estratos del mercado cautivo se redujo drásticamente. No solo se trató de una cuestión de acceso físico a las librerías, sino además, de un fenómeno de base socioeconómica, puesto que más de la mitad del estudiantado de la Universidad Nacional cursa su carrera gracias a una beca del sistema público. Además, muchos de estos jóvenes proceden del interior del país y, con la clausura de las residencias estudiantiles, debieron regresar a sus hogares. Por restricciones materiales, los campus regionales de la Universidad Nacional y de las demás instituciones de educación superior pública carecen de librerías y medios alternativos de distribución de los libros.
Ante esas circunstancias, este artículo propone un panorama razonado —no necesariamente exhaustivo— del efecto de la crisis en el sector editorial costarricense. Para ello, en atención de la especificidad de cada caso y los límites de alcance y extensión de este trabajo, se analiza la experiencia de la EUNA en el periodo comprendido entre marzo de 2020 y octubre de 2021, plazo delimitado, respectivamente, por el comienzo de la emergencia sanitaria y el anuncio oficial del levantamiento de la mayoría de las restricciones, dados el avance de la vacunación y la baja en la tasa de contagios y hospitalizaciones. A pesar de que resulta impreciso establecer asociaciones entre las ulteriores etapas de gestión de la crisis y la fase de recuperación económica, es hipótesis plausible que diversos sectores productivos, incluido el editorial, se encuentran próximos a alcanzar o alcanzaron ya algunos de los indicadores macroeconómicos propios del momento previo a la pandemia.
La EUNA experimentó en 2021 un crecimiento constante en la venta de libros y la distribución de contenidos; en octubre de ese año, el aumento se estimaba en 83 % respecto de 20208. Durante 2022 e inicios de 2023, el índice de ventas alcanzó los rangos normales y moderadamente superiores, en comparación con los números previos a la emergencia sanitaria. En el periodo de postpandemia, surgieron nuevos hechos económicos (como el aumento de la inflación, la persistencia de una alta tasa de desempleo y el estancamiento del poder adquisitivo) que han incidido en la actividad de los proyectos editoriales. Si bien considerables e importantes, estos efectos no son discutidos en este estudio, pues forman parte de un contexto social y productivo distinto.
Seis estrategias frente a la crisis
Para remontar la crisis —al menos, parcialmente—, la EUNA, en particular, y las editoriales públicas y universitarias costarricenses, en general, han debido desarrollar una serie de estrategias específicas, muchas de ellas comunes a otros ecosistemas del libro, en especial, a los regionales. Estas tácticas, sin embargo, han estado determinadas por la historia, los medios y las posibilidades (materiales, profesionales, mercadotécnicas, tecnológicas, etc.) de cada institución y de su correspondiente proyecto cultural. Nuestro trabajo es un acercamiento inicial al problema más amplio del impacto de la pandemia en el sector editorial y puede servir como base para una investigación más amplia sobre el tema, que considere los casos de las demás editoriales universitarias costarricenses o del sector productivo y cultural en su conjunto, teniendo en mente, desde luego, la especificidad de los distintos agentes y proyectos. En atención a los límites establecidos, en materia de objeto de estudio y extensión del informe, nos atendremos a la experiencia específica de la EUNA, sin la pretensión de agotar el tema.
En el examen del asunto, predomina un enfoque propio de los estudios sobre edición. Es oportuno mencionar que este estudio particular tiene por marco el proyecto de investigación Actividad editorial y circulación de literatura(s) en Costa Rica, iniciativa financiada por la Universidad Nacional mediante la Escuela de Literatura y Ciencias del Lenguaje y su Programa de Estudios en Literaturas Regionales (Preslitere). Entre las inquietudes que orientan el desarrollo de este artículo pueden mencionarse las siguientes: ¿cuáles fueron las principales urgencias y demandas derivadas de la pandemia en relación con el sector editorial?, ¿cómo reaccionaron las editoriales ante la crisis?, ¿cuáles estrategias y alternativas se desplegaron para enfrentar las vicisitudes de la emergencia sanitaria? El objetivo general de esta exploración consiste en proponer una interpretación integral de los escenarios del quehacer editorial en tiempos de pandemia, de sus tensiones y posibilidades.
Esto supone la descripción y un conciso análisis de los principales ejes de trabajo establecidos por la EUNA para contrarrestar los efectos de la crisis. Es posible que la mayoría de ellos se corresponda con las acciones implementadas por otras casas editoriales locales, latinoamericanas e internacionales. De las estrategias más importantes, podemos citar seis específicas: (a) la intensificación de la incidencia del paradigma digital, (b) el fomento de la escritura, (c) el diseño de nuevos modelos de difusión y comercialización, (d) el empleo de nuevos formatos de publicación, (e) el reencuentro paulatino con el público lector y (f) el debate en torno a las políticas culturales y la reactivación del sector. En las páginas subsiguientes nos referiremos a cada una de ellas, de forma global. Para esto, explicaremos las actuaciones de la EUNA y trataremos de situarlas en un marco comprensivo de carácter general. Por último, en el acápite de conclusiones, proponemos determinadas tesis acerca de eventuales desarrollos de la actividad editorial en el contexto universitario costarricense. Este colofón responde a la finalidad prospectiva y trata de contextualizar algunos de los avances —desafíos o posibilidades de mejora— detectados en el periodo.
La pandemia y el confinamiento incidieron en los modos de consumo cultural, no tanto porque los hayan modificado en su base, sino porque han apurado el desarrollo de determinadas tendencias y han acelerado la transformación de algunos hábitos consuetudinarios del público lector. En el último decenio, tuvieron lugar una eclosión de lectores de formatos digitales, la optimización de los canales de reparto (en detrimento de las librerías tradicionales), encarnizados debates acerca de los formatos idóneos y los poderes culturales-comerciales al alza y un notable cambio en la idea de contenido. Todas estas novedades han ocurrido mientras proliferaban las noticias exageradas acerca de la muerte del papel. Aunque el libro electrónico ha llegado para quedarse, no había alcanzado una posición preponderante en la escena editorial. En el contexto costarricense, el avance del soporte electrónico puede ser descrito como demorado y complejo. Impulsado, en ocasiones, por un imprudente determinismo tecnológico y retardado, con frecuencia, por las brechas tecnológica y digital, el formato digital se situaba en un lugar más bien lateral.
A lo largo de la década de 2010, las editoriales costarricenses, públicas, universitarias y comerciales, incorporaron el libro electrónico dentro de sus esquemas de producción, difusión y comercialización. La Editorial Costa Rica, la Editorial Tecnológica de Costa Rica, la Editorial de la Universidad de Costa Rica, la Editorial Universidad Estatal a Distancia y la propia EUNA realizaron esfuerzos significativos por adaptarse al medio digital9. Con regularidad, estas editoriales enfrentaron los desafíos relativos a las limitaciones burocráticas impuestas a las entidades de financiamiento público, a las brechas tecnológica y digital prevalecientes en nuestra sociedad, a las restricciones materiales, presupuestarias y tecnológicas y a los altos costes de las plataformas administradas por terceros. A pesar de lo dicho, se puede proponer que el ecosistema del libro costarricense había experimentado, en el decenio previo a la emergencia sanitaria, una incidencia creciente, si bien pausada e irregular, del paradigma digital. Las estadísticas de la Cuenta Satélite de Cultura de Costa Rica, para el periodo 2010-2018, así lo demuestran:
Gráfico 1. Porcentaje de títulos editados según tipo de soporte, 2010-2018
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos contenidos en la Cuenta Satélite de Cultura de Costa Rica, periodo 2010-201810.
En estos mismos años, las universidades públicas editaron uno de cada tres títulos publicados en el país11, dato que pone en relieve la importancia relativa del libro universitario en el medio local. La inmensa mayoría de la producción se correspondió con el formato físico. La valía de la tendencia tradicional queda corroborada cuando se analiza, por ejemplo, el Programa Editorial de la Editorial Costa Rica (en adelante, ECR), el primer sello estatal creado en 1959 y con algunas condiciones similares a las de la EUNA. En el ejercicio 2020, previsto desde finales del año previo al auge de la emergencia sanitaria, menos de un quinto de los libros publicados y reimpresos correspondió a formatos digitales de salida12. Este valor —junto con otros referidos al tiraje— comprueba el peso del soporte impreso en los procesos de comercialización. En realidad, este dato es, incluso, superior a la media del sector en 2018, año en el que el empleo del formato físico se redujo significativamente. Este hecho se puede atribuir, entre otras causas, a las limitaciones propias de las instituciones públicas para crear modelos de negocios en el ecosistema digital. También es oportuno aclarar que la ECR distribuye, con todas estas dificultades, libros mediante canales electrónicos desde 2013 y fue una de las editoriales nacionales pioneras en este campo.
Puestos en contraposición, estos hechos informan acerca de un estadio de avances y retrocesos en la incorporación del libro al ecosistema cultural-mediático. En este contexto de coexistencia desventajosa de los libros digitales con los impresos, determinadas prácticas de consumo seguían siendo la norma hasta comienzos de 2020. Así, durante los meses iniciales de la emergencia sanitaria y en los reiterados periodos de crisis, producto de las sucesivas olas pandémicas, el cierre de los comercios y las restricciones a la movilidad de las personas privaron de los recorridos en las librerías a los bibliófilos y al público general. Esta forma de compra —revisar los estantes en pos de novedades, clásicos y hallazgos— era fundamental en el mercado librero local, donde, a pesar de los cambios, persistía la compra directa de libros impresos en establecimientos especializados, que no en quioscos ni supermercados.
Las limitaciones impuestas por la pandemia obligaron a numerosos lectores-compradores a mudar de usos. Esta transformación estuvo condicionada, además, por la propensión a la inmediatez, típica de la era contemporánea. Digitalizadas en extremo, la vida y la lectura debieron adecuarse a las circunstancias de la emergencia sanitaria. El desapego social por el soporte físico se impuso entre ciertos grupos que dependían de la constante puesta al día de los materiales de lectura. Este principio tuvo efectos directos en la esfera del libro universitario, harto dependiente de las prácticas de consumo veloz de estudiantes y académicos. Los contenidos de los cursos debían estar disponibles con urgencia en plataformas y dispositivos, y convivían con otros lenguajes y actividades en mecanismos polivalentes que entremezclan el acceso al conocimiento y el estudio con la producción, la vida social y el ocio. No es tanto que los lectores abandonaran el soporte físico, como que se veían impelidos a una más recurrente alternancia de medios.
Como resultado, las lógicas asentadas de producción y difusión se vieron superadas. Pronto, las editoriales debieron adaptarse al nuevo escenario, en el que se vendían menos libros físicos, pero existía una enorme demanda de textos digitales. A finales de marzo de 2020, al comienzo de la emergencia sanitaria, la EUNA desarrolló acciones de fomento de la lectura en línea. Mediante la campaña Quédate en casa, se ofrecieron títulos del fondo editorial bajo la figura de descarga gratuita. Esta iniciativa estuvo asociada con las movilizaciones civiles en favor del resguardo de la salud pública. Con la consigna «Al mal tiempo… buenos libros», se invitaba a la comunidad universitaria y nacional a recluirse como medio idóneo de contención del contagio. La campaña también estaba dirigida a dotar a la población de materiales de lectura diversos con los cuales se pudiera distraer de las preocupaciones y recrearse en un periodo de obligado asueto.
Puesto que la lectura cotidiana había sido reorientada al ámbito de lo digital, la EUNA acompañó esta acción con campañas en redes sociales como Facebook. Esta estrategia permitió crear pequeñas comunidades de lectores, con las cuales interactuar y a las cuales dirigir nuevos productos específicos. En abril de 2020, con motivo de la celebración del «Día Internacional del Libro y los Derechos de Autor», se amplió la oferta y se brindó acceso restringido a las novedades. Era posible, entonces, leer capítulos de títulos recientes e incluso, obras completas abiertas al público durante el plazo de una semana. A pesar de tales avances, pronto se pusieron de manifiesto las carencias de la casa editora. Los recursos disponibles eran limitados y el acervo digital acumulado, exiguo.
En sentido estricto, al comienzo de la pandemia, la EUNA se apoyó exclusivamente en libros digitales (de formato rígido) en versiones de descarga o solamente accesibles en línea. La diversificación de formatos fue un proceso forzoso y paulatino. En 2020, la EUNA cuadruplicó su producción de audiolibros con títulos como Cuentos de la bonga, de Miguel Calderón, Mariola y Apis, de Ana Isabel Azofeifa. Se trataba de obras de autores nacionales, dirigidas al público general y a los niños y los jóvenes. Inscritas en el género narrativo y de extensión breve, estos relatos populares y de aventuras se valen de modelos estéticos fácilmente reconocibles, como el telurismo, el realismo mágico y lo fantástico, para reafirmar visiones asentadas de la identidad costarricense y proponer lecciones éticas acerca de los vínculos entre el ser humano y la naturaleza. Estos audiolibros aspiraban a incidir en temas como el resguardo del patrimonio cultural y la educación ambiental. Mucho más reciente fue el desarrollo de formatos nativos digitales como el libro interactivo. En octubre de 2021, la EUNA publicó Manual interactivo de las lesiones en el deporte, de Édgar Murillo, un libro que integra textos escritos con fotografías, objetos tridimensionales y vídeos en un formato multiplataforma.
Los estímulos para la interacción con los lectores no se restringieron, desde luego, a la circulación, más bien tardía, de esta clase de materiales especializados que preveían el intercambio, por la vía digital, con los usuarios y los consumidores. Por medios mucho más tradicionales, la casa editora universitaria estableció comunidades de consumo —como se dijo antes—, pero también de producción. La angustia social y el malestar individual generados por la pandemia y el confinamiento se expresaron, desde el principio, como tensiones psicológicas asociadas con experiencias negativas. Algunas iniciativas culturales procuraron constituir vías de liberación del nerviosismo y la presión acumulados por la población. En este ámbito, la escritura testimonial fue utilizada como un instrumento de superación del trauma.
En abril de 2020, la EUNA realizó una convocatoria abierta con el propósito de reunir, dentro del proyecto «Memorias de la pandemia», los diversos aportes de las personas, sin distingo de su edad o condición. Los interesados podían contribuir a esta publicación con textos de distintas índoles, tales como poemas, cuentos, testimonios, relatos de sueños, aforismos, Tweets, artículos de opinión, caricaturas, ilustraciones y fotografías. Las numerosas contribuciones fueron recogidas mediante una publicación digital que hace las veces de archivo testimonial13. Ha sido el primero de su tipo en el contexto local y tiene la particularidad de que funciona como un artefacto de memoria colectiva, si bien basado en las experiencias individuales y las contingencias de la vida cotidiana. Adicionalmente, la contundente respuesta del público constituye una demostración del giro del prosumidor, pues los compradores de libros ya no pueden ser vistos como actores pasivos de la cadena del libro, sino que demandan una participación más directa en la conformación de la oferta editorial.
El diseño de nuevos modelos de difusión y comercialización también supuso la puesta en marcha de acciones más dinámicas. No fue tanto que se crearon canales como que se emplearon intensivamente algunos instrumentos ya conocidos, pero menos explotados. Hemos citado antes las campañas en redes sociales como uno de los recursos para acercarse al público. Durante 2020 y a comienzos del año siguiente, la baja en las ventas fue paliada parcialmente con campañas dirigidas a las comunidades específicas de lectores y descuentos directos al comprador. La EUNA empleó de forma sistemática las efemérides y las festividades para insertarse en temas de interés inmediato (Día Mundial de Arte, del Medio Ambiente, de los Océanos; Día del Padre, de la Madre, Navidad, etc.). En relación con determinadas cuestiones, se aprovechó la capacidad instalada de la Universidad Nacional y el catálogo asociado con centros de investigación específicos como el Centro de Investigaciones Apícolas Tropicales, el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica y el Instituto Internacional de Conservación y Manejo de Vida Silvestre. En setiembre de 2021, las naciones centroamericanas conmemoraron el Bicentenario de la Independencia. La EUNA preparó y lanzó una colección de diez volúmenes con motivo de este notorio suceso.
Otro procedimiento para fortalecer la difusión y mejorar las ventas, tan golpeadas por la crisis, consistió en captar la atención de grupos específicos de consumidores mediante seminarios en línea. Esta estrategia estuvo dirigida a los títulos de difícil circulación, dadas las especificidades de sus audiencias. Podemos citar, a modo de ilustración, el libro Psicoodontología, de Alejandro J. Amaiz y Miguel A. Flores. Como parte del lanzamiento de esta obra de especialidad, publicada en abril de 2021, la EUNA organizó un webinar sobre el tema y reunió a profesionales en los campos de la odontología y la enfermería con los propósitos de ponerlos al día con los avances de esta subdisciplina y promocionar el libro. Por lo demás, esta actividad formativa se enmarcó en las conmemoraciones del Día Mundial de la Salud.
En otras oportunidades, el sello editorial se valió de coyunturas particulares, vinculadas directamente con su proyecto cultural, para participar de diálogos sociales fundamentales e incidir en la opinión pública. En marzo de 2021, por ejemplo, con motivo de las negociaciones entre el Gobierno de la República y el Fondo Monetario Internacional —en el escenario de la crisis fiscal derivada de la pandemia—, la EUNA difundió el libro La autonomía universitaria en diálogo. A cien años de la Reforma de Córdoba. Esta obra colectiva, coordinada por el historiador Francisco González, apareció, por lo demás, en un momento en el cual, la Asamblea Legislativa discutía un proyecto de ley en materia de empleo público. Como lo han señalado los fallos judiciales más recientes, tal iniciativa irrespetaba la autonomía universitaria salvaguardada por mandato constitucional, en tanto creaba competencias impropias para el Poder Ejecutivo en el seno de la administración y la dirección universitarias. Visto ya con alguna perspectiva, este libro tuvo el mérito de vincular una importante conmemoración histórica con la crisis actual de la institucionalidad costarricense.
A través de la prensa, los foros digitales y los programas televisivos y radiales, los autores de la EUNA —en su mayoría, académicos e investigadores de planta— se pronunciaron respecto de cuestiones relativas a la política pública y sanitaria, la crisis económica y los usos ideológicos de la situación de emergencia sanitaria por parte de los actores políticos. En estos procesos, fue fundamental, además, la figura del booktuber. Tanto más importante si se considera su impacto entre los jóvenes. Por sus implicaciones sociales, determinadas discusiones se convirtieron en trending topics; en estos casos coyunturales, la red congregó a importantes números de personas con la finalidad de dar significado a la crisis sanitaria, las tendencias políticas, los movimientos ciudadanos e, incluso, a determinados hechos sintomáticos.
Mediante reseñas, vídeos y emisiones en directo a través de canales en YouTube, Facebook y otras redes sociales, las revistas digitales han difundido las novedades de la industria editorial. Costa Rica no ha sido la excepción de este proceso documentado desde 2012 para el caso del mundo hispanohablante14. Para fomentar estas prácticas de orientación de la lectura y el consumo, la EUNA apoyó los clubes de lectura y distribuyó copias gratuitas de determinadas publicaciones entre influencers y community managers, que ya no solo entre periodistas culturales, bibliotecarios, libreros y especialistas, como dictaban los usos asentados. En forma complementaria, se asoció con iniciativas universitarias conectadas con labores y proyectos de extensión comunitaria. Así, por ejemplo, se establecieron acuerdos de cooperación con Praxis TV, un programa académico dedicado a la divulgación del pensamiento contemporáneo entre audiencias no tradicionales. Mediante entrevistas y diálogos con los autores de la EUNA, esta emisión digital presenta los hallazgos de investigaciones recientes y promueve los libros universitarios. Uno de sus principales valores agregados se refiere al contacto de los académicos, intelectuales y escritores con sus públicos inmediatos.
Este tipo de intercambios entre consumidores y productores ha sido indispensable en el periodo de la emergencia sanitaria. Poco a poco, fue suplementado con el reencuentro con los lectores en las librerías y otros espacios públicos, educativos y comerciales. La apertura gradual de las actividades económicas, educativas y de ocio permitió, sobre todo a partir de abril de 2021, la celebración de actividades presenciales con aforos reducidos. La EUNA retomó, entonces, su agenda de presentaciones de libros, en la que dio prioridad a las novedades y los éxitos de venta. También han sido idóneas determinadas actividades académicas, propias de la vida universitaria en la nueva normalidad. Citemos, a modo de ilustración, la entrega de la Medalla Universidad Nacional a la Dra. Beatriz Gutiérrez, reconocida académica de la Universidad de Puebla y consorte del presidente mexicano Andrés López Obrador. Por su notoriedad, la EUNA aprovechó la visita diplomática para entregar el tomo Rogelio Fernández Güell. Política, testimonio, poética y heroísmo (1883-1918), coordinado por Gutiérrez y referido a un importante intelectual costarricense que desarrolló buena parte de su vida y obra en México; conocedor de la historia social de la Revolución Mexicana, Fernández Güell fue un duro crítico de la dictadura de 1914 y un promotor de la democracia en el país.
Paulatinamente, la EUNA combinó las acciones en las redes sociales con las actividades presenciales. En atención de los constantes cambios en las restricciones sanitarias, como resultado de los picos de contagio, la casa editorial desarrollo, durante algunos meses, un modelo mixto de gestión. Algo análogo ocurrió a propósito de los canales de distribución y venta, pues desde junio de 2020, la EUNA ha fortalecido otras modalidades como las ventas en línea, las ventas telefónicas, el pick up, el envío postal y la apertura de librerías con horarios alternos. Tanto en 2020 como en 2021, la Feria Internacional del Libro de Costa Rica se efectuó por la modalidad virtual. No fue sino hasta 2023, cuando su vigésima primera edición se realizó de manera presencial. Por las condiciones del mercado interno, la Feria Internacional del Libro de Costa Rica es un evento fundamental para la difusión, la circulación y la comercialización de los productos del sector editorial. Durante los años en que se la llevó a cabo mediante la virtualidad, los ingresos derivados de la venta de libros fueron muchos menores. Esta situación pone de manifiesto la importancia de las estrategias desarrolladas por las editoriales durante la emergencia sanitaria, pues estas iniciativas propiciaron un mejoramiento sostenido de las ventas.
Por ello, apagado el incendio y contenidos los efectos más graves de la pandemia, la editorial universitaria se abocó, a finales de 2021, a participar de foros gremiales en torno a la política cultural y las medidas de reactivación del sector. En setiembre de 2021, fue aprobada finalmente la Ley número 10025 para el fomento de la lectura, el libro y las bibliotecas. El trámite de esta norma había iniciado antes de la crisis, por lo que no incluye capítulos específicos de reactivación. Con todo, constituye un instrumento útil en el desarrollo de mecanismos destinados a incentivar la lectura, visibilizar la actividad editorial y establecer modelos de desarrollo de la actividad cultural y el sector productivo. Tanto la asociación de Editoriales Universitarias Públicas Costarricenses (EDUPUC) como la propia Cámara Costarricense del Libro se han mostrado esperanzadas con las oportunidades implícitas en la legislación. Por lo demás, el sector editorial formó parte de las mesas de trabajo para la creación de políticas de recuperación del sector cultural, dirigidas por el Ministerio de Cultura y Juventud.
Es palpable que la aceleración del tránsito hacia el paradigma digital, el empleo de nuevos formatos de publicación y la reorganización de las estructuras de difusión y comercialización han sido las principales estrategias empleadas por la EUNA para contrarrestar los efectos negativos de la pandemia. A la par de estas tácticas, otras de menor calado han ayudado a superar la coyuntura de la emergencia sanitaria. Así, el fomento de la escritura testimonial y liberadora, el reencuentro paulatino con el público lector y la participación en el desarrollo de políticas culturales y de reactivación del sector han favorecido la recuperación paulatina de los niveles de ventas previos al confinamiento. Si bien es cierto que los resultados de la nueva ley del libro no se verán en el futuro inmediato, es plausible que resulten insuficientes en el contexto actual. Tanto menos, si consideramos las condiciones propias del periodo de postpandemia que han venido a frenar la ansiada recuperación económica.
Será insoslayble que la planificación editorial considere una reorganización profunda del modelo de difusión del libro universitario. En los últimos años, el acceso abierto se ha convertido en uno de los pilares del sistema universitario latinoamericano. Puesto que la EUNA es una entidad financiada con fondos públicos y forma parte de una casa de estudios superiores comprometida con esta causa, será oportuno redoblar esfuerzos para alcanzar un estadio superior en esta materia. En la actualidad, la editorial universitaria depende parcialmente de los ingresos por la venta de sus productos. Su presupuesto procede, mayormente, de los fondos del sistema de educación pública. En los tres lustros anteriores, este fondo no paró de crecer. En 2020, 2021 y 2022, como producto de la crisis fiscal y los recortes derivados de la pandemia, el financiamiento público resulta insuficiente. En tal coyuntura, están en riesgos muchos de los avances. Sin embargo, las lecciones aprendidas impelen a buscar modelos de gestión que permitan completar el trabajo pendiente con menos recursos. La transformación de los modelos de producción, difusión y comercialización, merced a los adelantos tecnológicos, es la respuesta. Si bien el equilibrio no es fácil alcanzar, para atender sus contradicciones y limitaciones de los nuevos paradigmas, es indispensable profundizar en el acceso abierto como instrumento de democratización del saber y retorno de la inversión pública.
1 Recibido: 15 de marzo de 2023; aceptado: 28 de abril de 2023.
2 Facultad de Filosofía y Letras, Escuela de Literatura y Ciencias del Lenguaje. Correo electrónico: gabriel.baltodano.roman@una.cr; https://orcid.org/0000-0002-2100-302X.
3 Facultad de Filosofía y Letras, Escuela de Literatura y Ciencias del Lenguaje. Correo electrónico: grethel.ramirez.villalobos@una.cr; https://orcid.org/0000-0001-6628-2782.
4 Según resultados de la Encuesta Nacional de Hogares 2020, efectuada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo en julio de 2020.
5 Andrea Méndez, Desempleo y reducción de ingresos agobian a costarricenses durante crisis del COVID-19. Oficina de Dilvulgación e Información, Universidad de Costa Rica. 28 de abril de 2020. Consulta: https://www.ucr.ac.cr/noticias/2020/04/28/desempleo-y-reduccion-de-ingresos-agobian-a-costarricenses-durante-la-crisis-del-covid-19.html
6 Según reporte del señor Marco Méndez Coto, presidente del Consejo Editorial de la Universidad Nacional. 25 de octubre de 2021.
7 Según resultados de la última Encuesta Nacional de Cultura, efectuada por el Ministerio de Cultura y Juventud y el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo en 2016. No se han realizado nuevas encuestas y el modelo aplicado se corresponde con una definición restrictiva de lectura, sesgada por la perspectiva logocéntrica, esto es, entendida como práctica de consumo explícito de libros físicos y digitales, pero no de otros contenidos culturales-mediáticos.
8 Dato recogido en el reporte supracitado del señor Marco Méndez Coto, presidente del Consejo Editorial de la Universidad Nacional. 25 de octubre de 2021.
9 Prescindimos de la mención a la Editorial Universitaria de la Universidad Técnica Nacional en virtud de su muy reciente establecimiento. Conviene recordar que esta casa de estudios superiores fue creada mediante la Ley Orgánica de la Universidad Técnica Nacional, número 8638, de junio de 2008.
10 Equipo Técnico de la Cuenta Satélite de Cultura de Costa Rica, Ministerio de Cultura y Juventud y Banco Central de Costa Rica, «Cantidad de títulos de libros editados, según tipo de soporte. Periodo 2010-2018», Sistema de Información Cultural-Costa Rica, 4 de noviembre de 2021, <https://si.cultura.cr/cuenta-satelite-cultura.html>.
11 Datos obtenidos del Sistema de Información Cultura, del Ministerio de Cultura y Juventud, 25 de octubre de 2021, <https://si.cultura.cr>.
12 Ver Programa Editorial 2020, preparado por el Departamento de Producción Editorial de la Editorial Costa Rica. 18 de febrero de 2021, <https://www.editorialcostarica.com/documentos/libros%20publicados%20pe%202020.pdf>.
13 Este material puede ser consultado en la siguiente dirección electrónica: https://www.euna.una.ac.cr/public/media/memorias_pandemia/ (20 abr 2022).
14 Gemma Lluch, Los jóvenes y adolescentes comparten la lectura, ¿Cómo leemos en la sociedad digital? Lectores, booktubers y prosumidores, Francisco Cruces, Ed. (Madrid: Fundación Telefónica-Ariel, 2017) 31-54 (42).
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