ISSN: 1405-0234 • e-ISSN: 2215-4078
Vol. 8(2), Julio – Diciembre, 2020
http://dx.doi.org/10.15359/rnh.8-2.1
Recibido: 28-05-2019 • Aprobado: 28-04-2020
Publicado: 17-12-2020
Licencia: CC BY NC SA 4.0
El proceso socio-histórico de degradación urbana en la ciudad de Bucaramanga-Santander (Colombia). La desigualdad urbana y sus consecuencias sociales
The Sociohistorical Process of Urban Degradation in Bucaramanga City, Santander (Colombia). The Urban Inequality and Its Social Consequences
Antonio Macías Rodríguez1
Oscar Javier Zambrano Valdivieso2
Corporación Universitaria Minuto de Dios (UNIMINUTO)
Colombia
Resumen
El presente artículo analiza la precariedad urbana, mediante un enfoque socio-historiográfico, de las características y la estructura económica observada en la ciudad de Bucaramanga, Santander, Colombia. Describe las causas y el impacto de los asentamientos en la ciudad y las respuestas por parte de las autoridades de la localidad. La metodología utilizada es de tipo documental cualitativo, con un alcance descriptivo – explicativo. Mediante el método histórico, se analiza la trayectoria concreta de la teoría y su condicionamiento a los diferentes períodos de la historia. La discusión gira en torno al reconocimiento de los procesos subyacentes (específicamente el recurso a la historiografía para el análisis de problemas sociales y la revisión de datos estadísticos secundarios) que operan en la constitución de áreas degradadas en grandes áreas urbanas. Se concluye que es necesario realizar acciones o estrategias, para frenar el crecimiento desmedido de las ciudades y de esta manera y gestionar un equilibrio. Si no se llevan a cabo acciones, es posible observar una tendencia al alza de problemas sociales como la delincuencia, informalidad, hacinamiento, etc. Estos son aspectos que amenazan seriamente la convivencia y el bienestar de sus ciudadanos.
Palabras clave: Historiografía; sociología urbana; urbanismo; desarrollo social; precariedad; ciudad.
Abstract
Through a sociohistoriographic approach, this article analyzes the urban precariousness of the characteristics and economic structure observed in Bucaramanga City, Santander, Colombia. It describes the causes and impact of the settlements in the city and the local authorities’ responses. The methodology used is a qualitative documentary type with a descriptive-explanatory scope. With the historical method, the theory’s concrete trajectory and its conditioning to the different periods of history are analyzed. The discussion addresses the recognition of the underlying processes (specifically the recourse to historiography for the analysis of social problems and the review of secondary statistical data) operating in the constitution of degraded areas in large urban areas. It is concluded that it is necessary to carry out actions or strategies to stop the excessive growth of cities and, in this way, manage a balance. If no action is taken, it is possible to observe an upward trend in social problems such as crime, informality, and overcrowding. These are aspects that seriously threaten the coexistence and well-being of citizens.
Keywords: historiography; urban sociology; city planning; social development; precariousness; city.
El presente artículo se orienta hacia el reconocimiento de los procesos subyacentes (específicamente el recurso a la historiografía para el análisis de problemas sociales y la revisión de datos estadísticos secundarios) que operan en la constitución de áreas degradadas en grandes áreas urbanas, particularmente de las condiciones propias de las ciudades latinoamericanas, más en concreto de la ciudad de Bucaramanga, Colombia, y su área metropolitana. Lefebvre (2013) identifica el papel de las representaciones en la producción del espacio social. Propone comprenderla como resultado del cruce de tres dinámicas sociales fundamentales: la práctica, vivencial y las representaciones.
Las representaciones del espacio tendrían de ese modo un impacto considerable y una influencia específica en la producción del espacio. ¿Pero cómo? Mediante la construcción, es decir, por la arquitectura, concebida no como la edificación de un «inmueble» aislado (palacio o monumento) sino en calidad de un proyecto insertado en un contexto espacial y en una textura, lo que exige «representaciones» que no se pierdan en el simbolismo o en el imaginario. (Lefebvre, 2013, p. 101)
Sin embargo, orientarse en el estudio de la precariedad urbana lleva a entender la ciudad como un sujeto socio-espacial con capacidad investigativa propia. Se presenta la sociología urbana como disciplina que se centra en la dimensión sistémica y estructural de ella: en el rol de las ciudades en el sistema social mundial (Ullán de la Rosa, 2014, p.11).
Será la atención a la cuestión social surgida en torno a la revolución industrial la clave en el nuevo contexto territorial de la sociedad moderna, cuyos efectos se manifestarán en la desruralización y creación de los grandes núcleos urbanos, fenómenos antagonistas de significativa relevancia para la emergencia de esta nueva distribución socio-espacial. Quizás sea Engels (1974) el primero en alertar y denunciar las problemáticas sociales producto del nuevo contexto territorial caracterizado por la desigualdad extrema y el hacinamiento en barrios degradados, habitados en duras condiciones por la clase obrera en las ciudades industrializadas inglesas, cuya presencia se manifestará en las polarizadas diferencias residenciales, reflejo de las consecuencias de la extrema desigualdad socioeconómica (Engels, 1974, p. 45).
Desde la posición funcionalista de la Escuela de Chicago, los slums que salpican la zona ecológica de transición, según el esquema de Burgess de las grandes ciudades, vienen a quebrar la armonía y homogeneidad social, étnica y cultural de la ciudad (Ullán, 2014, p. 70), se trata de tugurios, donde la prostitución, el crimen, la enfermedad mental y física y la guerra contra las drogas forma parte cotidiana de este contexto territorial. Es un área socialmente angustiada, caracterizada por la segregación racial y étnica de las minorías y donde sus habitantes son estigmatizados (Schwirian, 2007, pp. 12-79). En la óptica de las teorías del Entorno Construido, Harvey aprecia que el urbanismo es un aspecto del entorno creado producto de la expansión del capitalismo industrial (Giddens, 2000, p. 833), cuyo efecto en la trama urbana se encuentra condicionada por la desigualdad social, efecto del sistema económico capitalista que determina que “los distintos grupos de ingreso ocupen diferentes localizaciones, podemos considerar los modelos geográficos de la estructura residencial urbana como expresión geográfica tangible de una condición estructural de la economía capitalista” (Harvey, 1974, pp. 284-285).
La transformación de la trama urbana de las últimas décadas se vincula al desarrollo económico del modelo capitalista neoliberal, distinguido por una ciudad crecientemente desigual, como así constata Mike Davis, cuando señala que “el abandono urbano ha crecido en la misma proporción sobrecogedora que la desigualdad económica y la desinversión municipal” (Davis, 2010, p. 37). Junto con migración masiva de las áreas rurales a la ciudad, se ha generado un impacto en el territorio urbano de forma de hiperdegradación. La ciudad se convierte en un espacio en donde no se puede progresar socioeconómicamente, sino en un hacinamiento de la población empobrecida proveniente del ámbito rural, que apenas pueden lograr subsistir en un entorno muy exigente y hostil.
Según Davis (2010), la urbanización es simplemente la proporción de la población total concentrada en establecimientos urbanos o bien el incremento de esa proporción, en este sentido, lo cual coincide con lo indicado por Polese (1998), quien plantea un aspecto netamente de crecimiento urbano. Asimismo, Rother (1990) define urbanismo como la organización del espacio para la vida del hombre en las ciudades y, desarrollo territorial, como la serie de instituciones relativas a la clasificación de usos del suelo y la organización física del territorio de los municipios o distritos del país, encaminadas al mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes y a la satisfacción de las necesidades de la vida urbana.
Desarrollo urbano, migraciones, espacio y vivienda
Para Rocha, Jaramillo, Tovar, Garcia, Salazar & Saboya (2006), la experiencia de urbanización popular en las ciudades de América Latina se interpreta desde la perspectiva de un fenómeno inherente a su proceso de desarrollo, donde se conjugan el lento crecimiento per cápita y la incapacidad estatal para controlar y promover la oferta de suelo:
La limitación en la provisión de infraestructura eleva los precios de la tierra servida. Esto expulsa a sectores de la población de la demanda solvente y los empuja a la irregularidad. El Estado debe entrar a reparar a posteriori las insuficiencias que esta acción clandestina genera con grandes sobrecostos que limitan de nuevo los recursos fiscales, lo que a su vez reproduce la escasez, etc. en un círculo vicioso muy perverso. Pero este dispositivo les permite a los fraccionadores y propietarios de terrenos, y tanto los legales como los ilegales, obtener jugosas ganancias con el nivel elevado de los precios del suelo urbano con muy poca contraprestación de su parte. Se trata de un típico esquema de socialización de costos y privatización de beneficios, en el que la precariedad de muchos alimenta la afluencia de unos pocos. (Jaramillo, 2008, p. 50)
Peñuela (2018) considera que la celeridad en el proceso de fundación de ciudades en Hispanoamérica fue el resultado del papel cumplido por estas en el emergente orden político colonial que se abría en el siglo XVI. La ciudad como acto fundacional marcó una jurisdicción entendida como el espacio de aplicación de la justicia. Las élites coloniales consideraron el territorio jurisdiccional, sus hombres y sus recursos como objeto de control y usufructo, por la cual defendieron la jurisdicción con gran celo y diligencia, en el caso de que otra ciudad proyectara algún interés de dominio o intervención en jurisdicción ajena.
La demanda en la construcción urbana genera la reducción de espacios públicos, lo que produce hacinamiento de estructuras en un área determinada, esto interrumpe indirectamente las corrientes de aire que circulan por esa parte del sector. Ha quedado establecido que la reducción en la cobertura vegetal total incrementa la temperatura ambiente del aire en las áreas urbanas (Akbari, Rosenfeld y Taha, 1990). El uso del suelo en las ciudades, cuando se habla de infraestructura, al igual que lo afirma James, involucra la disminución del espacio público, aumento de la población y vehículos de transporte que generan diversos tipos de contaminación atmosférica, visual y auditiva (James, 2008).
A pesar del crecimiento de las edificaciones, en la investigación de Díaz (2017) se indica que, cuando se ha hablado del acceso a vivienda, ha existido un problema generado por la escasez de oferta, los altos costos de esta en el mercado y su poca construcción para estratos vulnerables. Se dice que existió una alta demanda, ocasionada por los bajos ingresos y por el difícil acceso a créditos en este grupo poblacional.
En términos generales y acorde con los resultados de los estudios realizados por Rocha et al. (2006), los procesos de edificación de áreas urbanas destinadas a la habitación y la vivienda de las clases populares desde la década de los cincuenta para la ciudad de Bucaramanga se han orientado por tres fuerzas: la intervención Estatal a partir de la oferta directa (ICT y BCH), la generación desde la actividad edificadora formal en cabeza de firmas especializadas y los desarrollos informales bajo la forma de invasiones y urbanizaciones ilegales.
En Bucaramanga, han sido pocos los procesos de invasión. En cambio, prolifera la ilegalidad tanto en los procesos de construcción, urbanización, uso del suelo y la tenencia de los inmuebles. Algunos de los más conocidos han sido promovidos por los propios propietarios de las tierras para forzar la incorporación al perímetro urbano, mediante diferentes modalidades. Hay procesos de tenencia de propiedad comunitaria e indivisa originalmente (Barrio Manuela Beltrán), con un modelo de vivienda físicamente individual, pero donde el terreno es legalmente comunitario. En la actualidad se desarrolla un proyecto de estas características en el sector sur de Provenza. El modelo de divisiones sucesivas, cuando no era exigible por notariado y registro, la licencia de urbanización se loteaba en diversas ocasiones en grupos menores de cinco unidades (Barrio Morrorico). También está la venta de las mejoras y no del terreno (Barrio Café Madrid). En el caso del Barrio Los Colorados, a un centro poblado rural, al norte de Bucaramanga sobre la vía a La Costa, se le autorizó un terminal de bus, un acueducto rural y electrificación rural de alta densidad.
Como se logra apreciar, las condiciones de los barrios degradados, a pesar de estar marginados con respecto al resto de la ciudad, son sensiblemente mejores que las de los asentamientos. Las administraciones reconocen su hábitat y los dotan (aunque de forma mínima) de ciertos servicios; no obstante, siempre existe una clara discriminación de trato con el resto de la ciudad. La situación socioeconómica, aunque mejor que la de los asentamientos, también presenta carencias de empleo y estrategias de supervivencia relacionadas con el trabajo informal, además del recurso de las actividades no lícitas (bandas juveniles, narcotráfico, delincuencia). Con base en Díaz (2017), se podría determinar que los cambios institucionales que ayudarían a un óptimo crecimiento urbano son difíciles de operar, principalmente por la ineficiencia de las administraciones locales y la forma en que se ocupa el suelo. El aparato político-administrativo y jurídico no siempre es eficaz, algo que puede incitar marginación de ciertos segmentos de la población y de zonas urbanas, lo que ha permitido que se desarrollen sectores informales en su economía, lo cual genera precariedad urbana.
Todo fenómeno social problemático dispone de una etiología que es necesario rastrear para reconocer cuáles son los elementos que lo generaron. Para ello el investigador social dispone como herramienta heurística la disciplina de la historia, al objeto de cuál ha sido su desarrollo o fenómeno de investigación, las etapas principales de su desenvolvimiento y las conexiones históricas fundamentales. Mediante el método histórico se analiza la trayectoria concreta de la teoría, su condicionamiento a los diferentes períodos de la historia. Un estudio de la evolución de los asentamientos degradados en Bucaramanga requiere el análisis de su historia política, social y económica. Sin embargo, como la ciudad no es un sujeto aislado de su entorno nacional, será necesario reseñar someramente aquellos procesos en el nivel nacional que incidieron en la evolución de la ciudad.
Otro aspecto utilizado en el desarrollo de la investigación se vincula con la explotación de información secundaria elaborada por instituciones oficiales tales como el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), la Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB), la Corporación para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (CDMB), Alcaldía de Bucaramanga; la intencionalidad de ello es poder disponer de una foto fija de la situación de los barrios y asentamientos precarios.
La investigación se realizó con un enfoque de tipo documental cualitativo. Para argumentar el planteamiento del problema y los resultados, se realiza una revisión teórica; los resultados del estudio se presentan a manera de hipótesis de trabajo, sin que implique probar hipótesis de forma estadística; la recolección de datos consiste en obtener descripciones detalladas acerca de los procesos de innovación disruptiva como una estrategia de inclusión hacia el emprendimiento social; los investigadores llevan a cabo una revisión sistemática documental, de modo tal que permita la contextualización y conceptualización de los principales aspectos relacionados con el objeto de estudio.
Asimismo, el alcance de la investigación es descriptivo, en concordancia con Hernández, Fernández y Baptista (2014), debido a que se encuentra orientada a describir, especificar, detallar las características y propiedades relacionadas con el análisis socio-historiográfico de la precariedad urbana en la ciudad de Bucaramanga, Santander. La revisión documental descriptiva, según lo planteado por Merino y Trujillo (2011) “proporciona al lector una puesta al día sobre conceptos útiles en áreas en constante evolución” (p.36), lo cual es de gran utilidad en diversos campos de la enseñanza.
La población documental se encuentra conformada por referencias de uso y conocimiento científico universal, básicamente de artículos científicos especializados nacionales e internacionales, a partir de las cuales se indaga, interpreta y presentan datos sobre un tema determinado. A su vez, Merino y Trujillo (2011) afirman que este tipo de artículos de revisión son estudios detallados, selectivos y críticos que examina la bibliografía publicada y la sitúa en cierta perspectiva. Se resalta que no son una publicación original y su finalidad es realizar una investigación sobre un tema determinado, que concierne al problema de investigación abordado.
i. Reconocer las características sociodemográficas y de la estructura económica de la ciudad, su evolución (dentro del contexto nacional colombiano), lo cual permita acceder a las causas que expliquen el panorama actual de la explosión de asentamientos degradados
ii. Conocer el impacto que estos asentamientos han tenido en la ciudad (en el nivel gestión del suelo, infraestructuras, políticas sociales, estrategias económicas asumidas por los nuevos pobladores, seguridad en la ciudad, cambio de hábitos, descontentos…) y cuáles han sido las respuestas de las administraciones públicas ante tamaño reto que ha reconfigurado la ciudad.
Para ello, es necesario determinar los elementos constituyentes de las migraciones interiores en Colombia y particularmente al establecimiento de Bucaramanga como polo de atracción migratoria. Bucaramanga (y posteriormente su área metropolitana) es una ciudad que lleva asistiendo en las últimas tres décadas a un incremento constante de áreas degradadas, ya sean en calidad de asentamientos o barrios precarios.
Contextos del desarrollo urbano en Bucaramanga
Se analizan la evolución y el crecimiento de los asentamientos informales y degradados en los extrarradios de la ciudad, que conforman un fenómeno asociado a las vicisitudes políticas, sociales y económicas de Colombia y, que se ha manifestado con la inmigración interior (de tipo económico) y el desplazamiento forzado del campo a la ciudad debido a los diversos conflictos internos que padece el país (guerrilla, paramilitarismo, persecución sindical y activistas sociales...) a la cual hay que agregarle la generación reciente de asentamientos informales creados a partir de la inmigración venezolana. En este apartado se describen aspectos de ubicación geográfica y las líneas generales de los antecedentes históricos de su construcción como núcleo urbano.
Bucaramanga es una ciudad colombiana que está situada al nordeste del país sobre la cordillera oriental de los Andes, ubicada sobre una meseta rodeada por grandes cerros (el 15 % de su terreno es plano, el 30 % ondulado y el 55 % es quebrado). La red hidrográfica de la ciudad está constituida por ríos y quebradas (río de Oro y el Suratá y las quebradas: La flora, Tona, La Iglesia, Quebrada Seca, Cacique, El Horno, San Isidro, Las Navas, La Rosita, Bucaramanga, etc.).
Será en este emplazamiento (antiguo asentamiento de la tribu indígena Guane), donde Bucaramanga fue congregado, primero como un pueblo indígena dotado de tierras de resguardo, con información histórica de la Alcaldía de Bucaramanga (2015). El 22 de diciembre de 1622, el presbítero de Trujillo y el juez poblador, Andrés Páez de Sotomayor, por comisión del Oidor, levantaron un acta que daba por terminada la iglesia y sacristía del lugar al que dieron el nombre de Real de Minas de Bucaramanga. Si bien su intención no era erigir una ciudad, pasado el tiempo la ranchería inicial progresa con la llegada y arraigo de acomodados señores de Girón y sus familias, quienes, ya fuera por la búsqueda de unos aires más refrescantes o por el deseo de expandir sus actividades agrícolas y pecuarias, venían a la meseta a construir en una u otra parte (POT Bucaramanga, 1998).
Bucaramanga fue reconocida como municipio según lo dispuesto en la Ordenanza 33 de 1868. La población de este asentamiento se dedicaba a la explotación del oro de aluvión del vecino Río del Oro y su congregación en pueblo de doctrina fue parte de la política proteccionista de la Corona de España. Después de casi siglo y medio de existencia, este pueblo fue extinguido por el visitador Francisco Antonio Moreno y Escandón y, en su lugar, fue erigida en 1779 la parroquia de “Chiquinquirá y San Laureano del real de minas de Bucaramanga”. En 1824 el nuevo gobierno republicano le concedió el rango de villa, como cabecera del cantón de Bucaramanga, en la provincia de Pamplona. A partir de 1857, cuando fue designada capital del Estado federal de Santander, Bucaramanga empezó a crecer y a ganar importancia regional, al punto de sobrepasar a las antiguas capitales provinciales vecinas (Socorro y Pamplona).
El crecimiento ha sido tal que su área metropolitana ocupa hoy el quinto lugar en población entre las ciudades capitales de Colombia. El incremento de la población de Bucaramanga como lo han demostrado Rocha et al. (2006), ha desbordado su perímetro y seguido hacia el vecindario. De acuerdo con las tasas anuales intercensales, a mitad del siglo XX, la ciudad mostraba una tasa de 6,2 %, que luego se redujo a 3,2 % en los años setenta. De acuerdo con las proyecciones, estaría creciendo desde 1993 a una tasa del 1,7 %. De tal forma que para el 2005 Bucaramanga tenía 577 mil habitantes, mientras que los municipios vecinos de Floridablanca, Piedecuesta y Girón sumaban 485 mil habitantes, cifra que crece a una tasa del 2,4 %. Esto le permite participar del 46 % de los 1,06 millones de habitantes del área metropolitana de Bucaramanga, AMB.
Estos hábitats degradados se encuentran integrados por una población heterogénea, donde se pueden identificar a aquellos ciudadanos de la propia ciudad que han entrado en movilidad social descendente hacia el empobrecimiento, obligados por las distintas crisis económicas (desplazamiento interno o por inmigración), ya sea por la violencia o por motivos estrictamente económicos, este tipo de población.
En términos generales y con base en los resultados de los estudios realizados por Rocha et al. (2006), los procesos de edificación de áreas urbanas destinadas a la vivienda de las clases populares desde la década de los cincuenta del siglo XX para la ciudad de Bucaramanga han sido orientados por tres fuerzas: la intervención estatal a partir de la oferta directa (ICT y BCH), la generación desde la actividad edificadora formal en cabeza de firmas especializadas y los desarrollos informales bajo la forma de invasiones y urbanizaciones ilegales. En Bucaramanga, han sido relativamente pocos los procesos de invasión. En cambio, prolifera la ilegalidad tanto en los procesos de construcción, urbanización, uso del suelo y la tenencia de los inmuebles. Algunos de los más conocidos han sido promovidos por los propios propietarios de las tierras para forzar la incorporación al perímetro urbano, mediante diferentes modalidades. Hay procesos de tenencia comunitaria, propiedad comunitaria e indivisa originalmente (Barrio Manuela Beltrán), con un modelo de vivienda individual, pero donde el terreno es legalmente comunitario. En la actualidad se desarrolla un proyecto de estas características en el sector sur de Provenza. Cuando no se exigía la licencia de urbanización por el Notariado o Registro, el modelo de divisiones sucesivas consistía en lotear en grupos menores de cinco unidades (Barrio Morrico). También la venta de las mejoras y no del terreno (Barrio Café Madrid). Al barrio Los Colorados, un centro poblado rural, al norte de Bucaramanga sobre la vía a la Costa, se le autorizó un terminal de bus, un acueducto rural y electrificación rural de alta densidad.
Cómo se logra apreciar, en los barrios degradados, a pesar de estar marginados con respecto al resto de la ciudad, sus condiciones son sensiblemente mejores que los asentamientos. Las administraciones reconocen su hábitat y los dotan (aunque de forma mínima) de ciertos servicios; sin embargo, siempre existe una clara discriminación de trato con el resto de la ciudad. La situación socioeconómica, aunque mejor que la de los asentamientos, también presenta las mismas carencias de empleo y se recurre a estrategias de supervivencia relacionadas con el trabajo informal y a actividades no lícitas (bandas juveniles, narcotráfico, delincuencia).
Apoyados en Díaz (2017), se podría determinar que los cambios institucionales, que ayudarían a un óptimo crecimiento urbano, son difíciles de operar, principalmente por la ineficiencia de las administraciones locales y la forma como se ocupa el suelo. El aparato político-administrativo y jurídico no siempre es eficaz, algo que puede generar marginación de ciertos segmentos de la población y de zonas urbanas. Esto ha permitido que se desarrollen sectores informales en la economía urbana, lo que conlleva a la precariedad urbana en la ciudad de Bucaramanga, Santander.
Procesos de construcción urbana (factores presentes en el desarrollo)
Bucaramanga surge como asentamiento dedicado a la explotación aurifica en el “Río de Oro”. Esta fue su primera actividad económica reconocida, una vez agotadas las reservas se vio obligada a desarrollar otros sectores económicos que permitieran su desarrollo como enclave. Es a partir de la década 1850-1860, cuando la economía de la ciudad intenta despegar, gracias a un mayor desarrollo agrícola y comercial. En principio fueron el tabaco, café, sombreros y cuero los productos centrales de su economía, intercambiados principalmente con Bogotá, la vecina Venezuela y, sobre todo, con comerciantes ingleses y alemanes que se establecieron en la zona para aportar y propiciar tanto importaciones como exportaciones, al difundir, además, sus técnicas comerciales. Este período estuvo acompañado por un crecimiento demográfico atenuado que supone un incremento de 42 066 habitantes en más de un siglo (entre 1824 y 1938).
Una vez puestas las bases estructurales de su desarrollo económico, a mediados del siglo XIX, será a lo largo del siglo XX cuando se inicia un enérgico despegue, gracias al aporte que realiza el sector primario y por el establecimiento de las primeras entidades financieras (Banco de Santander de Colombia). Posteriormente, el desarrollo industrial y la fuerte implantación del comercio3 supondrán la consolidación de la trama económica que subyace al intenso crecimiento demográfico en este siglo. En un período de 38 años se da un incremento exponencial que le lleva a septuplicar su población entre 1938 (51 283 habitantes) y 1973 (366 888 habitantes) (figura 1).
Figura 1: Población de Bucaramanga entre 1825 y el 2018
Fuente: Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), 2015.
En el siglo XXI, el comercio se erige como motor económico4 junto con la proliferación de grandes centros comerciales que actúan como polo de atracción de dinamismo económico del nororiente colombiano. Por otro lado, se logra afianzar el sector de la moda, especialmente en moda infantil5. Mientras tanto, otra faceta que hace atractiva a la ciudad a inicios del siglo XXI es su oferta universitaria, la cual cuenta con 13 centros universitarios. Algunos de ellos se ubican entre los mejores del país, como la Universidad Industrial de Santander (UIS) y la Universidad de Santo Tomás (USTA). La ciudad también dispone de otros servicios como su amplia oferta en clínicas y hospitales (esencialmente privadas) que suman un total de 17. Junto a ello, pose un estratégico enclave geográfico, donde se destacan las mejoras en infraestructuras aeroportuarias y viarias, lo cual ha favorecido, de manera notable, la rápida conexión con otros puntos, tanto del país como fuera de él. En este sentido, destaca el Aeropuerto Internacional Palonegro y la modernización viaria con autopistas que le conecta tanto al sur con Bogotá como al norte con la costa atlántica caribeña, al este con Venezuela y al oeste con la ciudad de Medellín. Este enclave, junto con las buenas conexiones con el resto de zonas del país, le hace ser un punto accesible y estratégico para Colombia.
Si bien el comportamiento demográfico no ha seguido una línea de crecimiento exponencial propia de mediados y finales del siglo XX, esta siguió creciendo hasta alcanzar los 526 056 habitantes en el 2012 y 581 130 del censo del 2018; no obstante, este crecimiento demográfico viene a solapar la realidad marcada en los límites impuestos por la compleja orografía andina que encajona a la ciudad6. Por lo tanto, como se aprecia en la figura 2 y figura 3, las zonas que están creciendo más son las áreas metropolitanas, las cuales hace poco tiempo eran pequeños núcleos rurales y que ahora se han convertido en ciudades dormitorio de tamaño medio en plena expansión. Entre ellas encontramos a Floridablanca con 291 935 habitantes, Girón con 160 403 habitantes y Piedecuesta con 129 532 (DANE, 2018) hace que Bucaramanga y su área metropolitana alcancen la cifra de 1 204 093 habitantes, lo que supone más del 50 % del total de la población del departamento de Santander del Sur.
Figura 2: Ubicación de Bucaramanga y Área metropolitana.
Fuente: AMB (2013).
Figura 3: Población absoluta y relativa de Bucaramanga y Área metropolitana.
Fuente: DANE (2018)
Así, los aspectos vinculados con la localización geográfica, la estructura económica, las infraestructuras y los servicios determinan a Bucaramanga como ciudad destino, lo cual la hace atractiva para un heterogéneo flujo migratorio que aprecia este enclave urbano como óptimo para establecerse y procurar oportunidades socioeconómicas (aunque como veremos más adelante son mínimas para la subsistencia). Es pertinente reflejar los procesos internos y más tardíamente los externos, que han venido caracterizando la historia colombiana como elemento que permite comprender la evolución de la ciudad y de asentamientos precarios.
El proceso sociohistórico de conformación urbana
Colombia posee una historia marcada por una compleja conflictividad y violencia extrema (Bushnell, 1994). Detrás de estos procesos se encuentra un país muy fragmentado racial y culturalmente, pero, en particular, lo significativo es su profunda desigualdad socioeconómica reflejada en el índice Gini, que para el 2018 marcaba en 0.508 (Banco Mundial, 2018)7, situándolo como uno de los países más desiguales del planeta y el segundo de Suramérica por detrás de Brasil. Más aun lacerante es el índice Gini de la propiedad rural, que es de los más altos del mundo con un 0.84 (Vega, 2004, p. 4).
En el 2004, las instituciones estatales como la Contraloría General de la República presentan cifras de medición de la pobreza. Estas variaron entre el 53,2 % y el 66,3 % y para el caso de la indigencia, entre el 17,4 % y el 31,1 %. Por las distancias entre estas cifras, se presentan debates, tras los cuales, sin duda, se esconden intencionalidades vinculadas con intereses políticos y económicos.
La ausencia de una clase media estabilizadora en la sociedad colombiana junto con una desmesurada desigualdad en las zonas rurales y la desposesión forzada de la tierra a pequeños campesinos, empujó, en los años sesenta, al conflicto armado en varios grupos que se organizaron en guerrillas de corte comunista (FARC, ELN, M-19, EPL), con el objeto de tomar el poder, para lo cual siguieron como estrategias las pautas revolucionarias guerrilleras materializadas en Cuba. Por otro lado, a inicios de la década de los ochenta, se organizaron grupos de contrainsurgencia externos al Estado (pero con la anuencia de este) que se enfrentaron a la guerrilla, aunque casi nunca lo hicieran de forma directa, más bien atacaron a la población civil campesina, acusándola de colaborar con los guerrilleros (y viceversa) y en muchos de los casos se le incautó la tierra para el cultivo ilícito. Estos procedimientos de los grupos paramilitares están detrás de miles de desplazamientos, aunque también el ejército nacional y en parte la guerrilla tienen responsabilidades8, junto con las actividades mineras y energéticas que han obligado a campesinos, indígenas, líderes comunitarios, sindicalistas a abandonar sus lugares de procedencia (Lozano, 2008). Otros factores de desplazamiento se encuentran en el reclutamiento forzado de menores (vinculado al conflicto armado), la violencia sexual, el uso de minas antipersona, la extorsión y los atentados contra defensores de los derechos humanos (Acnur, 2017).
Entre otros, un elemento trascendente de desplazamiento, no vinculado directamente a la violencia, pero sí generadora de esta, es la asunción de políticas económicas neoliberales (influenciadas por los Estados Unidos), impuestas desde los noventa, a partir de César Gaviria (Castaño, 2002, p. 63). Un ejemplo de ello son los diferentes tratados de libre comercio (TLC) firmados con Estados Unidos, Corea del sur, Canadá, Unión Europea..., que han generado desventajas competitivas en la agricultura con respecto al potencial tecnológico y agroindustrial de las contrapartes, lo que ha provocado el abandono de las explotaciones agrarias y la correspondiente movilización hacia las urbes del país.
El éxodo de las zonas rurales a las ciudades en Colombia está conformado por esas dos caras de la misma moneda: por un lado, los conflictos que marcan el país y la crisis económica de familias. Además de las causas internas, se debe agregar el factor migratorio externo producto del drama humanitario que viene padeciendo Venezuela, pues a miles de venezolanos se les ha impelido salir del país en búsqueda de oportunidades laborales fuera de sus fronteras y por ello muchos han encontrado en Bucaramanga un punto fáctico tanto de tránsito como de destino.
Estos desplazados se trasladan a los polos de atracción en lo que se han convertido las grandes urbes. Pero de acuerdo con el sociólogo urbano Mike Davis (2010), los desplazados que se dan de manera forzosa suelen asentarse en concentraciones informales, usualmente en las afueras de la ciudad (en donde levantan chabolas, barracas con materiales pobres, sin servicios públicos, sin calles adecentadas, caracterizado por la insalubridad y la dejadez de las administración etc.) además, estos desplazados (normalmente) constituyen una economía informal como por ejemplo: venta ambulante, chatarrería, limpiabotas, venta de minutos de telefonía, aparcacoches etc., mientras que los trabajos en la economía formal son: residuales y mediante actividades ilícitas las cuales, se muestran atractivas y se configuran como alternativas viables para mejorar la calidad de vida.
En sumatoria a lo anterior, se destaca que:
En América Latina, donde el crecimiento de la población ha estado monopolizado por mucho tiempo por las ciudades principales, asistimos ahora a la explosión de las ciudades secundarias como; Santa Cruz, Valencia, Tijuana, Curitiba, Temuco, Maracay, Bucaramanga, Salvador y Belén, con los mayores crecimientos produciéndose en las de menos de 500 000 habitantes. (Davis, 2010, p.19)
Es el caso paradigmático de Bucaramanga, una de las ciudades más prósperas de Colombia, que ha asistido en las últimas décadas como la población desplazada (por la violencia y por motivos económicos), los pobres han elegido asentarse tanto en los extrarradios de la ciudad como en su área metropolitana. Las zonas degradadas se denominan o barrios precarios o asentamientos precarios (la diferencia entre asentamientos y barrios precarios estriban en su condición administrativa, pues el primero es un fenómeno urbano con concentración de personas en un hábitat que carece de legalidad, mientras que el barrio es reconocido por la administración local).
Los asentamientos suelen ser aún más precarios, ya que la administración no se siente concernida y no dota de servicios a estos hábitats, las viviendas suelen ser de materiales baratos y de muy baja calidad (tablones, plásticos, adobe, etc.) debido a que fueron realizadas apresuradamente. En ellas no existen zonas peatonales y el tránsito vehicular es muy complejo. A estas zonas no suele llegar el transporte público, por lo que los vecinos se encuentran relativamente aislados. No hay equipamientos comunitarios, ni servicios básicos..., las condiciones socioeconómicas son extremadamente degradadas (desempleo, pobreza, prostitución, trabajo informal, delincuencia, narcotráfico).
Por otra parte, la suma que resulta de asentamientos precarios y barrios precarios suponen un total en toda el área metropolitana de 357 asentamientos que dan cobijo a cerca de 300 000 personas (en concreto a 290 402 personas):
Tabla 1
Asentamientos y barrios precarios en el área metropolitana de Bucaramanga
Municipio |
Asentamientos precarios |
Habitantes en asentamientos |
Barrios precarios |
Habitantes en barrios precarios |
Población total en áreas degradadas |
Bucaramanga |
114 |
67 953 |
77 |
144 040 |
181 993 |
Girón |
63 |
33 500 |
13 |
15 529 |
49 029 |
Floridablanca |
43 |
18 781 |
23 |
18 762 |
37 543 |
Piedecuesta |
16 |
10 315 |
8 |
11 522 |
21 837 |
Total Metropolitana |
236 |
130 549 |
121 |
159 853 |
290 402 |
Fuente: Observatorio de precariedad urbana del Área Metropolitana de Bucaramanga, 2019
Como se observa en la figura 4, el fenómeno de asentamientos precarios en el territorio se registra entre los años treinta y cuarenta del siglo XX, con las primeras invasiones en la escarpa occidental de la ciudad. El fenómeno se mantiene relativamente estable hasta la década de los setenta. El crecimiento exponencial de asentamientos se genera desde entonces hasta la actualidad. Como se observa en la siguiente gráfica:
Figura 4: Evolución precariedad urbana
Fuente: Observatorio de precariedad urbana del área metropolitana de Bucaramanga, 2019.
Una interpretación histórica de la gráfica, muestra como en la década de los cuarenta se crean cinco asentamientos en Bucaramanga, lo que coincide con la guerra civil colombiana conocida como “La violencia” que enfrentó abiertamente a los conservadores (en el gobierno) y la oposición liberal. Este conflicto provocó el primer desplazamiento del campo a la ciudad. En la década de los sesenta, cuando el fenómeno de los asentamientos empezó a repuntar, las guerrillas inician sus actividades insurgentes y el Gobierno se empeña en derrotarlos. El conflicto provocó inevitablemente, de nuevo, desplazamientos del campo a la ciudad. A partir de los setenta aparecieron 30 asentamientos nuevos. Fue una época de crisis internacional de empobrecimiento y recrudecimiento del conflicto de la guerrilla.
Las últimas tres décadas suponen un verdadero éxodo hacia las zonas degradadas de la ciudad, de conflictos armados, narcotráfico y bandas criminales, empobrecimiento masivo de la población causado por políticas neoliberales, concentración de capital en muy pocas familias, auténticas oligarquías que detentan el control de las grandes empresas y el capital del país, políticas de las diferentes administraciones estatales, sobre todo las aplicadas por los gobiernos de la década de los noventa (Gaviria, Samper y Pastrana). Será en el gobierno de Álvaro Uribe, a través de fuertes medidas neoliberales y el programa de seguridad democrática, lo que produjo más desplazamientos internos.
Las cifras de pobreza, indigencia y desigualdad, publicadas por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y el Departamento Nacional de Planeación (DNP) al final del mandato de Uribe, arrojaron en sus estadísticas que casi 20 millones de colombianos, 45,5 % de la población, vivían bajo la línea de pobreza y 7,2 millones, más del 16 % de los ciudadanos del país, viven en condición de indigencia. Por su parte, el coeficiente Gini, es de 0.578, muy cercano al que tenía Colombia 20 años atrás, acorde con lo reportado por la revista Dinero (2010). Todo esto vino a estimular la huida de las zonas más deprimidas a las urbes, fenómeno que encontró en Bucaramanga un lugar ideal para asentarse (en la década 1990-2000 se establecen 80 asentamientos y en 2000-2010 fueron 77 nuevos. Las dos últimas décadas suman 157 asentamientos, muy por encima de los existentes en las dos décadas anteriores de 1970-1980 con 30 y 1980-1990 con 33. Estos datos se muestran como indicadores de que la problemática social en Colombia lejos de mejorar fue empeorando.
Una forma de apreciar el impacto de los asentamientos y barrios degradados en Bucaramanga es establecer una comparativa entre el total de personas que viven en las zonas degradadas y el resto de habitantes de la ciudad que vive en áreas formales. Con ello se observa en la Tabla 2 la trascendencia que estos espacios han ido alcanzando tanto en la ciudad como en el área metropolitana.
Tabla 2
Población y proporciones con respecto a la totalidad de habitantes del municipio.
Cantidad de población en asentamientos precarios - barrios precarios - barrios formales del área metropolitana de Bucaramanga por municipio |
||||
Porcentaje de población en el A.M.B |
Población en asentamientos precarios |
Población en asentamientos precarios |
Población en barrios formales A.M.B |
Total población urbana por municipio |
12, 6 % |
15, 8 % |
71, 6 % |
100, 0 % |
|
Bucaramanga |
66 723 |
115 270 |
336 377 |
518 370 |
Floridablanca |
18 781 |
18 762 |
214 522 |
252 065 |
Girón |
33 000 |
16 029 |
94 257 |
143 286 |
Piedecuesta |
10 315 |
11 522 |
88 087 |
109 924 |
Subtotal |
128 819 |
161 583 |
733 243 |
1 023 645 |
Fuente: Observatorio de precariedad urbana del Área Metropolitana de Bucaramanga.
Como se observa en la Tabla 2, habitan más habitantes en los barrios precarios con un total de 115 270 residentes (64 % del total respecto a los habitantes en hábitat precarios) que en los asentamientos precarios donde viven 67 953 residentes (36 %), lo que totaliza 183 223 residentes en Bucaramanga en zonas precarias (35 % del total de la población). Mientras el 65 % reside en barrios formales, es decir, 336 377. Esta estadística pone de relieve la profunda desigualdad que se vive en la ciudad, (paradójicamente su índice Gini es el menor de Colombia 0.437, una décima menos que la media nacional que está en 0.539 (DANE 2014).
Figura 5: Barrio degradado- Bucaramanga
Fuente: Liberal (2013).
Figura 6: Asentamiento degradado-Bucaramanga
Fuente: Liberal (2013).
Las cifras analizadas obvian la población de las zonas degradadas, como se aprecia en las figuras 5 y 6 (Girón 49029 hab., Floridablanca 37542, Piedecuesta 21837). Esta población agregaría 108 642 residentes a los hábitats precarios; es decir, sumaría 291 641 habitantes, lo que supondría que el 27 % del total del área metropolitana vive en condiciones precarias (Observatorio de precariedad urbana del área metropolitana de Bucaramanga, 2014) tanto de calidad de vida (vivienda, salud, infraestructuras, servicios, educación) como de oportunidades de acceso a las rentas (desempleo, precariedad laboral, trabajo informal, prostitución). Esto imposibilita que las poblaciones asentadas en estos lugares puedan prosperar (inexistente movilidad social ascendente) y mejorar sus vidas. Quizás sea esta la razón por la que proliferen en estos lugares las actividades ilícitas como vía estratégica plausible para procurar una subsistencia de condiciones de vida personales como familiares.
Otro indicador que manifiesta la proporción de este fenómeno viene reseñado por el porcentaje de ocupación del suelo destinado a estas áreas degradadas, que entre barrios y asentamientos precarios ocupan 490,7 hectáreas (solo en la ciudad de Bucaramanga), lo cual representa el 10 % del terreno del casco urbano. Estos asentamientos vienen a ocupar suelo marginal, normalmente zonas de ladera (en el 69 % de los casos de las áreas precarias y en el 80 % de los barrios precarios) con los consiguientes riesgos como corrimientos de tierra, dificultades de acceso...). Las migraciones exteriores o las interiores a la ciudad con intención de permanecer en ella suponen un posterior asentamiento en áreas (normalmente) exentas al núcleo urbano principal. Esto implica de alguna u otra forma el acceso a un espacio (terreno) de suelo donde poder ubicar el futuro hogar. ¿A quién pertenece ese suelo? y ¿qué consecuencias para la población tiene un asentamiento fuera de toda planificación?
En el caso de la ciudad de Bucaramanga y su área metropolitana, el acceso a estos terrenos se alcanza por tres vías:
i. El primero y principal proceso por el cual se ha dado la ocupación del territorio metropolitano es la compraventa en urbanización ilegal; a la fecha han surgido 230 (64,4 %) asentamientos mediante esta forma de ocupación del territorio, especialmente entre los años setenta y noventa, décadas en las que este fenómeno se acrecentó de manera exponencial.
ii. En segundo lugar, el proceso que más ha presionado la ocupación de territorios precarios, ha sido la invasión de suelos públicos o privados sin que las autoridades competentes aprobaran el uso adecuado del suelo urbano o rural. Del total de barrios y asentamientos en el área metropolitana de Bucaramanga, 91 (25,4 %) tuvieron su origen, de forma espontánea por invasión.
iii. El tercer origen de la precariedad es el oficial, determinado principalmente por los albergues u hogares de paso que se establecen para dar respuesta a la ubicación temporal de hogares afectados o que puedan llegar a ser afectados por diversas eventualidades naturales o sociales. Al sumar estas dos formas de origen formal, existen 36 casos (10,2 %) en el área metropolitana de Bucaramanga originados entre la décadas del ochenta y la del 2000.
Las personas deciden desplazarse hacia áreas degradadas de la ciudad debido a múltiples razones esenciales: crisis socioeconómicas, conflictos armados/violencia y las causas ambientales/desastres naturales. En Bucaramanga, las principales razones son sociales y económicas (78, 8 %), posiblemente por las condiciones de pobreza y miseria de los hogares que presionan a elegir una ubicación en lugares que demanden menores costos de vida en los cánones de arriendo y servicios públicos. El conflicto armado y la violencia se encuentra en un segundo lugar con un 14, 2 % y las causas ambientales y desastres naturales en un tercer lugar con un 7,1 %.
El estudio sobre las funestas consecuencias que sufren las sociedades más desiguales elaboradas por Wilkinson y Pickett (2009) destaca que las sociedades donde la distribución de la renta se muestra más asimétrica son además aquellas que presentan más patologías sociales. Esto se traduce en peores condiciones epidemiológicas (peor salud, menor esperanza de vida, más obesidad) peores condiciones socioeconómicas (empleo precario, desempleo, pobreza, marginación...) peores condiciones de vida (casas precarias, asentamientos degradados, violencia, cárcel). Dichos factores implican un cierre en la movilidad social ascendente para quienes sufren las consecuencias negativas de la desigualdad. Como se ha mencionado, Colombia es un país donde la asimetría en la distribución de la renta se manifiesta de forma extrema, de tal forma que a pesar de que en las últimos años ha habido un aumento del PIB entre el 4 % y el 7 % anual, esto no ha influido sustancialmente para atenuar la pobreza en el país y rebajar en algunas décimas el índice Gini.
La construcción de la ciudad de acuerdo con Cáceres & Plata (2016), no suele ser inocente y por eso amerita todo el esfuerzo de su comprensión, para que, finalmente, la historia urbana como herramienta que pueda estimular cambios y alcance a todas las instancias ciudadanas, pues la ciudad es el patrimonio colectivo que a todos nos “cuesta” vivir, literalmente, tanto en lo económico como en lo ambiental.
El análisis presentado por Hermelin & Cadavid (2010) es suficiente para invitar a establecer estrategias que permitan frenar el crecimiento desbordado de las ciudades y lograr un mayor equilibrio territorial. La esperanza es lograr que el país no espere más eventos catastróficos –lentos, como la contaminación ambiental, o rápidos, como los desastres naturales– para actuar, de manera que comprenda la necesidad de regular efectivamente el crecimiento de las ciudades y resuelva, con verdaderas estrategias de gobierno, los problemas de desplazamiento de la población y el aumento demográfico. Al compartir lo afirmado por Gómez (2003), no cabe duda de que esta ciudad, por lo menos durante los treinta primeros años, libró un duro combate entre una mentalidad rural y una urbana, materializadas tanto en el espacio público como en el privado, puja promovida por los terratenientes urbanos ávidos de nuevos proyectos y ganancias, para quienes la ciudad no alcanzó a ser un referente global, ordenado y planificado, sino, el escenario ideal para la edificación individual, ausente de infraestructuras y servicios básicos. Durante estos años, la asimilación de una idea y una visión urbana fue un proceso lento y muchas veces casi invisible, pese a que la introducción de nuevos elementos tecnológicos como el transporte, la electricidad y los teléfonos generaron cambios en la percepción del tiempo (acortamiento de las distancias) y del espacio (nuevas vías y redes de servicios) que ayudaron a tejer esa lenta y borrosa imagen.
No existe evidencia de que la situación vaya a mejorar sensiblemente en las áreas degradadas de Bucaramanga. Existen iniciativas y proyectos para trabajar con la población y los líderes comunitarios, pero los proyectos no disponen de financiamiento suficiente y, sobre todo, se vislumbra una escasa voluntad política (dada la perversión del sistema de acotación de legislatura de cuatro años que hace primar la estrategia cortoplacista al consistorio gobernante con el objeto de maximizar réditos). También se carece de una política social que se afronte las causas estructurales de la problemática. A lo mucho, lo que se observa son algunas acciones de beneficencia y labores de vigilancia, con el patrullaje de la policía por los asentamientos y barrios precarios.
No se vislumbra el cambio de políticas económicas neoliberales que han llevado a tanta gente a la pobreza y a la miseria en Colombia. En todo caso se pretende profundizar en ellas (como es los tratados de libre comercio que afectan de forma negativa a miles de campesinos colombianos que ven cómo su situación se torna límite, como se manifestó en las protestas campesinas de abril del 2014.
Colombia se encuentra realizando acciones para restituirles las tierras a aquellas personas a quienes se las arrebataron por causa de la violencia (paramilitares, guerrilla...), pero aún existe gran incertidumbre sobre este proceso, que de hacerse efectivo podría estimular a muchos asentados en las áreas degradadas de las ciudades a devolverse a sus lugares de procedencia. Según el sociólogo urbano Davis (2008), la tendencia es que las áreas hiperdegradadas vayan en aumento:
Las áreas hiperdegradadas urbanas a pesar de su carácter funesto e inseguro, tiene un brillante futuro. El campo será durante un corto período de tiempo la sede de la mayoría de los pobres del planeta, pero este dudoso honor pasará a las áreas urbanas antes del 2035. (p. 217)
Para finalizar, Bucaramanga es una ciudad de crecimiento físico limitado debido a sus condicionantes orográficos. Quizás el futuro de las áreas degradadas se extienda como una metástasis por toda su área metropolitana e irá acogiendo a más y más pobres de la propia ciudad, del resto del país y de los países vecinos como Venezuela y, en ello, la visión de Racine (1996) se observa como tendencia certera cuando apunta a las bases de la gestación de nuevos y graves problemas sociales (mayor disputa por recursos escasos, delincuencia, informalidad, hacinamiento, riesgos epidemiológicos, xenofobia, clasismo) y medioambientales (acceso y contaminación de recursos hídricos cada vez más escasos, mayor presión medioambiental, ocupación de suelos inestables, etc.) en la geografía urbana bumanguesa y su área metropolitana: son aspectos que amenazan la convivencia y el bienestar.
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). (2017). Informe desplazamiento forzado. Recuperado de https://www.acnur.org/5b2956a04.pdf
Akbari, H., Rosenfeld, A. H., y Taha, H. (1990, February 11). Summer heat islands, urban trees, and white surfaces. Recuperado de https://heatisland.lbl.gov/publications/summer-heat-islands-urban-trees-and
Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB). (2013). La problemática de precariedad urbana en asentamientos y barrios del área metropolitana de Bucaramanga.
Atkinson, A. (2004). Urbanization in a Neo-liberal World. City, 8 (1), 89-108.
Bushnell, D. (1994). Colombia una nación a pesar de sí misma. Bogotá: Editorial Planeta
Cáceres, L. R., y Plata, W. E. (2016). Hacia un estado del arte de la historia urbana en Colombia: el caso de Bogotá. APUNTES Journal of Cultural Heritage Studies, 29(2).
Castaño, R. (2002) Colombia y el modelo neoliberal. Congreso de Historiadores Latinoamericanistas. Colombia.
Davis, M. (2008). Planeta de ciudades miseria. Madrid: FOCA
Davis, M. (2010). Planeta de ciudades miseria. Madrid: Editorial Akal
Dear, M., y Flusty, S. (1998). Postmodern urbanism. Annals of the Association of American Geographers, 88 (1). 50-72.
Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). (2014). DANE. Obtenido de www.dane.gov.co
Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). (2015). DANE. Obtenido de www.dane.gov.co
Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). (2018). DANE. Obtenido de www.dane.gov.co
Díaz, A. J. (2017). Análisis del desarrollo económico local del AMB desde las variables relacionadas con la urbanización. Bucaramanga, Colombia.
Duque Castro, M. F. (2005). Comerciantes y empresarios de Bucaramanga (1857-1885): una aproximación desde el neoinstitucionalismo. Historia crítica, (29), 149-184.
Engels, F. (1974). La situación de la clase obrera en Inglaterra. Buenos Aires, Argentina: Ed. Diáspora.
Galvis, L. A. (2013). Dinámica de crecimiento económico y demográfico regional en Colombia, 1985-2011. Documentos de Trabajo sobre Economía Regional y Urbana, (186). Banco de la República Economía Regional.
Gómez, R. (2003). Evolución de las políticas, normativas y planes de ordenamiento urbano de la ciudad de Bucaramanga durante el siglo XX. Revista M, 1(1). 54-59.
Harvey, D. (2000). Spaces of Hope. Berkeley: University of California Press.
Hermelin, M. y Nora, C. (2010). AMBIENTAL, U. E. I., & REGIONAL, P. ordenamiento territorial en Colombia, ¿realidad o ilusión? RR&, (8).
Hernández, R., Fernández, C y Baptista, P. (2014). Metodología de la Investigación. México: editorial McGraw-Hill.
James A. (2008). Heat Islands in Urban Areas. American Institute of Biological Sciences.
Jaramillo G. (2008). Reflexiones sobre la “informalidad” fundiaria como peculiaridad de los mercados del suelo en las ciudades de América Latina. Territorios, (18-19). 11-54. 18. ISSN 0123-8418.
Jaramillo González, S. (2008). Hacia una teoría de la renta del suelo urbano. Ediciones Uniandes-Universidad de los Andes.
Lefebvre, H. (2013). La producción del espacio. Madrid: Editorial Capitán Swing.
Liberal, V. (2013). Así se define el estrato de los predios en Bucaramanga. Recuperado de http://www. vanguardia. com/santander/bucaramanga/227315-asi-se-define-el-estrato-de-los-predios-en-bucaramanga
Llanes. M. (2002). La batalla de la memoria. Ensayos históricos de nuestro siglo. Chile, 1900-2000, Santiago: Planeta/Ariel.
Lozano, F. (2008). Evangélicos y pobreza, reflexiones a partir de la acción social de las iglesias evangélicas en Colombia. CLACSO.
Marcuse, P., y Van Kempen, R. (2000). Globalizing Cities: A New Spatial Order? Oxford: Blackwell publishers.
Mejía, G. (1998). Los años del cambio. Historia urbana de Bogotá. 1820-1910. Bogotá: CEJA.
Merino-Trujillo, A. (2011). Cómo escribir documentos científicos. Salud en Tabasco, 17(1-2), 36-40.
Montoya, J. (2013). El sistema urbano colombiano frente a la globalización: reestructuración económica y cambio regional. Cuadernos de Vivienda y Urbanismo, 6 (12).
Naciones Unidas. (2018). Objetivos de desarrollo del milenio: informe de 2013. Recuperado de: http://www.un.org/es/millenniumgoals/pdf/mdg-report-2013-spanish.pdf.
Pécaut, D. (2015). Una lucha armada al servicio del statu quo social y político. Contribución Al Entendimiento Del Conflicto Armado En Colombia. Comisión Histórica Del Conflicto y Sus Víctimas.
Peñuela, A. (2018). P. S. M. BUCARAMANGA: Una ciudad republicana. Revista Credencial-Historia.Colombia
Polèse, M., & Barragán, C. (1998). Economía urbana y regional: introducción a la relación entre territorio y desarrollo. Ucol.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). (2012). Informe Objetivos del Milenio, Bucaramanga.
Racine, J. B. (1996). «Entre paradigme critique et visions humanistes». En: Derycke et al. (comps.). Penser la ville. Théories et modèles. Paris
Ramos Ruiz, J. L., Vega Jurado, J., & Polo Otero, J. L. (2018). Economía, territorio y población: Construcción de regiones inteligentes y competitivas. El Caribe colombiano y Santanderes. Colombia.
Revista DINERO. (2010). La economía que deja Uribe: promesas vs. Avances. Coyuntura Nacional. Recuperado de http://www.dinero.com/pais/articulo/la-economia-deja-uribepromesas-vs-avances/96315
Rocha, R., Jaramillo, S., Tovar, J., Garcia, L., Salazar, L., y Saboya, O. (2006). Informalidad de la vivienda y el suelo en Bucaramanga y Cartagena. Documento CEDE, 42, 1-67.
Rother, Hans. (1990). Derecho urbanístico colombiano. Bogotá: Temis S. A.
Rueda, J. y Álvarez, M. (2012). Área urbana de Bucaramanga 1900 – 1930, Bucaramanga. Colombia.
Scott, A. J., y Storper, M. (2003). Regions, Globalization, Development. Regional Studies, 37 (6-7), 579-593.
Swirian, K. (2007). The Blackwell Encyclopedia of Sociology- Editor Ritzer, G. Entrada: ecological models of urban form: concentric zone model, the sector model, and the multiple nuclei model. Ed Blackwell Publishing, Oxford- UK.
Ullán de la Rosa, F. (2014). Sociología Urbana: de Marx y Engels a las escuelas posmodernas. Madrid-España: Ed CIS.
UN Hábitat. (2018). Informe global sobre asentamientos humanos. Planificación de ciudades sostenibles: Orientaciones para políticas. Recuperado de http://www.unhabitat.org/grhs/
UN-HABITAT. Slums of the World: the Face of Urban Poverty in the New Millennium? http://www.unhabitat.org/publication/slumreport.pdf (accessed Jan 27, 2005). United Nations Population Fund. (1999). The State of World Population 1999. New York:UNFPA
Vega Cantor, Renato. (2012). Colombia, un ejemplo contemporáneo de acumulación por desposesión. Revista Theomai, (26).
Wilkinson, R. y Pickett, K. (2009). La desigualdad: Un análisis de la (in) felicidad colectiva. Madrid España: Ediciones Turner.
1 Sociólogo, Doctorando en Análisis de Problemas Sociales por la Universidad Nacional de Educación a Distancia-UNED (España), Máster Universitario en Problemas Sociales-UNED (España). Correo electrónico: amacrod@gmail.com
2 Máster en Gerencia de Negocios por la Universidad Industrial de Santander (UIS). Correo electrónico: ozambranov1@uniminuto.edu.co
3 Las actividades que mayor impacto tienen en la economía de la ciudad están compuestas por: calzado, confección, construcción, energía, (gas y petróleo), corrosión, asfaltos, cuero y herramientas de desarrollo agroindustrial, etc. Significar al sector agropecuario, con su actividad agraria (tabaco, mora, maíz…) la ganadería (caprina y bovina) la avicultura (crianza y matadero de pollos), por otro lado, cuenta con importantes factorías en el nivel nacional de refrescos (Postobón) y de cervezas (Bavaria), entre otras.
4 El 51,6 % de los establecimientos se dedican al comercio, mientras que el 16,5 % a los servicios, el 29,8 % y el 1,6 % a otra actividad
5 Bucaramanga es la única ciudad de Latinoamérica donde tiene lugar por la feria internacional de moda infantil la “EIMI”.
6 Tras analizar los resultados de los estudios de Galvis (2013), la tasa de urbanización del municipio de Bucaramanga es elevada; en el 2014 el 98,8 % de sus habitantes residían en el área urbana del municipio y para el 2020 el porcentaje se mantendrá sin cambios.
7 Según datos del Banco Mundial.
8 Los desplazados a la fuerza (en Colombia) son seis millones (solo Sudán ha conocido desplazamientos de población tan considerables) y la superficie territorial que ha cambiado de manos o que ha sido abandonada alcanza cerca de cinco millones de hectáreas. También, en este caso, el rol de los paramilitares predomina y por mucho (Pécaut, 2015, p. 44).
Centro de Estudios Generales
Universidad Nacional, Campus Omar Dengo
Apartado postal: 86-3000. Heredia, Costa Rica
Teléfono: (506) 2277-3953
Correo electrónico: revista.nuevo.humanismo@una.cr
Equipo Editorial