REPERTORIO AMERICANO

ISSN-0252-8479

Segunda Nueva Época, N.° 27, Enero-diciembre 2017

Páginas de la 209 a la 230 del documento impreso

Sitio Web: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/repertorio/index



POESÍA LATINOAMERICANA DE LOS OCHENTA


POEMAS DE JESÚS PICO

Pajarita de papel

Pajarita en papel

ilusionado vuelo

en alas de un imposible viento,

anclada en una mesa

sueñas vuelos de águila imperial.

Poster

Me miran tus ojos altos,

me reta tu desnudez

“Ven… atraviesa el papel…”

Tus pies también están altos

¡Yo no podré subir!

Si te bajo, se romperá el encanto.

¡Ay, si yo pudiera subir!

Oda a las muchachas

Muchacha sin nombre

que cruzas la calle,

la música de tu cintura

ondula en la tarde destrenzada

arrastrando miradas

como serpientes

que te mordieran el pelo.

Muchacha esqueleto

de las discotecas,

muchacha eléctrica.

Muchacha de agua

seductora de labios álamos.

Muchacha gacela,

escapas cuando me acerco,

y cuando te alcanzo

¡muchacha de viento!

Muchacha de muslos rápidos,

río que arrastra la noche

hacia la aurora del pubis.

Muchacha virgen,

bastión de la patria,

flor

anclada en alta mar,

fruta en sazón

esperando entre las murallas

tu conquistador.

Muchacha vestida,

muchacha desnuda.

Muchacha día,

muchacha noche.

Muchacha real,

muchacha soñada.

Muchacha…

Muchachas todas

que navegáis

esta mar

en barcos de papel,

mis versos,

frágil barquilla,

creciendo hacia navío,

soñando trasatlánticos,

os escoltan.

Érase de un labrador

Érase de un labrador

que la tierra árida y seca

regaba con su sudor.

Érase de un labrador

que en la calcinada tierra

toda su vida quemó.

Érase de un labrador

que en la tierra amada y yerta

como la tierra durmió.

Despertar

-Dime, joven, ¿qué quieres?

-Tener un ideal

y un blanco cristal.

-He aquí la lista de ideales.

Elige entre estos cristales.

-Y el blanco… ¿dónde está?

-No existe tal color

En esta sociedad.

Soledad de los puertos

Soledad a la orilla del mar.

Soledad Sola da un beso a una ola.

¡Ay, si fuera espuma, si sirena

fuera!

Mas no. Es Soledad Espera.

Soledad de los Puertos,

Que ya el marino ha muerto.

Todo inconcluso. Todo vendido

Todo inconcluso. Mi vida

y mi obra. Todo caído.

Hay buitres que no limpian el suelo de carroña.

Hay cerdos puestos de limpio

y reptiles de moqueta.

Todo inconcluso, todo. Y tanto amor perdido.

Hay águila avestruces

y asiáticos proboscidios.

Hay trajes de luces venerados por los toros.

¿Para qué alimentar ríos

de fantástica locura

si cuerdo quedo en la ribera? Todo vacío.

Mercaderes que fabrican

sus parroquianos asiduos.

El oro, la codicia coronándolo todo.

¡No! Mientras se alce un grito

en el dolor del parto

y nazca la palabra, no está todo vendido.

Hoy llegan a mí voces de hombres

Hoy llegan a mí voces de hombres,

ecos de yunques,

manos como encrespadas olas,

verdugo fragor de las altas cumbres.

Voces errantes,

poetas, viento

que arrastra las palabras secas

caídas sobre nuestros huesos.

Hoy llegan a mí voces de hombres

que nunca estarán muertos.

Calles

Calles se llevan mis pasos

desde el adobe a la piedra,

de la fachada con hiedra

a las paredes de ocasos,

calles se llevan mis pasos

resonantes, polvorientos,

incansables, graves, lentos,

calles que van, sin salida,

recibiendo en sí la herida

atemporal de los vientos.


POEMAS DE TERESINKA PEREIRA

Casi adiós

Para Repertorio Americano

Porque de pronto,

los caminos duermen

y lejos, está la magia

del sol comprendo en la tienda.

Soy toda como un pollo

mirando a las vitrinas.

No me contestan los de adentro:

¡comen austeridades los del templo!

Yo me caigo de espaldas,

esperando el momento

de palpitar el adiós en la esquina.

En esta noche

A los compañeros del Grupo Quilapayún

En esta noche

matan el silencio de los muertos

emigran el llanto de las madres y novias

conquistan el instante extranjero

con la buena estirpe de su voz

en la blanca tierra de extrañamiento.

Compañeros chilenos: a pesar de todo

se mueven los destinos y las manos

y el barco de los astros nos conduce

a la daga que libera el pueblo.

Nuestra fatiga unida

será sabiduría y victoria.

La canción de esta tarde quedó

como “saudade” en los ojos tristes de unos

quedó

como llagas en la indiferencia de otros,

y, en mi pecho, está ahora desangrando

como flor de amor por nuestra patria grande

donde regresaremos un día todos

para reconstruir de manos dadas

el gran imperio del pueblo latinoamericano

unidos.

Toma

A Pedro

Toma el jugo de mis años

y llévatelo a los labios.

Prueba esta canción nueva

que mi beso pone en tus oídos.

Juntemos las manos agradecidos:

estamos solos, solos, solos

y esto es todo lo que necesitamos

en el momento.

Amando, besemos el sudor de la piel

y miremos la dicha del tiempo

pasando en el humo de tu cigarrillo…

Acostémonos en este mar de flores

pide mis rodillas y te daré el mundo todo

desde las entrañas de mi cuerpo.

Toma en el amor el juego de mis años

vividos tan agriamente en soledad

antes de que me llegase tu amor.

Saludos, compañeros

“No deberás hervir al cabrito en la leche de su madre.”
Ex. 23: 19 , 34:26 y Deut. 14:21

Saludos, compañeros

que no creen en la justicia

de las leyes y de las cortes

¡saludos!

Saludos, trabajadores

que ya no se ofrecen

a ser corderos del sacrificio

en la leche de su madre

con el cual los patrones y los capataces

alaban a sus dioses imperialistas.

¡Saludos, pueblo libre!

Saludos, compañeros de lucha,

les saludo en este día, porque

nuestra lucha sigue firme

y la resistencia al imperialismo

sigue fuerte, sin temor.

¡Saludos, compañero pueblo,

hasta la victoria, siempre!

Poema para el jugador que no fue a la Copa de Argentina

En tu roja camiseta te sientas a escribir.

Antes la vestías para jugar al fútbol.

Te acomodas ahora en esta silla negra,

y tus pensamientos llenan las hojas de los cuadernos

y tus miradas a los pensamientos políticos que estudias.

No te fijas en el pie que bajo la mesa

pasea una pelota invisible, ensoñadora,

que protesta por la compra de Pelé por USA

y aplaude al jugador argentino

que se niega a jugar en el campeonato del 78

porque su país echó a los refugiados de los hoteles

para hacer lugar a los turistas de la Copa.

Tu camiseta roja es ahora un símbolo.

Antes se encharcaba de sudor

en los campos de fútbol, donde te amenazaban los gringos

y te cansaban esas tontas carreras

sin otro destino que arrebatar la pelota del otro jugador.

Hoy puedes desafiar al adversario

Desde tu silla negra, desde tu máquina de escribir.

¡Que tu cuaderno se vuelva urna de poderes!

Y cuando en él deposites tus esperanzas,

que ellas vuelen a otras mentes, a otros pies y a otros brazos.

Que ellas se transformen en lucha seria

que se transformen en victoria para tu gente

y en dulce paz para nosotros que te miramos

sentado en tu silla negra, vestido en esta camiseta roja.

Regreso a la patria
Poema I

Procuro la infancia.

Oigo la voz

de la niñera

en el más allá:

muerta después de cien años de trabajo…

Quería enviarle

una rosa;

la lanzo a las nubes

donde ella debe cantar ahora

las canciones que me hicieron dormir

cuando era niña…

¡Cómo la añoro!

La niñera fue mi infancia.

Fue la juventud de toda mi generación.

Regreso a la patria

buscando mi infancia

y la encuentro ida,

muerta y enterrada

con más de cien años de trabajos…

cantando a las rosas de las nubes.

Adiós, niñera.

Un minuto en Brasilia
Poema II

Sonidos lejanos

y por muchos años no oídos.

Nubes rosadas en el horizonte.

Brasilia ofrece un atardecer igual

que una Belo Horizonte sin montañas.

Oigo y veo la patria: ¡tan grande!

Estoy en su corazón

y sin embargo me siento tan lejana

que la añoro como siempre.

Un coterráneo pregunta:

¿Eras exiliada?

No, compañero, sólo me ausenté

por los años de dificultades…

Las nubes van bajando

para cubrir el amarillo de los soldados.

Ellos no saben por qué están allí

en medio de la calle, vigilando

para que la gente no se queje…

El sol duró un instante sólo

en el cielo de Brasilia.

Pensé entonces que era la hora

De retirarme.

Belo Horizonte
Poema III

Delicias de mi juventud

montañas de Minas Gerais

y la puesta del sol en Belo Horizonte,

noches en la sierra y mañanas en el lago de Pampulha,

melodías en el Parque Municipal

y bailes en el Carnaval:

¿qué destino revolvió todo esto?

Hoy regreso a la ciudad y no veo los pájaros de la

Plaza de la Libertad

y la Savassi está llena de tiendas

de tiendas, de mercados y de soldados.

Veo que la Avenida Afonso Pena

perdió sus árboles cuadraditos

y que el Parque está cercado.

¿Dónde está el monumento de la Plaza Siete?

¿Y la fuente de la Plaza Raul Soares?

Belo Horizonte, sólo no han destrozado

su horizonte bello,

su puesta del sol ensangrentada

y la imagen tranquila de la Ciudad Jardín

que tengo guardada al fondo

de mis añoranzas.


POEMAS DE SARA VANÉGAS

Arena

el viento trazando en la arena

acertijos mojados

abecedario

tú girabas la rueda de los nombres

una vez más

solo arena

Cuadro

un potro se bebía las estrellas

en el charco fecundo de las once

negras pezuñas

ojos ígneos

el potro con la noche y sus osarios

nunca se preocupó por la feroz angustia

de ser único dueño de la nada

y sus fantasmas

Gaviotas

quién te robó la sal de las arenas

luz de cobre y madrugada

quién en la noche arrebató tu estrella

sola

amarga

única

quién tu costado azul perfora en sueños

castañuela oscura

quién

modelará el vacío de tu cielo

Equivocada

te mareaban las luces

vértigo de lunas desplazadas

incendio

en una hora equivocada

Parpadeo

naranjo abierto del recuerdo

camino en plantas abismales

tu corteza amarga

tu ubicación sola

aquí mis horas laboriosas

asaltando los pájaros de sus líneas

estación inacabada

huella mínima

mariposas de erranza

incubaban flores misteriosas

distorsionadas

y yo perdía pie en la fantasía

un mundo de papel en un murmullo

hojas rojas

azul vuelo

a veces

un parpadeo:

las manos extendidas a aquel sueño

la copa derramada

fuente altiva

y una cicatriz en la sonrisa

Orfeo

corría aún

las voces le golpeaban los talones la raíz

de los cabellos y las venas

tuvo la sensación de adormecerse

sobre violetas

(aquella ráfaga de sílabas vocales

consonantes…)

rieles

penetraban la o inmensa de la ausencia

dudó

y era llevado

vértigo

cerraste entonces los ojos

figuras alargadas a dos vías

pequeñitas formas resbalan

a

tus ojos

dormidos

voces inflamadas

transportan en vilo

los fonemas

para su nueva piel

Sitio

la luna desbordante

sombría

tu sonrisa

palabras brotarán mariposas violetas

oscuras

inacabadas

cordón de alas desprendidas

la luna ya será un nudo

la luna

en tu garganta

sitiada

Temprano

brumosa corriente a mi extendida mano

pálida

la gaviota se acerca

a mi corazón

ardiente

y es aún temprano

recordé

la gaviota deja caer una rosa muerta

repetí

temprano

Oasis

me sabía a agua

coronas de eucalipto

y agua

para esta sed extraña

Silencio

gaviotas apuradas

beben a tragos largos la vigilia

alto vuelo

levante

pétalos inflamados

embriaguez

extraña

silencio

Naves

indeciso

se precipita un ángel extraviado

a mi ventana

(dejó las blancas alas en las jarcias)

Meridiano

se balancea estrecho el sol en tus rodillas

cabellos sueltos

evocando

largamente

la silueta profunda que proyectará el océano

hacia la noche

tatuada

tu despertar

entonces

de las aguas


POEMAS DE PASCUAL IZQUIERDO

Intersecciones

Hoy que el labio se pierde

por otras espesuras

y el aliento es bisagra

para nuevos umbrales,

ya no tiemblan mis manos ante un crepúsculo roto

ni la piel se estremece

si un astro desnudo

baja rodando por crestas decimales

las cuencas del instante

se llenan de ceniza

cuando ríos de vino convocan las campanas

alrededor de un latido que sueña

fugaces resplandores

en ascuas

vencidas y apagadas

hoy

que muere veloz el espejismo

ante opacos espejos,

me quedan ecos fugaces y arcoíris

para hilvanar voces antiguas

y nuevos brotes de silencio

me queda

un pétalo sonoro deshojado en el tiempo

(Del libro inédito Pájaros de mi alambre)

Una sombra apagada

Una noche de enaguas imprecisas

un desván de rendijas desoladas

un silencio circunda los tambores

un renglón se estremece

un párpado se cierra

una sombra se apaga parpadea

una sombra apagada

(Del libro inédito Pájaros de mi alambre)

En esta nochedumbre

En esta nochedumbre de las bocas

un tímpano agoniza sobre alcores

una mano sin brindis

por el neón disperso de la lluvia

recorre baricentros en la noche

y para qué un alazán

si el músculo dormita y es el párpado

una ventana sin hojaldre

si no existe aliento digital

en lámparas enmudecidas

ni flautas luminosas

en asamblea de metales

cascos que anuncian temblor de sementera

recorren el borde de las voces

el alarido principal y los susurros

por la margen desierta de la herida

por la lengua vacía de afluentes

y los ejes de tiempo como rectas

y los pájaros muertos de la sombra

en el dorso de un labio

abarrotado de leyendas y de flores

(Del libro inédito Ayes infinitesimales)

Y encontrar

encontrar

un pájaro sin alas

una mariposa violada

por la lengua de un áspid clavada sobre el vientre

y

una rosa un tambor un pedazo de tiza

una tiniebla

baja

(Del libro inédito Pájaros de mi alambre)

Tantas voces los surcos tantos mares

Por tijeras rasgado por zarzales

por arroyos que dividen mi pecho

en solitarios diezmos

por laureles marchitos en mi frente

por silencios de música

y puntos cardinales

tantas voces cuajadas de rocío

tanto surco repleto de ababoles

tantos mares de brisas geométricas

cuando la luz se rompe en torrenteras

y el carmín se oscurece de la tarde

tantas voces los surcos tantos mares

que la sal como esperma silencioso

y el eco detenido en los renglones

y vientos sembradores

de puñales

(Del libro inédito Ayes infinitesimales)


POEMAS DE MIGUEL ÁNGEL CANDIOTI

Marta Inés

De los tres tomos de Paul Éluard,

de Los Cantos de Maldoror,

de los Manifiestos de Breton,

¿te acuerdas? …

¿Y de la Antología de Pellegrini,

y de los pantalones,

y de las cuotas

que fueron ensayos sobre Vallejo?

¿Y de cuando nos quedamos

derrotados

porque compramos Abbadon?

Esa pobreza nos fue acosando,

palpitando en las múltiples gargantas

de nuestros censores,

mientras el arroz de todos los días

nos reunía en un manantial de ternura.

Principio y fin,

fuimos encerrando todo ese sol

que nos proponía la tarde,

en un día cualquiera

que difícilmente olvidaré.

Quizás en Rincón

o en otro temblor geográfico

me estará esperando tu señal,

sin distancias,

en donde la proximidad

del uno hacia el otro

será una sola identidad.


Y tuve miedo

La lágrima estrellada

fue la respuesta sincera a un acoso suicida,

para despertar a un pasado de adioses.

TIERNO Y VIOLENTO,

la cercana noche en marzo fue el regreso

y tuve miedo.

En herrajes nocturnos cultivarás las respuestas,

para que al fin la respuesta

sea ocio oxidado de inútiles máscaras.

Alguna vez en frenéticos rincones

la pequeña Atenas enfrentará mis nostalgias,

sobre esa-aquella arena empotrada de cielos

crecerá la mente,

y en una tarde cualquiera DIBUJARÁS MI EXILIO.

Cuando la tarde se hace una larga sombra,

¿no imaginaste que YO ERA UN DOLOR ACERADO?

Guardiana de mi efímero silencio,

fui el predestinado de tu imaginación.

Si sobre tus manos apretaste

los sonidos entorchados del silencio,

¿era yo una agonía sin historia?

¿ERA YO UNA AGONÍA SIN RESPUESTA?

(una líquida lágrima, Pequeña Atenas, 25-4-1972)


Homenaje a Pedro Antonio Candioti

La ciudad … eterna compañera del domingo,

se agitó por sus cuatro costados.

Santa Fe despertó a Pedro

con los árboles cubiertos de verano,

para introducirlo en su inmediato destino

de agua y rocío, rigor y estrellas.

En un temblor de arenas y cantos,

el Sur Fugitivo desmayó su mensaje

en el triste vientre del aire.

Las coloniales tapias

enfrentaron los primeros murmullos:

eran las voces que denunciaban

el origen de ese Hombre.

Agua y rocío, rigor y estrellas.

Cierra y olvida tus grandes caídas,

tus pequeñas gotas infinitas

de brutales despertares.

Agua y rocío, rigor y estrellas.

Sobrevivir al encuentro negado

sin ser cómplice del silencio.

Sobrevivir para arañar la mañana

sin ser intermediario de los miedos

manchados de fracaso.

Reconocer que uno es:

la respuesta,

la soledad oceánica,

la verdad que no se abandona,

ESA LUCHA RECEPTIVA Y RABIOSA

que siempre atropellará

los rostros vencidos.

Agua y rocío, rigor y estrellas

Una Santa Fe de fiesta

construyó tus símbolos.

Una Santa Fe de luto

Modeló tu grandeza.

Agua y rocío, rigor y estrellas.


POEMAS DE CARLOS VITALE

Imágenes

Quien habla (en el relato)

no es quien escribe (en la vida)

y quien escribe no es quien es.

Roland Barthes

1

Los ojos del delirio

aman su propia realidad

Yo amo la mía

Ninguna sostiene mi paso dudoso

Corazón deshabitado

el ángulo modela la visión del objeto

Monótona voz

Reflejos de reflejos me acompañan

Ya no hay lugar que aloje tanto duelo

2

A Pablo Seijas

A través de una ventana en movimiento

hay dos ojos que roban mi presencia

¿A quién pertenecerá esa imagen

al ojo que mira lo que ve

o al cuerpo que se cree no mirado?

¿Bajo qué luz

bajo qué suerte de luz

habré sido alumbrado doblemente

para no ser

para ser

no más

esta creación del cuerpo y la mirada

que destruyen así

su propio límite?

3

Párpados

Sueño con párpados

Para poblar la luz sueño con párpados

Sueño

También de claridad se elevan muros

Párpados

Solo en la noche

Solo en la noche veo

Todo esplendor anuncia toda muerte

Párpados

El miedo de la percepción es una cruel medida


POEMAS DE ROBERTO AGUIRRE MOLINA

Cuarto de composición

es solo un espacio reducido

comparado con el resto del mundo:

cuatro veinte por cuatro veinte,

dos aberturas ciegas, una puerta ventana,

y las cortinas y los muebles y las enanas.

pero lo risueño

es que en el centro exacto de gravedad

está la poesía,

ubre mansa, salmo ganador;

casi inalcanzable, casi insobornable,

deja sus pechos apenas descubiertos,

apenas conocidos, a una altura

superior a la mitad de un ancho.

pero lo risueño

es que apenas llego, a penas llego.

eso que consigo escaleras altas,

me subo al techo

alquilo un planeador.

(inédito de canción final de otoño)

Quince de marzo

A Lucar, hermano

es así como estaba: acostado,

una mano torsionada, párpado suelto;

una rosa escarlata mordía su vientre

y el ojo abierto escuchaba, ya sereno.

en el otro camino de su mano

estaba su hijo, abriendo

y cerrando el cuaderno Laprida, sin enetender.

(inédito de canción final de otoño)

Veinte y siete

ya no sé si asumo el instante doloroso

de nuestro presente país viejo y pasado por agua

a veces me quedo

hojeando la baldosa roja de mi soledad sentada

y no lo puedo creer

veinte por veinte cm es poca superficie y cuántas cosas hay

igual te quiero amor

desde el día en que decidí nacer en ti

puedo perdonar si sabes perdonar

olvidar si sabes hacerlo

lavar tus manos si te arrepientes

matar no yo no lo sé

igual te siento amor

asumo tus errores la lujuria mi apetito

a veces quisiera retorcer tu cuello defendiendo mis ideas

pero ya sé

a la media hora estaría buscando lo mismo para mí

tú y yo nos necesitamos eso es cierto

porque nadie nos cuidará mejor que nosotros

mañana haré tu corazón selva enardecida

y diré lo que ya sabes

pero tan bueno es repetirlo en la sonoridad de los silencios

que no quiero que los cuervos se animen a tocarnos

(inédito de Carta del Veinte de Octubre(uy dios), 1982)

Peces fuera del agua

caminamos por sobre un hilo

de cero comacinco milímetros de algodón todos los días,

y ni siquiera nacimos equilibristas,

ni acróbatas receptores.

pero todos los días –lo recalco,

lo hacemos sobre un delgado

hilo de algodón de cero comacinco milímetros,

atado a un barrileta oscuro, con la cola

demasiado larga y con zumbadores demasiado grandes;

y lo hacemos ya como rutina,

con el párpado resignado,

la nariz sumisa y las manos,

las manos ya cansadas, ampolladas, llagadas,

abriendo y cerrando como los peces fuera del agua.

caminamos,

caminamos

sobre las veredas delgadas de hilo de algodón,

sobre las baldosas de hilo de hilo de algodón,

sobre una tierra apoyada

en un hilo de algodón de cero comacinco milímetros;

y la boca se abre y los ojos se cierran

y las manos,

como los peces fuera del agua,

abriendo y cerrándose,

lastimándose sobre heridas mal heridas,

golpeándose sobre puertas mal abiertas;

y sin embargo,

todos los días caminamos sobre ese hilo de algodón,

sin ser equilibristas, sin que nadie nos apague;

sin que nadie nos aplauda.


POEMA DE CONSUELO DIAGO

Café y naranjas a la mar

Cuánto anduvo la tarde con nosotros

como el aire se volvió palabras

y las hojas y los troncos

cuánto han dorado todos el otoño

un pensamiento manso y largo

extenso manto

se extiende en torno de los ojos.

Caen hojas como pájaros

de los plátanos de oro

flores y alas revolotean

sobre Montevideo en este otoño.

Y con paso de puma sin pupila

a su encuentro la noche viene entrando

no es aquella luciente del verano

la de los roncos heladeros sudorosos

por las playas rosadas y amarillas

con algún tamborín que tán-tanea

entre verdes tamarices su alegría.

En esta bruna densa sombra que nos llega

por las calles como venas vacías

al pie de los jardines sus copas caídas

en una alfombra de hojas y anhelos

que asordinan los pasos que avanzan

de regreso a los cauces nativos

Andando por el barrio… por veredas silentes

como un árbol enraizado estoy en la vida.

también de la tierra tomé la comida

y en agua de sol y viento lavé mis vestidos

No sólo las plantas devuelven sus trajes del estío

En este mayo: ROSA A LA ROSA

PÉTALO A PÉTALO

PLÁTANO A PLÁTANO

JACARANDA Y NARANJAS ALAS Y VUELOS

La tierra entera va moliendo nuestro duelo

con lejano cansancio de ilusiones raídas

por todo lo frustrado

por los niños sin pan

y gente sin trabajo.

GOTA a gota como lluvia

trigos y limones a la mar

café y naranjas

y las manos tendidas de los niños

y las manos hambrientas arrasadas.

Puedo llorar mi pena que cariciosos

la enjugarán los yuyos como un pañuelo

y volverán desde lo hondo

en labrantíos los coros de mi pueblo

ahí donde caen las hojas cantan las queñas:

CAFÉ Y NARANJAS A LA MAR

miseria y duelo.

(Montevideo, setiembre 1982)


POEMAS DE DYSIS GUIRA

Seré gris

Yo sé.

Fríos amaneceres subirán desde el mar

cubriéndome de solitarias nieves.

Confinada en el invierno

junto a pálidas

estufas

beberé largas tazas de té.

Exiliada,

jamás habré de hallar la verde puerta

hacia el verano.

Seré gris.

Transitaré la lluvia.

Me nacerán paraguas

y bufandas.

Yo sé.

Algún día el viento sur me llevará consigo

en un blanco remolino

de mortajas.

Felices

Los que afirman su nombre,

los que pueden vivir en la alta noche

y deambulan por el alcohol y los poemas.

Los que extienden sus manos al rocío

y se regocijan con la luna en su cara

más redonda.

Los que transitan.

Los que bifurcan.

Los que atisban el sexo de las calles

con paciencia delicada.

Los que no se disminuyen ni se aumentan.

Los que están simplemente jugando

en las ecuaciones de las sumas y las restas.

Ellos,

son los atentos y felices escuchas

de la vida.

Al revés

Vivir

al revés.

Mundos de espejo.

Darse vuelta,

caminar hacia atrás,

desandar el hilo.

Habrá un balcón,

un cielo enorme,

una bahía

y

muchos barcos.

El sol

encontrará una niña.

Va saltando la cuerda

loma

abajo.

Encuentro

Escóndete en las islas.

Iré con un pirata del siglo XVII

en un galeón dorado.

A caballo del mar

un verde tiburón

te llevará mi nombre:

Guárdalo en los corales.

En la más alta espuma

estallará el encuentro.

Desnudos

solos

juntos

en suicidio de besos

haremos el amor bajo el océano.

Escóndete en las islas;

Bienamado.

Las cartas: nostalgias

Recibir largas cartas hermosas.

Hermosas largas cartas.

Tuyas.

Hablándome del mar azul insomne,

ancho, cálido mar donde el sol muere.

Amarillo muere,

naranja muere,

rosa muere,

púrpura muere,

naciendo azul la noche.

Noche-Mar azul.

Circular azul perfecto,

rodeando la ciudad musical dorada.

Envíame los olores salitrosos

de la marisma

del alga,

de la roca turgente donde la ola gime,

desangrándose,

espumosa

sobre el muro.

Salpicando al paseante

que no sabe,

no ve,

no conoce.

Cuéntame la empinada osadía de las palmas reales

trepando desde el mar,

ganando el aire,

luciendo altivas sus melenas verdes,

habitadas por el dios más amoroso.

Dime tu voz,

tu voz enamorada viajera del olvido,

tu voz acompañada de rocas y maracas,

llamándome.

Tu dulce voz de lobo incierto.

Tu solitaria voz de pez abandonado.

Explícame,

abandonado,

Mi abandono.

La ausencia de semillas,

la desaparición de los zorzales.

Busca la inocencia en los relojes

de su hora más tierna,

una hora sin esquinas ni puñales.

Encuentra

en un mapa dormido de países silenciosos,

borrachos

o

sonámbulos,

doblando hacia el sur,

hacia el sur siempre,

el sitio donde estoy

esperando.

Mándame

un regalo de sal,

una isla tropical y marina,

una procesión de lunas y palmares,

un sol enorme,

un ron,

una maraca,

todo el verano sin pausa que elegiste

para llenar mi cuerpo de colores solares.

Te escribiré

largas,

hermosas cartas.

Mías.

Te enviaré mi cuerpo en un sobre sellado.

Tíralo al mar cuando amanezca:

Quiero vivir un mundo de delfines.

Hombre con portafolios

A Jorge Graciarena

noche a noche lo encuentro

ensimismado

ante el mismo café que se le enfría.

Está ahí,

quieto, callado, pensativo,

con la mirada miope dada vuelta.

Afuera están las avenidas largas,

las luces encendidas,

las pomposas vidrieras.

La gente agolpada en las esquinas

esperando colectivos,

adentrándose en inciertas calles,

diluyéndose en las entrañas

de los subterráneos,

de los oscuros cines

y al abrir innumerables puertas.

Él está ahí.

Sentado.

Solitario.

Junto a su desvencijado portafolios

con un lento cigarrillo

y el cansancio

de su corazón y su camisa.

Alguna vez me gustaría acercarme,

preguntarle su nombre,

su apellido,

la distancia que hay de polo a polo,

si le gusta la lluvia,

si prefiere el invierno o el verano

y qué hace las tardes de domingo.

Alguna noche de estas,

simplemente

extenderle la mano,

decirle: “Buenas noches”

o “Hace frío”.

Pienso que no es difícil conversar

con un hombre.

Es algo natural.

Como estar vivo.

Tener sed.

Morirse un día cualquiera

sin aviso.

Pienso.

Digo.

Y, sin embargo

noche a noche termino mi café.

Me levanto.

Paso por su lado.

Sigo.

Nunca le pregunté cómo se llama.

Los dos somos lo mismo:

parte de su gastado sobretodo,

el viaje a la oficina,

la pena de aquel chico

escapándose al puerto,

anhelante de barcos y caminos.

Afuera

la ciudad está esperando.

Continúa el infinito.

Un hombre solo avanza hacia la muerte

con su viejo portafolios deslucido.


POEMAS DE EDGARDO GUGLIERMETTI

Rondas

Otra vez en la hierba

irrumpiendo con sus lejanos rostros

que me saben a dulce hechicería

como si vistiéramos el último traje

donde los duendes miran

y los cielos truecan

la grieta en ardiente maravilla.

Esta noche hay conjuros

en patas de paloma

Dios arroja la palabra disuelta

en el regazo.

Otra vez rondas de carne y traición

para fundar un ojo, una caricia.

La gigantesca red de corazones

que se alargan en suburbios de exilio.

Implacable ángel

Como si el continente

que se hunde

bajo la frescura

de la aurora,

como las predicciones

labradas por el árbol

tu silencio es una oscura cobra

que somete.

Tu inocencia morirá

en el rubor de los tallos

tu piel será invadida.

Criatura desollada

en un rincón del paraíso.

Implacable ángel

que desciendes del sol

y guardas en tus nichos

la antorcha del destino.

Las bellas muertes

Después del beso

después de la ternura

girando enloquecida en los portales

con su llave de un día

con su canto de ahora

nos quedará

un ojo solitario

un ojo como un blanco homenaje

en la ceniza de las tumbas.

Un trozo de piel

sumergido entre los lazos

del perdón

para doler con máscara y sentencia

para empuñar la sangre

que se cuenta entre las bellas muertes

del primer laberinto.


POEMA DE ARTEMIO GONZÁLEZ GARCÍA

Ilusión de óptica

Lo que aquí pasa es falso.

No demos crédito

al ojo que es de vidrio y es de engaño.

El microscopio pasa por los muros

y no tropieza con la piedra.

No es sólido el metal.

Lo que se toca no es tocable.

Trasmina el electrón la dentadura

y no muerde a la luz la calavera.

Pero hay párpado y forma

instalados al ojo

equivocado de estrabismo:

El mundo es de carbón y de instantánea.

Los artificios de hombre

son de viento y metal y son de pólvora.

Esto que pasa aquí es ilusión de óptica:

Los dobles del museo del hombre lobo

copiados al carbón se distorsionan;

pesan y son pesados

tienen huesos y dientes, hacen sombra,

se tiznan de oropel y de presidio,

pisan un hueso al piano de la muerte

y al margen solo queda un jeroglífico.

La tierra es una copia.

Vivir en una copia es autocopia.

Duele el hombre calcado en esqueleto;

es un fantasma

impreso en el espacio, pero duele;

su falsedad versátil

se falsifica en licenciado,

en limosnero, en hambreador, en estadista;

su ficción es de brujo y matancero,

su ideograma es un signo de cuchillos;

se baña en un tintero de exterminios,

escribe con sanguina

y con las tripas del hermano traza

la lombrosiana gráfica.

El hombre es de carbón y de mentira.

Nos duele la materia del vaciado;

el maleficio de la copia, ciega;

hemos perdido a un ángel en el hueso.

¿Nos postula el erial la calavera?

Superficie de copia circular,

abstrusa periferia de carbón, oficio

de un contumaz ilusionista…

Piso

el vertebrado exilio del repetido filo de la tierra

y un renglón que se enrolla

a la escritura del tropel

me pierde en el sintagma terrorífico…

¿Qué rúbrica, qué iniciales, qué sellos

perdurarán al calce

de esta impresión de desiguales?

Piso el lingote de este camino nominal,

piso el renglón de oficio

y timbra la costilla de la muerte:

se cruza el crucigrama de ataúdes,

la muerte original borra los dobles

y crepita el carbón ilusionista…

Esta copia del mundo no es la cierta:

Los hombres suplantados son de tizne,

hay ejemplares tísicos de anemia

y folletines gordos de opulencia,

pero todos se ahogan en su mancha,

los mata la mentira de su copia.

¿Y en auténtico, el ángel, el primero?


POEMAS DE ANTONIO DANIEL DELGADO

Vejez

Los ayeres se encienden en silencio.

Es un grito apocado el día.

A veces,

del gris resulta el arcoíris.

Y otras,

el gris es un matiz del claroscuro.

La vida es un anillo de humo

que asciende,

lentamente,

destiñendo su gris en los rincones,

hasta ser solo una mancha,

desapareciendo.

Momentos

Grito

y mi ahuecada voz

se quiebra en los silencios.

Solitario

pleno de mi brinco abismos.

Me deshojo en vivencias

a cada salto.

Desoyendo las voces de los hombres

busco la propia que no alcanzo.

Vivo un universo habitado

por caras inconexas de pasado,

de presente, de mañana.

Me permito la licencia del amor

que brota a veces

como engaño.

Violencia

El cíclope camina,

se lleva por delante cuanto alcanza.

Sus pies se clavan en los cuerpos

de los hombre acabados.

Marcha ciego.

Su ojo enmohecido pende

enganchado a su mano.

Se desgarra en gritos fatigados.

Ahondando los silencios,

Apagando las palabras.

Es un feto ensangrentado la esperanza,

gimiendo ahogado por su sombra.

No hay voces que puedan detenerlo.

Arrastra sin saber

el musgo rojo que estelaron los hombres.


POESÍA DE HUGO MUJICA

odo debe creerse

como si uno creyera

mentir esperanzas,

hasta que la esperanza desmienta la vida

hay espejos que son como puertas:

se abren partiéndose.

tan pocos mueren de vida

fueron cayendo los muros,

pero no hubo del otro lado.

hubo el mismo viento

diciéndose en su irse,

el mismo adiós azulándose

hacia donde no se es ya ni olvido

casa del viento

el incendio de un bosque

y cuando ya todo sea nada

será el don de toda nada

hay hambres que no son de hambres

son de hastío

me muero de hombre

en este hueco de dios

espantajos

sin pájaros ni verdes

no me pide los pasos

me pide el pecho para volcar su nido

todo llega de su ausencia


POEMAS DE IRENE ROUX

Los dragones de tu alma

Los dragones de tu alma heridos de muerte

pujaban por salir

de tu cuerpo ebrio de resabios

que al fin

quería de ellos liberarse

Los dragones que desde hacía mucho

habitaban dentro de ti

fueron alcanzados

de repente

sólo porque yo creí en ti

y tú en mí

Esos horribles dragones que sí querían vivir

dentro de ti

luchaban con sus horribles armas mortales

para tratar de sobrevivirme

a mí

pero…

estabas también tú

que creíste en mí

Esos dragones de tu alma no contaron con eso

simple detalle

que se les pasó

pero

la realidad no era yo

eras tú

que nunca te atreviste a enfrentarlos

hasta

que aparecí yo

y de repente

los dragones agazapados en tu alma para atacarte

en cada día de tu vida

fueron horriblemente vapuleados

por mí

que creí en ti

y por ti

que creíste en mí

y después

esos horribles dragones que lucharon afanosamente

por recuperarte

a ti

se metieron desafiantes dentro de mí

pero

yo

mostrando que sólo tenía las armas del amor

levantadas por ti

sonriendo detrás de mi angustiada pena

les mostré la puerta,

la mía,

por donde salir

y…

salieron al fin

de ti y de mi

Reflejada en un espejo

¿Existe alguna alma penando sus penas?

¡No! contestan rápido y enérgicos

los que de no tener alma

se quejan

¿Es que alguien que ama no tiene alma?

¡No! contestan rápido y enérgicos

los que de no tener alma

se quejan

¿Es que el alma es para todos los que siempre dicen ¡No!?

¡Sí! contestan rápidos y enérgicos

los que de no tener alma

se quejan

He aquí que ahora pregunto yo mirando mi cara

reflejada en un limpio espejo:

¿Tú que tanto amas y amas qué piensas?

Pienso como tú, tu alma y la mía parejas caminan

¿Pero con qué rumbos hermana mía?

No sé con certeza

¿Y tú lo sabes?

Por eso a ti te lo pregunto, quizás tú desde ahí

puedas aclarar mis dudas

o

tengas una respuesta

¿Y tú puedes aclarar las mías?

Quizás, si tú salieras de ese espejo y entraras en mí,

juntas tendríamos la respuesta


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