Temas de nuestra américa Vol. 32, N.° 59 ISSN 0259-2339 Páginas de la 53 a la 63 del documento impreso |
Iebzaqua. Cuerpo y territorio
Iebzaqua. Body and territory
Iebzaqua. Corpo e território.
Jose Ángel Villabona-Juez
Universidad Tecnológica y Pedagógica de Colombia
Recibido: 3/8/2015 Aceptado: 30/10/2015 / http://dx.doi.org/10.15359/tdna.32-59.4
Resumen
Iebzaqua es un viaje a través de un proceso que parte de una búsqueda personal de integrar la formación como artista plástico a una propuesta pedagógica frente al cuerpo en relación con la concepción de territorio, desde lo físico y lo simbólico, como un camino de encuentro intercultural y de mutuo aprendizaje con comunidades educativas en diferentes contextos. En el trabajo, el arte, el cuerpo y el territorio adquieren un componente simbólico, son vistos como el primer territorio, el de la vida, lugar donde se gesta la experiencia, pues conocemos con el cuerpo y a través del cuerpo miramos el mundo. En ese sentido es entendido como una forma de ser, de estar y de ubicarse en el espacio. Subjetivamente, cómo me ubico, como sujeto, en un territorio y lo comprendo en relación con las posibilidades culturales e históricas.
Palabras clave: educación, conocimientos tradicionales, artes, cuerpo y territorio, comunidades muiscas, América Latina.
Abstract
Iebzaqua is a journey through a process that beings as a personal quest to integrate training as an artist into a pedagogical proposal with respect to the body and in relation to the conception of territory, from the physical and the symbolic, as a path of intercultural discovery and mutual learning with educational communities in different contexts. In this work, art, the body, and territory acquire a symbolic component; they are seen as the first territory of life, where experience originates, given that we learn with the body and through the body we look at the world. It is understood as a way of being, of living, and of placing oneself in the space. Subjectively, how I place myself as a subject in the territory and how I understand it in relation to cultural and historical possibilities.
Keywords: education, traditional knowledges, arts, body, territory, Muisca Communities; Latin America
Resumo
É uma viagem através de um processo de pesquisa pessoal para integrar a formação como artista e uma proposta pedagógica do corpo em relação ao território, a partir do nível do físico e simbólico. É uma forma de encontro intercultural e aprendizagem mútua com as comunidades educativas em diferentes contextos. Arte, corpo e território tem um significado simbólico. Eles são vistos como território primeiro, a da vida, onde a experiência ocorre. Sabemos através do corpo e através do corpo e nosso olhar para o mundo. Nesse sentido, Iebzaqua entende-se como uma forma de ser, de viver e localize no espaço. Subjetivamente, como eu é posesionado como um sujeito em um território e como eu entendo em relação às possibilidades culturais e históricas.
Palavras chave: educação, conhecimento tradicional, artes, corpo e território, comunidades Muiscas, América Latina
Introducción
En ese sentido la palabra iebzaqua significa ubicarse en el lugar que corresponde, y se origina en la cultura muisca de Colombia, específicamente de las raíces etimológicas ie que significa camino o sendero (Rozo, 1997) y zasqua que hace referencia a colocarse o poner a alguna persona o cosa en un lugar o condición determinada. (Gómez, 2012)
Por otro lado la palabra iebzaqua hace referencia al camino del muisca, como lo propone (Rozo, 1997):
El término Iebzaqua, hace lugar, es palabra compuesta, cuyo primer término íe traduce camino y nos hace pensar en uno de los significantes de espacio que estaba considerado en relación al movimiento, al desplazamiento, como un camino, como espacio entre un principio y un fin, ya que la palabra íe, también significa barriga, humo, suelo, oración, etc.
En muisca Iebzaqua puede hacer referencia a los lugares “señalados” que tenían miembros de la sociedad en celebración de sus ritos y ceremonias… (p. 9).
De esta manera, iebzaqua es una idea que se retoma de la cultura muisca de Colombia, e invita a pensar el territorio como sustrato ontológico del ser, como base de la comprensión del mundo, de nuestra ubicación en este y de la ubicación del mundo en el universo.
Otra interpretación de dicho vocablo es que surge del bohío o suhusymuy en Tunja, en un círculo palabra que es una forma tradicional indígena de reunión colectiva alrededor del fuego, donde se sienta el anciano sabedor de la comunidad o el sacerdote. Ambos son personas que tienen la capacidad de ayudar al otro o al pueblo con el propósito de orientar o brindar un consejo. En el bohío se entrega la información de lo que son y significan las costumbres, normas, leyes y ordenanzas de los abuelos en el territorio y del mundo. Es donde se da a conocer la forma de cómo el hombre se puede relacionar consigo mismo, cómo debe ser la relación con los demás seres y con el universo.
Lo que se hace dentro del círculo de palabra muisca es transmitir desde la tradición oral un saber que se le entrega desde la palabra bonita al pueblo; hilando el pensamiento en un orden, se abordan temas como el alimento, la familia, la naturaleza, la cultura y la simbología de la comunidad indígena, entre otros. En el círculo se maneja una dinámica interna, primero se escucha al sabedor, luego la comunidad pregunta, cada persona que se encuentra en el lugar “bohío” expone su pensamiento y sentir frente a un tema o problemática que ha planteado el mayor de la comunidad y al final se reflexiona, para generar un diálogo e intercambio de saberes.
Hay que aclarar que para la comunidad muisca hay un respeto sagrado hacia la palabra, ya que es un elemento vivo, que habita en cada uno de los seres, porque es parte integral del ser, es carne y sangre del cuerpo.
Precisamente en el año 2012, en uno de los círculos de palabra, el Gobernador de la comunidad muisca-Chibcha de Hunza, Wexica- Xieguanzisa Ingativa Neusa, (Abuelo Xiegua), como sacerdote sabedor en el interior del bohío, invitó a pensar y reflexionar sobre el astillo principal1. Este astillo es la columna que sostiene todo, física y espiritualmente. Los muiscas le denominan “Tamuy” que traducido al español significa “alma del bohío” y representa el centro de conexión entre los mundos espirituales en lo superior –en el cielo, en el sol, en el cosmos– y en lo inferior, en la tierra, lugar donde emprenden el viaje los muertos muiscas. El astillo, simbólicamente es el espíritu del bohío, a su vez es el centro u ombligo del universo desde la visión cosmogónica de la comunidad muisca-chibcha.
Wexica, en el intercambio de palabras invita a pensar el centro, nuestro centro, como el origen del pensamiento del Muisca, para ubicarnos en lugar que nos corresponde con la idiosincrasia y los sincretismos que merece, y analizar otras formas de entender la relación hombre y la naturaleza, basado en los principios de la ley de origen, el respeto por lo vivo, y el trabajo para la comunidad. (Diario de campo, 21 de junio de 2012)
Él lo denominó iebzaqua idea que, aproximadamente, traducida al español significa “ubicarse en el lugar que corresponde”.
Iebzaqua se comprende en la investigación como el camino de conocimiento del ser en torno a su dimensión corporal y creadora, en relación con el territorio que lo rodea, valiéndose de elementos ancestrales para la creación de lenguajes corporales. Remite al cuerpo como un punto de partida hacia el aprendizaje de nuevas habilidades, para percibir el cuerpo como una memoria que permite descubrir historias desde lo que habita dentro de sí y fuera de sí.
De esta manera el camino invita a ubicarse en el mundo –cuerpo interno– y localizar el pensamiento-mente y espíritu en lo físico para ser en el mundo, para construir lazos interpretativos que permitan conocimientos relacionados con la tradición y el territorio como un concepto que integra lo histórico, lo sagrado y la sabiduría de la naturaleza en una concepción de vida comunitaria. Como la tradición ancestral enseña, no es un recurso para explotar, sino un espacio de vida tanto recíproca como complementaria asociado con la memoria colectiva y con las prácticas corporales que son propias de un espacio determinado. (Huanacuni, 2010)
Iebzaqua, más que una palabra, corresponde a un modo de ser-estar en tiempo y espacio. Este pensamiento es guía para la creación de poéticas físicas a partir de elementos ancestrales como respaldo a construcciones corporales, basados en otras epistemologías, con el propósito de ser trasladados a códigos de movimiento semióticos y simbólicos para expresar una idea e interpretarla con un lenguaje corporal determinado por las condiciones del intérprete creador y de las emociones generadas ante los acontecimientos.
Con estos argumentos, pensar-se, re-crear(se) en el territorio para generar una visión y una actitud frente al entorno, en continua interacción con él, ubicarse en un lugar es encontrar un centro de orientación un punto donde situarse para mirar el mundo. Como anota Castro-Gómez en La Hybris del punto cero (2005), se denominará el punto cero al lugar neutral del observador frente a la realidad, donde está el punto medio para la interpretación como una forma imparcial de aproximarse al mundo, lo cual corresponde a la necesidad de ser-estar en el territorio y, en especial, dentro del cuerpo, para localizar el pensamiento y conocer el mundo desde lo que sucede en él, con él, junto a él, desde una concepción meramente física.
Cada paso, cada movimiento, es un vehículo de memoria a través del cual las comunidades se expresan y se comunican. El movimiento ha sido un canal de reconocimiento ante otros y ante sí mismas, debido a que cada época y momento de la historia considera una utilización del cuerpo que depende de las necesidades propias de la sociedad y de sus imaginarios. Al cuerpo pertenecen muchas trasformaciones a partir de esferas sociales, económicas, de lo cotidiano. Es así que la relación del ser humano con el cuerpo ha sido re- planteada constantemente.
Cuerpo y territorio. Iebzaqua, un sentido educativo
El cuerpo se vincula con el territorio como un fundamento intercultural, que hace posible el diálogo de saberes enzalados con la información que el propio cuerpo tiene aunado a los elementos tradicionales, para acercarse a la relación complementaria de ser humano (cuerpo) y naturaleza (territorio). Dichos elementos permiten aproximarse al territorio como una red de relaciones que cuenta con una estructura organizativa, según los usos y costumbres, tradiciones, idioma y cosmovisiones de las comunidades.
En la visión occidental, el territorio es visto como un espacio fragmentado, disociado del cuerpo. En la pedagogía tradicional, se le mira desde un punto de vista materialista, desde donde provienen los recursos. Al respecto, Goueset (1999) señala:
Dimeo (1993) (…) define el territorio como un fragmento de espacio donde funcionan tres tipos de estructuras: una infraestructura (el espacio físico, con sus artefactos humanos, y la esfera de las actividades económicas), una superestructura (tanto el campo político, como el ideológico y el simbólico) y una metaestructura (la relación individual con el espacio; noción que hace eco con el concepto tradicional de espacio vivido - espace vecu)
De acuerdo con Goueset, el espacio físico está desarticulado de la naturaleza como lugar de saber y conocimiento, al reconocer tres tipos de estructura sin una relación clara entre el territorio, cuerpo y naturaleza. La concepción de territorio debe ser la que se construye a partir de la actividad espacial de gentes que operan en diversas escalas (Delgado, 1998).
El territorio tiene un significado para la gente, es el lugar donde se tienen las raíces, está lleno de vida espiritual, es allí donde viven los ancestros y también los seres que enseñan a conocer la naturaleza; el territorio es un espacio habitado y tejido a través de generaciones.
Estos significados se han configurado desde múltiples interpretaciones de la vida social de la comunidad, acorde con la propuesta de Delgado (1998), quien señala que: “espacio territorio y región, y los procesos derivados de sus dinámicas, constituyen la escénica de la espacialidad de la vida social”. El territorio es dinámico y es configurado por las comunidades, las cuales generan apropiación y empoderamiento con la construcción comunitaria que se refleja en la comprensión de mundo que las rodea: “Luego la palabra territorio ha evolucionado hacia el concepto de espacio apropiado, con una conciencia de esa apropiación” (Goueset, 1999).
La relación de cuerpo y territorio encuentra fundamento en el conocimiento ancestral, donde se tienen en cuenta los saberes cosmogónicos del territorio para la creación de lenguajes físicos y códigos de movimiento que expresen sentires, experiencias e historias narradas con el cuerpo y donde, a su vez, las comunidades son sensibles a entender la necesidad de los otros.
Esta relación permite que las comunidades educativas fortalezcan, a través de talleres de cuerpo, su capacidad analítica, creativa y expresiva para provocar una reflexión conjunta sobre la conciencia de la corporeidad, con el propósito de explorar su propio lenguaje y con ello poder comunicar otras formas y sentidos frente a la vida, estableciendo relaciones profundas con la realidad.
En el cuerpo nacen y se propagan significaciones que constituyen la base de la existencia colectiva, es el eje de relación con el mundo (Le Breton, 2002). Como un espacio cultural de pertenencia, como un modo en el cual las comunidades reaccionan con su entorno material y espiritual, la manera como lo perciben y el valor que le otorgan (Tuan, 2007), se parte de un proceso de identificación simbólica con los saberes tradicionales, los cuales componen un lenguaje para aportar a una forma de ser y estar en el mundo, en el tiempo y espacio que se ocupa, no solo físicamente, sino como algo que debe ser trascendido a aspectos que se relacionan con la naturaleza como fuente de conocimiento físico y, a su vez, espiritual desde la cosmovisión muisca.
Cosmovisión: es la experiencia conceptualizada, es en parte personal, pero su mayor parte es social. Es una actitud y un sistema de creencias, donde la palabra sistema, supone que las actitudes y las creencias están estructuradas, por más que sus conexiones puedan aparecer arbitrarias desde un punto de vista impersonal u objetivo (Tuan, 2007, p. 13).
El territorio también es entendido como una forma de apropiación espacial del ser humano y la sociedad en un lugar que da origen al conocimiento. Tiene unos caracteres simbólicos que permiten su representación física, desde lo que existe, ya que puede ser tocado, sentido, percibido, así como posee sus propias necesidades particularidades y aspiraciones. Es susceptible de ser re-creado desde las subjetividades de las comunidades. No es quieto, es cambiante; no es fijo, sino móvil, mutable y desequilibrado (Delgado, 1998).
Una forma de aproximación del cuerpo con el territorio y su relación con la naturaleza es la que propone la autoridad ancestral indígena muisca de Boyacá:
La tierra nuestra madre, es un ser viviente y está atada con hilos invisibles de oro al universo. Es lo mismo que nosotros, cuando nuestra madre nos lleva en su vientre estamos a ella unidos por el cordón del ombligo. En ella somos pequeños como lo es la célula en nosotros.
Yo soy la tierra y la tierra soy yo. Soy hijo de la gran memoria, soy hijo del gran tchiminigagoa, soy hijo de la gran sabiduría.
La gran madre, naturaleza, nos da de su leche que es el agua, nos da su piel que es la tierra y nos da todo su amor reflejado en las cosechas, en el viento, en el calor, en el frío, en el verde de sus montañas, las piedras, los ríos, las lagunas, la nube, la niebla.
Mi cuerpo es una tierra pequeña, que tiene todos los reinos de la naturaleza, es la casa sagrada de mi padre tchiminigagoa.
Los senos son réplicas de las montañas, tienen agua y nos dan su leche para quitarnos el hambre.
Mis brazos son fuertes y me ayudan con las manos a acariciar la piel de la madre en tiempos de labranza y ella con amor nos da sus flores y sus frutos.
Tengo ojos para mirar la madre que me parió.2
En este mensaje se denota una percepción muy compleja de cómo el cuerpo y la naturaleza se conjugan en un saber del mundo, el cual es a su vez propio para entender la vida armoniosa en la esencia del indígena quien conjuga el respeto hacia su madre tierra y el conocimiento en relación con sus dioses que brindan el alimento y el aliento. Asimismo, los campesinos comprenden esta relación como lo menciona Robert:
...para mí, la tierra que poseo está siempre allí, esperándome, forma parte de mí, la siento muy dentro de mí es tan mía como mis brazos o piernas, la tierra es mi amiga y mi enemiga, es ambas cosas. La tierra rige mi vida y mi ánimo, si las cosechas van bien, me siento bien, y si hay problemas con los cultivos, soy yo quien tiene problemas. (Comentario de campesino sobre su relación con la naturaleza. Relato retomado del Primer Encuentro Solar de Goranchacha. Bohío UPTC, 2011)
Es importante resaltar el valor que se concede a la tierra en los dos casos citados anteriormente y como ella influye en el comportamiento, en el sentimiento, en la vida misma, ya que nada está separado de ella. Es aquí donde el cuerpo y el territorio son uno, forman una unidad de vida y de conjunción. La naturaleza desde la siembra, la cosecha, el fruto, que es el amor hacia el ser humano y este, a su vez, muestra su respeto y veneración por lo que le brinda, por su generosidad:
Entonces me pregunte ¿qué ciudad soy? Y aún no tengo respuesta.
Y también, me pregunté ¿qué calle soy? Y decidí ser una transversal, me agrada el sentido que le da al mapa visto desde el aire. Continuando con mis preguntas salí a la ciudad, en especial al centro histórico de Tunja, en el cual sentí fascinación por la calle, por sus parques y el silencio del ir y venir y mezclarse al caminar, entre la muchedumbre, miré a la gente que habita su esquina para vender agüitas, tintos, perros, sitios que se transforman en referencia: La esquina de los perros de San Francisco; la esquina del Wimpi, en la Plaza de Bolívar; los emboladores en el centro, la señora de los minutos de cien. En la noche otras formas de habitar el paisaje dan lugar a otras experiencias de cuerpo de territorios más clandestinos, de gente que habita su esquina para dormir, otros para fumar, la oscuridad transforma el mundo, su misterio cambia la ciudad, lo oculto surge…
Pero un día, me llegó este refrán Oriental “cuando estoy en la ciudad, la ciudad es grande y las montañas son grandes; y cuando estoy en las montañas, las montañas siguen siendo grandes y la ciudad pequeña”, la ciudad es pequeña, entonces no era como lo imaginaba, entonces salí a acampar a la laguna de Iguaque y entendí que la ciudad es una costra en la piel de la tierra.
En las caminatas, en las acampadas con los amigos, se presentaba ese momento de estar con la naturaleza, un contacto de por sí individual en el cual entendí que pertenecía a un lugar en especial y que se llamaba Tunja… (Diario de campo, 18 de julio de 2014)
Esta cita del Diario de campo permite hacer un acercamiento a la interpretación de territorio desde el sentimiento que produce estar en él y preguntarse sobre él, en continua interacción, así como al reconocer las posibilidades de encantamiento. Lo que se denomina topofilia.
La palabra topofilia es un neologismo, útil en la medida que puede definirse en amplitud para incluir todos los vínculos afectivos del ser humano con el entorno material. Dichos lazos difieren mucho en intensidad y sutileza y modo de expresión. La reacción con dicho entorno puede ser principalmente estética y puede variar desde el placer fugaz que uno obtiene con un panorama a la sensación igualmente fugaz, pero mucho más intensa, de la belleza que se revela de improvisto. La respuesta puede ser táctil: el deleite de sentir el aire, el agua o la tierra. Más permanente –pero menos fácil de expresar– es el sentir que uno tiene hacia un lugar que es nuestro hogar, el asiento de nuestras memorias. (Tuan, 2007, p. 131)
En el cuerpo pueden recrearse historias que difícilmente pueden narrarse en otro lenguaje. Pero cuando son llevadas a ejercicios, a movimiento, adquieren un significado y un sentido metafórico. El desarrollo de talleres del cuerpo y el territorio permite analizar las configuraciones espaciales de diferentes sujetos, a través de un mismo ejercicio, luego de haber hecho un reconocimiento desde la percepción.
A partir de ello se concluye que docentes y estudiantes configuran su territorio con los trayectos que trazan día tras día, camino de ida y camino de vuelta hacia la escuela, la representación cartográfica es una expresión de su concepción del territorio.
Los caminos se entrecruzan como una expresión de interrelación de las disciplinas del ejercicio docente, de sus vidas y de la naturaleza, de las montañas y la vegetación que los rodea. La cartografía revela la percepción, los anhelos, los sentimientos y los estados de ánimo, aspectos significativos y relevantes para los docentes y para la construcción colectiva de una realidad.
El ejercicio del territorio en relación con el cuerpo posibilita trabajos centrados en la conciencia del cuerpo como territorio de vida, lo cual da un sentido diferente al proceso educativo encaminado, al re-conocimiento y fortalecimiento de la cultura y a la comprensión del territorio donde se gesta la vida, el lugar donde se desarrolla la resistencia a los modelos dominantes.
Para concluir, el cuerpo desde Iebzaqua es entendido como una forma de ser y de estar, como una manera de ubicarse en el espacio, como persona es un cómo me ubico en un territorio y lo comprendo en relación con las posibilidades culturales e históricas que tiene. Es por ello que se trabaja con una pedagogía en torno al cuerpo, en la cual se consideran estas líneas, estos componentes y elementos que lo integran y que son su manifiesto. Dichos elementos y componentes propician un amor por el suelo natal, por las historias de vida, modelan las alegrías y, de esta manera, re-territorializan los espacios sustraídos al imaginario individual y colectivo. Para vivir, el ser humano debe darle algún valor a su mundo.
Iebzaqua es una oportunidad para reconocer el cuerpo como elemento simbólico de expresión que posibilita un acercamiento al territorio desde lo profundo de la comunidad muisca, como oportunidad para conocer-se y re-conocerse, en el mundo.
El trabajo del cuerpo es inacabado. Se encuentra en constante cambio y transformación. No hay verdades absolutas de cómo abordarlo o trabajarlo, pero es el lugar de vida, lucha y resistencia en el mundo de hoy. El cuerpo menciona, se compone por otros lenguajes y por ello crea mundos, los manifiesta desde lo imposible y aporta en la construcción de sujetos sensibles con efectos en la construcción de comunidad. El cuerpo es arte, vida, expresión, movimiento, desde él emergen otras posibilidades de lenguaje, crea vínculos entre sociedad y cultura, aportando a la formación de sujetos y comunidades.
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2 Museo arqueológico de Tunja. Guion museográfico, exposición Salud y Cuerpo Muisca. 2011.
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