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Temas de nuestra américa

e-ISSN: 2215-3896.
(Julio-Diciembre, 2022). Vol 38(72)
DOI: https://doi.org/10.15359/tdna.38-72.5
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Pensamiento y teoría social


Raúl Prebisch y la CEPAL en la institucionalización de las ciencias sociales latinoamericanas

Raúl Prebisch and ECLAC in the institutionalization of Latin American social science

Raúl Prebisch e a CEPAL na institucionalização das ciências sociais latino-americanas

Enzo Andrés Scargiali

Académico

Universidad de Buenos Aires

Argentina

Recibido: 27/12/2021 - Aceptado:1/04/2022


Resumen

El artículo tiene por objetivo analizar las transformaciones impulsadas por Raúl Prebisch y la CEPAL en la institucionalización de las ciencias sociales latinoamericanas. Las preguntas que guían la investigación son: ¿Cuáles fueron las principales discusiones que atravesaron el campo de estudios de las ciencias sociales latinoamericanas durante las décadas de 1940 y 1950? ¿Cuál fue el lugar de América Latina en la institucionalización de las ciencias sociales? En primer lugar, se reconstruye el proceso histórico de institucionalización de la CEPAL y de los diferentes espacios de discusión académica en la formación de Raúl Prebisch, economista argentino. Luego, se caracterizan las novedades teóricas y políticas que trajo aparejadas el estructuralismo latinoamericano en el marco de la CEPAL durante la década de 1950. También, se indaga en las críticas al desarrollismo cepalino por parte de las teorías de la dependencia durante la década de 1960. Por último, se realizan algunas consideraciones acerca del rol de Raúl Prebisch en la CEPAL. El enfoque metodológico utilizado es la sociología histórica de América Latina. Es una disciplina que rescata de forma híbrida las teorías del cambio social, propias de la sociología, y la investigación apoyada en archivos, de la historia. Además, tiene la potencialidad de analizar los procesos sociohistóricos con el prisma de la larga, mediana y corta duración, lo cual posibilita un entendimiento procesual y de largo aliento.

Palabras clave: América Latina; CEPAL, ciencias sociales latinoamericanas; Raúl Prebisch; sociología histórica de América Latina

Abstract

The aim of this article is to analyse the transformations promoted by Raúl Prebisch and ECLAC in the institutionalisation of Latin American social sciences. The questions that guide the research are: What were the main discussions that crossed the field of Latin American social science studies during the 1940s and 1950s? What was the place of Latin America in the institutionalization of the social sciences?

First, it reconstructs the historical process of the institutionalisation of ECLAC and the different spaces of academic discussion in the formation of Raúl Prebisch. Then, it characterises the theoretical and political innovations brought about by Latin American structuralism in the framework of ECLAC during the 1950s. It also explores the criticisms of ECLAC's developmentalism by dependency theory during the 1960s. Finally, some considerations are made about the role of Raúl Prebisch in ECLAC.

The methodological approach used is the historical sociology of Latin America. It is a discipline that rescues in a hybrid way the theories of social change, typical of sociology, and research supported by archives, from history. In addition, it has the potential to analyze sociohistorical processes with the prism of long, medium and short duration, allowing a long-term and procedural understanding.

Keywords: ECLAC, Historical Sociology of Latin America, Latin America; Latin American social sciences; Raúl Prebisch

Resumo

A finalidade do artigo é analisar as transformações promovidas por Raúl Prebisch e pela CEPAL na institucionalização das ciências sociais latino-americanas. As questões que orientam a pesquisa são: Quais foram as principais discussões que atravessaram o campo dos estudos das ciências sociais latino-americanas durante os anos 40 e 50, qual foi o lugar da América Latina na institucionalização das ciências sociais, e qual foi o lugar da América Latina na institucionalização das ciências sociais?

Primeiro, o processo histórico de institucionalização da CEPAL e os diferentes espaços de discussão acadêmica na formação de Raúl Prebisch, economista argentino, é reconstruído. Em seguida, ela caracteriza as novidades teóricas e políticas trazidas pelo estruturalismo latino-americano no âmbito da CEPAL durante os anos 50. Em seguida, explora as críticas ao desenvolvimentismo da CEPAL pelas teorias de dependência durante os anos 60. Finalmente, são apresentadas algumas considerações sobre o papel de Raúl Prebisch na CEPAL.

A abordagem metodológica utilizada é a sociologia histórica da América Latina, uma disciplina que se baseia nas teorias da mudança social da sociologia e da pesquisa de arquivos da história de uma forma híbrida. Esta disciplina tem o potencial de analisar processos sócio-históricos através do prisma de longa, média e curta duração, permitindo um entendimento processual e de longo prazo.

Palavras chave: CEPAL, Sociologia Histórica da América Latina, América Latina; ciências sociais latino-americanas; Raúl Prebisch

“Un tiempo de crisis y de transformaciones societales define, entonces, el marco que delimita el cuadro constitutivo de las ciencias sociales como actividad profesional institucionalizada en América Latina.” (Ansaldi, 1991)

“Las disparidades distributivas son seculares en América Latina y el privilegio tiene hondas raíces históricas” (Prebisch, 1971)

Introducción

El objetivo del artículo se centra en analizar las transformaciones impulsadas por Raúl Prebisch y la CEPAL en la institucionalización de las ciencias sociales latinoamericanas. En particular, se caracterizan las novedades teóricas y políticas que trajo aparejadas el estructuralismo latinoamericano. También se indaga en las críticas al desarrollismo por parte de la teoría de la dependencia durante la década de 1960. El enfoque metodológico utilizado es la sociología histórica de América Latina. Es una disciplina que rescata de forma híbrida las teorías del cambio social, propias de la sociología y de la investigación apoyada en archivos, de la historia. En palabras de Ansaldi et al. (2008, p. 3), principal referente de la disciplina en América Latina, “se trata de una perspectiva que reacciona contra una historiografía sin teoría y sin conceptos, tanto como una perspectiva que reacciona contra cierta sociología sin historia”. Los estudios de esta disciplina se caracterizan por plantear preguntas sobre transformaciones sociales, políticas y económicas (Giordano, 2014).

Como bien ha considerado Jorge Graciarena, hacia finales de la década de 1970, en un curso dictado en San José de Costa Rica, los momentos de mayor creatividad y expansión de las ciencias sociales en América Latina se dieron con más énfasis cuando su conexión con las transformaciones sociales fue asumida de forma lúcida. En este sentido, Raúl Prebisch puede ser considerado uno de aquellos intelectuales latinoamericanos que logró articular el mundo científico con la coyuntura de nuestro continente, plasmando sus ideas en diversas publicaciones, conferencias e instituciones. Particularmente, en este trabajo avanzaremos en las que transitaron a través de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Prebisch y desarrollo latinoamericano, son dos palabras que no pueden pensarse de forma disociada. El primero puede ser considerado uno de los precursores de la expansión de las ciencias sociales en América Latina, no solo a partir de sus estudios acerca del desarrollo económico, sino también por haber sido uno de los engranajes clave para la institucionalización de la CEPAL, uno de los principales espacios de investigación y desarrollo de políticas públicas a nivel regional. No solo por sus postulados teóricos, sino también por los debates y posicionamiento críticos que circularon en torno a sus ideas. En segundo lugar, el concepto desarrollo –como bien ha destacado Devés Valdés (2003)- ha sido, probablemente, el más utilizado por los intelectuales latinoamericanos luego de la Segunda Guerra Mundial.

Raúl Prebisch, contador público formado en la Universidad de Buenos Aires, antes de su salto a la CEPAL, realizó su carrera profesional como director de estadísticas de la Sociedad Rural Argentina, entidad que reune a los grandes productores agropecuarios dedicados a la ganadería del país. También, se desempeñó como subsecretario de Hacienda y Agricultura durante el gobierno de facto de Félix Uriburu entre 1930 y 1932. En 1933 fue asesor del gobierno en la firma del Pacto Roca-Runciman con Gran Bretaña. En 1935 formó parte de la fundación del Banco Central de la República Argentina y se convirtió en su primer director.

Tras su salida del Banco Central de la República Argentina, su lugar de trabajo hasta el año 1945, comenzó su interes por el contexto regional, haciendo escala en Paraguay, Guatemala, Venezuela y México donde realizó diferentes trabajos de asesoramiento económico antes de ser nombrado presidente de la CEPAL. En las próximas secciones, indagaremos en el papel de Raúl Prebisch durante su paso por la Comisión Económica para América Latina en las diferentes etapas de producción teórica e intelectual de la institución.

En una publicación realizada hacia mediado de la década de 1980. Prebisch (1983) distinguió dos etapas centrales en la transformación de su pensamiento económico. Desde el comienzo de su carrera académica realizó trabajos respecto de la caracterización del ciclo económico nacional: consideraba que el auge y colapso de estos procesos se producía por las mismas fuerzas que en algunos momentos promovían la actividad económica en la etapa expansiva y que operarían en dirección opuesta durante la fase contractiva (Pérez Caldentey, Sunkel y Torres Olivos, 2012). En palabras de Gabay (2008): “la participación de Prebisch en el campo del poder estatal en la Argentina en la decada de 1930 incidió notoriamente en el giro o viraje que se produjo en su toma de posición, desde un pensamiento de corte ortodoxo hacia otro heterodoxo en el dominio de la teoría polítíca” (p. 104).

Entre las experiencias que lo condujeron a la transformación de su mirada acerca de los fenómenos económicos se destacan dos. En primer lugar, la crisis desatada a partir de 1929 en lo corceniente al desarrollo del complejo agricola-ganadero de exportación y las decisiones tomadas por la Secretaría de Hacienda que encabezaba en el Gobierno argentino: la aplicación de recetas ortodoxas basadas en la libre competencia y el punto de equilibrio del mercado (Gabay, 2008). En segundo lugar, los trabajos de asesoría en diversos países de América Latina y el acercamiento a diferentes realidades sociales, económicas y políticas.

Tiempo después afirmaría que el ciclo argentino no era algo específico del país, sino que reflejaba el ciclo monetario latinoamericano en particular, y global en general. En efecto, Devés Valdés (2003) afirma que Prebisch formuló las grandes ideas de la CEPAL con anticipación.

La institucionalización de las ciencias sociales en América Latina. El lugar de la CEPAL

Desde mediados del siglo XIX, la expansión de las ciencias sociales en América Latina se dio de la mano de la literatura y los manifiestos políticos. Beigel (2010a) destaca la existencia de tres vías para el desarrollo de los conocimientos sociales: el ámbito universitario, el ámbito periodístico y el estatal. El primero de ellos reúne a las escuelas e institutos de investigación establecidos desde mediados del siglo XIX y hasta mediados de 1950. Respecto del periodismo, nuclea el desarrollo del pensamiento social en forma amateur hasta las investigaciones independientes. El último, las investigaciones que se relacionan a la implementación de políticos públicas, entre quienes se hayan los técnicos del área de hacienda y economía establecidos desde 1920 (Garretón et al., 2005).

Los pioneros del conocimiento social latinoamericano, en palabras de Beigel (2010a), promotores de las “ciencias de la cultura” o “ciencias del espíritu”, eran “escritores sin formación universitaria que vivían del oficio periodístico. Otros eran académicos de tiempo parcial, que impartían clases de sociología, derecho político, historia económica, historia política e institucional, administración pública, psicología o antropología” (p. 55). En particular, su penetración comenzó a darse a partir de la creación de las carreras de Derecho, Filosofía y en profesorados de Historia y Geografía.

Por otro lado, la autora caracteriza la heterogeneidad del sistema de educación superior de América Latina hacia finales de 1800: “En la mayoría de las universidades latinoamericanas la investigación no existía o era la mínima e indispensable, por razones pedagógicas, para la formación profesional” (p. 56). Además, la profesionalización de claustro de profesores era muy lenta y dispar como consecuencia de la ausencia de estudios de posgrado y de la ausencia de una política de investigación en ciencia en las universidades. Generalmente, los posgrados se realizaban en el exterior, en Europa o los Estados Unidos de América. Brasil marca una excepción a esta regla general. Con la fundación de la Universidad Federal de Río de Janeiro en 1792, rápidamente se consolidó un grupo de intelectuales y científicos que realizaba actividades de investigación en el ámbito universitario. Luego, con la creación de la Universidad de San Pablo en la década 1930, este modelo de investigación y formación de intelectuales se consolidaría (Scargiali, 2020).

A partir de la década de 1890, las ideas positivas comenzaron a expandirse de forma generalizada bajo la influencia de Comte, Spencer, Taine y Le Bon, referentes del positivismo y evolucionismo europeo. Como ha sido destacado por Germani (1969), las ciencias sociales en general, y la sociología en particular, nacieron en América Latina como un subproducto de la filosofía y el derecho. Entre ellos, se destacan las figuras de Carlos Bunge, Joaquín V. González y José Ingenieros; de los venezolanos Lucas Ayarragaray y Pedro Arcaya y del peruano Mariano Cornejo. Además, es posible nombrar las obras de los paraguayos Cecilio Báez, Introducción al estudio de la sociología y de Ignacio Pane, Los elementos de sociología (Soler y Scargiali, 2018).

Los primeros investigadores, fuertemente influenciados por el liberalismo, la eugenesia y sobre todo el positivismo, desarrollaron sus primeros trabajos en el marco de la consolidación del Estado y del sistema capitalista en la región. Entre las principales temáticas sobre las que reflexionaron se encuentran las migraciones, el mestizaje, el indigenismo y la inestabilidad política de la herencia colonial. Todas ellas eran temáticas que apuntaban a la recreación del orden social tras el ordenamiento de los Estados nacionales.

A los objetivos de este artículo, vale destacar la importancia que comenzó a tomar la ciencia económica. Particularmente, el desarrollo de este campo de estudios se vio estimulado por las instituciones del Estado dedicadas a la estadística, como también a partir de las instituciones financieras (Beigel, 2010a). Raúl Prebisch comenzó su actividad profesional en esta área.

Con el advenimiento de los procesos revolucionarios de México y luego en Rusia en 1917 y la primera Guerra Mundial y la llegado de los fascismos, los protagonistas del pensamiento latinoamericano comenzaron a verse influenciados por corrientes ligadas al marxismo. Entre los máximos referentes pueden mencionarse a Víctor Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui. En paralelo, durante estos años, y específicamente tras la gran crisis de 1929, la ciencia económica apuntaló el desarrollo del mundo editorial. Beigel (2010a) menciona la fundación de las revistas mexicanas Revista de Economía en 1939 y Trimestre económico en 1934, publicaciones que darían origen a la editorial Fondo de Cultura Económica. Al mismo tiempo, se produjo la institucionalización de la enseñanza de esta ciencia producto de la iniciativa de los bancos nacionales y las facultades de economía de las universidades públicas en cada país.

Tras la Segunda Guerra Mundial, y la consolidación del mundo bipolar, con la crisis del liberalismo y capitalismo y la expansión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el sur global comenzó a ser testigo del surgimiento de movimientos sociales, la expansión de las luchas anticoloniales en el continente africano y asiático y la creación de partidos comunistas.

La reconfiguración del patrón de acumulación llevó a la reestructuración de la situación dependiente de latinoamericana. En este preciso contexto surgen y se institucionalizan los principales centros de investigación y difusión de las ciencias sociales. En este marco, el rol de Estados Unidos fue central en el impulso a los nuevos paradigmas de investigación científica. Las ciencias sociales eran la respuesta posible al desarrollo de las capacidades y demandas de los Estados nacionales embarcados en la modernización de sus sociedades y nuevos mecanismos de burocratización (Soler, 2018). Como describe Blanco (2010, p. 614), “en un contexto de crisis de la tradición, provocado por los procesos de industrialización, modernización y secularización creciente, la sociología estaba llamada a proporcionar una orientación racional a la acción sobre la base de una moral secular sociológicamente informada”.

Desde mediados de la década de 1940 toman impulso las carreras relacionadas con la enseñanza de las ciencias sociales, expandiendo sus cátedras en universidades de todo América Latina. Para estos años, San Pablo (Brasil), Ciudad de México, Santiago de Chile y Buenos Aires (Argentina) ya habían creado sus propios institutos (Beigel, 2010a). Además, en 1950 se funda la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS). La sociología –hasta el momento- era considerada una disciplina auxiliar de otras carreras establecidas donde la carrera intelectual y política no estaba disociada: venía a desafiar una nueva forma de hacer ciencia (Soler y Scargiali, 2018).

El desarrollo de los conocimientos en economía se vio impulsado en la región a partir de 1948 con la creación de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), un organismo dependiente del sistema de Naciones Unidas que durante las décadas subsiguientes se convirtió en un agente clave para el diseño y ejecución de políticas públicas en la región: “La CEPAL sistematizó la información estadística acumulada en los organismos públicos en décadas anteriores, estimuló la realización de estudios nacionales y regionales, y la formación técnica de los funcionarios de los ministerios de hacienda y oficinas de planificación” (Beigel, 2010ª, p. 57).

En el cruce del agotamiento de la industrialización por sustitución de importaciones, la insurgencia social, la recomposición del capitalismo mundial y la guerra fría, donde surge la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el primer centro de estudios económicos en brindar aproximaciones explicativas de los resultados del funcionamiento de la periferia latinoamericana (Ansaldi, 1991).

En palabras de Beigel (2010a), la CEPAL constituyó más que una institución, más bien un entramado de agentes y redes que impulsaron la investigación social y económica. Entre los principales referentes de la primera época se encontraban Raúl Prebisch, Celso Furtado, Aníbal Pinto, Jorge Ahumada, entre otros más.

Frente a un fuerte proceso de transformación social que venía impulsando el desarrollo de las ciencias sociales, las diferentes instituciones y sus intelectuales, se vieron atravesados por las discusiones políticas, sociales y económicas de la época. Con el apoyo de Estados Unidos, a partir del “Acta para el desarrollo internacional” sancionada durante el gobierno de John F. Kennedy, entre 1944 y 1960 fueron creados más de cuarenta organismos internacionales para el “desarrollo del subdesarrollo”, campo que involucró a innumerables dependencias estatales, universitarias e internacionales encargadas de dar forma y contenido a los sucesivos programas de desarrollo diseñados desde mediados del siglo pasado a la actualidad (Nahón, Rodríguez y Schorr, 2006).

La nueva estrategia institucional y geopolítica de Estados Unidos sobre la región formó parte de los paradigmas teóricos (modernización, desarrollo, subdesarrollo) con los cuales las ciencias sociales comenzaban a pensar América Latina a través de las instituciones por las que transitaba parte de la intelectualidad de aquellos años. Como destaca Escobar (1998), aun quienes se oponían a las estrategias capitalistas del momento se veían obligados a expresar sus críticas en términos de la necesidad del desarrollo, a través de conceptos como “otro desarrollo”, “desarrollo participativo”, “desarrollo socialista”. En este sentido, “desarrollo” es el primer concepto que se cultiva en América Latina en estrecha conexión con el mundo norteamericano (Devés Valdés, 2003, p. 21).

Beigel (2010a) en Autonomía y dependencia académica brinda un lugar de relevancia a la creación de centros regionales de investigación y enseñanza en ciencias sociales y economía que fueron patrocinados por diferentes agencias externas de financiamiento. La mayoría de ellos, fundados entre 1945 y 1970 contaron con el apoyo financiero de la Organización de Naciones Unidas, como es el caso de la CEPAL. Además, tuvieron un papel central para su institucionalización otros organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA), Agencias Gubernamentales de Cooperación del Gobierno de los Estados Unidos y la Iglesia Católica.

La mayoría de estos de centros de investigación se instalaron en Santiago de Chile, que ya era sede de la CEPAL y las oficinas regionales de la FAO (por sus siglas en inglés), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura; la UNESCO, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura. A ellos se sumaron el Instituto de Interamericano de Estadística; el Centro Interamericano de Enseñanza de Estadística Económica y Financiera (CIEEF) en 1952; La Escuela de Estudios Latinoamericanos (ESCOLATINA) en 1956; la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en 1957; el Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE), en 1957; el Centro de Desarrollo Social de América Latina (DESAL) en 1960; el Instituto Coordinador de Investigaciones sobre la Reforma Agraria (ICIRA) en 1962; el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ILPES) en 1962; el Instituto Latinoamericano de Doctrina y Estudios Sociales (ILADES) en 1965.

Finalmente, la institucionalización de las ciencias sociales alcanza uno de sus principales hitos con la creación del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), un organismo regional dependiente de la UNESCO, que entra en competencia por la captación de recursos económicos y académicos con FLACSO (Beigel, 2009). Las instituciones regionales, conjuntamente con las fundaciones privadas que las financiaban, compartieron la visión de “modernización” de las estructuras y el pensamiento en las ciencias sociales. Dicha transformación condujo a lo que Lechner (1988) denomina la “desprovincialización de las ciencias sociales”, un proceso de intercambio central, especialmente para los centros periféricos. Sin duda, en la articulación y puesta en funcionamiento de este circuito, tres centros regionales mencionados anteriormente, cada uno a su tiempo, fueron nodales: CEPAL, FLACSO y CLACSO (Soler y Scargiali, 2018).

El papel de Raúl Prebisch en la CEPAL. El estructuralismo latinoamericano y el problema de la dependencia

La CEPAL, desde su fundación en 1948, rápidamente planteo tres objetivos que fueron conocidos como “la agenda cepalina”: la relación centro-periferia, la cuestión del desarrollo y su consecuente proceso de industrialización. Los teóricos de la CEPAL también prestaron atención a otros aspectos notorios, como la inflación y los obstáculos estructurales para el desarrollo y, en particular, la debilidad del sector agrícola y la falta de coordinación entre los sectores productivos de la economía de América Latina. En este sentido, fue pionera en plantear la necesidad de crear una unidad de promoción para el desarrollo que estimulara el crecimiento regional.

Los principales economistas de la CEPAL -durante la época que aquí estamos analizando- fueron Raúl Prebisch, argentino, y Celso Furtado, brasileño. Luego, en una segunda etapa, se sumarían a este espacio Anibal Pinto, Osvaldo Sunkel y María de Conceição Tavares, entre otros y otras.

En un principio, los intelectuales y economistas de la CEPAL llevaron adelante la tarea de replantear y criticar la ley de ventajas comparativas, que daría fundamentación económica a la política de industrialización apalancada en el Estado. Desde una posición crítica al liberalismo económico, no solo consideraban el subdesarrollo de la región como consecuencia del atraso producido por el proceso de colonización; sino también los intereses de los países centrales sobre los países periféricos exportadores de materia prima. En efecto, sus escritos, teorías y recomendaciones sustentaron el desarrollo económico de América Latina durante la década de 1950 y 1960. Al mismo tiempo, expertos de la CEPAL participaron de forma activa en la creación de otros organismos de financiamiento en la región como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Entre ellos, Raúl Prebisch participó en el comité de expertos que dio forma a la Alianza para el Progreso (Beigel, 2010b).

La creación de la CEPAL, hacia mediados de la década de 1940 coincidió con la expansión de las reflexiones acerca del impacto del progreso tecnológico y el rol de los gobiernos latinoamericanos en las políticas de desarrollo (Beigel, 2010b). El estructuralismo cepalino tiene su origen en la publicación El desarrollo económico de América Latina y sus principales problemas, de Raúl Prebisch. Aquí, el autor caracterizaba la situación económica global como las relaciones entre un centro industrailizado y una periferia, que asumía tres niveles: el desempleo estructural, relacionado con la incapacidad de las economías tradicionales exportadoras; el desequilibrio externo, como consecuencia del desbalance de la balanza de pagos por la mayor propensión a importar bienes industriales en relación con las exportaciones de productos primarios, y el deterioro de los terminos de intercambio (Love, 1999). Prebisch (1949) consideraba que este diagnóstico implicaba que el nivel de vida de las periferias declinaba en comparación con los países centrales y la única solución era, por un lado, la tecnificación de la actividad agropecuaria a través de la incorporación de maquinarias y la industrialización.

Como ha considerado Bresser-Pereira (2006), estos economistas definían al desarrollo como el producto de una estrategia nacional de industrialización. Su legitimación en el ámbito intelectual era formulada a partir de la crítica a la ley de las ventajas comparativas, y en la demostración de que la aplicación de políticas ortodoxas se encontraba lejos de proporcionar los beneficios de productividad que generaba la industrializacón en los países centrales.

En este marco, Prebisch realizaría sus dos críticas más importantes al esquema de inserción internacional: el carácter del subdesarrollo de la estructura interna que generaba trabas a la industrialización y la necesidad de intervención del Estado para la superación de las barreras estructurales. En línea con ello, consideraba que la diferencia en los niveles de vida en países centrales y periféricos se explicaba a partir de las características productivas de los países periféricos, centrados en la exportación de materias primas y productos agrícolas, que son de bajo desarrollo tecnológico: “Una desigualdad considerable entre los productores y exportadores de bienes manufacturados, por una parte, y los productores de bienes primarios, por la otra” (Devés Valdés, 2003).

Sunkel (2008) afirma que Prebisch, a partir de estas ideas, daba cuenta de dos cuestiones: por un lado, el rol central de la industrialización para el desarrollo; y en segundo, la necesidad de modernizar el sector agrícola a través de la reforma agraria. Para ello, era clave reasignar los recursos productivos hacia la producción industrial:

La política de desarrollo que propuse se orientaba hacia el establecimiento de un nuevo patrón de desarrollo que permitiera superar las limitaciones del patrón anterior; esta nueva forma de desarrollo tendría corno objetivo principal la industrialización. (Prebisch, 1983)

Como destaca Devés Valdés (2003), la intelectualidad latinoamericana comenzaba a reflexionar acerca de la idea de que el continente no podía seguir el camino utilizado por los países capitalistas ni tampoco por los socialistas para alcanzar el desarrollo o la modernización. En este sentido, durante los mismos años Prebisch había comenzado a poner en valor desde la CEPAL un enfoque acerca del desarrollo que daba prioridad al Estado como actor fundamental de la economía, a partir de los planes de industrialización por sustitución de importaciones apoyada y estimulada por una política industrial.

Llegada la década de 1960, y al realizar el balance de las políticas de industrialización, se evidenciaba que las expectativas respecto de los alcances del desarrollo no se habían alcanzado. Las políticas de sustitución de importaciones no fueron suficientes para explicar la situación estructural de las economías latinoamericanas. Gabay (2008) denomina a este periodo como de “crisis teórica” ante la irrupción de los dependentistas al pensamiento latinoamericano.

El debate dependentista tuvo su origen en Chile en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), y otras instituciones como el Instituto Latinoamericano de Pensamiento Económico y Social (ILPES), el Centro de Estudios Socioeconómicos (CESO) y el Centro de Estudios de la Realidad Económica Nacional (CEREN).

Desde estas instituciones comenzaron a realizar críticas a la teoría desarrollista impulsada por la CEPAL. Entre los principales cuestionamientos se destacaron: los límites al desarrollo industrial que impone el propio sistema capitalista desde el centro hacia la periferia; la necesidad de impulsar cambios radicales con el vínculo externo, principalmente a través de la subordinación de los países periféricos a las empresas y grupos dominantes del centro; la necesidad de incluir, en la explicación del subdesarrollo de la periferia, las disparidades sociales y los intereses contrapuestos entre clases dominantes y oprimidas (Gabay, 2008).

Entre los principales referentes de esta corriente, se destacaron Enzo Faletto y Fernando Henrique Cardoso, autores de Dependencia y desarrollo en América Latina: Ensayo de interpretación sociológica. Los autores investigaron acerca de la relación entre capitalismo y formas precapitalistas de producción en diferentes países de América Latina, lo que les permitió describir diferentes formas de dependencia económica. Los autores se plantearon como objetivo ofrecer una nueva definición del “subdesarrollo” combinando el análisis de la economía y la política (Faletto y Cardoso, 2001).

En vistas de la profundización de las reflexiones acerca de la estructura desigual de la economía mundial, desde la CEPAL se propiciaron nuevas miradas. La incorporación de economistas ligados a la teoría de la dependencia permitió incorporar al conflicto de clase y el poder estatal a la explicación del subdesarollo económico (Beigel, 2010b).

Frente al avance de las teorías de la dependencia y el alejamiento de Prebisch de la CEPAL, el organismo vio debilitado su espacio como centro de las discusiones económicas y sociales de América Latina (Gabay, 2008). El enfoque centro-periferia había demostrado limitaciones teóricas y explicativas, y comenzaba a perder espacio en las ciencias económicas y sociales.

Durante el otoño de 1971, Prebisch marcó un nuevo impulso al pensamiento desarrollista latinoamericano con uno de sus trabajos “Transformación y desarrollo: La gran tarea de América latina” presentando durante el decimocuarto periodo de sesiones del Consejo Económico y Social de la CEPAL que tuvo lugar en Santiago de Chile e incorporaba alguna de las críticas que realizaba el enfoque dependentista.

El informe realiza un despliegue histórico de las características constitutivas de nuestro continente: el desarrollo desigual de las áreas rurales y urbanas; las características de la estructura ocupacional y las deficiencias del trabajo industrial; la potencialidad de los mercados internos para la expansión de la industria y la necesidad de producir adelantos científico-tecnológicos aprovechando el potencial y la tradición universitaria de nuestro continente.

En este punto, marca aquellas cuestiones y contradicciones que dificultan el desarrollo del continente, para lo que deben ser transformadas estructuras y actitudes (económicas y políticas) para alcanzar un verdadero desarrollo social: “El desarrollo exige en realidad una serie de medidas convergentes que han de tomar unos y otros países si es que todos reconocen que se trata de un problema común a todos ellos” (Prebisch, 1970, p. 8). Prebisch, hace hincapié en los obstáculos internos de cada país, en particular, los relacionados a los factores de poder:

La estructura de poder es sin duda un gran obstáculo, aunque no insuperable, pues se concibe la evolución política que pudiera transformarla. Aun en este caso cabría preguntarse si sería posible comprimir drásticamente el consumo de los estratos de altos ingresos más allá de ciertos límites sin provocar grandes resistencias, sin una oposición encubierta o manifiesta, sin el debilitamiento de los incentivos para invertir y una evasión de capital al exterior mucho mayor… (Prebisch, 1970, p. 16)

En este sentido, el economista desarrolla una serie de postulados acerca de la forma de enfrentar las limitaciones, que se anclan en una mayor cooperación financiera regional y la adopción de medidas internas para contrarrestar los impactos de las decisiones económicas extra-regionales. Entre las medidas internas, se destacan el estímulo del mercado interno, a partir de la producción y el consumo y el impulso de la movilidad social que “no es sólo un asunto de educación general y adiestramiento técnico: es asunto fundamental de las estructuras” (Prebisch, 1970, p. 11). Y por otro lado, hace hincapié en en el desarrollo e integración de las industrias básicas en el marco de arreglos regionales.

Conclusiones

Las ciencias sociales latinaomericanas comenzaron a desarrollarse a la luz de la literatura y los manifiestos políticos. Quizá en este origen se encuentren los profundos debates que se dan en sus instituciones, universidades y espacios de investigación. La tradición universitaria, pública, libre y gratuita desde la Reforma de 1918 en Argentina y que impactó en todo el sistema universitario de la región, también debe ser considerada como parte de este profundo movimiento intelectual.

En este marco, se expanden las ciencias sociales por América Latina, a partir del financimiento de organismos internacionales y, principalmente, los Estados Unidos. No puede obviarse el enfrentamiento entre el bloque capitalista y comunista en el marco de la guerra fría, América Latina era una región en disputa, y en constante crecimiento. En este marco, la CEPAL constituyó un pivote para su institucionalización. La organización fue nodal para la investigación, el debate y las discusiones en torno al desarrollo económico latinoamericano.

Raúl Prebisch supo leer en la coyuntura latinoamericana de las décadas de 1960 y 1970 los desafios que el futuro le deparaba al continente, e intentó una revitalización de la teoría desarrollista, haciendo lugar a las críticas esbozadas por el dependentismo. En este sentido, los factores explicativos que retoma exceden la mera estructura económica y marca diferencias respecto del camino teórico hacia el desarrollo de otras regiones del mundo.

Prebisch, además de ser un referente de las ciencias sociales latinoamericanas, fue un interprete de su época: “Hay que dialogar con los hombres que están en la política, la economía y la vida sindical y los hombres que se mueven en otras esferas del pensamiento y de la acción, sobre todo con los de las nuevas generaciones. Ese diálogo puede y debe llevar a coincidencias fundamentales, a un consenso pragmático que conduzca a la acción inaplazable” (Prebisch, 1970, p. 237).

Prebisch, desde la CEPAL, y junto a otros investigadores e investigadoras, lograron posicionar a las ciencias sociales en América Latina frente a los grandes debates globales, donde los países periféricos intentaban dar marco a su desarrollo en el contexto de la crisis del liberalismo y el surgimiento del neoliberalismo en Europa y Estados Unidos. Este articulo intenta ser un aporte al debate de su rol y el comienzo de nuevas investigaciones que pongan en debate el lugar de las ciencias sociales latinoamericanas.

Referencias

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