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Temas de nuestra américa

e-ISSN: 2215-3896.
(Julio-Diciembre, 2024). Vol 40(76)
DOI: https://doi.org/10.15359/tdna.40-76.6
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Reflexión política

portada

Sobre la construcción del socialismo como proyecto bolivariano en el pensamiento de Hugo Chávez

On the construction of socialism as a Bolivarian project in the thought of Hugo Chávez

Sobre a construção do socialismo como projeto bolivariano no pensamento de Hugo Chávez

Hermann Guendel

Doctor en Estudios Latinoamericanos

Universidad Nacional de Costa Rica

Costa Rica

ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0578-7167

Recibido: 12/3/2024- Aceptado: 01/6/2024

Resumen



Analizamos el tema central de la construcción del socialismo en Venezuela, tal como se expone en la obra escrita del comandante Hugo Chávez Frías. Se propone entender que, para él, el socialismo no se reduce a un proyecto político y social, sino que, al impactar la cotidianidad y las vivencias de múltiples personas, las dirige a la realización de su derecho a una vida dignificada, opuesta a la denigración sistemática del ser humano. Esta se opera sistemáticamente en el capitalismo, al imponer el valor del dinero por encima del que le corresponde a la persona.

Palabras clave: socialismo; Hugo Chávez; dignificación humana; siglo XXI; Venezuela; proyecto bolivariano.

Abstract



We analyze the central theme of the construction of socialism in Venezuela as set forth in the written work of Commander Hugo Chávez Frías. We propose to understand that for him, socialism is not reduced to a political and social project, but by impacting the daily life and experiences of multiple people, it directs them to the realization of their right to a dignified life that opposes systematic denigration of the human being. It systematically operates in capitalism by imposing the value of money above that which corresponds to the person.

Keywords: socialism; Hugo Chávez; human dignity; XXI century; Venezuela; Bolivarian project.

Resumo



Analisamos o tema central da construção do socialismo na Venezuela, tal como é exposto na obra escrita do Comandante Hugo Chávez Frías. Propomo-nos compreender que, para ele, o socialismo não se reduz a um projeto político e social, mas que, ao incidir sobre o quotidiano e as vivências de muitas pessoas, as encaminha para a concretização do seu direito a uma vida digna, o que se opõe ao denegrimento sistemático do ser humano que se opera sistematicamente no capitalismo ao impor o valor do dinheiro acima do que corresponde à pessoa.

Palavras-chave: socialismo; Hugo Chávez; dignidade humana; século XXI; Venezuela; projeto bolivariano.

Los grandes líderes en nuestra historia no son solo los que heredan cambios sociales profundos; sino también pensamiento, este es el caso icónico del cabecilla de la revolución bolivariana Hugo Chávez Frías. La discusión sobre sus propuestas éticas y antropológicas se hace urgente, para entender su legado en la ruta hacia la dignificación humana en Latinoamérica. Desde su especificidad organizativa, el abordaje de sus ideas aporta una cuota de lucidez sobre la operatividad histórica de las propuestas reivindicatorias dirigidas a una sociedad a la altura de su pensamiento y sus obras.

Escribió Chávez en su momento: “Le tienen miedo a la verdad, porque la verdad despierta los pueblos. La verdad es subversiva” (2007, p. 12). La fuerza de esas palabras y la vehemencia con las que las defendía permiten entender el espíritu mismo del proyecto socialista bolivariano, el que, para Venezuela, Chávez levantó durante sus años en el Gobierno.

Hugo Chávez arribó al poder como resultado de una crisis política en Venezuela, provocada por la corrupción y las medidas económicas que venía implementando el Gobierno de Carlos Andrés Pérez, lo cual generó el agotamiento del apoyo popular hacia los partidos tradicionales. Al ganar las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1998, asume la presidencia en febrero de 1999 y propone, de inmediato, al pueblo venezolano la posibilidad de un nuevo tipo de socialismo para el siglo XXI, sustentado en la democracia participativa, el progreso, la autogestión y el cooperativismo de producción. Además, potencia la acción del Estado paternalista y las misiones tanto médicas como educativas.

Para estructurar su socialismo del siglo XXI, Chávez había retomado la propuesta del sociólogo Steffan Heinz Dieterich, quien fungió como asesor del Gobierno bolivariano hasta el 2007. Según Dieterich, el socialismo del siglo XXI consiste en “Un modelo de Estado que se inspira en la filosofía y la economía marxista, se sustenta sobre cuatro pilares: el desarrollismo democrático regional, la economía de equivalencias, la democracia participativa y las organizaciones de base” (2003, p. 12). Al respecto, a mediados del 2006, el presidente Chávez expresaba públicamente: “Hemos asumido el compromiso de dirigir la Revolución Bolivariana hacia el socialismo y contribuir a la senda del socialismo, un socialismo del siglo XXI que se basa en la solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad” (2013). Su objetivo era trascender el sistema capitalista con una nueva civilización. De ello se desprende que el socialismo era entendido por su persona como un camino forjador de una nueva sociedad promotora de la dignificación del ser humano.

Con el resurgimiento de la izquierda en América Latina, el socialismo, para el siglo XXI, distante de los esquemas del modelo soviético, toma especial relevancia, pese a sus distintas acepciones, desde la Revolución ciudadana en Ecuador hasta el nuevo indigenismo boliviano. A partir de una concepción latinoamericanista, el socialismo de Chávez constituye una propuesta democrática, popular y antiimperialista de ejercicio del poder. Este proceso de construcción socialista en Venezuela tiene un carácter nacionalista y democrático que recupera las ideas emancipatorias de Bolívar. Refiriéndose al proceso bolivariano, Chávez expresó que “La revolución social es eso: cambiar los patrones de comportamiento de una sociedad a la que hay que tocarle la llaga” (2014).

Este cambio de comportamiento se materializó a través de las misiones de los comités bolivarianos, las cuales se establecieron en el 2003, con el objetivo de ejecutar los planes sociales en los ámbitos educativos, alimentarios, servicios básicos y misceláneos. Estas poseían un alto contenido participativo y colectivista, además de que se movilizaron hacia el pueblo, sin discriminación.

La primera de ellas, llamada Misión Robinson, tuvo el objetivo de instruir a las personas ciudadanas analfabetas. Luego se lleva a cabo una segunda, denominada Misión Ribas, con la cual se proporcionó educación básica. A estas le siguen una serie de nuevas misiones de promoción humana, como la Misión Cultura, que involucra la educación superior en el desarrollo cultural, sociopolítico y sociocomunitario; la Misión Negra Hipólita, con la cual se ayudó a todos los niños y niñas de la calle que sufrían el embate de la pobreza; y, finalmente, la Misión Madres del Barrio, cuyo afán fue apoyar a amas de casa en estado de necesidad, a fin de que, junto con sus familias, superaran la situación de pobreza extrema, mediante su incorporación a programas sociales y el otorgamiento de una asignación económica. Asimismo, al lado de estas misiones de carácter urbano, se desarrollan otras en el ámbito rural, como la Misión Guaicaipuro, orientadas a mejorar las condiciones de las etnias indígenas minoritarias y marginadas.

El socialismo bolivariano del siglo XXI no se explica por la influencia del pensamiento europeo, sino por el latinoamericano, específicamente, el de Bolívar. Se trata de una formulación de centralizar lo social en torno a la promoción institucional de marginados y excluidos, desde indígenas hasta indigentes. En suma, es un socialismo que no persigue un nuevo ser humano, sino la dignificación del existente. El pensamiento político de Hugo Chávez se encuentra contenido en tres obras: El libro azul (2013), que expone sistemáticamente, desde sus fundamentos, el proyecto político chavista, La propiedad social base del socialismo (2007), que muestra el modo de construcción del socialismo tal como lo concibe Chávez y, por último, Aquí huele a azufre (2013), el cual contiene sus discursos ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

A través de este corpus particular, se muestra a un Hugo Chávez conocedor del pensamiento de Marx, Mao Tse Dong y Ernesto Guevara, preocupado, ante todo, por emprender el socialismo en la época del fin de las ideologías. Para Chávez, este momento histórico específico se caracteriza por el desenvolvimiento del populismo a lo interno de los partidos tradicionales, que han perdido el rumbo político por atender a la sensibilidad desarrollada en ese momento. Por el contrario, sostuvo que era necesario apelar a la ideología como herramienta de ayuda a la navegación en tiempos y espacios; por tal razón, señala el requerimiento de consolidar una que sea propia en Venezuela, sobre la base del pensamiento de tres grandes figuras en la historia de ese país: Simón Bolívar, Ezequiel Zamora y Samuel Robinson. Estos tres referentes fueron clave para configurar el proyecto llamado Sistema E. B. R., el cual consiste en sostener la idea de crear lo propio sin buscar modelos, construyendo una sociedad para América, que asegure tierras y personas libres, elecciones populares y el fin del horror de la oligarquía. Es en ese sentido que cita las palabras de Simón Bolívar, en el Congreso de Angostura, en 1819: “Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y América, que una emanación de la Europa”1 (2013, p. 49).

Así pues, de acuerdo con Hugo Chávez, se trata, fundamentalmente, de desarrollar un proyecto que favorezca a las mayorías necesitadas, en busca de garantizarles derechos que promuevan una sociedad cada vez mejor. Se entiende esto como una utopía concreta a 20 años plazo, mediante la que se hará al ser humano mismo el fundamento de trascendencia a los límites de las miserias. Al respecto, escribe: “El hombre, ser de nervio, sangre y razón, debe trascender los límites de sus propias miserias individuales y ubicarse en el ámbito fértil de las relaciones sociales solidarias y con dos profundas ideas de racionalidad…” (Chávez, 2007, p. 69).

Esta utopía concreta contiene dos grandes ejes, uno en el nivel político constituido por la consulta democrática profundamente participativa; el otro, en torno a la satisfacción de los deseos humanos, comprendido como la liberación de las fuerzas del ser humano para crear su vida. Por ello, propuso Chávez:

“La sociedad existe para abrir a los hombres el cauce de sus fuerzas internas, de manera tal que salga de lo meramente individual, para potenciar su capacidad de pensar, de inventar y de crear sus propios modos de existir, en interacción constante y solidaria con sus semejantes” (2014, p. 59).

El modelo chavista de sociedad se dirige a la constitución de una vida solidaria, pero no se queda en el plano ético, sino que salta al político, acelerando la necesidad de que el poder social se transforme en constitución. El modo de construcción del socialismo, característico de Chávez, es ético-político por excelencia. Por eso, insiste en la conformación de una asamblea nacional constituyente y plenipotenciaria, cuyo gran reto será crear un nuevo Estado federal con una nueva división de poderes, una racionalidad técnica que le asegure eficacia y una racionalidad axiológica que ratifique este grado por valores. Por consiguiente, Chávez propone, en El Libro Azul, un Estado constituido por cinco poderes: ejecutivo, legislativo, judicial, electoral y moral. Este último es, indudablemente, el que marca una diferencia innovadora en el concepto de Estado aún vigente.

En suma, la esencia del proyecto alternativo propuesto por Chávez para Venezuela se resume en promover la presencia decisoria del pueblo en oposición al predominio de la burocracia. Por tal razón, enfatiza el poder moral, que no solo asegura el Estado de derecho, sino que garantiza el poder político de la población como exigencia moral. El socialismo para Chávez se construye a través de un proceso antropológico, político e institucional. Es esta la sociedad original para Venezuela que propone una auténtica democracia, opuesta al populismo escondido tras la democracia representativa, que toma cuerpo concreto en un sistema democrático participativo en lo económico, cultural y social. En palabras del mismo Hugo Chávez:

La llamada democracia representativa no ha sido más que un artificio a través del cual se ha dominado a nuestros pueblos. Y llaman libertador al engaño porque se nos ha dominado más que por la fuerza. El proyecto nacional Simón Bolívar debe romper los límites de la farsa representativa, para avanzar hacia la conquista de nuevos espacios participativos en una primera fase de su desarrollo. El objetivo estratégico debe ser la democracia popular bolivariana como sistema de gobierno. Y más aún, como expresión de vida económica, social y cultural del modelo de sociedad original (2014, p. 59).

Se plantea, entonces, una democracia popular “bolivariana” surgida de la comunidad como base del Estado y fundamento de un estado superior de vida. Es por ello que la construcción del socialismo en Venezuela se entiende como un proyecto nacional, el autogobierno del pueblo definido como utopía realizable en el sistema ideológico chavista E. B. R.

Esta es la utopía realizable, según lo dice Chávez, de una sociedad participativa, solidaria y protagónica. Alcanzable, sin duda, a través de un proceso revolucionario que consiste en transformar la vieja sociedad venezolana y que se le puede denominar revolución, porque contiene un movimiento de cambio de estructuras. A propósito, en su discurso ante la ONU, el 21 de setiembre de 1999, Chávez aseguraba que Venezuela estaba saliendo de la crisis integral y lo hacía a través de los cambios que se impulsan cuando se logra que el pueblo se reinvente desde sus cenizas.

Este impulso ético-político se da en Venezuela mediante un nuevo tipo de poder: el nombrado moral, como instrumento para luchar contra la corrupción. Chávez creía firmemente en que su país se dirigía hacia una sociedad de base moral sólida, por lo que manifestó ante la asamblea de la ONU: “Queremos verdades, si no reconocemos las verdades, difícilmente conseguiremos soluciones a los dramas que vive el mundo… Con mucho optimismo en la vida, la hermandad, en la unión es posible tarea suprema que tenemos hoy” (2014, p. 32).

De esta manera, Hugo Chávez, enfrentado la cimentación de un futuro próximo para su Venezuela, lo entiende como una construcción fruto de la inteligencia humana, que da lugar a un proyecto totalizante, que incluye a un ser humano nuevo portador de valores renovados, y una producción socialista, caracterizada como aquella que gira en torno al beneficio social de la población, totalmente diferente al beneficio del capitalista. En el Libro Azul, Chávez escribe:

El capitalismo impulsa la economía pero para ganar dinero, y los que ganan dinero son los capitalistas, los trabajadores son explotados y condenados a la miseria toda la vida, y apenas pueden comer. Es decir, el capitalista impulsa los motores de la economía para el beneficio de los ricos, de la burguesía, para explotar a los pobres, a la mayoría del pueblo. El socialismo es al revés, impulsa la economía productiva para, valga la expresión, producir bienes de consumo necesarios para la vida, para alimentos, para distribuirlos por igual, para que vivamos como hermanos, seamos felices y vivamos como lo que somos, seres humanos (2014, p. 66).

Esto exige la recuperación de la soberanía económica y, por tanto, la ruptura con los organismos financieros internacionales, llama la profundización de la revolución bolivariana. Ahora bien, este proyecto no se queda solo en el plano de lo económico, la revolución bolivariana propuesta por Chávez implica una reforma cultural, la cual denominó una batalla entre socialismo y capitalismo, que consiste en hacer un verdadero humano socialista.

Hugo Chávez coincide con Bolívar y Marx sobre la situación del ser humano, pues ambos lo ven como un ser esclavizado. Para lograr su libertad, el socialismo no debe ser dogmático, sino que precisa convertirse en uno que va a la gente. De aquí, que el caso cubano sea un ejemplo extraordinario de cómo se construye el movimiento en una batalla ideológica por un ser humano nuevo y en un claro compromiso con un pueblo engañado mil veces. Chávez cree firmemente que solo en el socialismo se puede lograr una plena existencia humana, un vivir con dignidad, como lo señalaba:

Solo en el socialismo lograremos la plena existencia humana. Debemos vivir con dignidad para que cada hombre y cada mujer sienta satisfechas sus necesidades materiales como alimentación, vivienda, vestido, necesidades políticas: la libertad... La educación, la salud, el deporte, la distracción, la vida social, la seguridad social… El mejor sistema será aquel que le proporcione a todo el pueblo, es la mayor suma de estabilidad, la mayor suma de seguridad, la mayor suma de felicidad posible (2014, pp. 28-29).

La construcción del socialismo no es tan solo el desarrollo de la economía planificada al estilo soviético, sino una solución compleja a problemas difíciles que requiere un posicionamiento ético:

Un sistema en el cual una minoría se vuelve cada día más enérgica y se adueña de los beneficios que a todos les corresponden, arrojando la mayoría a la miseria, es una sociedad inviable, ya no es una sociedad, que se convierte en una guerra por sobrevivencia. Esa es la sociedad, si es que así podemos llamarla, capitalista, que termina siendo una sociedad violenta, inhumana y que por tanto puede realmente ser una sociedad. Siempre en este tipo… termina imperando la ley de la selva, el más fuerte se impone sobre las cenizas de los más débiles. De allí toda la tesis política… Del socialismo y la revolución. La historia de la lucha de clases es la búsqueda de una sociedad de igualdad, donde no hay oprimidos y opresores, donde no hay explotados y explotadores, una sociedad donde todos seamos libres e iguales y eso solo se logrará cuando la sociedad sea socialista. Es el único camino, no hay otro (Chávez, 2014, p. 32).

En esa construcción de una nueva sociedad alternativa, se hace evidente la necesidad de la hegemonía estatal sobre la producción. La edificación del socialismo, según lo plantea Chávez, es una propuesta ética-política a la que se le agrega el campo económico entendido como un mecanismo para lograr la promoción del desarrollo humano. Sin embargo, este es uno de los aspectos más criticables en la teoría de conformación socialista presente en Chávez, pues caerá, finalmente, en un modelo de capitalismo, lejano a aquella proposición de una economía basada en las cooperativas que planteaba Marx en el tomo primero de El capital.

La construcción del socialismo en América Latina no tiene, en todo caso, certidumbres que lo distancien de complejidades cercanas al error. Este se desarrolla en lucha contra la burguesía nacional y el imperialismo estadounidense2, y en esa batalla se deben corregir decisiones no acertadas, pues, si no se rectifica, se llevará el proyecto a la debacle. Por ello, no solo es complicado erigir el socialismo, sino, además, sacar la miseria del alma de las personas, más aún con la presencia de la burguesía remanente y la permanente agresión imperialista de los Estados Unidos. Este último país apela a esos vicios conservados en el fondo del espíritu de los pueblos, como mecanismo para someter a las mayorías a los beneficios económicos y geopolíticos que defienden. Ante esto, Chávez había escrito: “Ayer estaban… Unos locos de verdad, proponiendo que se incluya Venezuela en la lista de países que patrocinan el terrorismo… ¿Por qué? Porque le tienen miedo al éxito del modelo venezolano… No quieren que nosotros triunfemos” (2007, p. 67).

En Chávez encontramos que el socialismo es, ante todo, el reino del ser humano. Y es así como le da la razón al Che Guevara, con la noción de que es necesario construir un ser humano nuevo. En esta cruzada por el futuro de los errores que se reconocen y se corrigen, el socialismo debe volver a la percepción del pueblo; se requiere su presencia, pues la acción implica un proyecto de culturalización estatal, el ser humano nuevo del socialismo no solo está en la calle, sino también, detrás del escritorio del gobernante. Chávez señala:

Construir el socialismo requiere de mucho trabajo... Ideológico, social y político, es como dice el Che Guevara producir el hombre nuevo, la sociedad nueva… Por eso estoy obligado a pedirles a todos que le den la cara al pueblo, informarle… Nadie tenga miedo a serlo, eso más bien dignifica un revolucionario... No podemos tomar la senda de las mentiras... Todo lo que hagamos debe estar impregnado de moral socialista… Uno tiene que comportarse como socialista… El socialista no puede ser un ladrón… Un irresponsable... Tienen que ser un ser humano especial como hombre nuevo con los nuevos valores del socialismo... No de la boca para fuera… Sino del corazón, del alma (Chávez, 2007, p. 58).

En el capitalismo, todo se mercantiliza, hasta el mismo ser humano. Resulta de ello la presencia inevitable de la corrupción en el sistema capitalista. Esto marca un lugar implacable de la lucha, pues, por la misma corrupción, podría volverse al capitalismo, olvidando los triunfos de la revolución socialista. Es imperativo, entonces, asegurar una percepción social que defienda los logros socialistas en Venezuela, el nuevo sistema de distribución de alimentos, barato y accesible, la nutrición del pueblo, la educación universal, la red de salud y los consultorios populares, alcances que solo son posibles en el socialismo y que marcan la forma de cimentarlo seguida en el proceso bolivariano.

Contemplar el riesgo de regresar al capitalismo, pese a las ganancias del socialismo, supone un viraje extraordinario de nivel conceptual, que marca cierto brillo particular de la inteligencia de Chávez, quien propone, ante ese riesgo, una unidad de múltiples factores sociales, un gran bloque cívico. Escribía:

Yo desde ya la convoco y voy a estar al frente de la batalla. Convoco a la formación de lo que ahora pasará a ser el más luminoso y verdadero polo patriótico. Desde ya vamos, el partido socialista, los líderes sociales, vamos a unirnos en la diversidad, en el debate, en la discusión, la clase media patriótica, los trabajadores patriotas, las amas de casa, la juventud, los campesinos. Vamos a revisar errores, a fortalecer los ministerios, el gobierno nacional y fuerza armada, vamos a integrarnos en el drama del polo patriótico de la unidad nacional. Un movimiento así es invencible, una unidad cívico-militar (Chávez, 2007, p. 92).

Únicamente a través de esta unidad popular o de este bloque popular, como lo decía Chávez, Venezuela avanzará hacia el socialismo, solo mediante tal polo patriótico se consolidará el movimiento socialista. El acontecimiento que marca esta consolidación es, según Chávez, un modelo novedoso de relación de mercado, un mercado sin ganancia, lo que él denomina la utopía donde “todo converge en el cumplimiento de una misión, pero no a través del dinero, allí se enreda todo, se haría inviable todo” (Chávez, 2007, p. 101).

Ahora bien, el logro necesita, indudablemente, el apoyo al proyecto revolucionario de un pueblo politizado con una gran conciencia, pues solo apelando a la razón de aquel se tiene la certeza de construir el socialismo como solución a sus requerimientos. Así, Chávez insiste reiteradamente: “El único camino de la salvación del pueblo es el camino del socialismo, no el de los escuálidos apátridas, traidores, mentirosos, es inmoral que utilicen armas de todo tipo tratando de mellar la fuerza de un pueblo, la conciencia de un pueblo” (2007, p. 107).

La construcción del socialismo venezolano es entendida en todo momento como una causa nacional, el de la propiedad socialista a favor del pueblo, que se entiende como proyecto estratégico y que se hace posible a través de profundo esfuerzo y pasión. Por ello manifiesta:

Todo eso que estamos viendo y lo que están viendo, la tierra es propia social, eso es el socialismo que están haciendo aquí, el nuevo socialismo, el socialismo el siglo XXI, tierra recuperada, propiedad de toda la nación, los tractores, la propiedad social, la maquinaria, la tecnología, el trabajo, el conocimiento que se va adquiriendo y acumulando es un conocimiento social, es un bien social (Chávez, 2007, p. 110).

Con ello, en Chávez, el socialismo se plantea de un modo integral, enriquecido no solo solucionando las necesidades materiales de vida, sino también las espirituales, que varían a un grado máximo de consolidación con el desarrollo de una cadena productiva a través de una nueva ética socialista:

El sistema socialista debe venir implementándose, desarrollándose a lo largo de cadenas productivas... Y por debajo de todo eso la nueva ética socialista debe sacarnos de la cabeza, del alma y del pecho los viejos valores del capitalismo: la corrupción, la incapacidad, el burocratismo, todo eso hay que echarlo de lado, los intereses personales, el deseo de ser un pequeño burgués. Seamos venezolanos, seamos patriotas, trabajadores y vivamos dignamente y la revolución se encargará, la clase obrera y el trabajo de todos y de todas, se encargará de que cada día los venezolanos y venezolanas vivamos con mayores niveles de dignidad, de vida (2007, p. 113).

Por otro lado, cabe recordar que la Venezuela que recibe Chávez para implementar su proyecto es un país eminentemente petrolero; por lo tanto, hace énfasis en no depender solo del petróleo. Esto supone pasar de una fase de revolución política a un segundo momento insurrecto: una revolución económica que permita defender la liberación. El líder, entonces, propone:

Es determinante, en la transición al socialismo, la transformación de la base económica del país para hacerla esencial y sustancialmente democrática, porque la base económica de un país capitalista como el que Venezuela vivió durante toda su vida, no es democrática, es antidemocrática, excluyente, y de ahí la generación de riqueza y de grandes riquezas para una minoría, una élite, la gran burguesía, los grandes monopolios, y de allí la generación de la pobreza, la miseria para las grandes mayorías. El problema es económico pero no se puede separar lo social de lo económico… Por eso la revolución política es previa a la económica siempre, tiene que ser así, primero la revolución política, la liberación política y luego viene la revolución económica, hay que mantener la liberación política y de ahí la batalla política, que es batalla cultural, batalla social... Para ir dejando atrás de manera progresiva y firme el modelo de explotación capitalista y creando un nuevo modelo, el socialismo venezolano, bolivariano del siglo XXI (Chávez, 2007, p. 118).

Para tal logro, es necesario recurrir a la autocrítica, la forma democrática a través de la cual el pueblo profundiza la revolución o la construcción del socialismo, en una vía que garantice su solidez y efectividad, lo que requiere la presencia permanente de la comunidad. Por ello, es fundamental la formación intelectual del sector poblacional, a partir del fomento de “la lectura, el estudio, la reflexión” (Chávez, 2007, p. 122). Además, en esta línea, la construcción del socialismo no supone etiquetar todo proceso o toda institución con el apellido socialista. Ante todo, la conformación socialista precisa de crítica y autocrítica. Por ello, el expresidente propone:

Ustedes están obligados, no a quedarse callados, si alguno de ustedes se ha venido conformando... Yo les mando a ustedes a que no pueden quedarse callados, el gobierno revolucionario de Venezuela, ratificado por el pueblo, es también criticado por el pueblo (Chávez, 2007, p. 126).

Este conjunto de ideas y principios políticos socialistas será lo que, en setiembre del 2007, da lugar al nacimiento del llamado “Proyecto Nacional Simón Bolívar. Primer plan socialista”. El punto de partida de este es, en esencia, el de la nueva ética socialista, entendida como “la fusión de los valores y principios más avanzados de las corrientes humanistas del socialismo y de la herencia histórica de Simón Bolívar”3 (Chávez, 2007, p. 3).

Bajo esta nueva ética, se busca transformar la dignidad individual en la fuerza colectiva, para eliminar la división social, la estructura jerárquica y la disyuntiva entre necesidades humanas y riqueza subordinada al capital. Esta es la esencia misma de lo que Chávez llamaba “Sistema Productivo Socialista” y que permite, finalmente, un posicionamiento geopolítico —frente a la presencia del imperialismo estadounidense— que garantice la paz, la solidaridad, y la justicia social. Según Chávez, el socialismo representa una salida soberana para Venezuela, en particular, y América Latina, en general.

El proyecto socialista, entiende Chávez, no solamente se enfrentará al individualismo encarnado en afán de lucro, a la corrupción y al soborno que ha desarrollado el Estado capitalista, sino también a los intereses de la geopolítica estadounidense en América Latina. Será por ello por lo que llama a la construcción del socialismo bolivariano un hito de conciencia revolucionaria, una transformación material y el desarrollo de la espiritualidad de las personas. En este sentido, se destaca que Chávez comprende que la superación de la miseria material y de la pobreza requieren, también, vencer las carencias espirituales de aquellos que han sido históricamente sometidos a los intereses del capital.

Así, es el compromiso del ser humano en la lucha por su dignidad lo que aparece en todo momento como el eje de la materialización del proyecto socialista bolivariano. Chávez trata esto como una responsabilidad moral compartida por todos, evitar que: “el niño que no pueda ser niño, que no pueda jugar, será, mañana, el criminal que asesina a nuestro hijo”4. De este modo, tal proyecto socialista exige la construcción de un ser humano nuevo del siglo XXI, con conciencia moral revolucionaria, concebida como el motor que deja atrás la prehistoria humana y permite ingresar en la verdadera historia: la sociedad realmente humanista, el socialismo.

El proyecto socialista, bajo el título del primer plan socialista, orienta a la sociedad por entero al desarrollo progresivo de la propiedad colectiva, de la implementación de sistemas de intercambios justos y solidarios, contrarios al capitalismo. Se trata de una propuesta de inclusión, por medio de la que personas de comunidades y organizaciones puedan desarrollar prácticas democráticas autogestionadas. Así, el proyecto bolivariano conceptualiza el socialismo como “el modelo de desarrollo que coloca al ser humano como centro de su atención, impulsa dado un modelo de producción y de consumo los derechos de los pobres”5.

El socialismo descrito se orienta a las necesidades de los poderes latinoamericanos, se gobierna a través de una democracia, donde lo público y lo privado se consideran complementarios y se otorgan ventajas a la asociación cooperativa. Eso se debe a que Chávez tiene claro que la soberanía reside en el pueblo y este puede, por sí mismo, dirigir el Estado, sin necesidad de erradicar la línea soberana a través del bien común. La democracia socialista que defiende el líder es, ante todo, participativa, republicana y, como él insiste, bolivariana en aquel sentido expuesto al inicio de esta disertación, la aseveración de Bolívar de que no se puede recurrir a modelos previos.

Esa democracia —además de política— es ética, ya que busca garantizar el bienestar de todos, mejorando las condiciones materiales como la educación, la salud y el trabajo. El Estado bolivariano, el socialista, es ético,

Reserva los derechos a la defensa de la vida y la solidaridad en comunidad como sentido de cooperación social. Los ciudadanos son éticos, autónomos, cooperativos y conscientes de que conservan en sus manos la soberanía, la cual no se puede dividir pues la soberanía es el derecho del pueblo a garantizar el bien común6.

Esto sería imposible si no se logra restituir la política en su carácter público, participativo y solidario, cuyo principal sentido sea la constitución de la ciudadanía, de la civilidad, de las instituciones y de la cultura política democrática, basada en una elevada conciencia activa y participativa. Al respecto, Chávez señala que la política es mediación para la vida humana, a través de la solidaridad y la búsqueda del bien común; bajo esta óptica, el poder ha de ser utilizado como palanca para garantizar el bienestar social y la igualdad real de toda la sociedad, un ejercicio que se realiza a partir de la intervención ciudadana directa en las decisiones del Estado. Chávez cree firmemente que el ciudadano puede delegar el poder; pero no su soberanía.

Sin embargo, acá debe tenerse un inmenso cuidado, porque el modelo productivo de dicho Estado democrático no es otro que el cual se ha insistido en llamar “capitalismo de Estado”; en el periodo soviético, dio lugar a la constitución de la burocracia como clase dominante, hecho que, en ese mismo sentido, había criticado en su momento León Trotski, en aquella obra a titulada La revolución traicionada, de 1936.

Con el objetivo de eliminar la división social del trabajo, Chávez propone el control de las actividades productivas por parte del Estado, como ruta estratégica para el desenvolvimiento de Venezuela. Se pretende, entonces, desarrollar empresas de producción social sin privilegios, con igualdad sustantiva, planificación, participación y protagonismo, donde los trabajadores se apropien del excedente económico resultante; pero, buscando que la propiedad de los medios de producción quede en manos siempre del Estado y no del trabajador mismo. Esta propiedad estatal de la industria es vista por el líder como condición para desarrollar lo que él llamaba “encadenamientos internos”, tendientes a impulsar tanto el progreso como la autonomía relativa de las actividades productivas y de servicios. Asimismo, se pretende un sistema de innovación mediante el cual la estructura de solución institucional y legal permita ventajas comparativas con respecto al modelo capitalista, como lo resultan la distribución equitativa de la riqueza y su acceso a ella sin privilegios que den lugar a escisiones de clase.

Por otro lado, en el fondo, Chávez está preocupado por el tema de la soberanía alimentaria. Se trata de una realidad incuestionable, sometida a las condiciones de control geopolítico del mercado internacional capitalista y que le permite al imperialismo estadounidense socavar las bases sobre las cuales se levanta una nueva sociedad. Respecto a ello, no se le puede quitar razón; sin embargo, tampoco se puede confiar ciegamente en que el capitalismo de estado sea la única solución.

El desarrollo económico propuesto por el plan socialista no es sino la organización sistemática de la explotación de la fuerza de trabajo bajo el título de socialismo. Se trata de la remoción del modelo estalinista, desenvolvimiento que logró que la Unión Soviética fuera un fenómeno económico extraordinario, al menos durante sus primeros años.

La dependencia del mercado mundial, señalada por Chávez, responde a un modelo económico dependiente de intereses favorables para una visión geoestratégica extranjera, el imperialismo estadounidense. Por consiguiente, la única forma de crear un contrapeso a esto será la integración nacional, la independencia y la soberanía en todos los niveles de la economía y la política.

Chávez no era ingenuo y sabía que la riqueza petrolera venezolana es un argumento de peso en el mercado mundial capitalista, lo cual es una condición contemplada en la estrategia geopolítica del imperio. Por ello, hace énfasis en la soberanía petrolera como el eje de una nueva política internacional que priorizará la dignidad en la generación y el crecimiento de un modelo productivo novedoso, cuyas ganancias se inviertan en actividades relativas al desarrollo y la investigación a favor del pueblo venezolano.

El expresidente venezolano tuvo claro que se enfrentaba a una lucha donde no podía confrontar la presencia del imperialismo solo, por lo que requirió una política regional latinoamericana de alianzas. A ello le llamó romper con la conducción de la política mundial, bajo un enfoque multipolar de diversificación de relaciones políticas y de creación de nuevos bloques, dirigido a quebrar la hegemonía del imperialismo norteamericano.

De este modo, Chávez entendió que la construcción del socialismo para su país necesita un esquema de cooperación económica y un comercio justo a escala mundial. Por ello, enfatizó el intercambio cultural, educativo, científico y de comunicación que favoreciera la aparición de un conocimiento mutuo y alternativo. Pensó, entonces, que es indispensable desarrollar áreas de interés geoestratégicas: el Mercosur, el eje de Cuba-Venezuela-Bolivia y los movimientos sociales latinoamericanos.

En síntesis, el proyecto socialista bolivariano se comprende como una utopía materializable a través de complejas relaciones geopolíticas, institucionales y éticas, que dan lugar a una nueva mentalidad y a una práctica social novedosa; es decir, a un ser humano nuevo e integral. Todo ello permite que la reivindicación de la dignidad humana y el socialismo trasciendan la época y den lugar más que a un Estado, a una sociedad y a una cultura duraderas.

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  1. 1 Bolívar, citado por Chávez en El libro azul.

  2. 2 En las consideraciones teóricas de Chávez, se encuentra la referencia a los grandes núcleos de oposición a la construcción del socialismo, tanto en Venezuela como en América Latina; por un lado, la burguesía nacional y, por otro, la injerencia del imperialismo estadounidense. Este doble eje contrarrevolucionario constituye una preocupación permanente sobre las dificultades que enfrentaba la conformación socialista.

  3. 3 Proyecto Nacional Simón Bolívar.

  4. 4 Proyecto Nacional Simón Bolívar, p. 7.

  5. 5 Proyecto Nacional Simón Bolívar, p. 10

  6. 6 Proyecto Nacional Simón Bolívar, p. 11.

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