La declaratoria de 2024 como el Año de las universidades públicas con los pueblos originarios, le permite a la Universidad Nacional trabajar de forma conjunta, mediante diferentes iniciativas, con estas comunidades para orientar al ejercicio pleno de sus derechos y cultura propia.
Laura Ortiz C. /CAMPUS
lortiz@una.cr
Las universidades públicas promueven el trabajo conjunto con las poblaciones indígenas y otros grupos vulnerables, en procura del cierre de brechas en el acceso, uso y apropiación de recursos tecnológicos y, en general, del derecho a la educación. Este año el Consejo Nacional de Rectores (Conare), declaró el 2024 como el Año de las universidades públicas con los pueblos originarios, declaratoria que fue ratificada por el Consejo Universitario de la Universidad Nacional (UNA). Con este acuerdo se busca fortalecer el trabajo conjunto entre las universidades públicas y los pueblos originarios de Costa Rica, y orientar al ejercicio pleno de sus derechos y cultura propia.
En su justificación, el Conare establece que: “Las universidades públicas costarricenses han venido promoviendo diferentes temas estratégicos de trabajo conjunto con los Pueblos Originarios desarrollados por medio de diversas iniciativas universitarias e interuniversitarias. Cada universidad abordó cuestiones relacionadas, según sus capacidades y posibilidades, por medio de proyectos universitarios que se realizaban en los diferentes territorios y comunidades. En este marco, se plantea fortalecer la vinculación de la educación superior universitaria estatal con los sectores sociales, productivos, y con el Estado para renovar el conocimiento e incidir en la política pública, así como ’Contribuir con la transformación de la realidad social mediante actividades concertadas y articuladas con las comunidades, que propicien el intercambio de experiencias y la construcción conjunta de soluciones a los problemas que enfrentan‘, de acuerdo con lo expuesto en el Plan Nacional de la Educación Superior, en el área de Extensión y Acción Social (PLANES 2021-2025). Entre las diversas metas de las universidades públicas se contempla en particular trabajar con las poblaciones indígenas y otros grupos vulnerables procurando el cierre de brechas en el acceso, uso y apropiación de recursos tecnológicos y en general del derecho a la educación”.
Dentro de los considerandos tomados en cuenta por el ente rector de las universidades públicas, se cita que en el 2006 se creó en Conare la Subcomisión de Pueblos y Territorios Indígenas (PyTI), la cual desarrolla una estrategia para señalar avances y desafíos de las universidades para realizar un trabajo pertinente con pueblos y territorios indígenas en todas sus áreas sustantivas. Producto de los diversos acercamientos y trabajo conjunto con los territorios y otras actividades como simposios, encuentros y congresos, se han identificado demandas y propuestas de los pueblos originarios para superar las barreras identificadas.
Durante el período 2015-2019 se desarrolló un Plan Quinquenal para Pueblos Indígenas, que se concentró en la cantidad de alumnos de colegios de territorios indígenas que realizan la prueba de aptitud académica, en el número de estudiantes elegibles, en el de personas matriculadas y en las becas otorgadas. Los datos se presentaron en el Programa Estado de la Nación 2019. Asimismo, la integración y acompañamiento de estudiantes indígenas en las universidades públicas, permitió la organización del Movimiento Indígena Interuniversitario (MIINTU), el cual está conformado por estudiantes de todas las universidades. “La población estudiantil indígena es un actor clave para la vinculación y articulación entre las instancias universitarias y las comunidades indígenas y territoriales, en virtud de que tienen el conocimiento de su cultura y las realidades de sus territorios y, a su vez, poseen conocimiento sobre la dinámica universitaria como tal”, cita el acuerdo del Conare. Entre otros, las universidades públicas han desarrollado espacios de trabajo con los pueblos originarios que incluyen actividades de docencia, investigación, extensión y acción social, así como con comisiones de trabajo y múltiples proyectos en marcha que apoyan y definen objetivos, en diálogo con la población indígena.
Las acciones en pro de los pueblos originarios están en concordancia con la reforma, en 2015, del artículo primero de la Constitución Política, mediante el que se declara a Costa Rica como un estado Pluricultural y Multiétnico.
Dentro de los esfuerzos de reconocimiento e integración de los territorios originarios, en el 2023, las personas rectoras de las universidades públicas visitaron los territorios de Salitre, Térraba y Chiná Kichá, en el marco del proyecto: Conflictos por territorios y decolonialidad en pueblos originarios de Costa Rica. De este encuentro se dio cuenta que siguen existiendo grandes limitaciones para el acceso de las poblaciones indígenas a servicios que el Estado está llamado a cumplir, especialmente en cuanto a la educación superior.
En el caso de la Universidad Nacional, para fortalecer el impacto positivo del quehacer de las universidades públicas con los pueblos originarios, el Consejo Universitario designó a la Vicerrectoría de Extensión para que elabore un plan de trabajo, que se apegue al plan de acción propuesto desde el Conare.
Foto: Carlos Morera
Natalia Salas Gómez / CAMPUS
natalia.salas.gomez@una.cr
El Movimiento Estudiantil Indígena (MEIUNA) de la Universidad Nacional emerge como una voz representativa y activa de los estudiantes indígenas de Costa Rica en el ámbito universitario. Conformado por una diversidad de culturas originarias, tales como bribri, cabécar, maleku, brunca, ngäbe-buglé, y brörán, entre otras, este movimiento se erige como el décimo órgano de la Federación de Estudiantes de la Universidad Nacional (FEUNA). Su función primordial radica en la integración y representación de la comunidad estudiantil indígena en la UNA.
En la actualidad, el MEIUNA cuenta con 252 estudiantes indígenas registrados en la Universidad Nacional, distribuidos en diversos campus y sedes. Destaca la presencia de 115 estudiantes en el Campus Omar Dengo, seguido por la Sede Regional Brunca con 82. Este multiétnico grupo de estudiantes indígenas abarca un espectro amplio de 38 carreras universitarias, lo cual evidencia su diversidad académica e intereses profesionales.
El origen del movimiento se remonta al periodo 2011-2012, cuando un académico de la Vicerrectoría de Extensión de la Universidad de Costa Rica (UCR) inicia la búsqueda y organización de estudiantes indígenas universitarios. Este esfuerzo surge en respuesta al estudio preparatorio realizado para el Banco Mundial, previo al Plan Quinquenal de Pueblos Indígenas, con la intención de involucrar activamente a los estudiantes indígenas en la toma de decisiones que afectan sus comunidades. A partir de negociaciones y acuerdos, los estudiantes indígenas fueron incluidos en los equipos que diseñaron e implementaron la primera etapa del Plan Quinquenal para Pueblos Indígenas en las universidades públicas.
El MEIUNA responde directamente al Plan Para Pueblos Indígenas del 2013, bajo el marco del Proyecto Mejoramiento de la Educación Superior (PMES), financiado por el gobierno de la República y el Banco Mundial. Este plan busca garantizar el acceso y la permanencia de estudiantes indígenas en la educación superior, y promueve acciones culturalmente pertinentes. A través del PMES, se logra la formación de pequeñas agrupaciones indígenas dentro de cada universidad, con el propósito de ejecutar proyectos y actividades que integren al estudiantado indígena en la educación superior.
Las actividades del movimiento abarcan una amplia gama de temas relevantes para las culturas indígenas presentes en la Universidad Nacional, e incluyen encuentros, demostraciones de artes, festivales culturales, convivios, giras, y acompañamiento a estudiantes de nuevo ingreso.
Con miras al futuro, el MEIUNA se propone continuar con sus actividades de promoción cultural, incrementar el ingreso de estudiantes indígenas a la Universidad Nacional, establecer alianzas estratégicas con otras instituciones, y fortalecer la participación de los indígenas en la vida universitaria.
Pie de foto: Los encuentros forman parte de las diversas actividades que organiza el Movimiento Estudiantil Indígena. La fotografía corresponde al encuentro realizado en noviembre de 2022. Foto Oficina de Comunicación UNA
Campus Coto
Johnny Núñez Zúñiga, Laura Ortiz C./CAMPUS
jnunez@una.cr
Recientemente, el Campus Coto de la Sede Regional Brunca, abrió la primera promoción del bachillerato en Ingeniería en Topografía y Catastro, que se imparte desde este año en ese recinto universitario. En total participan 40 estudiantes, de los cuales 17 son mujeres y cuatro indígenas, que esperan abrirse paso en la región.
Jathin Montezuma Rodríguez, quien tiene 20 años y es vecina de Progreso, un territorio indígena de Conte Burica, pone en perspectiva los beneficios que esta oferta académica brindará a los territorios. “Yo la elegí porque a mí me gusta salir al campo; en mi comunidad se necesita y es importante porque ya no se tendrá que contratar a un topógrafo de otro lugar, sino que será más fácil porque es de la zona”.
Yordi Moya, otro de los cuatro estudiantes indígenas matriculados en la carrera, externó su satisfacción por cursar esta carrera, la cual considera como emocionante y a la vez todo un desafío. “Ya empecé a conocer que se deben estudiar los distintos tipos de relieve que tiene la tierra”, detalló Moya.
Algo que le atrae a Yordi de esta carrera y valora como una ventaja es que combina el trabajo de campo con el de oficina, lo cual la hace muy versátil. “Esto significa que no estaré siempre sentado frente al escritorio, sino que podré salir y conocer nuevos lugares”, dijo.
Desde el 2020, las autoridades de la Sede Regional Brunca se habían planteado, en un diálogo regional, una propuesta multisectorial para la activación económica. Se mencionaron entonces problemas como la desactualización o no inscripción de propiedades, falta de profesionales para estudios técnicos de construcción e integración de Asadas, e infraestructura deficiente o en malas condiciones en estas organizaciones.
Ante esta problemática, las autoridades académicas de la Sede y la Escuela de Topografía Catastro y Geodesia (ETCG-UNA), plantearon en 2023, la posibilidad de abrir la carrera, iniciativa que se convirtió en una realidad este año, justo en el vigésimo aniversario de creación del Campus Coto de la UNA.
Segunda Stem
Gabriela Loaiza, directora académica del Campus Coto, indicó que dicha carrera ofrece a la población estudiantil una formación pertinente afín a la región, con alta demanda laboral y con el valor agregado de ser una de las más competitivas con las que cuenta la institución.
Loaiza recordó que parte de los compromisos adquiridos por la UNA es ofertar más carreras STEM en las regiones; de hecho, Ingeniería en Topografía y Catastro es la segunda que se imparte en el Campus Coto (Ingeniería en Sistemas de Información fue la primera) y con su apertura se atiende el déficit de topógrafos que hay en esta zona. “En la Municipalidad de Corredores se han abierto muchos proyectos, pero por la falta de ingenieros en topografía, se han tenido que esperar o aplazar los tiempos para las mediciones en algunos proyectos de interés para la zona”, dijo.
Gabriela Cordero Gamboa, directora de la ETCG-UNA, destacó que “es importante considerar nuestro compromiso con la población estudiantil en la asignación del Fondo Especial para la Educación Superior, que nos hace responsables de garantizar a toda la población una oportunidad de continuar sus estudios universitarios que fomenten el conocimiento y promuevan el desarrollo del país”.
Pie de foto: 40 estudiantes iniciaron la carrera de Ingeniería en Topografía y Catastro este año en el Campus Coto. Foto Laura Ortiz
Guillermo Solano Gutiérrez / CAMPUS
guillermo.solano.gutierrez@una.cr
La región centroamericana representa un crisol amplio de saberes, de manifestaciones culturales, de herencias que han sido legadas y que se niegan a caer en el olvido. Dentro de ese bagaje hay un componente esencial: la riqueza lingüística que ha posibilitado la transmisión de conocimientos entre los pueblos.
El rescate y la preservación de las vertientes lingüísticas que atraviesan la región –la indígena, la criolla y la hispánica— fundamenta la labor que desde el 2007 realiza el Programa de Lingüística Centroamericana (Prolinca), de la Escuela de Literatura y Ciencias del Lenguaje, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional (UNA).
El Prolinca es un programa cuya visión impulsó el académico Juan Diego Quesada Pacheco. A inicio de la década del 2000 en el país solo había esfuerzos de recopilación de léxicos, de estudios fonológicos, pero existía un claro vacío en cuanto al análisis morfosintáxico, que se refiere a la determinación de las estructuras de las lenguas.
“Hablé con un par de colegas de la Escuela de Literatura con formación en lingüística e hice la propuesta ante la unidad académica para que fuera un programa, algo continuo y sostenible en el tiempo y fue así como arrancamos en el 2007”, detalló Quesada, quien ha estado durante 15 años al frente del Prolinca.
Los retos ahora son fundamentales y el académico los visualiza en dos etapas: la de documentación y la de revitalización. Ambos conceptos forman parte de los esfuerzos del Prolinca para ahondar en el debate académico por medio de simposios. El pasado 25 y 26 de abril se llevó a cabo el cuarto de estos encuentros, con una vinculación estrecha entre la comunidad y la academia, por medio de los proyectos de investigación que se llevan a cabo.
Trabajo conjunto
El reto hacia la preservación de las lenguas indígenas centroamericanas debe verse como un esfuerzo que vaya más allá de la labor de la UNA y del Prolinca. “Debe ser un trabajo multidisciplinario, porque uno de los grandes problemas que enfrentan las culturas cuyas lenguas están en declive, es que ese desuso viene acompañado de una baja autoestima lingüística. Nosotros somos descriptores y analistas, pero necesitamos del aporte de sociólogos, de psicólogos, de especialistas que nos ayuden a levantar la moral de una comunidad para hacerles comprender que su lengua vale”, refirió Quesada.
Esa concordia es la que ha liderado Prolinca en los últimos años y que se interiorizó en un simposio reciente e impulsó investigaciones en cuatro áreas específicas, una de ellas la de lenguas indígenas de Centroamérica.
“Esa interacción académica que tuvimos en este evento busca explorar un poco la idea de que la investigación de las lenguas avancen hacia un plano más estructural y más técnico; desde una perspectiva que integre a las fuerzas vivas comunitarias, sin las cuales, el Prolinca no sería hoy una realidad”, manifestó René Zúñiga, actual coordinador del Programa.
Foto: Prolinca-UNA
Johnny Núñez Zúñiga/CAMPUS
jnunez@una.cr
En el marco de las acciones ejecutadas por la Universidad Nacional (UNA), mediante el programa Promoviendo el Capital Social en Comunidades Rurales de la Región Brunca, un equipo de académicos realiza desde 2022 el abordaje del componente cultural en el territorio cabécar de China Kichá, con el objetivo de contribuir con la formación artística, la revalorización de tradiciones y de costumbres para el fortalecimiento del desarrollo cultural de las comunidades rurales.
China Kichá forma parte del distrito de la Amistad, de Pérez Zeledón. Se estableció como reserva indígena en 1956 en la administración de José Figueres Ferrer, con una extensión de 4.000 ha. “Sin embargo, en 1982, el gobierno de Rodrigo Carazo anuló el decretó argumentando que la población cabécar de esa zona se había dispersado y migrado a otros lugares”, cita el programa. Durante la administración de Miguel Ángel Rodríguez se recuperaron 1.100 hectáreas destinadas a este territorio.
Guiselle Mora, investigadora y académica del Campus Pérez Zeledón de la UNA, indicó que en la actualidad se imparten talleres para elaborar artículos de uso tradicional, cosmovisión y medicina tradicional, entre otros. A la vez, se trabaja junto con compositoras locales, para editar música tradicional en lengua Cabécar.
Mora resaltó que a futuro tienen interés en realizar un campamento juvenil con adolescentes entre los 12 y 18 años, así como festejar el día del Niño, donde los escolares realicen actividades orientadas a fortalecer la identidad de los participantes, mediante juegos tradicionales, narraciones, bailes y representaciones teatrales de historias cabécares, entre otras.
Productividad forestal
El segundo proyecto en el que trabaja la Sede Regional Brunca es Extensión forestal como estrategia del mejoramiento y fortalecimiento de la gestión ambiental y de la economía rural en la región Brunca de Costa Rica, mediante el cual se pretende mejorar la productividad del cultivo de la madera, el paisaje y la economía rural.
Alrededor de 140 pequeños y medianos productores de las asociaciones de desarrollo integral de las comunidades indígenas de Salitre, Boruca, Osa, Ujarrás y Rancho Quemado, fortalecen su productividad forestal y economía rural mediante una serie de capacitaciones impartidas por tres universidades públicas.
Sharon Torres, Geizel Araya y Guiselle Mora, académicas de la Sede Regional Brunca, son las responsables del proyecto, junto con un grupo de investigadores del Tecnológico de Costa Rica (TEC) y la Universidad Técnica Nacional (UTN), coordinado por Luis Diego Camacho, investigador del TEC.
Mora comentó que hace dos años se realizó un primer proyecto de vivienda en la comunidad indígena de Cabagra, donde se promovió el uso de especies forestales nativas. En el caso de Ujarrás y Rancho Quemado se ofreció la capacitación en manejo de drones y Sistemas de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés); herramientas de utilidad para que los pobladores identifiquen las especies arbóreas y posibles puntos de incendios forestales.
En Boruca se cuenta con un invernadero, donde se cultivan árboles de balsa para la creación de máscaras, bajo el manejo de la asociación de desarrollo, la cual distribuirá las especies a los mascareros de la región.
Este semestre se capacitará a un grupo de Rancho Quemado en el marco de una iniciativa del manejo y protección de las dantas y saínos, de ahí la importancia de conocer el bosque por medio del dron y el GPS. Como complemento se brindará un taller de arqueología sobre las riquezas de la región en esta materia.
Foto: Guiselle Mora
Federico Guevara Vásquez / División de Educación Rural Cide
federico.guevara.vasquez@una.ac.cr
El proyecto Upshijgra din̈ Diⱽ Tegát yet (expresión que significa “trabajamos para nuestro idioma” en lengua brunca o boruca), está a cargo del Programa de Apoyo Permanente a Escuelas Indígenas (PAPEI), bajo la responsabilidad del antropólogo Federico Guevara Víquez de la División de Educación Rural (DER) de la Universidad Nacional (UNA). El equipo de académicos participantes también lo integra la antropóloga y cineasta Carolina Arias Ortiz y la máster en Educación Rural, Jenny Mena López.
Esta iniciativa se desarrolla en el Pacífico sur de Costa Rica, en colaboración con docentes de Lengua y Cultura del territorio indígena de Boruca. Se trata de un proyecto con vigencia de tres años que inició en enero 2022. El objetivo general del proyecto es “Fortalecer la educación intercultural bilingüe en el territorio Boruca para la enseñanza de la lengua brunca, con la participación de los docentes de Lengua del circuito 11 de la Dirección Regional Educativa Grande de Térraba”. A partir de lo anterior, se desgranan objetivos que establecen el desarrollo de capacitaciones con enfoque comunicativo para fortalecer las competencias lingüísticas del personal docente de las materias de Lengua y Cultura, y coadyuvar en el desarrollo de estrategias de mediación y material didáctico para fortalecer los procesos escolares de estas asignaturas en el nivel de primaria. Se trabaja en sesiones una vez al mes, con ocho docentes de Lengua y tres docentes de Cultura, que trabajan en todas las escuelas del territorio Boruca.
El idioma brunca ha sufrido un avanzado desplazamiento lingüístico, que se agravó en las primeras décadas del siglo XXI, con la muerte de los últimos hablantes nativos. Actualmente quedan “semihablantes” (personas con habilidades receptivas apropiadas pero con disímiles niveles de producción en la lengua) y “hablantes con dominio léxico” (personas capaces de producir y comprender palabras y frases). Los docentes actuales de las materias de Lengua y Cultura, son personas que entran dentro de estas dos categorías.
A pesar de esta circunstancia, miembros de la comunidad hacen esfuerzos por la revitalización del idioma. Los docentes de Lengua con mayor proactividad, desde antes de iniciar el proyecto, ya generaban material didáctico para las escuelas, otros utilizan plataformas de redes sociales para hacer grupos de estudio y enseñar a personas interesadas en aprender. También hay otras personas de la comunidad que en sus actividades cotidianas hacen esfuerzos por visibilizar el idioma indígena. Desde el punto de vista de lo que se llama “percepción sobre la lengua” y desde la sociolingüística, esto es muy importante, porque hay un ambiente positivo para hacer esfuerzos por la revitalización.
Se identifican varios espacios comunitarios donde el idioma indígena comienza a recuperar terreno; por ejemplo, el uso creciente de léxico del idioma boruca en el español hablado de la comunidad, en distintas situaciones de habla, como los ámbitos domésticos, los relacionados con espacios familiares, culinarios, espacios de trabajo en producción de artesanías, festivos y educativos.
El idioma boruca ha sido ampliamente documentado de manera científica, cuenta con gramáticas, léxicos, diccionarios, y estudios lingüísticos de diverso tipo. Además, hay registros de audio de hablantes fluidos. Este es otro factor que permite generar trabajos en la línea de la enseñanza de este idioma como segunda lengua, y otro tipo de esfuerzos para la revitalización.
Se ha utilizado el enfoque comunicativo para la enseñanza de segundas lenguas porque es una perspectiva pedagógica que pone énfasis en el desarrollo de habilidades comunicativas reales en la lengua elegida. Es un enfoque que se ha extendido como el principal sistema para la enseñanza de lenguas extranjeras al rededor del mundo. Este enfoque promueve actividades interactivas y significativas que fomentan la interacción entre los estudiantes y el uso auténtico del idioma y se basa en principios de funcionalidad, interacción, contextualización, aprendizaje significativo, y enfoque comunicativo integrado. Dentro de este enfoque se recurre también a estrategias basadas en la metodología de Aprendizaje basado en Tareas (task-based language learning, por su nombre en inglés).
A través de diversas dinámicas se han sometido a los participantes a actividades que les obligan a utilizar y combinar varias competencias lingüísticas (leer y hablar, escribir y escuchar, hablar-comprender-responder, etc) para poner en práctica los temas estudiados en aspectos de fonología, gramática y sintaxis de la lengua. Los avances observados en el trabajo con los docentes han sido positivos, con un crecimiento continuo y gradual. En el tercer año del proyecto se definen diversos tipos de materiales producidos por los propios docentes, en distinto formato, para el apoyo a la mediación en sus aulas con el estudiantado de las escuelas.
Foto: Carolina Arias Ortiz
Comisión Interuniversitaria Siwá Pákö
Desde 1997, el Convenio de articulación y cooperación de la educación superior estatal de Costa Rica, suscrito por las universidades públicas y colegios universitarios adscritos, promovió la cooperación y la articulación en el desarrollo de actividades académicas del país, entre ellas el artículo 8 refiere al desarrollo de carreras conjuntas. Posteriormente, en 2004 se gestó un proceso reflexivo en torno a la vida de las comunidades cabécares de Chirripó, generado a partir de las políticas del VI congreso universitario de la UCR, y de un colectivo de instancias universitarias como la Sede del Atlántico y el Departamento de Antropología de la UCR, el Centro universitario de la UNED en Turrialba, la Dirección de Extensión y la Escuela de Ciencias de la Educación de la misma universidad, así como de la Dirección Regional de Enseñanza de Turrialba, el Ministerio de Salud, el Sistema de áreas protegidas y de conservación y el Instituto Nacional de Aprendizaje, con presencia en el cantón de Turrialba.
Este proceso develó la urgencia de relevar la educación como estrategia para el desarrollo integral y autónomo de las comunidades cabécares de Chirripó, con lo que se establece un proyecto de gestión académica desde la docencia, la investigación y la extensión con la participación de líderes y lideresas de la comunidad.
En 2008 se crea la Comisión Interuniversitaria Siwá Pákö integrada por la UCR, la UNA, la UNED y el MEP, la cual, por más de una década, ha realizado acciones académicas y administrativas para el fortalecimiento de la lengua y la cultura cabécar desde las escuelas, en procesos de extensión propios de diagnósticos participativos, producción de materiales, entre otros.
En 2009 CONARE aprobó la carrera Bachillerato en Ciencias de la Educación en I y II Ciclos con énfasis en Lengua y Cultura Cabécar con salida lateral al Diplomado, cuyo enfoque intercultural ha procurado un diálogo horizontal con las comunidades cabécares, bajo la premisa de la equidad epistémica y el diálogo de saberes.
Este año, la III cohorte con 29 personas estudiantes indígenas cabécares celebrará su graduación en el nivel académico de diplomado superando las dificultades estructurales en el territorio, al amparo del Convenio Específico de Cooperación y a las acciones afirmativas que se realizan desde el proyecto y de las universidades participantes. La corresponsabilidad entre las universidades, el MEP y algunas organizaciones locales entrelaza estrategias para superar obstáculos geográficos, alta dispersión de la población y su desplazamiento por difíciles caminos. Este alcance fue más visible en pandemia, cuando la implementación de medidas sanitarias limitó la continuidad de los procesos de admisión para lo cual fueron vitales las estrategias de colaboración con entidades locales, así como la transmisión de mensajes orales en idioma cabécar por personas de la comunidad. En esta oportunidad, se confirmó la importancia de las universidades públicas debido a la demanda de ingreso de más de 200 personas.
Foto: Comisión Interuniversitaria Siwá Pákö
Julio Jiménez conquista seguidores en Tik Tok
Randall Hernández Wright / CAMPUS
randall.hernandez.wright@una.cr
Julio César Jiménez Atencio es un joven ngäbe de la comunidad de La Casona en Coto Brus, al sur de Costa Rica. Es estudiante de la carrera de Gestión Empresarial del Turismo Sostenible en el Campus Pérez Zeledón. Como mucha de la población que llega a esta casa de estudio superior, Julio tiene claro que quiere ser un agente de cambio para su zona de origen. “Con la carrera de Turismo me siento muy feliz. Digamos al ser indígena, tenemos conexión con la naturaleza, entonces el turismo lleva mucho lo que es la parte natural, cuidar la naturaleza, los animales, entonces eso me llama la atención y en el futuro pienso tener mi propio negocio”, afirma con mucha propiedad.
Cuando supo que ganó el examen de admisión a la Universidad Nacional, la vida de Julio dio un vuelco: publicó un video en redes sociales anunciando que faltaba una semana y que estaba en cuenta regresiva; desde entonces todo es crecimiento. Hoy tiene 13 mil 300 seguidores en la red social Tik Tok bajo la cuenta @Jiménez_blog y acumula 147 mil 200 me gusta entre sus vídeos. Además, cuando su tiempo académico se lo permite, realiza transmisiones en vivo. “Yo jamás imaginé que el sitio fuera a ser tan viral”
Pie de foto: Julio César Jiménez Atencio alcanzó notoriedad pública cuando empezó a publicar videos sobre su ingreso a la UNA. Lo acompaña su amiga y compañera Andrea Abrego Andrade. Foto: Randall Hernández
A Julio lo acompaña en esta aventura de estudios, su compañera de todo el colegio, Andrea Abrego Andrade, con quien comparte un común denominador: su pasión por el turismo. “A mí me encanta el turismo, mi mamá tiene un negocio de ventas de comidas artesanales y un local turístico y yo quiero potenciarlo” agrega Andrea. Ambos viven en las residencias estudiantiles dentro del campus.
En el aula de clase de turismo también está Ronny Ellis Rodríguez, un indígena bribri de la región Caribe de Costa Rica y si bien pertenecen a pueblos distintos, ellos tienen muy claras sus raíces. “Yo a Julio lo conocí primero en clase y luego me enteré del Tik Tok. Me parece muy bien, pues nos da a conocer como pueblos indígenas”.
Adrián Arias Navarro es profesor en la carrera Gestión Empresarial del Turismo en la Sede Región Brunca, Campus de Pérez Zeledón, y dice que Julio es un estudiante muy participativo en clase. “Él refleja en sus comentarios el área de dónde viene y trata de vincularlo hacia su gente”. Añade que “Julio es ya motivación para otros jóvenes de zonas alejadas a las universidades y que vean que es posible alcanzar metas académicas”.
El ngäbe.cr como también se hace llamar, sabe que todavía le quedan cuatro años por delante, pero refleja un gran entusiasmo en todo lo que hace: desde su participación en las clases hasta las tareas propias que debe desempeñar como estudiante de las residencias estudiantiles.
Laura Ortiz C. /CAMPUS
lortiz@una.cr
Cuando Karla González Maroto entró a la Universidad en el 2009, se enfrentó a una época de cambio, no solo porque dejaba su hogar en territorio Boruca, sino porque el avance tecnológico entraba con paso firme en la Universidad Nacional (UNA), una realidad lejana para decenas de comunidades indígenas y rurales del país.
“Nosotros no teníamos computadora, y no había becas para comprarla, no teníamos teléfono. Si yo quería hablar con mi mamá tenía que ponerme de acuerdo para llamarla al (teléfono) público, y si estaba ocupado ya no podíamos comunicarnos, pasaban semanas sin que yo pudiera hablar con mi familia”.
Para Karla su paso por la UNA fue una de las experiencias que marcó su vida. “Cuando yo estaba en el cole y nos comunicaron acerca de todos los beneficios que otorga la Universidad Nacional para la formación académica, yo hice las vueltas sin decirle a nadie. Quería estudiar otra formación, entré en Topografía y ahora sé lo que esta carrera puede aportar a los territorios indígenas. En la Universidad participé de diferentes actividades como karate y natación, y conté con el beneficio de la residencia estudiantil. Cuando hago un recuento de esa época, detecto la falta de una persona guía; tener acompañamiento, la empatía de comprender cómo es el tema cultural y el choque al que se enfrentan los estudiantes indígenas, porque no es lo mismo contarle algunas adversidades a alguien que lo vive o lo ha vivido (a otro que no). ¡Uf! me hubiera sentido con mayor confianza para trabajar en algunos aspectos psicológicos que muchas personas pasamos”.
Dejando huella
Karla se involucró en el recién creado Movimiento Estudiantil Indígena, que conformaron no solo estudiantes de la UNA, sino también de otras universidades públicas. “Trabajamos con las autoridades para plantear iniciativas que ayudaran en un proceso planificado para la atracción, permanencia y graduación de estudiantes indígenas dentro del marco de la salvaguarda indígena que pedía el Plan de Mejoramiento Institucional (PMI), hacíamos giras, reuniones, festivales”.
Con el objetivo de graduarse como licenciada, Karla regresó a la UNA. ¿Qué encontró diferente? “Yo creo que hace falta más acompañamiento, una persona del territorio que te escuche, te guíe; necesitamos educación financiera, asegurando la permanencia y éxito en las carreras que estamos cursando, más acompañamiento en problemas de salud, tanto físicas como psicológicos, crear líneas transversales para el retorno de los profesionales a sus territorios, y así aportar el crecimiento del valor público en todos los aspectos”.
Abrir nuevos horizontes laborales también es un reto que plantea esta futura licenciada. “Se necesita renovar planes de estudios, que involucre territorios indígenas, porque es importante acercar a los estudiantes universitarios a la detección de posibles soluciones en el área profesional en la cual se están formando. ¡Qué importante es el rol que tiene la universidad para aportar en esa guía a través de la formación académica y carrera laboral! Qué ricos serían nuestros pueblos si esa psicóloga, esa ingeniera o ese doctor pudiera regresar y ejercer su profesión en los territorios o zonas rurales. Yo trabajo actualmente en el Instituto de Desarrollo Rural, este aporta mucho conocimiento acerca de la situación de los 24 territorios indígenas y sus tierras”.
Pie de foto: Ahora que he estado algunos años en el mercado laboral, veo las posibilidades que existen en la aplicación de conocimientos para solucionar algunos conflictos dentro de los territorios, dice Karla González. Foto: facilitada por Karla González
Durante diversos talleres, docentes de lengua y cultura crearon actividades didácticas para cada una de las 31 narraciones incluidas en el Libro de historias bribris, que también está disponible en formato PDF. Foto Programa Alfabetización Crítica Cide-UNA.
Redacción CAMPUS
campus@una.cr
A través de varias publicaciones, la Universidad Nacional (UNA) también tiene presencia en las comunidades indígenas. Mediante estas obras se han recuperado los saberes e historias ancestrales que le dan identidad a varias comunidades indígenas.
Matemática ancestral llegará a la escuela
Publicado en 2021, el libro KÚL ËLTËPA I CHA, primer texto de matemática para sétimo año, contextualizado a la cultura bribri-cabécar, aspira a convertirse en un recurso didáctico de consulta que abarque preescolar, primaria y secundaria completa.
Ana Patricia Vásquez, autora de esta publicación y coordinadora del proyecto de Etnomatemática del Campus Sarapiquí de la Universidad Nacional (UNA), asegura que esta es una obra colectiva de mucha importancia para el país, por ser de las primeras que se publican con sello editorial y estar disponible para los centros educativos de las comunidades bribri y cabécar de la costa atlántica, así como de Bajo Chirripó. “Es un proyecto que trabajamos con la UNESCO, la red internacional de Etnomatemática y la Dirección Regional de Educación Surá de Talamanca”, comentó.
La académica aseguró que su propuesta es ir más allá de la iniciativa original de crear un texto para sétimo año, pues “es un libro que contempla no solo el contenido escolarizado que está en el currículo, sino también, de forma paralela y comparativa, el saber ancestral y cultural”, precisó.
De acuerdo con Vásquez, el saber ancestral de estos pueblos y la práctica cultural, con la participación de los mayores, así como el aporte de las poblaciones cercanas es fundamental. De ahí que el proyecto también se propone validar el derecho de los pueblos a aprender escolarizadamente, y a la vez legitimar todos esos saberes ancestrales. Por ejemplo, en la matemática de los territorios indígenas bribri-cabécar de Costa Rica, se representan saberes mediante el uso del cuerpo humano para hacer mediciones y la geometrización de su cosmovisión.
El libro KÚL ËLTËPA I CHA está organizado en cuatro unidades conformadas por números, geometría, relaciones y álgebra, y estadística, contenido con el que se fortalece la educación matemática del Ministerio de Educación Pública, Dirección Regional de Educación Sulá. Tales contenidos se refuerzan desde la etnomatemática, que se fundamenta en el uso de las formas propias de entender la matemática desde los saberes y las prácticas culturales de todos los grupos humanos.
Escolares bribris aprenden historias de los awápas
Con el Libro de historias bribris, que reúne 31 narraciones ancestrales, niños y niñas de esta etnia indígena aprenderán sobre sus raíces y tradiciones, gracias al trabajo realizado desde el Programa Alfabetización Crítica del Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional (Cide-UNA), en coordinación con líderes comunales y la Dirección Regional Sulá Talamanca, del Ministerio de Educación Pública (MEP).
El académico Juan Gómez, editor del libro y coordinador del programa, detalló que cada historia fue contada por los awápa Lizandro López y Ricardo Morales—médicos tradicionales expertos en cosmovisión bribri—y se acompañan de actividades didácticas creadas por docentes de lengua y cultura, durante diversos talleres. Este esfuerzo de recuperación, aclaró Gómez, se hace desde la escritura, pese a que el oral es el modo correcto para contarlas. Al hacerlo así, se atendió la petición de los awápa de colaborar con la reafirmación de los saberes ancestrales de este pueblo originario de Costa Rica, ante la pérdida progresiva de su cosmovisión.
El objetivo del Libro de historias bribris —accesible también en versión PDF—es facilitar las 31 historias ancestrales, en lengua bribri, a estudiantes de primaria, con el fin de que refuercen su idioma y cultura, con la mediación de docentes indígenas. “Los escolares se beneficiarán, pues podrán contar con un libro didáctico sobre su cultura, pertinente y propio, lo que puede favorecer su aprendizaje cultural e idiomático”, subrayó Gómez. Las historias fueron transcritas al idioma bribri escrito y revisadas por Franklin Morales, maestro de lengua y cultura.
El clamor de los awápa coincide con el objetivo de Alfabetización Crítica, que consiste en fomentar la educación crítica, pertinente y propia, mediante el desarrollo de herramientas propias para las poblaciones vulnerabilizadas, con el fin de que emprendan procesos de autoliberación ante procesos de colonización, opresión y empobrecimiento.
El Libro de historias bribris constituye una herramienta en el proceso de autoliberación ante la colonización u “occidentalización” de las comunidades bribris, advertida por los awápa. Se trata—enfatiza Gómez—de una obra que refuerza la enseñanza del idioma y la cultura, de modo que se vaya a las fuentes de su cosmovisión, que son los awápa, según creen los bribris.
De esta obra se imprimieron 250 ejemplares en la primera edición, que se entregaron en abril de 2022 en la comunidad indígena de Kachabri, en Talamanca. Actualmente está en proyecto la reimpresión de 500 ejemplares más.
La educación indígena y las trampas discursivas de la modernidad
En esta otra obra reciente de Juan Gómez Torres se aborda ¿Por qué aún hoy en día, a pesar del fracaso de incluir a los pueblos originarios en la ideología del progreso, los Estados nacionales siguen obsesionados por educarlos dentro del canon de la educación moderno-occidental? En el mejor de los casos se intenta reparar el genocidio histórico de la conquista y colonización, en el peor, la imposición de un ethos ajeno y lejano con el que se cometió dicha barbarie. Es desde ese contexto, que se ve a la “educación indígena” como una trampa de la modernidad, la cual presenta un dilema; por un lado, se exige de modo radical la modernización y, por otro, sutilmente se pretende subsumirlos en la modernidad mediante el mestizaje. Otra cara del dilema lo conforma la resistencia de la mayoría de dichas comunidades que se niegan a desaparecer.
Así, la presencia de una “educación indígena” moderna profundiza las condiciones de subalternidad y colonialidad. Por lo que se presenta la siguiente paradoja: si los pueblos se incluyen en la educación formal se asegura su exclusión y si no se les incluye, dicho abandono también la genera. Por ello, la posible solución al dilema y la paradoja señalados, pasa por el apoyo del Estado, de otras comunidades y de movimientos sociales, para que ellos y ellas se “eduquen” desde su propia cosmovisión o diferencia, según sus necesidades.