Revista Perspectivas: Estudios Sociales y Educación Cívica
N.° 29. Julio-diciembre, 2024
ISSN electrónico: 2215-4728
Doi: http://dx.doi.org/10.15359/rp.29.8
URL: http://www.revistas. una.ac.cr/perspectivas
Licencia CC BY NC SA 4.0

Intersecciones de historia, memorias y educación: construyendo ciudadanía en América Latina

Intersections of history, memories and education: constructing citizenship in Latin America

Intersecções de história, memória e educação: construindo a cidadania na América Latina

Reynaldo Panduro Llerena1

Fecha de recepción: 27/05/2024 - Fecha de aceptación: 15/7/2024

Resumen:

Se presenta la entrevista al Dr. Jaime Vito Paredes, doctor en Historia de América Latina Contemporánea por la Universidad de Alcalá, España. Magíster y licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV). Académico del Instituto de Historia de la PUCV, se especializa en historia de la historiografía, teoría de la historia, e historia económica y social de América Latina. Sus investigaciones se centran en el liberalismo y el financiamiento del Estado en el siglo XIX y ha publicado sobre la historia del catolicismo en Chile, durante el mismo siglo. Desde 2003 participa en proyectos historiográficos binacionales, dirigidos por el Dr. Eduardo Cavieres, colaborando con académicos de Argentina, Bolivia, Chile y Perú. Además, coordina la Cátedra Eduardo Cavieres Figueroa en la PUCV.

Palabras claves: enseñanza de la historia; Estudios Sociales; formación ciudadana; historia; memoria.

Abstract:

An interview with Dr. Jaime Vito Paredes, PhD in Contemporary Latin American History from the University of Alcalá, Spain, is presented. He holds a Master’s degree in History from the Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV). Academic of the Institute of History of the PUCV, he specializes in the history of historiography, theory of history, and economic and social history of Latin America. His research focuses on liberalism and state financing in the nineteenth century and has published on the history of Catholicism in Chile during the same century. Since 2003, he has participated in binational historiographical projects directed by Dr. Eduardo Cavieres, collaborating with scholars from Argentina, Bolivia, Chile and Peru. He also coordinates the Eduardo Cavieres Figueroa Chair at the PUCV.

Keywords: history teaching; social studies; citizenship education; history; memory.

Resumo:

Esta é uma entrevista com o Dr. Jaime Vito Paredes, PhD em História Contemporânea da América Latina pela Universidade de Alcalá, na Espanha. Ele é mestre e bacharel em História pela Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV). Acadêmico do Instituto de História da PUCV, especializou-se em história da historiografia, teoria da história e história econômica e social da América Latina. Sua pesquisa se concentra no liberalismo e no financiamento do Estado no século XIX e publicou sobre a história do catolicismo no Chile durante o mesmo século. Desde 2003, ele participa de projetos historiográficos binacionais dirigidos pelo Dr. Eduardo Cavieres, colaborando com acadêmicos da Argentina, Bolívia, Chile e Peru. Ele também coordena a Cátedra Eduardo Cavieres Figueroa na PUCV.

Palavras-chave: ensino de história; estudos sociais; educação para a cidadania; história; memória.

Entrevista

Reynaldo Panduro Llerena: ¿Considera que existen características únicas en la formación ciudadana chilena, influenciada por eventos históricos importantes? Además, ¿cree que esta formación ciudadana responde a un diálogo con otras ciudadanías globales, o posee rasgos distintivos propios de Chile?

Dr. Jaime Vito Paredes: Ahí hay varios niveles de análisis, a mi juicio, hay varias problemáticas que se pueden distinguir. Creo que habría que situar el problema de la relación entre los hechos históricos y la formación ciudadana en Chile a partir de distintas épocas.

Yo diría que, en términos de la época clásica de la formación ciudadana y la relación con la historia y el compromiso ciudadano con su propia historia, fue la del corto siglo XX, para colocar un hito cronológico genérico, fines de la Segunda Guerra Mundial, entre 1945 y comienzos de los años 70. Eso, pensando como el siglo XX clásico.

En ese periodo creo, que hay un compromiso ciudadano, hay una formación ciudadana que estaba muy premiada con los grandes proyectos históricos de transformación del país. Por un lado, estaba el proyecto democratacristiano, socialcristiano que comienza a tomar vuelo en los años 40 y después alcanza su máxima expresión en los años 60, con el primer gobierno demócrata cristiano. El proyecto socialista, que alcanza justamente 1970 el Gobierno y, junto a esos dos proyectos, está el proyecto conservador, que viene como entrando en una crisis del siglo XX.

Pero, de todas formas, se pueden distinguir esos tres grandes proyectos y la relación de la ciudadanía y la conciencia ciudadana, y la agrupación ciudadana, más o menos se reparte en esos tres ámbitos, en esas tres dimensiones. Diría que, en términos del siglo XX clásico, entre los años 45 y los 70, lo que hay es una formación ciudadana muy comprometida con la idea del Estado nacional, para la mayoría el Estado nacional se entendía como un espacio político destinado a y orientado a, después de los años 40, a la integración social. Y, por lo tanto, ahí hay una disputa respecto de cuál debe ser el mejor Estado para esos efectos y, por ende, la controversia entre los tres grandes proyectos que permean la idea de la ciudadanía, la idea de la formación ciudadana, la idea del compromiso ciudadano con una historia.

Ahí hay un primer momento importante en la historiografía que consideramos que es clásico para el caso de Chile y después, viene el otro momento, que ya es una época que se sitúa, más bien, en una correspondencia de nuestra propia existencia, nuestra propia vivencia, una idea mucho más contemporánea con nosotros, que comienza en los años 70 y continuamos hasta el día de hoy.

A partir de esa época contemporánea yo diría que hay una mayor desafección respecto de la historia, hay una desconexión entre la educación ciudadana e historia chilena. Por ende, ahí hay una crisis profunda que se plantea. Esa es, más o menos, la situación actual en la que estamos. Yo dividiría en dos grandes épocas esta trayectoria de la relación entre la historia, el impacto de la historia y la concepción de la ciudadanía chilena, desde la perspectiva de la educación.

Yo diría, más bien, que lo que contribuye a esta diferenciación es que desde finales de los años 40 hasta comienzos de los 70 la educación más importante es la educación pública estatal. Después de esa época, tenemos la crisis de la educación pública estatal y, por tanto, esa crisis está ligada a la crisis de la educación cívica, de la ciudadanía y la relación entre la ciudadanía e historia.

Básicamente, diría que, para el caso chileno, ese es el escenario de los últimos 80 años, por ahí.

Reynaldo Panduro Llerena: A partir de su análisis anterior sobre la evolución de la formación ciudadana y la desconexión con la historia chilena desde los años 70, ¿a qué circunstancias atribuye esta creciente desafección por la historia? ¿Se debe a factores internos de Chile o también a influencias internacionales? ¿Podría detallar las razones detrás de este fenómeno?

Dr. Jaime Vito Paredes: La desafección de la historia en las últimas décadas responde a una combinación de factores globales y locales. En el nivel mundial, los años entre 1970 y 1980 marcan un periodo crucial de transición hacia lo que podríamos considerar el inicio del siglo XXI. Este cambio está íntimamente ligado a la globalización y a varias crisis significativas, entre ellas, la crisis económica del petróleo de los años 70, que tuvo un impacto global.

Adicionalmente, estamos hablando de una transformación en las formas de Estado, pasando de los modelos clásicos del siglo XX, a los del siglo XXI. Este cambio no solo impactó la estructura estatal, sino, también, el concepto de la sociedad nacional, que para muchos países de América Latina había alcanzado su apogeo durante lo que llamamos “el corto siglo 20”.

Esta transición también se caracteriza por el cambio de un Estado desarrollista y de bienestar a uno neoliberal, que se consolidó, de forma hegemónica, en los años 90. Durante este periodo, la economía global empezó a desligarse de los modelos desarrollistas, centrados en el crecimiento interno y la economía productiva, que había estado estrechamente vinculada a la integración social y el desarrollo.

En Chile, la situación fue aún más marcada por el golpe militar de 1973, que instauró un régimen que experimentó con modelos monetaristas neoliberales, convirtiendo al país en un tipo de laboratorio de estas políticas. Este cambio de paradigma no solo afectó a Chile, sino que coincidió con una evolución global que marcó la transición del siglo XX al XXI.

Ese cambio profundo redefinió cómo se pensaba la educación pública, la ciudadanía y su relación con el desarrollo y la integración social. Fundamentalmente, afectó la relación entre la historia y la educación ciudadana, un aspecto central de nuestra discusión, y ha tenido un impacto profundo en cómo se ve afectada por estas transformaciones.

Reynaldo Panduro Llerena: Refiriéndose al proceso de cambio en la formación ciudadana que ha mencionado, ¿identifica similitudes con las transformaciones en la formación ciudadana de otros países latinoamericanos? ¿Cómo se comparan estas características en Chile con las de otras naciones de la región?

Dr. Jaime Vito Paredes: El año1973 es crucial para entender la historia de Chile, especialmente a partir de 1975, cuando comenzaron a sentirse las transformaciones hacia un enfoque neoliberal y monetarista en el ámbito económico. Hace apenas una semana falleció Sergio De Castro, quien fue el mentor teórico del neoliberalismo en Chile. Él había estudiado en Chicago en los años 50 y, a su regreso, estableció la cátedra de economía neoliberal en la Universidad Católica de Santiago, formando economistas en esa línea. A finales de los años 60, escribió un texto esencial para comprender la construcción del modelo chileno neoliberal, conocido como “El Ladrillo”.

Desde 1975, este proceso neoliberal se implementa en Chile, mientras que, en otros países de América Latina, como Argentina, Perú, Ecuador, Bolivia y México, los cambios se introdujeron más tardíamente. El modelo desarrollista del siglo XX, que promovía un crecimiento hacia adentro y la consolidación de la integración nacional, era difícil de desmantelar mediante procesos democráticos. En Chile, un golpe de Estado interrumpió la democracia, y durante los 17 años de dictadura, el nuevo modelo económico se instaló sin oposición formal o democrática.

La diferencia más notable radica en que, aunque estas políticas se generalizaron en la década de los 90, la gradualidad de la transición fue distinta. En algunos países como Perú, Argentina y Brasil, esta transición fue mucho más lenta, mientras que en Chile fue abrupta. En relación con la historia y la educación ciudadana, el cambio fue mucho más profundo y casi instantáneo, lo que ha desencadenado un extenso proceso de reconstrucción del profundo significado que tenía la educación ciudadana en Chile, un proceso que aún recordamos desde el clásico siglo XX.

Reynaldo Panduro Llerena: Uno de los principales desafíos en América Latina es la integración. Aunque en las últimas décadas hemos visto ciertos avances, estos se han centrado, principalmente, en aspectos económicos y comerciales. Sin embargo, con el incremento de las migraciones, se ha empezado a prestar atención a la dimensión social, aunque, con frecuencia, desde una perspectiva de invasión o rechazo a la integración. Además, los conflictos, tanto internos como internacionales, han complicado aún más este proceso de integración, extendiéndolo más allá de los meros aspectos económicos y comerciales.

En este contexto, nos interesa saber ¿cómo puede beneficiarse la educación, en América Latina, al integrar la memoria histórica y la enseñanza de la ciudadanía, para fortalecer un proceso de integración latinoamericano? ¿Qué aspectos de la historia latinoamericana podrían contribuir específicamente a este desarrollo de integración?

Dr. Jaime Vito Paredes: Estoy involucrado en un proyecto de historiografía de integración que es supranacional, comenzando con el Cono Sur a principios de los 2000. Este proyecto, liderado inicialmente por Eduardo Cavieres, busca redefinir la historiografía no solo en el nivel nacional, sino como un esfuerzo de integración. Empezó centrándose en las relaciones historiográficas entre Chile y Perú, luego se expandió para incluir a Bolivia y Argentina, abarcando, eventualmente, todo el espacio del Cono Sur. El primer libro sobre esta integración se publicó en 2004 y han pasado ya 20 años desde entonces.

La razón por la que este proyecto surgió en los años 2000 se debe a la nueva fase de globalización que se consolidó desde los 90 hasta hoy, caracterizada por una economía global que fomenta una mayor apertura estatal hacia los mercados externos. Esta situación planteó la idea de que la globalización no debería limitarse solo a lo económico, sino que, también, podría incluir una integración supranacional. Esto llevó a la propuesta de una integración que trascienda los límites nacionales, especialmente en el contexto del Cono Sur.

Este proyecto es complejo y tiene muchas dimensiones. En nuestros diálogos y debates, hemos descubierto que, aunque la mayoría de los historiadores en América Latina se han formado bajo una perspectiva de historiografía nacional, es posible explorar formas comunes de integración histórica que reconocen un origen compartido. Esto incluye no solo el periodo republicano, sino, también, los periodos colonial y precolombino, abarcando las herencias tanto españolas como portuguesas. Esta profunda conexión histórica nos proporciona una plataforma desde la cual podemos contemplar futuras integraciones.

Creo que este proyecto ha revitalizado la idea de la “civilización” en el discurso académico, argumentando que la integración se fortalece al reconocernos como parte de una civilización común de largo alcance. Este reconocimiento incluye no solo la era posindependencia, sino también los periodos, colonial y precolombino. La ambición y complejidad de este proyecto se reflejan en su potencial para redefinir cómo los Estados perciben su propia soberanía, lo cual sigue siendo un gran desafío para la integración.

Reynaldo Panduro Llerena: En el contexto de las narrativas históricas que se construyen para facilitar la integración, el investigador desempeña un rol crucial no solo en identificar su posición, sino también en definir lo que propone, ya que la academia influye significativamente en cómo se perciben y enseñan estos temas en las escuelas. Los docentes, a su vez, toman estos conocimientos académicos como hechos verídicos. En su experiencia con el proyecto de integración que ha mencionado, ¿cuál cree que debería ser el rol del investigador frente a los desafíos de la integración? ¿Cómo puede el investigador contribuir efectivamente a este proceso?

Dr. Jaime Vito Paredes: Hay que reconocer un problema en la larga duración de la integración como proceso que transcurre independientemente de nuestro conocimiento sobre él. Además, está el desafío de cómo conocemos y estudiamos este proceso, lo cual implica una revisión profunda de los fundamentos epistemológicos de la historiografía. En los trabajos de historiografía de integración, no solo han participado historiadores; es necesario pensar en un diálogo con otras ciencias humanas. Por ejemplo, en mi trabajo en la historia Chile-Bolivia, colaboré con un antropólogo, lo que requirió mucho esfuerzo para armonizar nuestro lenguaje, ya que cada ciencia humana tiene su propio lenguaje.

Estoy convencido de que la historiografía no posee el monopolio de la historia, ni siquiera del diálogo entre historia y educación ciudadana. Hay diferentes lenguajes y disciplinas a través de los cuales podemos conocer la historia, más allá del discurso historiográfico tradicional. Debemos, por tanto, reconocer humildemente el alcance de la historiografía en relación con la historia completa.

El tema de la memoria, tanto colectiva como social, es otra vía crucial para conocer y transmitir la historia. Entonces, ¿qué puede aportar la historiografía a un conocimiento de la historia que aspire a la integración? Basándome en la experiencia de construir historias de integración en el Cono Sur, la historiografía puede aportar mucho, especialmente en reconocer las características de nuestro presente. Nos ayuda a entender cómo hemos llegado a este punto y cómo podría haber sido diferente.

La historiografía debe entrar en la discusión sobre hasta qué punto nuestro presente puede ser diferente, basado en nuestro pasado y cómo podemos proyectar un futuro distinto. No insisto solo en que la historiografía no tiene monopolio de la historia, sino, que, también, debe ser un diálogo con otras disciplinas y perspectivas. El arte, la literatura y el cine, por ejemplo, son también formas poderosas de permitir a los ciudadanos formar una imagen de su propio presente y su relación con el tiempo. Este diálogo es complejo para la historiografía y los historiadores, porque, tradicionalmente, hemos sido formados para estudiar el pasado. Sin embargo, el verdadero sentido de nuestro estudio es moverse en el tiempo, explorando las relaciones entre pasado y presente, lo cual es un desafío fundamental, pero esencial, para una historia verdaderamente integradora.

Reynaldo Panduro Llerena: Usted mencionó el “monopolio del pasado” que, a menudo los historiadores tienden a ejercer y cómo esto puede influir en otras ciencias, especialmente en la educación, donde los docentes suelen depender de textos seleccionados por la demanda o la oferta. Esta dependencia puede resultar en una visión monopólica del pasado. En este contexto, me interesa profundizar sobre cómo los docentes podrían reinterpretar esta relación con la historiografía en el aula. Dado que usted señala, que lo que tenemos es una interpretación del pasado, ¿qué recomendaciones les daría a los docentes para que utilicen estas interpretaciones de manera que también proyecten hacia el futuro y no solo miren hacia el pasado? ¿Cómo pueden los docentes aprovechar estas discusiones epistemológicas de la historia para enriquecer el desarrollo de sus clases?

Dr. Jaime Vito Paredes: Actualmente, la discusión sobre el papel de la historiografía está muy activa. Llevo 30 años enseñando en el Instituto de Historiografía de la Universidad Católica de Valparaíso, y en la última década, influenciado por pioneros como Eduardo Caviedes, hemos ampliado nuestro enfoque. Intentamos situar la historiografía no solo en diálogo con las ciencias humanas, sino, también, con disciplinas consideradas más duras, como las neurociencias, que están aportando nuevas perspectivas sobre la historia, no necesariamente desde un enfoque historiográfico.

Estos neurocientíficos, que tradicionalmente se han centrado en el cerebro y su funcionamiento, ahora exploran la relación entre el cerebro y la mente, y cómo esto se traduce en nuestra representación del mundo, desde una base tanto físico-biológica como cultural. Esto ha forzado a los historiadores a participar en un diálogo mucho más amplio, que sobrepasa los límites tradicionales de las ciencias humanas, complicando nuestra relación con el pasado, el presente y el futuro.

Esto nos remite a las preguntas planteadas por los historiadores del movimiento de Annales en el siglo XX, quienes tuvieron que dialogar con las ciencias sociales para entender mejor la historia. A menudo, ese diálogo fue unilateral, con historiadores absorbiendo ideas de economistas, sociólogos y antropólogos, pero, hoy día, enfrentamos una pregunta similar: ¿qué podemos aportar desde la historiografía frente a estas otras disciplinas que también discuten la historia desde sus plataformas científicas?

En cuanto a la enseñanza de la historia, la historiografía puede aportar importantes lecciones sobre cómo visualizar y conectar las múltiples dimensiones de la experiencia histórica. La historia no es uniforme; está inextricablemente ligada a dimensiones económicas, sociales, políticas y mentales que no evolucionan al mismo ritmo ni duran lo mismo. Por ejemplo, el estallido social de 2019 en Chile demostró que lo que parecía ser una crisis social también tenía dimensiones políticas y económicas.

Los historiadores y profesores de historia pueden clarificar que la experiencia histórica es diversa y ayudar a conectar estas dimensiones. Esto implica reconocer que no todas las crisis sociales son crisis políticas o económicas y viceversa. También, debemos considerar cómo las neurociencias y la biología influyen en nuestra comprensión de la historia, vinculándonos con la historia de la vida y nuestra condición biofísica.

El reto para los historiadores es distinguir y conectar estas múltiples dimensiones de la experiencia histórica en una realidad que es intrínsecamente caótica. La historiografía puede seguir aportando al diálogo con las ciencias humanas para clarificar nuestra relación con la historia. La historiografía no posee un monopolio sobre la historia, pero puede ofrecer una perspectiva valiosa para entender su complejidad, relacionando el pasado, el presente y el futuro en un continuum que, en última instancia, es historia.

Reynaldo Panduro Llerena: Usted ha mencionado que la interdisciplinaridad es crucial para entender la historia y los procesos sociales. Sin embargo, en el contexto escolar, la rigidez de las políticas públicas y la estructura tradicional de las escuelas muchas veces dificultan estos diálogos interdisciplinarios. Aunque se promueven competencias, la estructura escolar sigue siendo la misma de hace 100 años, lo que limita la colaboración entre disciplinas, como la historia y la biología. ¿Cómo cree que la interdisciplinaridad podría implementarse efectivamente en las escuelas? Además, en relación con la multidimensionalidad temporal, ¿cómo pueden los docentes incorporar su experiencia personal para sentirse parte activa de la historia? ¿Qué reflexiones puede compartir, basado en su experiencia en la universidad, que puedan ser aplicables en el contexto escolar?

Dr. Jaime Vito Paredes: Sí, exacto. Al combinar lo interdisciplinario y lo multidimensional, exploramos un paradigma que, aunque ideado desde mediados del siglo XX, todavía no tiene una forma específica y operativa. Vincular estos conceptos presenta desafíos: lo interdisciplinario, desde el punto de vista epistemológico y lo multidimensional, desde el punto de vista ontológico. Estos dos planos pueden parecer caóticos y es difícil encontrar un hilo conductor que permita entender el conjunto.

Un enfoque posible es relacionar la historia con la estética, entendida como sensibilidad. Es importante lograr que los estudiantes sientan que la historia no es lineal ni homogénea, sino compleja y hasta caótica. El arte contemporáneo ha tratado de expresar esto desde el abstraccionismo y el no realismo del siglo XX. En este sentido, me gusta utilizar la literatura como una puerta de entrada para representar la imagen de la historia. La literatura, como arte, ayuda a visualizar la complejidad de la historia, y luego, entra el análisis historiográfico.

Creo que la historiografía tiene una parte científica, que es fundamentalmente método, pero también tiene una parte artística. No estoy diciendo que la historiografía y la literatura sean lo mismo, pero, pueden entrar en relación para representar una historia compleja y caótica con múltiples dimensiones y duraciones. En mis cursos de historiografía y literatura, utilizo imágenes literarias para acercarme a la complejidad de la realidad histórica.

¿Por qué la literatura y no otra forma de arte? Porque la literatura se parece más a la historiografía en su forma escrita. Hayden White, un gran historiador de la literatura, ha planteado, desde los años 60, que la historiografía se parece más a la literatura de lo que pensamos, pero no debemos confundirlas. La literatura puede proporcionar una fotografía de la complejidad de la historia, y luego, la historiografía puede entrar en juego.

En el aula, creo que sería muy interesante y enriquecedor un trabajo interdisciplinario entre literatura e historiografía. Más que en la universidad, recuerdo que en el liceo los profesores de literatura me impactaron profundamente. Tenía varios profesores de historia que usaban películas para enseñar historiografía, estableciendo un vínculo entre el cine y la historiografía. Estos son mecanismos necesarios que van en la dirección correcta de la interdisciplinariedad, pero, es importante no confundir las disciplinas entre sí.


  1. 1 Magíster en Investigación en Educación por Universidad Autónoma de Barcelona, España. Investigador Doctoral, Instituto de Estudios Latinoamericanos, Universidad Libre de Berlin – Universidad de Humboldt, Berlín, Alemania. r.panduro.llerena@fu-berlin.de https://orcid.org/0000-0001-7507-6235

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