Temas de nuestra américa Julio-diciembre, 2017. Número 62
ISSN 0259-2339
Páginas de la 51 a la 64 del documento impreso
Doi: http://dx.doi.org/10.15359/tdna.33-62.5
Ofensiva neoliberal en Costa Rica: Neuroliberalismo y fracaso
Neoliberal Offensive in Costa Rica: Neuroliberalism and Failure
Ofensiva neoliberal em Costa Rica: Neuroliberalismo y fracasso
Marcelo Valverde Morales
Estudiante
Maestría en Estudios Latinoamericanos
Universidad Nacional de Costa Rica
Recibido: 25/6/2017 Aceptado: 10/8/2017
Resumen
El artículo analiza el modelo neoliberal en Costa Rica a partir de las políticas de desmantelamiento del Estado. Después, se aborda el surgimiento del Neuroliberalismo1 como un determinante cultural-social que se manifiesta legitimando la estructura hegemónica de dicho neoliberalismo. Esos dos fenómenos se discuten posteriormente para reflejar el fracaso del discurso neoliberal a la luz de las problemática nacional referente al empleo.
Palabras clave: neoliberalismo, neuroliberalismo, desempleo, América Latina
Abstract
The article analyze the neoliberal model in Costa Rica from the policies of dismantlement of the state. Next its approaches the Neuroliberalism like a determinant social and cultural who manifests itself legitimizing the hegemonic structure of the Neoliberalism. These two phenomena are discussed later to reflect the failure of the neoliberal speech from the fact of the unemployment national problem.
Keywords: neoliberalism, neuroliberalism, unemployment, América Latina
Resumo
O artigo analisa o modelo neoliberal na Costa Rica a partir das politicas do desmantelamento do estado. Posteriormente o artigo aborda o surgimento do Neuroliberalismo como um determinante cultural e social que se manifesta legitimando a estrutura hegemônica desse neoliberalismo. Esses dos fenômenos são discutidos posteriormente para mostrar o fracasso do discurso neoliberal desde a problemática nacional do desemprego.
Palavras chave: neoliberalismo, neuroliberalismo, desemprego, America latina
Instauración em Costa Rica
El pasado reciente de la macroeconomía, la política social y la generación de empleo de Costa Rica se encuentra profundamente marcado por las exigencias de la globalización y la instauración del libre mercado global, decisiones políticas a partir de las directrices económicas de las grandes potencias (Estados Unidos) y los organismos económicos internacionales (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial entre otros).
Aunque paradójicamente también ha sido determinado por las políticas de bienestar social establecidas durante una buena parte del siglo XX, (conquistas obtenidas gracias a las luchas desarrolladas desde diversos movimientos sociales y gremiales), políticas de estado impulsadas a partir de la década de los cuarenta que fueron dirigidas a la creación de un estado benefactor que se encargaba de proteger a la población en diversos aspectos de su vida social y económica, algunas de las principales características de este modelo económico y de desarrollo fueron por ejemplo:
1) Crear el impuesto sobre la renta, 2) Fundar empresas que le aportaran a la economía del estado recursos sanos, 3) Nacionalizar la banca, 4) Diseñar y Fortalecer regímenes de pensiones para los trabajadores de diversas ramas, 5) Fundar sistemas de seguridad social, 6) Establecer una legislación laboral la cual garantizara un equilibrio en el marco de la relaciones obrero – patronales, 7) Poner en practica políticas de desarrollo agrario, 8) Legislación en torno a la protección ambiental, 9) Establecer sistemas educativos cuyo propósito esencial fuera crear una mano de obra con alto nivel de cultura, y además con destrezas y habilidades para incorporarse al proceso de producción con altos niveles de rentabilidad (Contreras, 2009, p. 17).
Existen factores importantes a destacar como resultado de la política del estado benefactor, entre ellos se encuentra el crecimiento y consolidación de una fuerte clase media, el establecimiento de instituciones públicas que dinamizaron el desarrollo social entre ellas las universidades públicas, el Instituto Costarricense de Electricidad y la Caja Costarricense del Seguro Social. En este contexto la situación laboral, social y económica del país era óptima, respecto a esto Molina y Palmer mencionan que para 1978: “…El empleo estatal se multiplicó por nueve entre 1948 y 1979, cuando los 130.000 funcionarios del estado suponían el 18 por ciento de la fuerza laboral del país. La tendencia a descentralizar el poder condujo, a su vez, a fundar 75 instituciones autónomas nuevas en ese periodo” (Molina y Palmer, 2007, p. 122).
Como se puede observar, las condiciones de empleo durante un amplio periodo de la segunda mitad del siglo XX fueron relativamente estables en el nivel nacional, debido al arraigo de estas instituciones, se generó una amplia mejora de las condiciones de desarrollo e infraestructura.
La condición que generó el modelo de estado benefactor en el país fue de gran progreso y protección social para la población costarricense, generando un equilibrio social y político que desembocaba en la confianza de la sociedad en una vida digna y estable, muy diferente a la contemporaneidad del modelo neoliberal, respecto a este tema Contreras menciona:
Es una realidad, que la puesta en práctica del modelo de Estado Benefactor , creó y desarrolló niveles de calidad de vida satisfactorios en términos generales, mejoraron de modo sustancial, entre otros, los índices de alfabetización, de la tasa de mortalidad infantil, esperanza de vida, tasa de empleo, poder adquisitivo de bienes y servicios, y desde el punto de vista de estratificación social, se conformó una poderosa clase media, la cual contribuyo en grado sumo a la estabilidad social y a la consolidación y ampliación de regímenes democráticos (Contreras, 2009, p. 18).
Muchos de los beneficios generados en el nivel social y nacional mediante el estado benefactor se disfrutan en la actualidad a pesar de lo marcado del cambio de modelo, incluso en el caso costarricense la clase media que aún persiste le debe su condición a instituciones y políticas que surgieron de dicho modelo.
Posterior al auge del periodo benefactor, existe un punto de partida claro en el cual el país da sus primeros pasos hacia la instauración del modelo neoliberal, este fue la llegada del gobierno de Luis Alberto Monge (1982 – 1986), periodo marcado por la coyuntura de las guerras en Centroamérica, específicamente la de Nicaragua. Ante esta situación Costa Rica estrecha sus lazos con el gobierno de Ronald Reagan en los Estados Unidos y comienza a recibir millones de dólares en cooperación por medio de la agencia estadounidense Agencia Internacional para el Desarrollo (AID), todo esto a cambio de convertirse en el modelo centroamericano de una democracia capitalista y brindar ciertos favores colaterales a la Contrarrevolución en Nicaragua dirigida por Edén Pastora en la frontera con Costa Rica, lo anterior se desarrolla incluso tras la declaración de neutralidad del país ante el conflicto. Respecto a estos montos recibidos por parte de los Estados Unidos, Molina y Palmer mencionan:
La AID transfirió casi 1300 millones de dólares a Costa Rica entre 1982 y 1990, por lo que dispuso de poderosos aliados en los círculos empresariales y políticos. La mayoría de esos fondos fueron canalizados fuera de la supervisión de la Contraloría General de la República o de la Asamblea Legislativa. El desembolso fue canalizado mediante organizaciones privadas , entre las cuales destacó la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (CINDE); a raíz de la influencia lograda, tales entidades fueron llamadas el estado paralelo (Molina y Palmer, 2007, pp. 148-149).
Estas relaciones con los Estados Unidos en términos de Cooperación Internacional fueron transformando de forma abrupta el modelo de desarrollo costarricense, inclinándolo cada vez más a la acelerada globalización que se establecía con el debilitamiento de la Guerra Fría y el cercano fin de la bipolarización global que había imperado.
Consecutivamente, entre los años 1986 y 1998 durante el surgimiento del bipartidismo de los partidos Liberación Nacional y Unidad Social Cristiana se ejecutaron agresivas políticas neoliberales conocidas como “terapias de shock”, las cuales pretendían abiertamente desmantelar lo que quedaba del aparato estatal, reducir el empleo público y aplicar recortes presupuestarios a instituciones públicas encargadas directas del bienestar social de la población, políticas como los Programas de Ajuste Estructural (PAE) fueron las encargadas de esta transformación.
Durante este mismo periodo, se aplicó paralelamente una política de atracción que desencadeno en la llegada de transnacionales como INTEL. Esta última década del siglo XX fue la culminación de un modelo de desarrollo y el espaldarazo final del neoliberalismo en el país, el cual comenzó a dar sus pasos más trascendentales en la transformación del modelo agroexportador al de servicios de la Inversión Extranjera Directa, Molina y Palmer mencionan al respecto: “El campesinado, en contraste, tendió a desaparecer: tal proceso, que fuera debilitado por la crisis de 1980, se volvió a intensificar y los campesinos cayeron de 14 a 7 por ciento de la población económicamente activa entre 1984 y el año 2000” (Molina y Palmer, 2007, pp. 151-152).
Las primeras décadas del siglo XXI han sido también decisivas en el establecimiento del modelo global y neoliberal generadoras de la situación de empleo que se aprecia en Costa Rica actualmente, un factor sobresaliente ha sido la negociación y ratificación de tratados de libre comercio, los cuales se han convertido en las nuevas herramientas jurídicas internacionales para la apertura de mercados y contraposición de jurisdicciones y soberanías.
En la actualidad una de las nuevas etapas de consolidación hacia una economía neoliberal en todos los sentidos se está llevando a cabo con la intención política del país de ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la cual exige serias transformaciones en el ámbito institucional y de educación, así como el ingreso a la Alianza del Pacífico, bloque comercial de clara tendencia neoliberal que congrega a países como México, Colombia, Chile y Perú.
El neuroliberalismo: el resultado de la dominación neoliberal
Seguido al avance de las políticas neoliberales con el apoyo de la clase política del país, Costa Rica se encuentra en una etapa diferente del periodo de entrada en vigor de las políticas de desmantelamiento del Estado, Programas de Ajuste Estructural y Tratados de Libre comercio como herramientas jurídicas para la consolidación del modelo económico.
Durante la segunda década del siglo XXI se puede percibir, con mayor claridad, cómo la ejecución de las políticas ha desarrollado importantes características del Neuroliberalismo, que se manifiestan en conceptos claves, encarnados poco a poco en la expresión del costarricense.
El neuroliberalismo es un concepto acuñado por autores como Hugo E. Biagini y Diego A. Fernández Peychaux, que describe de forma detallada la manera en que valores como el egoísmo, la competitividad y el individualismo propios del sistema neoliberal han mutado de manera tal que se han convertido en la convicción y filosofía de una buena parte de la población. Biagini y Fernández definen el neuroliberalismo como: “… Una “Expresión que alude al carácter o a la mentalidad enfermiza de quienes entronizan la creencia del egoísmo sano como pasaporte al bienestar común”” (Biagini y Fernández, 2015, p. 33).
En otras palabras, el neuroliberalismo es la absoluta asimilación del statu quo neoliberal, no solo en sus esferas políticas y reformativas sino además en su esencia filosófica, convirtiendo las premisas de este en un estilo de vida homogenizado y con aspiraciones de universalidad.
Como concepto, el neuroliberalismo es una mutación enfermiza de lo que han sido decenas de años de propaganda pro-capitalista, globalización y colonización del conocimiento, es una encarnación en la mentalidad de la población de que verdaderamente la humanidad se enfrenta a un supuesto “fin de la historia” pues el statu quo neoliberal representa una totalidad que además se establece en una supuesta “justicia” para todas y todos, los autores mencionan su legitimación de la siguiente manera:
Por un lado, cataliza una serie multiforme de dispositivos que sostienen la vigencia y obviedad de un supuesto comportamiento económico-racional que ha de guiar las elecciones vitales individuales. Por otro lado, propone una decodificación de la realidad social a través de normas de juego “objetivas” diseñadas para un escenario en el que no se garantiza la vida, sino la pugna por adquirir los medios para preservarla (Biagini y Fernández, 2015, p. 48).
La absoluta legitimidad que cada individuo le da en su mente al Neoliberalismo a partir del Neuroliberalismo, le hace suponer que solo existe un “único mundo posible” por lo cual debe sobrevivir bajo cualquier circunstancia, o en el mejor de los casos no solamente sobrevivir sino además destacarse como un absoluto ganador, donde la victoria es relativa a su capacidad de consumo y su legitimidad económica, mentalidades que se pueden observar con mayor regularidad en la población costarricense.
Es en esta competencia asimilada a partir del neuroliberalismo que el individuo se basa en dos dinámicas principales, por un lado el capital humano, entendido como la inversión de un individuo en sí mismo como ente de venta y consumo.
Los autores señalan que el capital humano: “En este contexto en el que la “fuerza de las cosas” arrastra la reiteración de la sujeción, la emancipación depende más de la adquisición de saberes prácticos para mejorar el desempeño que en revisar las mismas relaciones de producción.” (Biagini y Fernández, 2015, p. 53). Por otro lado está la ética gladiatora, comprendida como la dinámica social generada por el neoliberalismo a partir de la cual todos compiten sanguinariamente contra todos pues ante la inminente victoria, consecuentemente deberán haber innumerables derrotados, los autores define ética gladiadora: “A ese código sin miramientos en el sufrimiento propio o ajeno, lucha sórdida y desproporcionada donde la persona deja de representar un fin en sí mismo y el hombre se convierte en lobby para el hombre, le daremos el nombre de “ética gladiatora”. (Biagini y Fernández, 2015, p. 48)
Con la comprensión de esos dos conceptos se puede colegir que en el neuroliberalismo el individuo no genera ninguna crítica o desafío emancipatorio hacia el statu quo neoliberal/capitalista, sino que aboga por una transformación a partir de la individualidad de sus circunstancias y de su capital-humano, legitimando y asimilando de esta manera las premisas de la ética gladiatoria como medio para subsistir, para lo cual se toman estandartes como la educación pero vista a partir de la demanda de profesionales del mercado y el consumo como elemento ornamental del triunfo por entre los otros, estas características pueden verse legitimadas en los discursos políticos en Costa Rica.
Algunas de las maneras en que el neoliberalismo ha consolidado el neuroliberalismo como mentalidad dominante en países como Costa Rica, se pueden mencionar la legitimación de los antivalores capitalistas a partir de medios de comunicación, las alianzas entre corporaciones, organismos económicos internacionales y gobiernos para establecer políticas de estado acorde al neoliberalismo, y la aculturación a partir de las modas de consumo importadas.
Como desarrollan los autores en su propuesta, y según premisas de Marx, una forma primordial utilizada para legitimar esta “realidad” dada, se plasma en la básica transacción simbólica de la retribución salarial de la compra de la fuerza de trabajo, a partir de la cual las personas son recompensadas no solamente por su esfuerzo productivo, sino además por desprenderse o no apropiarse de los bienes producidos con esta fuerza.
Respecto a dicha retribución salarial, el Neuroliberalismo como condicionamiento y predisposición mental, es la máxima legitimación personal de cada individuo para aceptar sin cuestionamientos el statu quo, de manera que las personas en su propia capacidad de consumo se sienten reivindicadas e integradas como jugadores del sistema en pleno derecho, respecto a esto los autores mencionan:
Los neoliberales esgrimen que la realización personal a través del consumo que impone una determinada forma de vida no supone una vinculación como la del buey al arado. Todo lo contrario, los individuos terminan por aceptar libremente –una vez que han pasado por el atiborrado mundo de la publicidad – que han de ir a trabajar para comprarse un automóvil con el que ir a trabajar (Biagini y Fernández, 2015, p. 99).
En la línea de esta racionalidad del ser humano como empresario de sí mismo a partir del concepto del capital humano, para sentirse triunfador por su retribución salarial, es que se evidencia como la sociedad se agrieta y fragmenta aceleradamente en países como Costa Rica. En la carrera del todos contra todos neoliberal, son aquellos que pueden invertir en sí mismos los que obtendrán una ventaja considerable por encima de aquellos que no tienen manera de invertir en sí mismos, de modo que las clases sociales más acomodadas siguen generando patrones de tendencia a la riqueza mientras las clases sociales más empobrecidas reproducen su condición social y la agudizan generación tras generación.
La respuesta a lo anterior por parte del pensamiento neuroliberal es el perpetrar el concepto de emprendimiento del capitalismo, alimentando la falacia de que en el sistema neoliberal-capitalista todos tienen las mismas posibilidades de “triunfar” siempre y cuando reproduzcan como se mencionó con anterioridad los antivalores del neuroliberalismo (individualismo, competencia, etc.), la ética gladiatora y el capital humano.
En este sentido, aquellas poblaciones que se encuentran al margen de la fórmula producción-consumo, no cumplen con las reglas para entrar en el juego de la prosperidad y el emprendimiento, dicha afirmación fue una de las premisas de los zapatistas el 1º de enero de 1994, cuando afirmaban que ante el modelo neoliberal-capitalista, las poblaciones indígenas serían absolutamente prescindibles. Referente a lo anterior los autores mencionan: “En tanto “empresarios de sí”, todos los individuos comparten un mismo estatus jurídico. Serían iguales en la imperiosa necesidad de evaluar los costos de oportunidad en los que incurren al invertir su capital humano” (Biagini y Fernández, 2015, p. 78).
Lo anterior es un elemento importante en la justificación moral del neoliberalismo, la igualdad como valor se desconfigura como una característica universal de todo individuo o un derecho humano, y se legitima como la oportunidad brindada por el neoliberalismo de que todo individuo pueda invertir en sí mismo, de manera que a partir de este punto cero todos parten a competir en una supuesta “igualdad de condiciones”.
Debido a esto, la pobreza se deja de percibir como una condición de marginalidad consecuente del capitalismo y se configura como el precio a pagar por aquellas personas que no quisieron salir adelante, respecto a esto los autores mencionan:
En tanto toda persona es racional, nadie puede alegar estar siendo determinado por fuerzas que escapan al control individual. Al pobre no se le interpela como al expulsado de la sociedad de la obscena opulencia y la racionalidad cínica del consumismo, sino como al que no ha dado lo suficiente para triunfar (Biagini y Fernández, 2015, p. 181).
Por lo aludido, para la persona de pensamiento neuroliberal el supuesto “mérito” es una gracia inherente de la divinidad del neoliberalismo con la cual todos han sido bendecidos, de manera que para ellos básicamente “cada persona pobre es pobre porque quiere”, dejando de lado el considerar las diversas formas de exclusión social que genera el sistema capitalista y cómo estas determinan directamente la forma y calidad de vida de millones de personas, y pasando por alto que el capitalismo como estructura exige una cuantiosa cantidad de seres humanos excluidos o semiexcluidos que tomen los puestos de trabajo y formas de producción necesarios para que consecuentemente los más enriquecidos, puedan mantener su condición.
Respecto al papel del Estado en este auge del pensamiento neuroliberal, se debe analizar los procesos posneoliberales que cada país ha tomado, en el caso de Costa Rica se puede apreciar una considerable diferencia respecto a los procesos posneoliberales que se consumaron durante principios del siglo XXI en el resto de América Latina. En concordancia con esto, en una importante cantidad de países, especialmente del cono sur, se realizaron diversas reivindicaciones que procuraban de variadas maneras de permear la ofensiva de desgaste a los políticas sociales que desarrolló el auge del modelo neoliberal en el continente.
En su libro Buscando el futuro: Crisis civilizatoria y posneoliberalismo en América Latina (EUNED, 2015) los autores Rafael Cuevas Molina y Andrés Mora Ramírez, desarrollan un análisis de dichos movimiento reivindicativos y reaccionarios en el continente, que protagonizaron lo que se denominó el “giro a la izquierda”. También analizan los procesos y dividen los gobiernos progresistas en dos tipos, los “electos por el quiebre o debilitamiento de la institucionalidad”, donde entran los casos de países como Venezuela, Bolivia y Ecuador, y los “electos por acumulación política y adaptación de las reglas de juego de la gobernabilidad democrática”, con Brasil y Uruguay como ejemplos. Respecto al surgimiento de estos movimientos políticos alternativos, dichos autores mencionan: “ha sido en este contexto desalentador para el proyecto de “los de abajo”, cuando todo parecía estar más en contra suyo, que en América Latina han surgido estos procesos cuestionadores del statu quo neoliberal.” (Cuevas y Mora, 2015, p. 140).
Como se observa, dicha etapa posneoliberal reivindicativa en estos países del continente se originó por el abrupto desgaste de las condiciones sociales a partir del modelo neoliberal, pero en el caso de Costa Rica como se mencionó con anterioridad, el cambio del modelo macroeconómico no generó tanto desgaste, en parte por el legado que aún persistía en el país tras las políticas de bienestar social heredadas del siglo XX, las cuales consolidaron una clase media más estable. Dicha diferenciación ha propiciado que las políticas neoliberales y de apertura comercial sigan en un auge continuo y que de momento a pesar de algunos movimiento sociales destacados que se originaron para confrontar determinadas políticas específicas, el país no encuentre un frente político con músculo importante que se establezca en el nivel de gobierno.
En términos de lo que Cuevas y Mora rescatan, en Costa Rica no se ha originado ni un quiebre o debilitamiento de la institucionalidad, ni tampoco un actor político disidente destacado que tome el poder a partir de las reglas de juego de la gobernabilidad democrática, por lo que durante al menos las últimas tres décadas el país ha sido gobernado por tendencias de centro derecha con un compromiso notable a la apertura comercial y al modelo neoliberal.
Debido a lo anterior, en el caso costarricense el neuroliberalismo se ha propagado con fuerza a partir de un supuesto “éxito” de las políticas neoliberales. De manera que la oferta variada de consumo y el acceso al entretenimiento global, combinados con la ética gladiatora y el capital humano, tienen un importante papel en la dinámica social contemporánea y en los discursos ya no solamente políticos, sino del día a día de un amplio espectro de la población del país. Por lo cual el papel del gobierno costarricense respecto a las dinámicas de poder capitalistas, ha sido muy similar al que Biagini y Fernández denotan, ellos mencionan lo siguiente al respecto: “El objetivo de toda práctica de gobierno, una vez abandonado el ideal de garantizar de forma positiva lo derechos de los ciudadanos, se reduce a cristalizar el statu quo.” (Biagini y Fernández, 2015, p. 101).
Este papel del Estado por lo tanto, indica una relación simbiótica entre su quehacer, las políticas económicas de los organismos internacionales y las demandas de las grandes transnacionales para llegar a invertir en un determinado país, a lo cual el neuroliberalismo responde fortalecido, cambiando como mencionan sus autores el concepto de justicia por el binomio éxito/fracaso de cada individuo en la competencia por la supervivencia.
Lo anterior resulta trascendental para comprender con mayor amplitud los argumentos del Neuroliberalismo, pues tomando en cuenta los conceptos de capital humano y ética gladiatoria, cada individuo se convierte en el único responsable de su latente éxito o fracaso, pues resulta más “racional” suponer una falta o exceso de capacidades de supervivencia en una persona, que cuestionar al menos ínfimamente el statu quo neoliberal, el cual se presenta como el máximo campo de posibilidades para todos.
Respecto a estos procesos posneoliberales diversos, el papel del neuroliberalismo ha sido el de tomar una ofensiva mediática de burla y crítica destructiva, atribuyendo a los líderes progresistas latinoamericanos adjetivos de irracionalidad y estupidez, con el fin de borrar con burlas e irrespeto los grandes logros sociales que con esfuerzo han logado conquistar.
El fracaso: el reflejo real de la política neoliberal
Para el presente artículo, en contraste a los primeros dos capítulos donde se menciona el proceso de inserción nacional a las políticas neoliberales, y donde se plasma la teoría del neuroliberalismo como la condición contemporánea en la que ha mutado el pensamiento de los defensores del neoliberalismo para legitimar el statu quo, se pretende ahora mostrar con datos recientes como el modelo económico neoliberal ha resultado en un fracaso absoluto tomando como referencia el discurso que sus partidarios han utilizado para establecerlo en Costa Rica.
La crítica se genera a partir de un suceso objetivo, el cual es el desempleo sostenido en el que se encuentra el país, pues según el discurso neoliberal durante los últimos años se han aplicado las políticas adecuadas para que el país este “disfrutando” en la actualidad de un desarrollo alto y constante, (entendiendo desarrollo desde la óptica tradicional economicista), lo que sucede en Costa Rica y en muchos otros países de la región es que el discurso neoliberal no se refleja en absoluto en la realidad social de los países que lo han adoptado, mostrando con claridad la falacia que esconde y excusándose abiertamente en un sinfín de pretextos.
Según datos del Informe Estado de la Nación 2016 utilizado para el presente artículo, el desempleo: “…viene creciendo desde inicios de 2014 y en la actualidad supera el 9%.” (Informe Estado de la Nación, 2016, p. 148), paradójicamente para el discurso neoliberal y como muestra clara del debate que se sostiene, los sectores que más pesan en el nivel económico en la actualidad no se encuentran entre los que más empleo generan, exhibiendo la falacia de que de la mano del crecimiento económico y de exportaciones el empleo se ve en aumento, el Informe menciona al respecto: “Esta desconexión se debe en gran medida a un problema estructural del aparato productivo: los sectores más dinámicos tienen un bajo impacto en la generación de empleo y las nuevas oportunidades laborales están limitadas a las personas con mayor calificación.” (Informe Estado de la Nación, 2016, p. 141).
Lo anterior es una muestra concreta de la problemática general a la que se enfrenta la población costarricense en el ámbito laboral, por un lado solo aquellos que se prepararan a nivel técnico, o en los sectores más dinámicos de la economía tienen oportunidad de alcanzar los puestos de trabajo mejor remunerados, lo que demuestra con claridad el concepto de capital humano, mientras que las demás personas que no tienen oportunidad de prepararse, es decir invertir en sí mismas, o bien se preparan en campos diferentes a lo que solicita el mercado, se encuentran excluidos de la posibilidad de llegar a puestos.
Lo dicho refleja elementos del neoliberalismo que se encarnan en el pensamiento único neuroliberal, por un lado son las empresas las que dictan qué se necesita en el nivel profesional y que no, por otro lado son solo aquellas personas que se pueden preparar en lo que las empresas exigen quienes obtendrán el preciado trabajo, de manera que la inversión en el capital humano no es cualquier inversión, sino una inversión milimétricamente establecida por las empresas y el mercado en cuestión. Si bien el documento del Estado de la Nación 2016, evidencia en alguna medida lo anterior cuando menciona:
En síntesis, la desconexión entre la estructura productiva y la creación de empleo refleja un estilo desarrollo no incluyente, pues afecta sobre todo a las personas con las menores calificaciones educativas. En el largo plazo esto implica una perdida para el país en su conjunto, porque se ponen en riesgo logros en materia social. (Informe Estado de la Nación, 2016, p. 139).
Debe destacarse que el Estado de la Nación, lejos de constituirse en una herramienta crítica al modelo de desarrollo, aboga en muchos de sus análisis por una continua “dinamización” de la economía, y un impulso en el nivel de educación de todas aquellas disciplinas que resulten con más demanda, destacando en sus análisis cuales sectores son los más importantes y con mayor posibilidad de crecimiento; en este sentido, para el caso de Costa Rica ha resultado interesante el crecimiento desmedido del sector Back Office, que se comprende de trabajos referentes a contabilidad, finanzas, centros de llamadas o Call Center, entre otros.
En este tipo de sectores los empleos se plasman en tareas sistemáticas contra reloj, donde en ocasiones no se precisa de los empleados mayor calificación que el dominio de un segundo idioma. Los Call Center en Costa Rica monitorean los pasillos de sus edificios y cronometran los descansos de sus empleados, lo cual hace recordar las primeras escenas de la película Tiempos modernos (1936) donde la mecanización de una práctica industrial lleva al protagonista principal (Charles Chaplin) a la locura, y donde los empleados son vigilados con cámaras hasta en el baño por el jefe de la compañía, recordando el concepto del Panóptico de Foucault y el personaje del Gran Hermano, del libro 1986 de George Orwell.
En la película el feje de la empresa considera el establecer maquinas que agilizan el alimentar al empleado para que este coma más rápido en el almuerzo. La ficción no está muy lejos de los periodos de descanso de 15 y 30 minutos contra reloj que se les brindan a los jóvenes actualmente en centros de llamadas y otras empresas en Costa Rica.
Otra de las evidencias claras del fracaso del Neoliberalismo manifestado en el desempleo, son las zonas francas, las cuales comprenden el estandarte jurídico de las empresas para invertir en los países, el discurso neoliberal dice que la inversión consecuentemente genera empleo, pero ante la coyuntura nacional, el Estado de la Nación manifiesta lo siguiente: “Por su parte, la industria de zonas francas no es una fuente de empleo masivo, al igual que el sector agroexportador no tradicional; en ambos casos la absorción de mano de obra se ha mantenido en niveles muy similares en los últimos quince años” (Informe Estado de la Nación, 2016, p. 149).
Como se observa, los datos son objetivos respecto a la generación de empleo, esto no es poco significativo si se contrasta con la ofensiva discursiva y política neoliberal, la cual a través de los medios de comunicación legitima, constantemente, que el equilibrio social descansa en las iniciativas que ha gestado desde su visión de mundo capitalista, cuando en realidad son los pequeños y medianos emprendimientos junto con el sector público quienes más generan empleo.
El tema laboral resulta sumamente delicado en el nivel discursivo, como se observó en capítulos anteriores, el sistema neoliberal y el pensamiento único del neuroliberalismo descansan en los antivalores de la competencia y el individualismo, pero para ejecutarse de forma certera necesitan de las dinámicas de consumo, para lo cual el aspecto laboral es trascendental, el consumo reivindica en la contemporaneidad la libertad máxima. Tomando en cuenta esto, las políticas de empleo abiertamente neoliberales en Costa Rica se encuentran en premisas como la educación para el mercado, la generación de conocimientos técnicos y con auge reciente, la adquisición de conocimientos en segundos idiomas (principalmente el Inglés), para acceder a fuentes de empleo.
Estos elementos se reflejan también en los datos del Estado de la Nación, el cual menciona: “…se estima que cuando un trabajador domina un segundo idioma su salario se incrementa en un 20%, en promedio. Esta habilidad es atractiva en el mercado laboral...” (Informe Estado de la Nación, 2016, p. 156).
Las dinámicas globalizatorias que han llevado a lo anterior, abarcan también las dinámicas colonializantes pues imponen un estilo de vida, una tendencia cultural occidental y la influencia lingüística hegemónica y dominante. Es importante considerar que muchos de los puestos de trabajo generados en los centros de llamadas por el manejo de un segundo idioma son empleos que eventualmente pueden ser mecanizados y sustituidos con facilidad por el avance de la tecnología, pues se comprenden en dinámicas sistematizables y mecanizables.
En la línea de análisis de los datos otorgados por el Informe Estado de la Nación 2016, como se mencionó antes, debe destacarse con especial atención la línea discursiva de dicho documento, pues si bien en la primera parte del Capítulo tres referente a “Oportunidades, estabilidad y solvencia económicas” se establece con datos la aguda situación del desempleo y se señalan las problemáticas de la exclusión entre las personas menos calificadas y aquellas con mejor calificación por su capital humano, posteriormente se desarrolla un discurso que avala con claridad la apertura comercial por los supuestos aumentos en las cifras macroeconómicas de exportación e inversión, esto resulta paradójico, pues dichas mejoras en el nivel macroeconómico claramente no están marcando una disminución en la brecha social, ni una mejora en la generación de empleo; en este sentido, el documento menciona por ejemplo: “La notable transformación productiva del sector externo en los últimos treinta años demuestra que la política de fomento aplicada fue exitosa, en tanto contribuyo a su crecimiento y modernización” (Informe Estado de la Nación, 2016, p. 162).
En afirmaciones como la anterior y según lo mencionado respecto a los resultados sociales del modelo neoliberal, resulta contradictorio que se pueda calificar de “exitosa” a una estrategia económica sin considerar críticamente si con los números abultados del Producto Interno Bruto (PIB) se ve reflejado un aumento en la calidad de vida y en la plenitud de las y los costarricenses.
Para muestra de lo previo se puede analizar el caso de los monocultivos de piña, los cuales ya cubren miles de hectáreas del territorio de Costa Rica en lugares desde la zona sur, el caribe y la zona norte, estas plantaciones si bien generan puestos de empleo, el tipo de empleo que están produciendo es en cientos de casos precario, en los monocultivos las violaciones a los derechos laborales son recurrentes y las posibilidades de movilidad social escasas, por lo que son empleos y propuestas de desarrollo que solamente solucionan parcialmente las necesidades inmediatas en zonas rurales.
De estos monocultivos se extraen y contaminan enormes cantidades de agua por agroquímicos, se contaminan sectores boscosos y humedales protegidos en las cercanías, se deterioran los suelos, se deforesta y se generan tremendas enfermedades en las personas, y se afecta la ganadería por la plaga de moscas, pero el discurso neoliberal resalta que Costa Rica ahora es el principal exportador de piña en el mundo y que las exportaciones van en aumento, replicando como es su costumbre un discurso economicista que no considera ni daños ambientales ni la dignidad humana.
Los elementos abordados precedentemente, denotan una problemática social importante de la contemporaneidad de Costa Rica, la gran inseguridad y miedo que crece entre la población (principalmente los jóvenes) respecto a sus futuros por el alto desempleo, la volatilidad de las empresas y la insatisfacción de los trabajos que ha ofrecido el modelo neoliberal junto a sus gobernantes; en este sentido el sociólogo polaco Zygmunt Bauman ha planteado que la sociedad actual se encuentra ante una Modernidad Líquida a partir de la cual menciona respecto a la inseguridad:
Se podría argumentar, por supuesto, que no hay nada particularmente nuevo en esta situación: la vida laboral ha estado llena de incertidumbre desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, la incertidumbre actual es asombrosamente novedosa. Los temidos desastres que pueden privarnos de nuestros medios de vida y sus perspectivas no pueden ser repelidos ni enfrentados o mitigados mancomunando fuerzas, cerrando filas o debatiendo y acordando conjuntamente medidas de fuerza. (Bauman, 2005, p. 157).
Como Bauman explica, la transformación de las problemáticas de un escenario local a uno global hace suponer una imposibilidad en el margen de acción para la transformación, mientras que de la mano del pensamiento neuroliberal cada vez son menos los que se plantean escenarios de acción para dignificar su condición, por lo contrario, el neuroliberalismo les hace suponer que su incertidumbre depende de su propio accionar en la constitución de capital humano, o bien de la guerra desatada bajo la ética gladiatora.
Por otro lado, como se observó en el primer capítulo, el modelo de desarrollo en América Latina y principalmente en Costa Rica, pasó por un proceso abrupto de trasformación al modelo neoliberal que junto con la globalización ha generado un cambio de la cultura laboral en la sociedad costarricense, dicha trasformación se ha manifestado en una clara caída del empleo público, no solo en lo tangible, como puestos de trabajo, sino además en la imagen y el significado que el empleo público representaba para la sociedad, en esta línea Pérez Sáinz en el libro Trabajo global y desigualdades en el mercado laboral menciona:
Respecto al declive relativo del empleo público, hay que destacar lo que ha significado por su impacto en la centralidad que el empleo formal tenía en el modelo previo. Este impacto no solo tiene una dimensión material, menos oportunidades relativas de ocupación en el estado, sino también simbólico. Se pierde este referente de institucionalidad y peor aún, se tiende a estigmatizar como ocupación improductiva y proclive a la corrupción (Pérez, 2015, p. 22).
La cita anterior se puede ejemplificar en el caso costarricense con el discurso de algunas fracciones políticas dentro de la propia Asamblea Legislativa y se agudiza en el caso de la compleja situación fiscal que atraviesa el país, donde resulta más accesible para algunos políticos el eliminar instituciones públicas junto con sus empleos, que pensar en un modesto ajuste tributario a la inversión extranjera. Estos discursos impregnan también sectores de la población, y hacen eco en ciertos medios de comunicación con un claro corte político neoliberal que reproducen el pensamiento neuroliberal.
Como menciona Pérez Sáinz, estos discursos de derecha, suponen la creación de estigmas respecto al sector público y sus trabajadores, categorizándolos como menos productivos y significativamente más costosos para la sociedad y para el país, se les acusa además por su asociación gremial, en sindicatos y colectivos, creando una satanización de las manifestaciones sociales y vanagloriando la no sindicalización o poca sindicalización en el sector privado. Estas conductas y discursos que se reflejan en algunos sectores de la población, quieren desconocer el papel simbólico, activo y productivo que tuvo el aparato estatal durante el estado benefactor en los años setenta y ochenta.
En lo referente a la precarización de las relaciones salariales, Pérez Sáinz nos menciona dos principales tendencias prácticas que son utilizadas para el no cumplimiento de los compromisos legales en dicha materia, la primera es la idea de que los costes salariales ya no pueden ser trasmitidos a los consumidores a través de variables como los precios, esto debido a los nuevos modelos de acumulación y competencia, la segunda idea se basa en la externalización de actividades y la subcontratación, utilizados para manejar un pequeño sector de los trabajadores dentro de la formalidad y otros muchos en condiciones desiguales y muchas veces precarias. De manera que la responsabilidad por las condiciones laborales deja de estar en manos de las empresas.
Conclusiones
Tras una extensa estrategia política, económica y mediática, a partir de varios gobiernos de la República, se ha desmantelado estructuras e ideales como el estado benefactor y las conquistas sociales alcanzadas en la primera etapa del siglo XX, llevando de manera definitiva al establecimiento casi total del modelo neoliberal.
Como se observa en el artículo, tras décadas de legitimación del modelo capitalista y específicamente el modelo neoliberal, las dinámicas de reproducción del neoliberalismo han mutado de maneras tan voraces que ni siquiera el liberalismo económico clásico o la implementación del neoliberalismo durante la segunda década del siglo XX hubiesen supuesto.
Las macropolíticas económicas, de la mano de las estrategias de comunicación que legitiman el statu quo, el consumo descontrolado y la globalización, han variado en un germen mental que cala profundamente en el consciente de miles de personas y que se manifiesta en el neuroliberalismo.
Basado en premisas como el capital humano y la ética gladiatora, la sociedad se moviliza en una guerra sin fin por la victoria y obtención del poder que se manifiesta en el consumo, el ingreso y el puesto de trabajo que se tiene.
Irónicamente el discurso neoliberal y el pensamiento neuroliberal, no concuerdan con la realidad social y humana de los países que han abierto sus mercados y políticas a dichas teorías. El desempleo y las problemáticas del empleo global en el caso de Costa Rica, son un ejemplo claro de la inseguridad, la desesperación y la explotación de recursos humanos y naturales con fines corporativos y económicos.
La suma de estos elementos, supone una condición contemporánea muy particular donde para la mentalidad de una buena parte de la población, la legitimación del capitalismo es absolutamente incuestionable, una realidad dada y completa que no merece miramientos ni dudas.
Bibliografía
Bauman, Z. (2002). Modernidad líquida. Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica de Argentina.
Biagini, H. y Fernandez, D. (2015). Neuroliberalismo y la ética del más fuerte. Heredia, Costa Rica: EUNA.
Contreras, G. (2009). La globalización económica desde los paradigmas del mercado y la solidaridad humana. San José, Costa Rica: Editorial Universidad de Costa Rica.
Cuevas, R. y Mora A. (2015). Buscando el futuro. Crisis civilizatoria y posneoliberalismo en América Latina. San José, Costa Rica: EUNED.
Globalización y relaciones asalariadas en América Latina. Entre la Generalización de la precariedad y la utopía de empleabilidad. (Juan Pablo Pérez Sáins, en: Castillo, Norma y Todaro, 2016, pp. 19-37).
Molina, I. y Palmer, S. (2007). Historia de Costa Rica: breve, actualizada y con ilustraciones. San José, Costa Rica: Editorial de la Universidad de Costa Rica.
Programa Estado de la Nación en Desarrollo Humano sostenible. (2016). Vigésimosegundo Informe Estado de la Nación en desarrollo humano sostenible. San José, Costa Rica: CONARE.
1 El término neuroliberalismo es un aporte teórico-conceptual construido por Hugo Biagini.
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